1 REYES 21:20
“Y
Acab dijo a Elías: ¿Me has encontrado enemigo mío?
¿Elías enemigo de Acab? Mejor dicho: Acab
era el enemigo de Elías porque el profeta como siervo de Dios Altísimo
denunciaba los pecados del monarca. El rey enemistado con Elías también lo
estaba con Dios que le había enviado a reprender las transgresiones del rey.
Los intereses geopolíticos hacen que a
menudo la luz y las tinieblas se mezclen. Josafat de quien la Biblia dice que
“hizo lo recto a los ojos del señor” (1 Reyes 22: 42), subió a encontrarse con
Acab. En el encuentro acordaron luchar contra el rey de Siria y recuperar Ramot
de Galaad. Como era habitual en la época y ahora también, los reyes consultaban
a los sacerdotes si los dioses les serían propicios en la campaña que iban a
emprender. Acab consulta a sus sacerdotes y Josafat le dice al rey de Israel si
hay algún sacerdote del Señor a quien poder consultar. Le responde que sí hay
uno: Micaías, “mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino
solamente mal (v. 8).”Por ser Micaías siervo del Señor que solamente
profetizaba mal a Acab, lo mantenía encarcelado en durísimas condiciones.
De todos es bien conocida la historia de
Juan el Bautista que el rey Herodes lo tenía encarcelado. Por instigación de
Herodías, esposa del hermano de Herodes con quien mantenía relación de
adulterio, Herodías odiaba a Juan el Bautista denunciaba dicho pecado. En la
celebración del natalicio de Herodes la hija de Herodías danzó ante los
invitados. Habiendo causado una gran sensación entre los invitados a la
celebración, Herodes le dice a la joven que pida lo que quiera que se lo
concederá. La joven acude a su madre en busca de consejo. Herodías aprovecha la
oportunidad e instigada por el odio a Juan le dice a su hija que pida la cabeza
de Juan. Así ocurrió. Juan el Bautista fue decapitado y su cabeza en una
bandeja fue entregada a la danzarina y ésta a su madre.
La verdad no gusta. Pero es lo que es.
Nuestro hablar debería ser sí cuando es sí y no cuando sea no. Lo que se diga
de más procede del maligno según dice Jesús. Los cristianos tenemos que ser
consecuentes con las palabras de Jesús. Tenemos que alzar un muro de contención
ante la proliferación despiadada de la mentira de nuestro tiempo. Honraremos a
nuestro Dios si de nuestros labios salen únicamente la vedad que no gusta ser
escuchada aun cuando mantenernos en ella pueda tener consecuencias
desagradables para nosotros.
1 CRÓNICAS 21:13
“Entonces
David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano del
Señor, porque sus misericordias son muchas en extremo, pero que no caiga en
mano de hombres”
El capítulo empieza con esta declaración:
“Pero Satanás se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciese censo de
Israel (v.1). Esta declaración parece indicar que Satanás tenía la intención de
perjudicar a Israel, posiblemente Dios se lo permitiría porque tenía intención
de castigar a su pueblo por su infidelidad. Satanás lo haría instrumentalizando
al rey David aprovechándose de su orgullo. Este texto nos descubre que detrás
de los acontecimientos desagradables se encuentra la mano de Satanás que desde
nuestra perspectiva es omnipotente y así demuestra que es homicida desde el
principio. Los hombres dudan de la existencia de Satanás pero la Biblia afirma
su existencia y que a lo largo de la historia se ha movido entre bastidores
impulsando a los hombres a cometer los delitos que los medios de comunicación
se encargar de darles publicidad. En nuestra estupidez de no querer creer en el
mundo de los espíritus nos obstinamos en considerar los eventos que nos
destruyen como consecuencias del azar y que son impredecibles.
El libro de Job nos alecciona de la
responsabilidad satánica de los males que le acontecieron al patriarca y del
consentimiento divino que limitaba la capacidad satánica de hacer mal. La fe en
el Señor nos permite ver que lo que sucede se debe a la existencia de Satanás
que siendo homicida desde el principio quiere perjudicarnos cuanto más mejor y
la de Dios que en su misericordia frena la actividad satánica.
David le dijo al profeta Gad: “Estoy en
grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano del Señor, porque sus
misericordias son muchas en extremo”. El resultado del pecado de orgullo de
David de querer censar al pueblo porque quería saber el alcance de su poder
militar resultó ser el primer paso que condujo a la construcción del templo que
indicaba la presencia de Dios entre su pueblo. Los pensamientos de Dios son más
altos que los nuestros y los desconocemos. La fe en el Señor nos permite estar
confiados porque a pesar de nuestra ignorancia sabemos que todo lo que sucede
es para el bien del pueblo de Dios. Fiémonos de su bondad y las turbulencias de
este mundo no nos dañarán.
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