dilluns, 25 de març del 2019


ALBOROTOS EN LOS ESTADIOS

<b >El comportamiento en los estadios se forja en los clubes infantiles</b>
<b>Sergio Heredia</b> finaliza con estas palabras su escrito<i>¡Qué vergüenza!</i>, en que describe los alborotos que se produjeron durante el partido de futbol que jugaron el Aleró y el Collrenc, de la Federación Mallorquina, entre los padres de los jugadores. Espectáculo desagradable que reactivó las alarmas en el futbol: “El partido se suspendió en la segunda parte al entrar en el terreno de juego un padre que quiso defender a su hijo después de una dura entrada de un rival. Los familiares de ambos niños se enzarzaron en una agria discusión que degeneró en una batalla campal en la gradería y en el mismo terreno de juego, imágenes que han causado un gran impacto social en España y en otros países”.
<b>Sergio Heredia</b> termina su escrito con estas palabras: “Vista la escalada de despropósitos que se registran en los campos de futbol (en las categorías infantiles), los hay que creen que la mejor solución sería la que se aplica en el golf. En la mayoría de los torneos, los padres deben estar al menos a treinta metros de los hijos. Han de guardar silencio y no pueden celebrar las mejores jugadas de sus hijos”. Con ello se combaten los efectos pero no la causa de los alborotos, con lo que no se soluciona el problema porque la raíz permanece intacta.
Recientemente en Pontevedra “una batalla entre padres que terminó a cabezazos ante niños de seis y siete años”. Un periodista hace el siguiente comentario: “La estrambótica, violenta e injustificable mordisco que el jugador uruguayano  <b>Luís Suárez</b> le hizo a un contrario italiano durante un partido del mundial de Brasil no ha parecido tan indignante como algunas de las reacciones que le han acompañado y que todavía perduran. Primero porque no ha sido un sorpresa: éste es un jugador con un gran problema con su rabia, es la tercera vez que pierde el control de la misma manera que lo hace una criatura de dos años en la guardería cuando un compañero le quita su peluche” ¡Tarjeta roja para el jugador y para los padres que no saben educar a sus hijos!
El periodista se refiere a <b>Luís Suárez</b> como alguien que pierde el control. ¿Quién es el que no lo pierde fácilmente? Las relaciones sociales se caracterizan por esta incontinencia. A la más mínima saltamos como poseídos por el diablo. <b>Andreu Subies</b>, presidente de la Federación Catalana de futbol, dijo: “Tenemos que expulsar del mundo del futbol a la gente violenta. No solamente los autores de agresiones físicas, también de las verbales, y en todos los ámbitos, desde los aficionados hasta las directivas”. “El que modera sus palabras tiene sabiduría,  de espíritu prudente es el hombre entendido” (Proverbios 17: 27). Si se tiene que hacer limpieza hágase en todos los ámbitos, empezando por los hogares. Palabras malsonantes se escuchan por doquier. Allí en donde se encuentran dos personas aparecen las insolencias que se hacen públicas en la mujer maltratada, en el niño que se lleva al médico con moratones y alguna costilla rota. En el mundo del deporte con los insultos racistas, xenófobos y machistas que se escuchan en las gradería. En el campo político, las groserías que se dicen en los parlamentos y durante las campañas electorales deslucen el respeto que se les debería otorgar por el cargo que ostentan para terminar siendo considerados unos ramplones que se han metido en política con el único propósito de medrar a costa del erario público. Jesús nos dice la causa por la que los seres humanos se comporten de manera tan desagradable: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, saca lo bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6: 45). Cuando miramos a nuestro, ¿qué vemos? Que el mal campa a sus anchas y si hacemos una mirada introspectiva también descubrimos  que se encuentra agazapado en lo profundo de nuestro corazón. La conclusión a que llega la Biblia es que el ser humano es malo. Que se dan grados de maldad, cierto. El más leve indicio de maldad es pecado que nos aparta de Dios y que impide que recibamos sus bendiciones a no ser que nos arrepintamos y andemos en “novedad de vida” (Romanos 6:4).
Vayamos a la frase: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno”. Las personas deben ser recreadas de malas a buenas. Esta transformación únicamente puede hacerla Jesús ya que por la fe en su Nombre nos transforma de hijos del diablo en hijos de Dios dispuestos a hacer buenas obras que glorifican a Dios. “Con el temor del  Señor, los hombres se apartan del mal” (Proverbios 16:6). ¿Dónde se ve el temor de Dios en nuestros días?
Octavi Pereña i Cortina 



SALMO 137:5

“Si me olvido de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza”
Para los judíos Jerusalén era el objeto de sus  miradas porque en ella se encontraba el templo, el signo externo de la presencia de Dios entre su pueblo. Tan arraigado era este sentir que Daniel no tuvo inconveniente alguno de desobedecer el decreto del rey Darío, que por instigación de los enemigos del profeta condenaba a morir despedazado por los leones a cualquier persona “que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey” (Daniel 6:7). La reacción de Daniel cuando tuvo conocimiento el edicto fue: “Entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día y daba gracias delante  de su Dios,  como lo solía hacer antes” (v.17). a pesar de que se exponía a ser condenado a muerte si se descubría que desobedecía el edicto del rey, persistió en su costumbre de hacer sus oraciones orientando sus ojos hacia Jerusalén en cuyo templo aun cuando estuviese en ruinas, simbólicamente estaba el Señor con su pueblo.
En la conversación que mantuvo Jesús con la samaritana junto al pozo de Jacob trataron el tema que abordamos. En nuestras oraciones, ¿debemos orar al Señor orientándonos hacia la Ciudad Santa? Jesús nos saca de dudas al decirle a la samaritana: “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre” (Juan 4.21). Se acerca el momento en que localizarar Dios en un punto geográfico concreto es cosa del pasado. Jesús le da a la samaritana unas instrucciones que son la clave de cómo tienen que ser nuestras oraciones: “Mas la hora viene, y ahora es,  cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en  verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (v.28).
“¿No sabéis que sois templo de Dios”, dice el apóstol Pablo a los cristianos de Corinto, “y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 8:16). Sea donde sea que nos encontremos, allí tenemos a Dios con nosotros porque cada uno de nosotros es templo de Dios que mora en nosotros. Si en algún lugar concreto tenemos que encontrar a Dios es en nuestro interior. Si en algún espacio tenemos que dirigir nuestra mirada de fe es en el cielo en donde el Padre está sentado en su trono de gloria teniendo a su diestra a Jesús intercediendo por nosotros para que nuestra fe no falte. Es así como tenemos que adorar en espíritu y en verdad como Jesús aconsejó a la samaritana.


ESDRAS 7:10

“Porque Esdras había preparado su corazón  para inquirir la Ley del Señor y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos”
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Adán y Eva recibieron de Dios el encargo de guardar el jardín en donde los había puesto el Señor. No lo hicieron. No solamente los expulsó, también murieron. Físicamente Adán murió a los 930 años (Génesis 5:5), pero instantáneamente en el momento en que inca el diente en  el fruto del árbol prohibido. Es muy importante que guardemos aquello que el Señor nos manda que guardemos. Esdras, siguiendo el consejo de Proverbios consideraba que su corazón era el jardín que tenía que cuidar con el máximo esmero. Lo protegía desbrozando diariamente los espinos que constantemente y de manera espontánea crecían ufanos en su alma con el fin de impedir que su exuberancia ahogase el delicado brote que germinaba de la semilla de la Palabra de Dios sembrada en su corazón  bien seguro que por sus padres.
Esdras había preparado su corazón. Desconocemos cuándo empezó a hacerlo. Tuvo que haber un comienzo porque nadie nace con un corazón que sea buena tierra, fértil, desbrozada para que la semilla de la Palabra de Dios crezca lozana. Nosotros tampoco hemos nacido siendo hijos de Dios. Lo hemos hecho siendo hijos del diablo y, en un momento de nuestra existencia, por un medio u otro el Señor sale a nuestro encuentro sembrando en nuestro corazón la semilla de la Palabra de Vida. En un principio en terreno pedregoso e infectado de semillas de espinos. La responsabilidad del recién nacido hijo de Dios es preparar su corazón para convertir el terreno árido en suelo fértil, quitando las piedras que dificultan el crecimiento de la buena semilla, arrancando los brotes de las malas hierbas, fertilizando el terreno  con el estiércol necesario para que la Palabra de Vida encuentre los nutrientes necesarios para crecer saludablemente.
¿Cómo se las arreglaba Esdras para conseguir que su corazón siguiese siendo tierra fértil? Ingiriendo la Ley del Señor y obedeciendo sus enseñanzas. ¿Qué dice Jesús al respecto? “Cualquiera que me oye estas palabras y las hace le compararé a un hombre prudente que edifica su casa sobre la Roca” (Mateo 7: 24). Para que la Palabra de Vida sembrada por Jesús en el corazón goce de buena salud es obligatorio obedecerla. Jesús denuncia a quienes son solamente oidores de la Palabra olvidándose de que deben también obedecerla. Esdras se había propuesto inquirir diligentemente en la Palabra para cumplirla con lo cual conservaba fértil  el suelo que era su corazón lo cual hacía que la Palaba de Vida creciese vigorosa  y dando fruto abundante.




dilluns, 18 de març del 2019


POLITICAMENTE INCORRECTO

<b>La palabra construye o destruye. Sepamos elegir</b>
La periodista <b>Núria Escur</b> le pregunta a </b>Grtegorio Luri</b>, filósofo y escritor: Su lista de lo “políticamente incorrecto” es larguísima. La respuesta que le da el pensador: “Es incorrecto decir las cosas por su nombre. Lo peor es que hemos perdido la espontaneidad por no pecar. Hoy se debe ser jesuítico cuando pronunciamos  una palabra para no molestar a nadie. Y eso es hipocresía”.
Hoy con la filosofía de lo “políticamente incorrecto” tan arraigada en nuestra sociedad acostumbramos a no decir las cosas por su nombre. La filosofía de lo “políticamente incorrecto” puede ser beneficiosa a corto plazo. A la larga se convierte en un boomerang que se gira en contra de quienes creen que lo “políticamente incorrecto” es una buena manera de andar por este mundo. La actriz <b>Paz Vega</b> es una digna representante de lo “políticamente incorrecto” cuando el periodista <b>Juan Luís Álvarez</b> le pregunta: ¿Con qué pecado eres más indulgente? La actriz le responde: “Con la mentira. A veces incluso es necesaria”.
El periodista  <b>Roger Cohen</b>, escribe: “Es cierto que la invasión de Irak se basó en la falsedad. Ahora el presidente de Estados Unidos acusa a The New York Times y Washington Post, dos pilares de la Republica, de difundir noticias falsas, estamos entrando en un mundo en que dos más dos es igual a cinco”.
Ahora que VOX parece ser que crece como la espuma,  el “cordón sanitario” con que se pretende cortarle las alas no será efectivo a no ser que se denuncien las mentiras, como escribe  <b>Roger Cohen</b>: “La indiferencia ante la verdad y la mentira es una de las condiciones previa al fascismo. Cuando cae la verdad cae la libertad…Mezclar lo que es verdad y lo que es falso es propio de las dictaduras”. Desconozco si el periodista norteamericano es cristiano o no. Su postura ante la verdad y la mentira es muy evangélica.
Cuando quien fue el primer presidente de Estados Unidos era un niño arrancó un cerezo que su padre había plantado recientemente. ¿Quién ha sido? Dijo el padre furioso. El chico reconoció su culpa. El padre le dijo: “Lamento haber perdido el cerezo, pero me alegra que hayas tenido el valor de decir la verdad. No lo olvides nunca hijo mío”. Hoy que nos encontramos en la era de la posverdad, ¿cuántos padres daría este consejo a sus hijos?
Jesús dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). ¿Qué caracteriza a los niños? Que son espontáneos en su hablar. Dicen las cosas tal cual son. A veces ponen a sus padres en evidencia y los hacen enrojecer porque dicen las cosas tal como las han visto. Los años transcurren y los niños van perdiendo la espontaneidad por seguir el modelo de expresarse de sus padres en el que prevalece lo “políticamente incorrecto”. No pueden ni podrán recuperar la espontaneidad de cuando eran niños. Les ayudará a ser adultos, si no es con la espontaneidad de los niños de decir la verdad, sí hacerlo responsablemente si se dejan guiar por lo que enseña la Biblia.
La condensación ética se encuentra en los Diez Mandamientos. El noveno dice: “No hablará contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16). No especifica mentiras. El mandamiento puede resumirse así: “No mentirás”. No clasifica la mentira como se os ha enseñado en la infancia: en veniales y mortales. Prohíbe radicalmente mentir. El mandamiento condena lo que se considera <i>mentira piadosa</i> con l que se diluye el mandamiento: no mentirás jamás. El mandamiento denuncia a toda la humanidad. Quien diga que no lo ha transgredido nunca, que sea el primero en lanzar la piedra. De la misma manera que lo hicieron aquellos que querían apedrear a la mujer adúltera, nos veremos obligados a retirarnos avergonzados del escenario.
Jesús con claridad meridiana nos dice lo que tenemos que hacer con la lengua: “Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, del maligno procede” (Mateo 5: 37). Por nacimiento natural, espiritualmente hablando, somos hijos del diablo “que es mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8:44). Es por esto que la mentira es universal y espontánea. No se la puede frenar a no  ser que se cambie de padre espiritual. Este cambio únicamente puede producirse con la conversión a Jesús que es quien transforma al creyente en un hijo de Dios por adopción” (Gálatas 4: 4-7). Con la conversión a Jesús y con la recepción del Espíritu Santo comienza un nuevo andar en que es posible que el hablar sea “Sí, sí; no, no” tal como el Señor desea que lo hagamos.
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 11 de març del 2019


CONSTRUYENDO UNA NACIÓN

<b>Se construye una nación sobre la Roca de la Ley de Dios porque las leyes humanas son arena que no aguantan la casa que se edifica sobre ellas</b>
“Si antes de cada acción pudiéramos prever todas las consecuencias, nos pusiéramos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después las probables, mas tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiese hecho detenernos” (José Saramago). Saramago nos invita a contar hasta tres antes de abrir la boca. A mendo no lo hacemos cuando los pensamientos enfurecidos enturbien el corazón y la mente y la lengua vomita palabras de las que después cuando el ánimo se serene  nos gustaría no haberlas dicho nunca. Las palabras son como las plumas lanzadas al aire en un día ventoso, se pueden recoger algunas, pero no todas. Esta imposibilidad las convierte en boomerangs que se revuelven contra quienes las hayan lanzado. Un consejo muy sensato que deberíamos apropiarnos para nuestro bien: “El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas, deja, pues, la contienda antes que se enrede (Proverbios 17:14). Pero no, preferimos hacer prevalecer nuestra sin razón con lo que la disputa se eleva de tono, llegando incluso a la violencia física. Una palabra dicha precipitadamente puede causar una herida que no cure jamás. ¡Cuántas relaciones no se han roto por una palabra malsonante!
<b>Peridis</b>, en una viñeta suya aparece <b>Pedro Sánchez</b> que conduciendo el coche del PSOE se enfrenta a <b>Sebastián Abascal, Pedro Casado y Albert Ribera</b> montados sobre el dragón del 155. Los representantes de la sagrada e indisoluble unidad de España, en la que no cabe nadie más que los que piensan lo mismo que ellos. Se  dirigen a <b>Pedro Sánchez</b>, el representante del diálogo pero que a hurtadillas se monta sobre el dragón del 155: “La campaña será larga y se me agotan los epítetos”, le dice uno. El otro jinete le espeta: “Ateo, comunista y felón”. Vocifera el siguiente para no ser menos que sus compañeros que cabalgan sobre el dragón del 155: “Culpabilízalo del contubernio, separatista judeo-masónico”. Con la finalidad de conseguir votos todo vale. Los tres envalentonados cruzados  pretenden impedir que España se vea infectada con las ideas de los separatistas infieles. ¡Qué pobreza de espíritu manifiestan quienes se autoproclaman salvadores de la Patria amenazada!
Los cuatro aspirantes a sentarse en el sillón presidencial en La Moncloa deben cuidar muy bien lo que dicen: “Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla, suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas desnudas” (Salmo 55: 21). “Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla falso testimonio contra su prójimo” (Proverbios 25: 18). “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada” (Proverbios 12: 18). Refiriéndose a los impíos el apóstol Pablo escribe: “Sepulcro abierto es su garganta, con su lengua engañan, veneno de áspides hay debajo de sus labios” (Romanos 3: 13). Estas palabras del apóstol, ¿no reflejan la personalidad de quienes pretenden convertir a los españoles a su imagen y semejanza? Estos constitucionalistas amantes de la uniformidad externa y del pensamiento único interno, religiosos en apariencia, pero negadores de la verdad divina, ignoran que no existen dos gotas de agua iguales, que en la creación no existe nada clonado. Puede aplicarse perfectamente en política lo que el Señor Jesucristo atribuye a la iglesia: “Además el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijese el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijese la oreja: Porque n soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será dl cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo como él quiso. Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el oído puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios, y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a estos los vestimos más dignamente, y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad, pero Dios ordenó el cuerpo, dando abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencias en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro se le honra todos los miembros con él se gozan” (1 Corintios 12:14-26).
La diversidad crea la belleza perfecta. En una sociedad manchada por el pecado no es fácil aceptar la diversidad. Si lo que se pretende es trabajar para la uniformidad como lo hacen los tres mosqueteros, que en realidad son cuatro, aun cuando uno de ellos manifieste apostar por el dialogo, en el fondo forma parte del cuarteto que aposta por el pensamiento único. Construyendo España de esta manera el edificio se hundirá porque las piedras que se le vayan añadiendo no estarán bien cohesionadas y la ventisca más suave  lo derrumbará como si se tratase de un castillo de naipes.
Octavi Pereña i Cortina




2 TIMOTEO 3:16

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”
“El libro más importante” es el título del escrito que Jaume Pujol, arzobispo de Tarragona publicó en La Vanguardia (24/02/2019). El título crea expectativas. El texto deja mucho que desear. Lo inicia con una referencia al papa Francisco: “Una insistencia del papa Francisco es de que leamos la Biblia, que tengamos una en casa, o al menos un Nuevo Testamento y meditemos en él de vez en cuando”. El inicio del escrito indica la pobreza de su contenido. Un recordatorio de que es el libro más vendido. “Se siguen editando unos cien millones de ejemplares cada año”, “que es un compendio de 73 libros, algunos de pocas páginas: 46 pertenecen al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo y que el Canon se configuró definitivamente en el siglo IV. El arzobispo cita algunos personajes importantes que aparecen en la Biblia. En la relación de personajes importantes falta uno que para mí es un error garrafal: el Nombre Jesús que es el Salvador del pueblo de Dios.
“Releer”, dice el arzobispo, “estas páginas sublimes a poco a poco y  con espíritu de escuchar nos permite conocer mejor al Creador del universo, y adentrarnos en los rasgos doctrinales de nuestra fe…y la misericordia. Esta última tendrá su culminación explicativa en el Nuevo Testamento, por bien que ya aparece en las primeras páginas de la vieja ley. Después de la tentación y la Caída, cuando  el ser humano se esconde de la mirada de su Creador, Dios le sale al encuentro y le promete la redención con la figura de una mujer que dará a luz un hijo que aplastará la cabeza del diablo”.
El arzobispo Pujol dice a los fieles católicos que mediten de vez en cuando la Biblia o al menos el Nuevo Testamento. Es una invitación muy pobre dirigida a un pueblo hambriento de la Palabra de Dios. Debería advertirles de la necesidad de arrepentirse de sus pecados y confesarlos, no a un hombre que no puede perdonarlos, sino a Jesús que los perdona por su sacrificio en la cruz, cuya sangre vertida tiene el poder de limpiar todos los pecados y hace de ellos nuevas personas sedientas y hambrientas de la Palabra de Dios. La presencia del Espíritu Santo en los corazones de los redimidos por la fe en Jesús hará que el deseo de escuchar la Palabra de Dios no sea un deseo casual sino como la del salmista que lo expresa con estas palabras: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama a ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Salmo 42: 1,2). Un alma purificada por la sangre de Jesús para conservar su salud necesita alimentarse con la Palabra de Dios todos los días. No de vez en cuando.


1 REYES 18: 17

“Y cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que perturbas Israel?”
Una  larga y durísima sequía afectaba a Israel. Las fuentes se secaron. Los pastos se marchitaron. La sequía no fue un accidente o casualidad. La palabra que Elías dijo a Acab respecto despejan toda duda al respecto del origen de la sequía: “Vive el Señor Dios de Israel en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío es estos años sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1). En tanto duró la sequía el profeta siguiendo la orden dada por Dios se refugió en el arroyo de Querit en donde “beberás del arroyo, y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer” (v.7). “Pasados unos días se secó el arroyo porque no había llovido sobre la tierra” (v.7).  Llegada esta situación límite vino a Elías la palabra del Señor diciéndole: “Levántate, vete a Serepta de Sidón, y mora allí, he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente” (v.9). Milagrosamente Elías con la viuda y su hijo fueron alimentados.
Transcurrido el tiempo dispuesto por Dios que durase la sequía, la palabra de Dios llegó a Elías diciéndole: “Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la tierra” (1 Reyes 18:1). Dicho y hecho. Elías emprende el camino para encontrarse con Acab. Cuando se encuentran el rey le dice al profeta: “¿Eres tú el que turbas a Israel?” Elías le responde: “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del Señor, y siguiendo a los baales” (v.18). Este  texto explica porque ocurren los cambios climáticos. En nuestros días se produce la amenaza del calentamiento del planeta. Los científicos explican las causas. Los políticos se reúnen para tomar medidas que no se toman de la manera que deberían tomarse. La amenaza persiste ante la impotencia del hombre de hallarle solución. Se puede traspasar a nuestro tiempo la sequía de la época de Elías. Los responsables de la sequía lo fueron Acab y su casa que habían abandonado a Dios para volverse a los baales. Hoy, cundo se producen largas sequías se sacan en procesión imágenes de santos y de vírgenes para que hagan llover. ¿Se encuentran en estos actos señales de arrepentimiento por haber abandonado a Dios e invocado a dioses que no son Dios? No. No se da señal de arrepentimiento alguna. Se persiste en el pecado y se busca solución al cambio climático allí en donde no se encuentra. ¿Hasta cuándo durará nuestra obstinación de no querer reconocer a Dios el Padre de nuestro Señor  Jesucristo y volvernos a Él?



dilluns, 4 de març del 2019


1 REYES 21:20

“Y Acab dijo a Elías: ¿Me has encontrado enemigo mío?
¿Elías enemigo de Acab? Mejor dicho: Acab era el enemigo de Elías porque el profeta como siervo de Dios Altísimo denunciaba los pecados del monarca. El rey enemistado con Elías también lo estaba con Dios que le había enviado a reprender las transgresiones del rey.
Los intereses geopolíticos hacen que a menudo la luz y las tinieblas se mezclen. Josafat de quien la Biblia dice que “hizo lo recto a los ojos del señor” (1 Reyes 22: 42), subió a encontrarse con Acab. En el encuentro acordaron luchar contra el rey de Siria y recuperar Ramot de Galaad. Como era habitual en la época y ahora también, los reyes consultaban a los sacerdotes si los dioses les serían propicios en la campaña que iban a emprender. Acab consulta a sus sacerdotes y Josafat le dice al rey de Israel si hay algún sacerdote del Señor a quien poder consultar. Le responde que sí hay uno: Micaías, “mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal (v. 8).”Por ser Micaías siervo del Señor que solamente profetizaba mal a Acab, lo mantenía encarcelado en durísimas condiciones.
De todos es bien conocida la historia de Juan el Bautista que el rey Herodes lo tenía encarcelado. Por instigación de Herodías, esposa del hermano de Herodes con quien mantenía relación de adulterio, Herodías odiaba a Juan el Bautista denunciaba dicho pecado. En la celebración del natalicio de Herodes la hija de Herodías danzó ante los invitados. Habiendo causado una gran sensación entre los invitados a la celebración, Herodes le dice a la joven que pida lo que quiera que se lo concederá. La joven acude a su madre en busca de consejo. Herodías aprovecha la oportunidad e instigada por el odio a Juan le dice a su hija que pida la cabeza de Juan. Así ocurrió. Juan el Bautista fue decapitado y su cabeza en una bandeja fue entregada a la danzarina y ésta a su madre.
La verdad no gusta. Pero es lo que es. Nuestro hablar debería ser sí cuando es sí y no cuando sea no. Lo que se diga de más procede del maligno según dice Jesús. Los cristianos tenemos que ser consecuentes con las palabras de Jesús. Tenemos que alzar un muro de contención ante la proliferación despiadada de la mentira de nuestro tiempo. Honraremos a nuestro Dios si de nuestros labios salen únicamente la vedad que no gusta ser escuchada aun cuando mantenernos en ella pueda tener consecuencias desagradables para nosotros.


1 CRÓNICAS 21:13

“Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano del Señor, porque sus misericordias son muchas en extremo, pero que no caiga en mano de hombres”
El capítulo empieza con esta declaración: “Pero Satanás se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciese censo de Israel (v.1). Esta declaración parece indicar que Satanás tenía la intención de perjudicar a Israel, posiblemente Dios se lo permitiría porque tenía intención de castigar a su pueblo por su infidelidad. Satanás lo haría instrumentalizando al rey David aprovechándose de su orgullo. Este texto nos descubre que detrás de los acontecimientos desagradables se encuentra la mano de Satanás que desde nuestra perspectiva es omnipotente y así demuestra que es homicida desde el principio. Los hombres dudan de la existencia de Satanás pero la Biblia afirma su existencia y que a lo largo de la historia se ha movido entre bastidores impulsando a los hombres a cometer los delitos que los medios de comunicación se encargar de darles publicidad. En nuestra estupidez de no querer creer en el mundo de los espíritus nos obstinamos en considerar los eventos que nos destruyen como consecuencias del azar y que son impredecibles.
El libro de Job nos alecciona de la responsabilidad satánica de los males que le acontecieron al patriarca y del consentimiento divino que limitaba la capacidad satánica de hacer mal. La fe en el Señor nos permite ver que lo que sucede se debe a la existencia de Satanás que siendo homicida desde el principio quiere perjudicarnos cuanto más mejor y la de Dios que en su misericordia frena la actividad satánica.
David le dijo al profeta Gad: “Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano del Señor, porque sus misericordias son muchas en extremo”. El resultado del pecado de orgullo de David de querer censar al pueblo porque quería saber el alcance de su poder militar resultó ser el primer paso que condujo a la construcción del templo que indicaba la presencia de Dios entre su pueblo. Los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros y los desconocemos. La fe en el Señor nos permite estar confiados porque a pesar de nuestra ignorancia sabemos que todo lo que sucede es para el bien del pueblo de Dios. Fiémonos de su bondad y las turbulencias de este mundo no nos dañarán.





CORRUPCIÓN VENCIDA

<b>La corrupción se convierte en una metástasis cancerígena que invade todos los sectores de la sociedad</b>
El tema de la corrupción está en boca de todo el mundo. El Roto en una de sus viñetas describe a un hombre que se tapa su boca y nariz con una mascarilla para protegerse de la polución ambiental en la que se encuentra sumergida la persona en cuestión. En este caso a El Roto no le interesa la contaminación ambiental generalizada, le preocupa la  que descubre el texto que acompaña la imagen: “¿A ver cuando eliminan el diesel de la política!” ¿Tiene solución el problema de la corrupción?
Se dice que Diógenes iba por la calle bajo un sol abrasador con un candil de aceite encendido en la mano. Se topa con Alejandro el magno que le pregunta: “¿Por qué vas por la calle con el candil encendido?” El filósofo le responde: “Busco  un hombre”. De hombres se ven muchos por doquier, pero un hombre, en el pleno sentido de la palabra, qué difícil es encontrarlo. Groucho Marx nos revela la manera de buscarlo cuando dice: “Solamente hay una manera de saber si un hombre es honesto, preguntárselo. Si responde que sí, entonces sabes que es corrupto”. La Biblia también indica la manera de hacerlo. Afirma que todos sin excepción han pecado. Si se le pregunta a alguien si es pecador y responde que no significa que el pecado de dicha persona no ha sido limpiado por la sangre de Jesús y no ha sido transformada en una persona nueva. Es un corrupto porque en ella sigue vivo el pecado que genera la corrupción.
Si no existe Dios como piensan algunos o si alguna vez existió, pero está muerto, el problema de la corrupción es insoluble. Unas perlas entre las muchas que tratan el tema de la corrupción: “Si te corrompes no te pasará nada, si no lo haces eres un idiota. Ese es el mecanismo que opera en la mente del español corrupto” (<b>Anxo Augilde</b>). “Si a la avaricia le añades un cargo político tienes la corrupción” (<b>Enrique Urbizán</b>, director de cine). “Una gran parte de la corrupción se desconoce, porque se tapa por medio de acuerdos entre los implicados” (<b>Manuel Villorio</b>, catedrático de ciencia política de la Universidad Rey Juan Carlos). Mucho se escribe sobre la corrupción. Se diagnostica el mal pero no se expende la receta.
Cuando Jesús llamó a Mateo, el cobrador de impuestos, a seguirle y comió en su casa, los fariseos que se consideraban ser buenas personas  porque presumían ser estrictos cumplidores de la Ley de Moisés, se quejaron a los discípulos de Jesús diciéndoles: “¿Por qué come vuestro maestro con los cobradores de impuestos y pecadores? Al oír esto, Jesús les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mateo 9:11,12).
La prueba del algodón que descubre si las personas son buenas o malas, si necesitan médico o no, son los Diez Mandamientos. Este código de conducta si se lo analiza con honestidad y sin prejuicios tiene la facultad de hacer ver a las personas si son pecadores, personas espiritualmente corruptas que, si Dios en su misericordia no las frena, son personas que potencialmente pueden llegar a cometer actos que cuando los conocemos nos escandalizan. Los Diez Mandamientos “son nuestro mentor para llevarnos a Cristo a fin  de que seamos justificados por la fe” (Gálatas 3: 24). Este es el secreto de la lucha contra la corrupción. Algunos dicen que hablar demasiado del pecado hace que las personas se preocupen y en consecuencia padezcan problemas de salud mental. Es lo más lejos de la realidad esta opinión. Cuando espiritualmente nos miramos en el espejo de la santidad que es Jesús inevitablemente resalta nuestra inmundicia, cosa que nos hace exclamar: “Ten piedad de mí que soy pecador.” Un verdadero creyente en Cristo se convierte en un luchador contra su propia corrupción y con el arma que es la Palabra de Dios, la ajena. La lucha finalizará en el día de la resurrección cuando poseyendo el cuerpo inmortal e incorruptible, entonces “sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley (los Diez Mandamientos). Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 corintios 15: 54-57).
Entretanto permanezcamos en la tierra  tal como es hoy tendremos que luchar contra la corrupción propia y ajena. Con la resurrección  y la implantación del reino de Dios esta lucha será cosa del pasado porque en el Reino de Dios “no entrará en él ninguna cosa inmunda o que hace abominación, sino solamente los que están inscritos en el Libro de la Vida del Cordero” (Jesús) (Apocalipsis 21: 27). Las frustraciones actuales serán historia pasada y olvidada.
Octavi Pereña i Cortina