dimarts, 6 de novembre del 2018


1 TIMOTEO 2: 5

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”
La Iglesia católica ha añadido a mediados de octubre de 2018 dos nuevos santos en el santoral: el papa Pablo VI y el arzobispo Romero. Refiriéndose a estos supuestos santos Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell, dice: “Dos nuevos intercesores que nos ayudan a acertar el camino del compromiso evangélico “inquietante”, porque la Iglesia viva y predique con más coherencia el Evangelio de Jesús y practique la opción preferencial por los pobres”.
Dudo que la exaltación de los dos nuevos supuestos santos sirva para que la Iglesia católica “predique con más coherencia el Evangelio de Jesús”. En primer lugar porque los supuestos santos son personas que han fallecido y que los hombres, por sus servicios prestados a la Iglesia premian con el título de santos. La Biblia que debe ser la plomada que señala si se edifica correctamente la Iglesia, no está de acuerdo con el modelo de santidad católico. La Biblia señala como santos a personas vivas que habiendo creído en Jesús como a su único y suficiente Salvador, la sangre de Jesús los ha limpiado todos sus pecados (1 Juan 1:7), y recibido la santificación del Espíritu (1 Pedro 1:2) que por la obediencia se van acercando cada día más a la belleza de Jesús, el modelo a imitar. Los santos, según la Biblia son personas vivas, no fallecidas, con sus defectos, que no han alcanzado todavía la perfección del Padre que pide Jesús. Lo confirma la Biblia cuando el apóstol Pablo escribiendo a la iglesia en  Éfeso escribe: “A los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso” (1:1). Más claridad imposible.
Otro factor que no ayuda a la Iglesia católica “a acertar el camino del compromiso evangélico” es que los difuntos a los que la Iglesia hace santos es el culto a los muertos, practica totalmente prohibida en la Sagradas Escrituras. La Iglesia católica fabrica santos que medien ante Dios para que “viva y predique con más coherencia el Evangelio de Jesús”. ¿Cómo se puede predicar con más coherencia el evangelio de Jesús si se le roba el honor de ser el único Mediador entre Dios y los hombres? El culto a los muertos es de inspiración satánica que persigue que los hombres no crean en Jesús y así se salven. El incienso que se alza ante las estatuas de santos y vírgenes no es agradable a los ojos de Dios y su fragancia no llega ante su presencia. Es una gran responsabilidad que el papa hasta el último sacerdote tienen ante Dios por enseñar doctrinas que no se ajustan a la verdad del Evangelio: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido  ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación: porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11,12).


JONÁS 4: 2

“Y oró al Señor y dijo: Ahora, Señor, ¿no es acaso lo que yo decía estando aun en la tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis, porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tarde en enojarte, y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal”
Jonás recibe el encargo de ir a Nínive, la capital del imperio asirio para que predicase un mensaje de arrepentimiento. Pero no quiere cumplir la orden del Señor y embarca en una nave con destino a Tarsis. Pero el Señor sabía en todo momento en donde se encontraba el profeta desobediente. El Señor levanta una fuerte tormenta que para aplacarla Jonás tiene que ser lanzado al mar. La tempestad se calma y un gran pez que el Señor había preparado para la ocasión engulle el profeta. Al cabo de tres días siguiendo las instrucciones de Dios, el pez lanza a  tierra al profeta. Andando Jonás llega a Nínive y predica el mensaje de arrepentimiento encargado por el Señor. El pueblo se arrepiente y el profeta se enoja contra Dios por no haber destruido Nínive. El texto que comentamos es la oración de Jonás quejándose  contra Dios por haber sido misericordioso con los ninivitas.
La oración refleja el racismo que siempre existió en el corazón de los israelitas. El orgullo de raza enturbiaba su alma. Ellos eran el pueblo escogido por Dios y según ellos ningún gentil tenía derecho a entrar a formar parte del pueblo elegido, a pesar de los muchos textos que dicen lo contrario. Su obcecación les hacía olvidar que entre los antepasados de David, el gran rey de Israel se encontraban dos mujeres gentiles: Rahab, la prostituta de Jericó y Rut la Moabita.
Cuando el apóstol Pablo  fue detenido y acusado de haber introducido gentiles en el templo y el tribuno le permitió dirigirse a la multitud, ésta le escuchó hasta el momento que se refirió al mandato de Jesús: “Vé, porque yo te enviaré lejos  a los gentiles” (Hechos 22: 21). Al oír estas palabras  gritaron: “Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva” (v.22).
El testamento que Jesús dejó a los discípulos y a nosotros es: Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28: 19). Debido al pecado la tendencia racista la llevamos incluso los cristianos grabada en nuestro corazón. Jesús nos ordena hacer discípulos a todas las naciones. Hoy no es necesario salir de nuestro país para cumplir el mandato de Jesús de anunciar el evangelio a todas las naciones porque con la migración las naciones vienen a nosotros. Que no hagamos como Jonás que rehuyamos su presencia para no tener que anunciarles la misericordia de Dios en la persona de Jesús y tengamos que ser amonestados por nuestra dureza de corazón.
¿Ha leído el lector el libro de Jonás? Es muy corto. Si no lo ha hecho no retrase su lectura.


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