DEUTERONOMIO 30:6
“Y
circundará el Señor tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para
que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que
vivas”
La teología católica enseña que el
bautismo regenera al bautizado porque el agua bautismal, según ella, lava el pecado original. Dicho de otra manera
que la salvación se encuentra en las manos
de quien se auto otorga el poder
de substituir a Dios que según las Escrituras es el único que tiene poder de
perdonar los pecados. El texto que comentamos nos dice todo lo contrario, que
la salvación del hombre se encuentra exclusivamente en manos de Dios.
La Biblia nos alerta de la necesidad de
circuncidar el corazón y no la carne. Aun cuando la circuncisión del prepucio
fue establecida por Dios, no convertía a la persona circuncidada en un
verdadero hijo de Dios. “Y (Abraham) recibió la circuncisión, como señal, como
sello de la justicia de la fe estando aun incircunciso” (Romanos 4:11). Según
este texto se desprende que la circuncisión judaica como el bautismo por inmersión cristiano tienen
que ser la consecuencia de que la persona haya sido previamente justificada en
el Nombre de Jesús. En el texto que comentamos dice claramente que es el Señor
quien circuncida el corazón, que hace el trabajo de limpiarlo y el sellarlo con el Espíritu Santo convierte a
la persona en un hijo de Dios, con lo
cual puede decir desde lo más profundo del corazón que Dios es su Padre
celestial.
El mandamiento dice: “Amarás a Dios con
todas las fuerzas”. Se puede atosigar a los fieles a que amen a Dios sobre
todas las cosas. Si Dios no ha circuncidados sus corazones. Si el Espíritu
Santo no los ha sellado como propiedad de Dios y no han recibido el don del
amor de Dios, todas las apelaciones a amar a Dios sobre todas las cosas caen en
saco roto.
En las iglesias evangélicas, en los
denominados “cultos de evangelización” se estimula a los asistentes a creer en
Jesús y como “prueba” de su conversión se los invita a ponerse en pie y que
pasen al frente, se acerquen al predicador para que ore por ellos. ¿Cuántas de
estas conversiones inducidas por estímulos humanos permanecen? Poco a poco como
el goteo de un grifo abandonan a la iglesia. ¿Es que han perdido la salvación?
No. Es que nunca han sido salvados. Si una persona es propiedad de Dios no hay
poder alguno que las pueda arrebatar de sus manos. “Miss ovejas”, dice Jesús,
“oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna, y no
perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio.
Es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:
27-29). Si la sangre de Jesús derramada en el Gólgota ha limpiado todos tus
pecados, no dudes de la promesa de Jesús: Tu salvación eterna está garantizada.
DEUTERONOMIO 29: 29
“Las
cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios mas las reveladas son para
nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las
palabras de esta Ley”
A menudo queremos saber más de lo debido.
Según el texto que comentamos existen cosas que Dios no ha desvelado. No lo ha
hecho porque en su sabiduría considera que no nos conviene hoy conocerlas. En
su afán de conocer las cosas secretas que pertenecen a nuestro Dios, Eva
instigada por los engaños de la serpiente empezó a fijarse en el árbol que
estaba en medio del huerto que hasta aquel momento no le había prestado la más
mínima atención, “y vio que el árbol era codiciable para alcanzar la sabiduría”
(Génesis 3:6).
El afán de Adán y Eva de conocer los
secretos que pertenecen al Señor nuestro Dios
les condujo a desobedecer a Dios y con ello a ser expulsados del huerto
y a vivir en un mundo maldecido por Dios que produce cardos, espinos y mucho
sufrimiento, incluso la muerte.
El diablo es infatigable en sus esfuerzos
de engañar a las personas para que quieran conocer las cosas secretas que
pertenecen a nuestro Dios y las inspira a diseñar toda suerte de técnicas que
creen servirán para descubrir con anticipación cosas que no deberían
preocuparnos y dejarlas en manos de la providencia de Dios que como buen Padre
en el momento oportuno nos las desvelará si así lo considera. El afán desmedido
de querer conocer los eventos futuros
por medios ilícitos, en vez de
aportar luz lo que hacen es abrir ventanas para que a través de ellas penetren
raudales de tinieblas satánicas que destruyen a quienes se dejan guiar por ellas.
Dejemos de interesarnos por las cosas secretas que pertenecen a Dios.
Dejémoslas en paz. En el momento oportuno Dios las revelará.
¿Qué nos dice la segunda parte del texto
que comentamos? “más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que
cumplamos todas las palabras de esta
Ley” Ahí es donde debemos poner todo nuestro afán investigador en busca de
sabiduría divina que Dios ha revelado por medio de sus siervos los profetas,
los apóstoles y por su Siervo Jesús el Hijo del Hombre. El libro de Proverbios
que trata de la sabiduría de Dios y de las consecuencias beneficios para quienes la encuentren, dice: “Inclina tu
oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi sabiduría, porque es cosa deliciosa si la guardas dentro de ti,
si justamente se afirmaron sobre tus labios. Para que tu confianza sea en
el Señor, te las ha hecho saber hoy a ti” (Proverbios 22: 17-19).
El futuro glorioso de nuestras familias,
del Estado, de la Iglesia, depende de cual sea nuestra responsabilidad en
indagar en las cosas que al Señor le ha
parecido bien poner a nuestro alcance en
las páginas de la Biblia.
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