HAGEO 1: 3,4
“Entonces vino la palabra del Señor por medio del
profeta Hageo diciendo: ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros de habitar en
vuestras casas artesonadas y esta casa (el templo
de Jerusalén) está desierto?
El orden de
los factores no altera el resultado de la multiplicación. Lo que es correcto en
aritmética, no es válido en el campo de la relación del hombre con Dios. El
mandamiento es clarísimo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón” (Lucas
16:27). El amor a Dios debe prevalecer a cualquier otro amor. La denuncia que
hace Hageo se puede trasladar perfectamente a nuestros días. El hecho de que
aparezca escrita en la Biblia significa que es un hecho que debe tomarse en
consideración. Debe ser motivo de sincera reflexión.
En la mayoría
de nuestras viviendas no tenemos artesonados. Son espacios sencillos. Carentes
de lujos. Pero son nuestras casas y las cuidamos con esmero porque son los
lugares en los que vivimos con nuestras familias. Sean en propiedad o en
régimen de alquiler, lo cierto es que son nuestras viviendas. ¿Las amamos más
que al Señor?
Las viviendas
en las que residimos debemos mantenerlas limpias, ordenadas. Deben reflejar el
orden de Dios en la creación y su santidad. Una vivienda desordenada, sucia, no
refleja el carácter de Dios que deberían expresar quienes en ellas residen. Dicho esto, ¿amamos
a nuestras viviendas más que a Dios?
El profeta
Hageo describe la situación social en que se encontraba Jerusalén habitada por los judíos que habían regresado de
Babilonia. El profeta los avisa: “Meditad bien en vuestros caminos” (v.5).
Prestad atención en lo que hacéis. Vivís pensando en embellecer vuestras
viviendas y el templo de Dios que es el símbolo de la presencia del Señor entre
su pueblo permanece desierto porque no os habéis preocupado en reconstruirlo
“porque este pueblo se acerca a mí con
su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí” (Isaías
29: 13). El pueblo de Dios había perdido la pasión del primer amor. Se habían
convertido en creyentes no practicantes. Abandonar a Dios no sale gratis. Se
tiene que pagar un pecio. “Sembráis mucho, y recogéis poco, coméis y no os
saciáis, bebéis y no quedáis satisfechos, os vestís y no os calentáis, y el que
trabaja a jornal recibe su salario en saco roto” (Hageo 1: 6). Malestar social,
desde escasez de alimentos a desengaño colectivo. ¿No está ocurriendo algo
parecido en nuestros días? ¿No nos alertan las noticias del incremento de la
pobreza, de los precios abusivos de las viviendas en alquiler, de la precariedad
laboral. Quejas de multitud de personas que son desatendidas por la
Administración…? La respuesta a toda esta problemática se encuentra en el hecho
de que los hombres masivamente han
abandonado a Dios. No se podrá enderezar la situación actual hasta que los
hombres vuelvan a Dios. Debe producirse un arrepentimiento general, desde el
rey hasta el último de los ciudadanos. El ejemplo lo tenemos en Nínive que se
arrepintió a la predicación del profeta Jonás y la destrucción se aplazó.
GÉNESIS 15: 1
“No temas Abram, yo soy tu escudo, y tu galardón
será sobremanera grande”
Abram había
acabado de liberar a su sobrino Lot de los reyes que habían asaltado Sodoma.
Melquisedec bendijo al patriarca.
“Después de estas cosas vino la palabra del señor a Abram en visión,
diciendo: No temas, Abram, yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera
grande”. El Señor le promete bendición abundante no exenta de dificultades a lo
largo de su vida.
Dios, a sus
hijos que lo son por la fe en el Nombre de su Hijo Jesucristo les promete la
Jerusalén celestial, la ciudad con calles pavimentadas con oro, murallas
levantadas sobre cimientos de piedras preciosas y puertas de bellas perlas. En
ella no existirá ni la muerte, ni dolor, ni injusticia alguna. Hermosa
esperanza. Pero entre hoy y mañana un duro peregrinaje a través del desierto de
este mundo maldito por Dios debido al pecado de Adán.
Los
predicadores del evangelio de la prosperidad anuncian un falso evangelio porque
contradice lo que enseña la Biblia. Si se os dice que si padecéis dificultades
económicas por haber perdido el empleo. Si padecéis una enfermedad
irreversible. Si tenéis problemas en general. Si sois perseguidos por la fe que
poseéis en Jesús. No os dejéis intimidar por las acusaciones que estos falsos pastores os hacen diciéndoos
que no tenéis fe o es muy insignificante. Proseguid vuestro peregrinaje hacia
la Jerusalén celestial con los ojos puestos en Jesús el autor y consumador de
la fe y caminaréis por este mundo de victoria en victoria aun cuando no exenta
de dificultades.
Estando Jesús
clavado en la cruz dando su vida para salvación del pueblo de Dios, los
sacerdotes y ancianos de Israel se burlaban de Él diciendo: “A otros salvó,
salvase a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios” Lucas 23: 35).
“Por tanto,
nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia
la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús el autor y
consumador de la fe” (Hebreos 12: 1,2).
La vida
cristiana no es un esprint, es una maratón a lo largo de la cual debemos
esforzarnos en el Señor. ¿No sabéis que todos los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis” (1
Corintios 9: 24).
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada