2 TESALONICENSES, 8: 16
“Y
el mismo Señor de la paz os dé siempre paz en toda manera. Que el Señor sea con
vosotros”
“Grace es una mujer excepcional. Una
palabra que me llega a la mente cuando pienso en ella es paz. La tranquila y sosegada expresión de su rostro raramente ha
cambiado en los seis meses que la conozco, aun cuando su marido se le ha
diagnosticado una de estas raras enfermedades y ha sido hospitalizado. Cuando
le pregunté a Grace el secreto de su paz me dijo: “No es un secreto, es una
Persona. Es Jesús en mí. No existe otra manera en que pueda explicar la
tranquilidad que siento en medio de esta tormenta” (Keila Ochoa).
Grace dice que está en medio de una
tormenta que es la extraña enfermedad que padece su marido. A pesar de la tormenta que afecta a la vida de su amiga Grace Keila
dice:” La tranquila y sosegada expresión de su rostro raramente ha cambiado en
los seis meses que la conozco”. El secreto de la calma de Grace en medio de la
tormenta es “Jesús en mí”.
¿Dirán los propagadores del evangelio de
la prosperidad que la fe de Grace no es suficientemente firme? Que si tuviese
una fe verdadera la extraña enfermedad de su marido no existiría. En ningún
lugar de la Biblia se nos dice que los creyentes en Cristo no van a ser pasto
de la enfermedad, de los problemas económicos, de la persecución por causa de
la fe y de muchas otras tribulaciones por las que tendrán que pasar durante el
peregrinaje por esta Tierra que ha sido maldecida por Dios debido al pecado de
Adán. Los cardos y los espinos que son fruto de la maldición divina se
presentan de maneras diversas. Por más que nos lo propongamos jamás podremos
sustraernos a su presencia en nuestras vidas. “Jesús en mí” de Grace debe ser
nuestra experiencia.
Jesús nos dice: “La paz os dejo, mi paz
os doy, yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo” (Juan 14: 27). En nuestro peregrinar por el desierto de este mundo
tendremos que afrontar tormentas de
distinta intensidad como los discípulos de Jesús en el Mar de Galilea.
“Vinieron los discípulos y le despertaron diciendo: ¡Señor, sálvanos que perecemos!
Él les dijo: ¿Por qué teméis hombres de poca fe?” (Mateo 8: 25, 26). El
resultado del desasosiego en nuestras vidas en las tormentas de la vida es el
resultado de poca fe. Los discípulos de Jesús creían en Él. Afirmaron que era
el Hijo de Dios. En aquel momento todavía no había llegado pentecostés con el
derramamiento del Espíritu Santo en la Iglesia. Hoy con la venida del Espíritu
todos los cristianos deberíamos tener la paz que es el fruto del Espíritu
(Gálatas 5: 22). Si el fruto del Espíritu no es perceptible en nuestras vidas
tal vez de deba a que contristamos “al
Espíritu Santo de Dios” (Efesios 4: 30). ¿No ha llegado la hora de que nos
arrepintamos de nuestros pecados para que el Espíritu no llene con su paz?
ZACARIAS 10:2
“Porque
los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han
hablado sueños vanos, y vano es su consuelo, por lo cual vaga como ovejas, y
sufre porque no tiene pastor”
Como cristianos evangélicos tal vez
pensemos que textos como éste de Zacarías no tienen nada que ver con nosotros.
En nuestras iglesias no se ven imágenes y no nos arrodillamos ante ellas en
adoración. No hace falta postrarnos ante una imagen en busca de respuestas. La
pregunta que debemos hacernos es: ¿a dónde vamos en busca de luz y de
dirección?
El profeta Ezequiel encontrándose
exiliado en Babilonia, en una visión ve como los dirigentes de Israel, en un
lugar escondido del templo invocaban al sol y a ídolos. De puertas a fuera los principales de Israel parecían
hombres piadosos, pero en lo secreto eran personas impías merecedoras del
castigo de Dios.
No le pregunto al lector, si es que es
cristiano evangélico, qué es lo que hace en el culto. Me lo imagino con la
Biblia en la mano y cantando himnos de alabanza a Dios. Tal vez, incluso, haya predicado o sea
maestro de Escuela Dominical enseñando a niños la Palabra de Dios. Le pregunto
al cristiano evangélico qué hace cuando nadie le ve. ¿Se relaciona con médiums,
adivinos, practica el tarot, asiste a reuniones espiritistas, es aficionado a
la astrología, sigue atentamente los horóscopos que publican los periódicos…?
Tal vez lo que hace en privado no lo sabe nadie de la congregación, pero sí que
lo sabe Dios para quien lo que se hace en secreto es lo mismo como si se
hiciese a plena luz.
El texto que comentamos nos dice que las
respuestas que dan los ídolos, los adivinos, los médiums, todas las formas de
ocultismo, son vano consuelo. No dan sabiduría. Confunden a quienes buscan
sabiduría en las fuentes infernales. ¡Cuánta confusión existe cuando olvidando
la sabiduría que procede de Dios se confía en los instrumentos del diablo. “El
pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor”
Si el lector es dado a alguno de los
variantes del ocultismo, forzosamente tiene que ser consciente que se comporta
como un ciego que tropieza acá y acullá. Su alma está llena de morados,
resultado de los múltiples encontronazos en su ambular a ciegas por el mundo.
Es hora de que reconozca su ceguera y de la misma manera que los ciegos que
recibieron la vista por la fe en Jesús, le pidan al Señor que les dé la vista
del alma para que se den cuenta de la gravedad de su situación. Si no se
arrepiente, su destino eterno es pasar lo en compañía de su padre el diablo, el
padre de mentira.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada