EL FRAUDE DE LA IDOLATRIA
<b>Las enseñanzas humanas jamás
pueden sustituir la autoridad de la Biblia</b>
El fraude de la idolatría lo es por
partida doble. Por un lado la idolatría es un engaño porque quienes la
promueven engatusan a la gente a adorar a alguien que ha fallecido. El culto a
los muertos la Escritura lo prohíbe radicalmente. El otro aspecto del fraude es
lo que ha pasado en <i>Balbuente</i>, Zaragoza, en que <i> la Tabla de la Virgen de los
Ángeles</i> a la que adoraban los feligreses es una falsificación ya que
el original fue sustituido por una copia
en el año 1947 cuando fue enviado a un restaurador para que reparase los
desperfectos. “La gente se ha sentido defraudada y que se les haya engañado
durante años”, dijo el párroco. Si el original ya era un engaño porque
pretendía ser la imagen de una persona de la que se desconocía cómo era. Si una
pintura es una obra de un hombre, ¿cómo puede ser que pretenda ser una
representación pictórica de una persona fallecida que se desconoce cómo era y
que pueda escuchar y dar respuesta a las plegarias de sus adoradores? De
aquello que ojos no ven corazón que no siente. Ahora que se conoce el engaño de
aquello que se adoraba, ¿cómo deben sentirse los adoradores estafados?
La Biblia prohíbe totalmente la
idolatría. Son muchos los textos que la condenan y de las consecuencias
adversas sobre quienes la practican. El
texto básico de la denuncia bíblica es: “No te harás imagen, ni ninguna
semejanza de .lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las
aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo
soy el Señor tu Dios fuerte…” (Éxodo 20: 4,5). Si la Palabra de Dios es tan
clara con respecto a la idolatría, ¿cómo es posible que la Iglesia
católica no sólo no la denuncie sino que
promueva su práctica?
Con la traducción de la Biblia al alemán
directamente del original hebreo y griego por Martín Lutero, el contenido de la
Biblia se hizo accesible al pueblo llano. Como una mancha de aceite se extendió
por toda Europa la traducción de las Escrituras en las diversas lenguas
vernáculas. La Iglesia católica hizo frente a la extensión de la Reforma con su
Contrareforma. El arma de la Contrareforma para intentar frenar la expansión
protestante fue el Concilio de Trento. Refiriéndose a la idolatría redactó esta
perla teológica: “Es necesario rendir honor y veneraciones dignas a las
imágenes, no porque en ellas haya alguna divinidad y virtud que precise honrar
o invocar, sino solamente veneramos por ellas lo que representan. Y nos
quitamos el sombrero o nos arrodillamos ante ella, adorando al Cristo que la
imagen representa”. A pesar del razonamiento para justificar la idolatría, el
mandamiento es diáfano y contundente: “No te harás imagen, ni ninguna
semejanza…” “Parece claro que el cerebro humano sea proclive a aceptar como real las ideas religiosas que él mismo
se crea” (Fernando Requejo).
“Las doctrinas sin el fundamento de la
Escritura ni unidas con el pegamento de la Escritura, por más creíbles y
agradables, no tienen ningún valor, ni servirán de nada a los hombres. Aquellas
esperanzas de paz y felicidad que no son garantizadas por la Palabra de Dios no
hacen sino engañar a los hombres, como
una pared que ciertamente está bien rebozada pero mal edificada” (Matthew
Henry)
La denuncia que el salmista hace de la
idolatría: “Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de
hombre; tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven; tienen oídos,
pero no escuchan; tampoco hay aliento en su boca” (Salmo 135: 15-17).
La palabra de Dios ha sido revelada para
que el hombre pueda gozar de ella, no para ser arrinconada en la buhardilla
para que sirva de pasto a la polilla e ir por nuestros caminos. La
desobediencia a los mandamientos de Dios no le fue bien a Israel. Tampoco le va
a la Iglesia. Los escándalos que destapan los medios de comunicación son una
muestra de que no se puede transgredir impunemente la Ley de Dios.
“No añadas nada a sus palabras: No sea que te reprenda, y
seas hallado un mentiroso” (Proverbios 30:6).
La Iglesia católica pone a nivel de la
Palabra de Dios la tradición extrabíblica. Miento, por encima de la autoridad
de la Biblia. En cierta ocasión unos escribas y fariseos se acercan a Jesús
para quejarse del supuesto
comportamiento impropio de sus discípulos, diciéndole: “¿Por qué tus discípulos
transgreden la tradición de los ancianos?” En respuesta Jesús les dice: “¿Y
vosotros por qué transgredís el mandamiento de Dios debido a vuestra
tradición?” (Mateo 15: 2,3). Jesús da en el blanco cuando dice a aquellos
doctores de la Ley: “Este pueblo se acerca a mí con su boca i me honra de
labios, pero su corazón está lejos de mí. Pero me adoran en vano porque enseñan
como doctrinas mandamientos de hombres” (vv.7-9). Palabra de Dios.
Octavi
Pereña i Cortina
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