dilluns, 16 de gener del 2017

PROVERBIOS 14: 32

“Mas el justo en su muerte tiene esperanza”
El justo según la Biblia es una persona que por la fe en Jesús sus pecados han sido perdonados, la sangre de Jesús los ha borrado todos. El justo es una persona pecadora a la que Dios no tiene en cuenta su pecado. Con un velo Dios ha cubierto su pecado para no verlo. Lo ha lanzado al fondo del mar atado a una piedra para no acordarse de él. El justo que por la fe en Jesús se ha convertido en un hijo de Dios, “en su muerte tiene esperanza” porque posee la vida eterna. Vida eterna significa esto: que perdura para siempre, que no tiene fin. El justo es alguien que sabe con certeza que la muerte física no es el fin de su existencia, que más allá de la muerte sigue existiendo en una dimensión totalmente diferente a la actual, gozando de la presencia de Dios con su cuerpo glorificado en el día de la resurrección. La esperanza del justo no es como la esperanza de los impíos que se desvanece porque es incierta y que debe irse renovando con nuevas esperanzas que también se esfuman. La esperanza del justo está anclada en Cristo la Roca eterna.
El apóstol Pablo nos advierte del porque la esperanza del justo no se desvanece. Lo hace con el argumento de la resurrección de Jesús. Si Cristo no resucitó “los muertos no resucitan tampoco”. Si Cristo no resucitó “nuestra fe es vana, aún estamos muertos en nuestros pecados. Entonces los que duermen en Cristo perecerán”. “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo (que no ha resucitado), somos los más dignos de compasión de todos los hombres” (1 Corintios 15: 19). Pero el apóstol no nos deja en la incertidumbre: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho” (v. 20). La evidencia de la resurrección de Cristo Pablo no la da en base a suposiciones dudosas sino de testigos oculares de ella (vv. 4-9).
Si el lector no es un verdadero cristiano, sino uno de los que considero calienta bancos, que son cristianos domingueros, que asisten a los cultos dominicales como si fuese ir a un espectáculo, que lo hacen por costumbre, que solamente conocen de la resurrección de Cristo y de los cristianos de oídas, pero que no es nada experimental, si desean despojar sus dudas sobre el más allá, deben dejar de ser cristianos de tradición para convertirse en cristianos de convicción. De tu corazón debe brotar una sincera oración: “Dame fe, Señor, ayuda mi incredulidad”. El Señor promete: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11: 9,10).
                 http://octaviperenyacortina22.blogspot.com


MATEO 11: 28

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
Leía que un hombre que conducía una furgoneta se encuentra en la carretera a una mujer que llevaba un pesado fardo. Se detuvo y la invitó a subir. La mujer se lo agradeció y subió a la parte posterior del vehículo. Poco después el hombre se dio cuenta de algo extraño. La mujer estaba sentada con el fardo a cuestas. El conductor asombrado, le dijo: “Señora, descargue su fardo y descanse. Mi furgoneta puede llevarle a usted y a su fardo. Descanse”.
Esta anécdota puede hacernos sonreír la torpeza de la mujer. La actitud de la mujer sentada en la furgoneta llevando a cuestas el fardo debe hacernos pensar en nuestra actitud de llevar cuestas la pesada carga del pecado estando en Jesús.
El profeta Isaías refiriéndose a Jesús dice. “Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades” (54:4). La carga que como humanos llevamos es la del pecado. No es una carga material sino moral, espiritual, que son las enfermedades a las que se refiere el profeta. En términos actuales las enfermedades que nos oprimen son el estrés, la depresión, el insomnio, en sus diversas variantes, porque somos incapaces de afrontar las diversas situaciones que la vida nos presenta. No sabemos manejar la climatología. Somos incapaces de afrontar los cambios políticos y sociales que se producen. Somos impotentes para afrontar las incertidumbres que nos depara el futuro. El afán y la ansiedad son pesadas cargas que nos oprimen. Nos preocupamos por lo que comeremos mañana y Jesús tiene que decirnos que nos fijemos en “las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta, ¿no valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Para acabar con el tema de la ansiedad Jesús dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (vv. 33,349.
En el Padrenuestro Jesús no dice a sus oyentes que pidan al Padre por el pan de mañana. NO, Les dice: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (v.11).
Los cristianos que vivimos afanosos por lo incierto, ¿hemos creído verdaderamente en Jesús? ¿O es nuestro cristianismo una práctica religiosa desconectada de Jesús? ¿Podemos decir a Dios Padre nuestro que estás en los cielos y Señor a Jesús? Si no es por el Espíritu Santo: NO. ¿Tenemos la certeza de que el Espíritu Santo guía nuestras vidas? Si no la tenemos debemos dudar de nuestra conversión. Si no tenemos la certeza de nuestra conversión, entonces no podemos hacernos nuestras las palabras de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Seguimos comportándonos  como la mujer que subida en la furgoneta seguía cargando con el pesado fardo.



Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada