dilluns, 30 de gener del 2017

DANIEL 6: 10

“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa y abiertas las ventanas que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de Dios como solía hacer antes”
Tal vez no nos encontremos en una situación de peligro de muerte debido a la fe como le ocurrió a Daniel. Pero en muchos lugares del mundo la vida de los cristianos pende de un hilo. Pero sí que nos encontramos en situaciones de menosprecio debido a la fe que profesamos en Cristo Jesús. Daniel nos da un ejemplo de cómo debemos actuar  en situaciones de conflicto debido a la fe.
Daniel, por el alto cargo que ocupaba en la corte del rey Darío tenía muchos enemigos que le odiaban a muerte. Éstos buscaban algún motivo para poder acusarle, pero no lo encontraron “porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Daniel 6:4). Es muy probable que el deseo que tenían los gobernadores  y los sátrapas de deshacerse de él se debiese  a que su fidelidad a Dios y al rey fuese un testimonio en contra de ellos. La luz que irradiaba Daniel era la luz que denunciaba la corrupción de sus enemigos.
Jesús nos avisa que no nos fiemos de las alabanzas: “¡Ay de vosotros cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! (Lucas 6:26). Las alabanzas del mundo deben estar bajo sospecha pues es antinatural que las tinieblas alaben a la luz. Si el mundo ensalza a las iglesias y a los cristianos es que algo va mal. Jesús avisa que sus seguidores no serán bienvenidos. Ni serán aplaudidos. Todo lo contrario: “Acordaos de la palabra que yo os he dado: El siervo no es más que su señor: Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20).
La simiente que en la parábola del sembrador cae sobre piedra, Jesús la interpreta así: “Son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo, pero estos no tienen raíces, crecen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan” (Lucas 8:13). Daniel no pertenece a este grupo. Él es de aquellos que reciben la semilla “con corazón bueno y recto, retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”  (v.15) y con ello, cuando la prueba se presenta no son de los que abandonan la lucha, sino que perseveran con constancia y se arrodillan tres veces al día y oran y dan gracias delante de Dios, como solían hacerlo antes. En la adversidad se fortalecen en el Señor. En la oración refuerzan el poder de las alas que deben remontarlos hacia las alturas. En la adversidad dan gracia al Señor porque es el instrumento que Él utiliza para que la imagen de Jesús que llevamos dentro   se perfeccione para gloria de Dios el Padre.
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