dilluns, 14 de març del 2016


LUCAS 16:25


“Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males, pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado”

Es posible que la parábola del rico y Lázaro esté basada en un hecho real. Jesús tenía sus ojos bien abiertos a todo lo que pasaba a su alrededor. Percibía las injusticias que se daban en la sociedad de su tiempo. Los ricos viviendo en la opulencia y los pobres en la más triste miseria. Hoy, unas pocas personas amasan el 90% de la riqueza mundial mientras que una inmensa multitud que digamos representa el 80% de la población mundial vive en la más inhumana pobreza. Entre tanto, quienes tienen en sus manos el poder de erradicar la pobreza mundial banquetean a diario y, para calmar sus conciencias de sus fabulosas fortunas separan unos céntimos para beneficiencia, las migajas con las que Lázaro se alimentaba.

Los ricachos del mundo a pesar de que tienen sus conciencias endurecidas por el pecado, todavía queda en ellos un poquitín de sentimiento de culpabilidad y buscan el favor de los líderes religiosos pero, el apoyo de la religión es como una caña quebrada que atraviesa a quienes se apoyan en ellos. El destino final llega a todos por igual. No hay privilegios que valgan. Cuando la hora establecida por Dios llega y llama a la puerta sin respetar privilegios, la Muerte esgrime su guadaña y siega  las vidas humanas. Se disipan las dudas.

Cuando te refieres a la justicia divina. Cuando aseguras que Dios pasará cuentas a todos los hombres, pobres y ricos, en tono dudoso te dicen: “¿Quieres decir?” La historia del rico y Lázaro a pesar de que no es nada más que un relato, Jesús la cita con el propósito de que los oyentes recapaciten y se arrepientan de su incredulidad que es la base de la injusticia social existente. Si no existe Dios todos los medios para enriquecerse son legítimos.

El momento de cerrar los ojos definitivamente llega tanto al rico como al pobre. Ambos los vuelven a abrir en la eternidad. Limitémonos a lo que le sucede al rico. Los abre abrasándose en las llamas infernales en donde no llega ni el más leve indicio del la presencia del Espíritu Santo que mitigue su dolor. Suplica en vano a Abraham que envíe a Lázaro con la punta de su dedo mojado en agua  y con él mitigue el sufrimiento que le ocasiona su lengua abrasada por la ardiente sed. En vano es la súplica. La muerte ha sellado su destino eterno de condenación.

¿Quieres decir que Dios pasa cuentas? Sí. Pero el lector todavía tiene la posibilidad de abandonar su incredulidad y sustituirla por la fe en Jesús que le perdona sus pecados y le abre la puerta al Reino de Dios eterno.


JOSUÉ 9:14


Y no consultaron al Señor”

Era un asunto de Estado. Todos los pobladores de la Tierra que los israelitas tenían que ocupar debían morir. Los gabaonitas para poder eludir la sentencia con una argucia engañan a Josué y a los ancianos. Cayeron en la trampa porque “no consultaron al Señor”. Lo que le sucedió a Josué fue lo que le ocurriría a Israel a lo largo de toda su historia: “No consultaron al Señor”. Se dice que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, no aprende de sus errores. De generación en generación repite las mismas equivocaciones. Se habla de la memoria histórica. Los registros históricos conservan los errores cometidos por los antepasados de cada generación. Allí, los archivos cubiertos de polvo y telarañas se mueren de asco porque nadie los consulta. Así nos van las cosas. Examinadlo todo y retened lo bueno. Muchas cosas buenas que conserva la historia no nos lo enseña porque la tenemos olvidada.

Las naciones pueden aprender del Libro de la Historia. Los cristianos podemos instruirnos en la Biblia si dejamos que sus páginas nos hablen. Al igual que las naciones no aprenden de su historia, los cristianos no aprendemos del Libro de la Vida que el Señor ha puesto a nuestra disposición para que podamos ser más sabios que los estudiantes de Filosofía en la universidad.

Un varón de Dios subió de Judá a  Bet-el para anunciar al rey Jeroboam que el altar sobre el que se ofrecía culto idolátrico sería destruido. Así sucedió. El rey invitó al profeta a comer en su casa. El varón de Dios declinó la invitación real con estas palabras: “Aunque me dieras a mitad de tu casa no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Porque así me ha ordenado la palabra del Señor, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino que fueres” (1 Reyes 13: 8,9). El profeta que vino de Judá regresó por otro camino, pero, el hijo de un viejo profeta que vivía en Bet-el le contó a su padre las palabras que el profeta que vino de Judá le dijo al rey. El viejo profeta salió en busca del varón de Dios venido de Judá. Al encontrarlo le dijo: “Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra del Señor, diciendo: Tráele a tu casa contigo, para que coma pan y beba agua” (v.1). Mientras comían al señor le habló al profeta desobediente, diciéndole: por cuanto has sido rebelde: “No entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres” (v.22). Al ponerse en camino un león le salió al encuentro y lo mató.

Como cristianos, si queremos que las cosas nos vayan bien debemos probar si los espíritus que nos hablan proceden de Dios. Debemos recordar el relato del varón de Dios que subió a Bet-el. Por muy fiel que sea al Señor la persona que nos hable no debemos hacerle caso si lo que nos dice contradice la Palabra de Dios. Debemos ser consecuentes con la fidelidad que le debemos a Él.

http://octaviperenyacortina22.blogspot.com

 

 

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