dilluns, 21 de març del 2016

1 TIMOTEO 2: 5,6

“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”
A lo largo de toda la Biblia nos encontramos con un mensaje central: un único Dios y un solo Salvador. Pero los paganos e incluso el mismo pueblo de Dios se han dejado llevar por la idolatría. Es normal que cuando una persona o una nación  abandonan a Dios debe llenarse el vacío que queda en el corazón con dioses fabricados por sus propias manos. “No tendrás dioses delante de mí”, resuena a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días.
El texto que comentamos nos recuerda la verdad central de la Biblia. Sirve para refrescarnos la memoria por la tendencia innata del pecador de abandonar a Dios y seguir a otros dioses. Dada la abundancia de falsos pastores que hablan en nombre de Dios y utilizan palabras con sabor bíblico para proclamar sus artimañas debemos tener presente el consejo que nos da Juan: “Probad los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1). El texto que comentamos hoy sirve para detectar el espíritu que se esconde aún cuando se presente disfrazado de cristiano. Que hay un único Dios lo enseñan todas las religiones monoteístas. El desacuerdo se manifiesta cuando el texto que anunciamos también enseña: “Y un solo mediador entre Dios y los hombres”. El cristianismo es una religión monoteísta que devalúa la verdad de la que es poseedor cuando la creencia en un único Dios  se salta alegremente la doctrina la doctrina que únicamente Jesucristo es el mediador entre Dios y el hombre. En su insensatez  de no darle valor a toda la enseñanza bíblica se dedica a proclamar una abundancia de mediadores: Santos, vírgenes, sacramentos, iglesia…La línea que separa  el monoteísmo bíblico de la multitud de mediadores es muy fina y fácil de traspasar si no se cree verdaderamente que el único camino que conduce a Dios es Jesús, el camino estrecho que muy pocos siguen.
¿Por qué Jesús es el único Mediador entre Dios y los hombres? Sencillamente porque es el único que dio su vida para rescatarnos del pecado y de las garras de Satanás. Por ser Jesús también Dios, su sangre tiene valor omnipotente y con una sola gota de la que derramó colgado en la cruz es suficiente para perdonar todos los pecados cometidos por los hombres des de Adán hasta el fin del tiempo. Nadie más ha pagado un pecio tan alto que nos permita hacer la paz con Dios. La sangre de Jesús ha allanado el abismo que nos separa de Dios y limpiado de obstáculos el camino que nos lleva a su presencia.
Los santos, las vírgenes y sea cual sea el nombre de los mediadores que nos hacemos no han dado su sangre para perdón de nuestros pecados. Jesús es el único que lo ha hecho y le pertenece a él ser el único Mediador entre Dios y los hombres.


HEBREOS 13: 5

“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”
“Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio, la cual no teniendo capitán ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuando has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzas por un poco tus manos para reposo, vendrá la necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado” (Proverbios 6.6-11). Este texto de Proverbios nos enseña  de manera meridiana la laboriosidad. Debemos esforzarnos para ganar el pan de cada día, a pesar que el Padrenuestro nos enseña a pedirle al Padre celestial el pan nuestro de cada día. El proverbio popular “a Dios rogando y al mazo dando” coincide con la enseñanza bíblica que es contraria a que como norma queramos depender de las ayudas estatales o de las organizaciones caritativas.
Dejando constancia de esta salvedad, el texto que comentamos nos enseña que la avaricia no debe formar parte de nuestro estilo de vida. La insatisfacción, el anhelo de tener más, de ir ampliando más y más los graneros para almacenar abundantes bienes materiales da paso a una enfermedad espiritual que siempre ha existido y que hoy se la ha bautizado con el nombre de adictos al trabajo que, además de no aportar satisfacción crea malestar familiar por la carencia de tiempo dedicado al cónyuge y a los hijos, y lo que es más importante: no hay tiempo para Dios.
El ejemplo de la hormiga que nos enseña a ser laboriosos y a desterrar la pereza tiene un límite que nos marca el texto que comentamos “contentos con lo que tenéis”.¡ Ah!, este texto nos es difícil de respetar porque siempre queremos más como dice el tango y siempre insatisfechos. ¿Cómo poner fin al frenesí de acaparar más y más bienes para que cuando el Señor nos venga a buscar para darle cuenta de nuestras obras no nos los podremos llevar con nosotros? El texto que comentamos aporta la solución: “Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”. Depender del Señor no es una cuestión intelectual de creer que Dios existe. Es una cuestión de fe. De tener la certeza de saber en quien hemos creído. Los  diablos también creen pero tiemblan. Por la fe en Jesús adquirimos la certeza de que Dios es nuestro Padre celestial que vela por nosotros, que nos cuida en nuestras necesidades. Dado que la providencia de Dios no falla nunca. ¿Por qué debe reprendernos diciéndonos: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta…Considerad los lirios del campo, como crecen, no trabajan ni hilan…” (Mateo 6: 25-34)

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