1 TIMOTEO 2: 5,6
“Porque hay un solo Dios y
un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a
sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”
A lo largo de
toda la Biblia nos encontramos con un mensaje central: un único Dios y un solo
Salvador. Pero los paganos e incluso el mismo pueblo de Dios se han dejado
llevar por la idolatría. Es normal que cuando una persona o una nación abandonan a Dios debe llenarse el vacío que
queda en el corazón con dioses fabricados por sus propias manos. “No tendrás dioses delante de mí”,
resuena a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días.
El texto que
comentamos nos recuerda la verdad central de la Biblia. Sirve para refrescarnos
la memoria por la tendencia innata del pecador de abandonar a Dios y seguir a
otros dioses. Dada la abundancia de falsos pastores que hablan en nombre de
Dios y utilizan palabras con sabor bíblico para proclamar sus artimañas debemos
tener presente el consejo que nos da Juan: “Probad
los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1). El texto que comentamos hoy
sirve para detectar el espíritu que se esconde aún cuando se presente
disfrazado de cristiano. Que hay un único Dios lo enseñan todas las religiones
monoteístas. El desacuerdo se manifiesta cuando el texto que anunciamos también
enseña: “Y un solo mediador entre Dios y
los hombres”. El cristianismo es una religión monoteísta que devalúa la
verdad de la que es poseedor cuando la creencia en un único Dios se salta alegremente la doctrina la doctrina
que únicamente Jesucristo es el mediador entre Dios y el hombre. En su
insensatez de no darle valor a toda la
enseñanza bíblica se dedica a proclamar una abundancia de mediadores: Santos,
vírgenes, sacramentos, iglesia…La línea que separa el monoteísmo bíblico de la multitud de
mediadores es muy fina y fácil de traspasar si no se cree verdaderamente que el
único camino que conduce a Dios es Jesús, el camino estrecho que muy pocos
siguen.
¿Por qué Jesús
es el único Mediador entre Dios y los hombres? Sencillamente porque es el único
que dio su vida para rescatarnos del pecado y de las garras de Satanás. Por ser
Jesús también Dios, su sangre tiene valor omnipotente y con una sola gota de la
que derramó colgado en la cruz es suficiente para perdonar todos los pecados
cometidos por los hombres des de Adán hasta el fin del tiempo. Nadie más ha
pagado un pecio tan alto que nos permita hacer la paz con Dios. La sangre de
Jesús ha allanado el abismo que nos separa de Dios y limpiado de obstáculos el
camino que nos lleva a su presencia.
Los santos, las
vírgenes y sea cual sea el nombre de los mediadores que nos hacemos no han dado
su sangre para perdón de nuestros pecados. Jesús es el único que lo ha hecho y
le pertenece a él ser el único Mediador entre Dios y los hombres.
HEBREOS 13: 5
“Sean vuestras costumbres
sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, porque Él dijo: No te
desampararé, ni te dejaré”
“Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé
sabio, la cual no teniendo capitán ni gobernador, ni señor, prepara en el
verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso,
¿hasta cuando has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de
sueño, un poco de dormitar, y cruzas por un poco tus manos para reposo, vendrá
la necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado” (Proverbios 6.6-11). Este texto de
Proverbios nos enseña de manera
meridiana la laboriosidad. Debemos esforzarnos para ganar el pan de cada día, a
pesar que el Padrenuestro nos enseña a pedirle al Padre celestial el pan
nuestro de cada día. El proverbio popular “a Dios rogando y al mazo dando”
coincide con la enseñanza bíblica que es contraria a que como norma queramos
depender de las ayudas estatales o de las organizaciones caritativas.
Dejando
constancia de esta salvedad, el texto que comentamos nos enseña que la avaricia
no debe formar parte de nuestro estilo de vida. La insatisfacción, el anhelo de
tener más, de ir ampliando más y más los graneros para almacenar abundantes bienes
materiales da paso a una enfermedad espiritual que siempre ha existido y que
hoy se la ha bautizado con el nombre de adictos
al trabajo que, además de no aportar satisfacción crea malestar familiar
por la carencia de tiempo dedicado al cónyuge y a los hijos, y lo que es más
importante: no hay tiempo para Dios.
El ejemplo de la
hormiga que nos enseña a ser laboriosos y a desterrar la pereza tiene un límite
que nos marca el texto que comentamos “contentos
con lo que tenéis”.¡ Ah!, este texto nos es difícil de respetar porque
siempre queremos más como dice el tango y siempre insatisfechos. ¿Cómo poner
fin al frenesí de acaparar más y más bienes para que cuando el Señor nos venga
a buscar para darle cuenta de nuestras obras no nos los podremos llevar con nosotros?
El texto que comentamos aporta la solución: “Porque
él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”. Depender del Señor no es una
cuestión intelectual de creer que Dios existe. Es una cuestión de fe. De tener
la certeza de saber en quien hemos creído. Los
diablos también creen pero tiemblan. Por la fe en Jesús adquirimos la
certeza de que Dios es nuestro Padre celestial que vela por nosotros, que nos
cuida en nuestras necesidades. Dado que la providencia de Dios no falla nunca.
¿Por qué debe reprendernos diciéndonos: “Mirad
las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y
vuestro Padre celestial las alimenta…Considerad los lirios del campo, como
crecen, no trabajan ni hilan…” (Mateo 6: 25-34)
http://octavipdrenyacortina22.blogspot.com
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