dimarts, 29 de març del 2016

¿QUÉ ES EL OTRO?

<b>¿Es el otro un animal que por evolución ha alcanzado la apariencia humana? ¿O es un verdadero hombre como yo?</b>
Refiriéndose a los hechos acaecidos en Madrid cuando un grupo de seguidores del PSC Einhoven humillaron a unas mujeres rumanas de raza gitana que mendigaban, <b>Gerardo Carrete</b> de SOS Racismo, dijo: “Desgraciadamente no es una novedad que seguidores del fútbol y de otros deportes tengan actitudes racistas en forma de cánticos en los estadios, pancartas e incluso  agresiones que se han dado en algún momento”.
El racismo es un intento de deshumanizar al otro. Los zulúes consideran a los miembros de las otras tribus <i>animales</i> y se reservan para ellos el titulo de <i>hombres</i>. Los narcisos que se consideran a  sí mismos ser los mejores  consideran el genocidio de los aborígenes de  las américas como seres sin alma a los que se les puede explotar inhumanamente. Con la misma excusa se ha justificado la esclavitud, la humillación de la mujer, la persecución de las lenguas minoritarias en nombre de la unidad de la Patria. No existe justificación válida para poder considerar al otro como un ser inferior si  por creación divina todas las razas proceden de un antepasado común: Adán. El apóstol Pablo dirigiéndose a los atenienses  reunidos en el Areópago, refiriéndose a Dios “que ha hecho el mundo y todas las cosas que hay en él”, les dice: “Pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre la faz de la tierra, y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” (Hechos 17: 25,26).
<b>Pere Ayguadé</b>, a partir de lo sucedido en Madrid escribe: “Estas imágenes nos demuestran que unas personas muy instruidas no necesariamente estén bien educadas y que nuestro sistema educativo tiene un evidente fallo de base…, pero podemos ver como muchos otros Breiviks, organizados en diferentes partidos de ultraderecha, xenófobos, corruptos y con todas las otras lacras de la humanidad, forman parte de diversos gobiernos europeos.  <b>Pere Ayguadé</b> en su escrito <i>Estremécete</i> resume el escandaloso problema el racismo generalizado en la sociedad actual y concentrado en los partidos de ultraderecha que van escalando posiciones en los gobiernos europeos. Dichos gobiernos, pero, siguen sin cambiar sus políticas sociales que en parte son las causantes de la creciente xenofobia política.
<b >Mariano Rajoy</b>, comentando los hechos de Madrid dijo:  “Se debería proceder por vía judicial  contra estos auténticos bárbaros que a veces hacen dudar a uno sobre la bondad de a especie humana, es repugnante”. Tiene razón <b>Pere Ayguadé</b> cuando dice: “Nuestro sistema educativo tiene un evidente fallo de base”, le falta el ingrediente espiritual que debe contener toda buena educación. También la tiene <b >Mariano Rajoy</b> cuando afirma que los seguidores del PSC Eindhoven que cometieron el altercado en Madrid son “auténticos bárbaros que a veces hacen dudar a uno sobre la bondad de la especie humana”. No lo dude señor <b>Rajoy</b>, la especie humana no es buena. No son las circunstancias las responsables de que los seres humanos se comporten como “auténticos bárbaros”. Es la barbarie almacenada en las personas que aparentan ser angelitos inocentes que circunstancias propicias  facilitan la erupción del odio almacenado en lo hondo del alma. Expresión de barbarie es el drama de los refugiados que se quiere solucionar abocando millones de euros en Turquía para que se haga cargo de los refugiados que no quiere  Europa, no siendo el gobierno turco uno que se  caracterice por el respeto a los derechos humanos. <b >Mariano Rajoy</b> se olvida de que existe barbarie de cuello blanco que no se expresa de manera grosera como lo han hecho los seguidores del PSC Eindhoven, saino que se fragua en las lonjas  de los estadios y en los lujosos y confortables despachos de las chancillerías europeas. <i>”pero vergonzoso es aún hablar de lo que ellos hacen en secreto”</i> (Efesios 5:12). Siembra vientos y recogerás tempestades. La simiente del drama que hoy vive Europa  se sembró hace más de cien años con las políticas egoístas europeas en esta región que debido a ello se  convertido en una olla a presión a punto de estallar porque la válvula de seguridad está estropeada y no se repara.
Si realmente se desea terminar el racismo creciente debe dejarse de considerar el otro, sea cual sea el color de su piel, la lengua que habla, el estatus social que sea,……, como un ser inferior. Comentado los horrores de la guerra de los Balcanes  <b>Rorti</b>, escribe: “Los asesinos y violadores serbios no creen que violen los derechos humanos. Porque ellos no hacen estas cosas a otros seres humanos, sino a musulmanes. Ellos no son inhumanos sino que discriminan entre los verdaderos humanos y los pseudohumanos”. ¡No se encuentra un cierto paralelismo con los zulúes que llaman <i>animales</i> a los miembros de las otras tribus y se reservan para ellos el título de <i>hombres</i>!
El odio a quien es distinto  es la causa del racismo y de las guerras que se justifican como defensa propia. No importa que mueran centenares de miles de personas. Lo realmente importante es vengar el orgullo nacional ultrajado. Sobran los eufemismos. Cada cosa debe llamarse por su nombre. El primer acto violento que registra la Historia  y la primera guerra de religión es el asesinato de Abel por su hermano Caín. Por el odio que éste sentía hacia la fe de él. Cuando el Señor le preguntó a Caín. “Dónde está tu hermano Abel?” , la respuesta que recibió fue: “No lo sé. ¿Soy yo quizás el guardián de mi hermano?” (Génesis 4:9). El mandamiento de “Dios es bien claro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Si hacemos como los serbios que consideraban a los musulmanes como <i>pseudohumanos</i, nos justificamos como Caín ante Dios: “Soy yo quizás el guardián de mi hermano?” Dios no se traga la presunta inocencia de Caín y le dice. “¿qué has hecho?  “La voz de la sangre de tu hermano clama a mi desde la tierra” (v.10). El otro, sea quien sea es alguien a quien se le debe amar como a uno mismo. Ante Dios no funcionan las excusas. Aún cuando matemos al otro espiritualmente y lo hayamos matado sin derramamiento de sangre, Dios nos dice: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”.

Octavi Pereña i Cortina

1 SAMUEL 15: 22

“Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como se obedezca a las palabras del Señor? Ciertamente es mejor que los sacrificios y el prestar atención a la grosura de los carneros”
El Señor por boca del profeta Samuel le ordena al rey Saúl que destruya Amalec: “Y destruye todo lo que tiene y no te apiades de él” (v.3). Saúl no obedeció la orden del Señor y perdonó la vida de Agag, el rey de Amalec y lo mejor del ganado. Pero el Señor vio lo que Saúl había hecho y le pesaba haber puesto a Saúl como rey de Israel. Samuel se “apesadumbró y clamó al Señor toda aquella noche. Madrugó luego Samuel para ir al encuentro de Saúl por la mañana”. Al encontrarle le dijo entre otras cosas  el texto que encabeza este escrito. Samuel le dice al rey que al Señor no le complacen sus muestras de religiosidad. Lo que es de su agrado es que “obedezca a las palabras el Señor” ya que la obediencia a Él es mucho mejor que la religiosidad vacía de contenido.
¿Qué le parece al lector la religiosidad que manifiestan las multitudes durante la llamada Semana Santa? ¿Cree que todo este fervor religioso llega al corazón de Dios?  ¿Le pide a las personas que participen en las procesiones transportando imágenes que no pueden moverse, ni ver, ni oír, acompañadas en algunos lugares de “caballeros legionarios” desfilando marcando el paso con precisión? No amigo, lo que el Señor nos pide es que seamos obedientes a su Palabra sin quitar ni añadir ni una coma a ella. Si desconoces el contenido de la Palabra de Dios tu ignorancia no te exime de tu responsabilidad. Cierto es que los dirigente religiosos por tener un mayor conocimiento de la Revelación escrita tienen mayor responsabilidad que tú y que en su día deberán comparecer ante el tribunal del Señor para dar cuenta de sus hechos realizados en su Nombre. Para desgracia de ellos recibirán de los labios del Señor esta terrible sentencia: “Nunca os conocí, apartaos e mi, hacedores de maldad”  (Mateo 7:3).
Los fieles que participan de las procesiones, que no ignoran del todo la Palabra del Señor porque parcialmente la han oído de lecturas bíblicas, homilías, escritos en los periódicos y en emisiones de radio o televisión, no podrán alegar ignorancia el día que tendrán que presentarse ante el Señor para rendir cuentas de lo que han hecho durante su caminar por este mundo. Les será también muy desagradable tener que oír esta sentencia: “Por cuanto tú desechaste la palabra del Señor Él también te ha desechado” (v.23).  En el Reino de Dios no caben las personas a quienes se les tenga que decir: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los idólatras…heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9).  ¿Qué le dice el profeta Samuel al desobediente rey Saúl?  “Como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (1 Samuel 15:23). Reflexionemos lo que dice el Señor pues de ello depende que  seamos aceptados por el Crucificado que murió y resucitó para vida eterna de quienes creen en Él.


 SALMO 65:4

Bienaventurado el que tú escoges y atraes a ti, para que habite en tus atrios, seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo”
“Bienaventurado el que tú escoges”, es una persona feliz, no la que escoge a Dios. La que Dios escoge. La tal persona es bienaventurada porque la elección es eterna. Dios no abandona a su suerte a la persona que ha elegido para salvación. El maligno no la podrá arrebatar de la mano del Señor. La elección se inicia antes de la fundación del mundo y perdurará hasta la eternidad futura. Bienaventurado es quien ha sido elegido por Dios para salvación.
La persona que por el amor de Dios es atraída hacia Él es bienaventurada porque por el hecho de que Dios la haya cogido de la mano y atraído hacia su regazo hará que habite en los atrios de Dios. El salmista tiene celos de las aves que anidan en los tejados del templo y de los sacerdotes que ministran en la casa de Dios porque ellos están cerca del Señor. Pero el privilegio de estar cerca del Señor no es exclusivo de los pajarillos y de los sacerdotes, es una oportunidad para todos los bienaventurados que Dios ha escogido para que habiten en los atrios el templo de Jerusalén.
El lenguaje del salmista indiscutiblemente es simbólico. La grandeza infinita de Dios no la puede contener la gloria efímera del templo de Salomón porque su gloria es oscuridad y su magnificencia queda reducida a los límites que puede tener un edificio construido por manos humanas. El salmista simbólicamente transporta a la persona bienaventurada por haber sido escogida por Dios a habitar no fuera del templo sino a su interior en donde simbólicamente reside Dios y  su gloria para que pueda gozar de ello. Si la cosa quedase así en gozar simbólicamente de la presencia de Dios,  el gozo sería muy pobre. El salmista no pretende que disfrutemos de un gozo tan escurridizo como lo es la felicidad que pueda proporcionar un símbolo por excelente que sea. Del símbolo, espera que la persona que es bienaventurada por haber sido escogida por Dios busque refugio en el templo de Dios no construido por manos humanas en el que brilla con todo su esplendor la gloria de Dios. El gozo que produce ser hoy piedras vivas del templo espiritual cuya piedra del ángulo es el mismo Jesucristo no es un gozo que desaparece ante el más ínfimo contratiempo, sino una felicidad permanente que se va perfeccionando en la medida que uno va creciendo en la “unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura  de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).

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dilluns, 21 de març del 2016

1 TIMOTEO 2: 5,6

“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”
A lo largo de toda la Biblia nos encontramos con un mensaje central: un único Dios y un solo Salvador. Pero los paganos e incluso el mismo pueblo de Dios se han dejado llevar por la idolatría. Es normal que cuando una persona o una nación  abandonan a Dios debe llenarse el vacío que queda en el corazón con dioses fabricados por sus propias manos. “No tendrás dioses delante de mí”, resuena a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días.
El texto que comentamos nos recuerda la verdad central de la Biblia. Sirve para refrescarnos la memoria por la tendencia innata del pecador de abandonar a Dios y seguir a otros dioses. Dada la abundancia de falsos pastores que hablan en nombre de Dios y utilizan palabras con sabor bíblico para proclamar sus artimañas debemos tener presente el consejo que nos da Juan: “Probad los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1). El texto que comentamos hoy sirve para detectar el espíritu que se esconde aún cuando se presente disfrazado de cristiano. Que hay un único Dios lo enseñan todas las religiones monoteístas. El desacuerdo se manifiesta cuando el texto que anunciamos también enseña: “Y un solo mediador entre Dios y los hombres”. El cristianismo es una religión monoteísta que devalúa la verdad de la que es poseedor cuando la creencia en un único Dios  se salta alegremente la doctrina la doctrina que únicamente Jesucristo es el mediador entre Dios y el hombre. En su insensatez  de no darle valor a toda la enseñanza bíblica se dedica a proclamar una abundancia de mediadores: Santos, vírgenes, sacramentos, iglesia…La línea que separa  el monoteísmo bíblico de la multitud de mediadores es muy fina y fácil de traspasar si no se cree verdaderamente que el único camino que conduce a Dios es Jesús, el camino estrecho que muy pocos siguen.
¿Por qué Jesús es el único Mediador entre Dios y los hombres? Sencillamente porque es el único que dio su vida para rescatarnos del pecado y de las garras de Satanás. Por ser Jesús también Dios, su sangre tiene valor omnipotente y con una sola gota de la que derramó colgado en la cruz es suficiente para perdonar todos los pecados cometidos por los hombres des de Adán hasta el fin del tiempo. Nadie más ha pagado un pecio tan alto que nos permita hacer la paz con Dios. La sangre de Jesús ha allanado el abismo que nos separa de Dios y limpiado de obstáculos el camino que nos lleva a su presencia.
Los santos, las vírgenes y sea cual sea el nombre de los mediadores que nos hacemos no han dado su sangre para perdón de nuestros pecados. Jesús es el único que lo ha hecho y le pertenece a él ser el único Mediador entre Dios y los hombres.


HEBREOS 13: 5

“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”
“Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio, la cual no teniendo capitán ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuando has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzas por un poco tus manos para reposo, vendrá la necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado” (Proverbios 6.6-11). Este texto de Proverbios nos enseña  de manera meridiana la laboriosidad. Debemos esforzarnos para ganar el pan de cada día, a pesar que el Padrenuestro nos enseña a pedirle al Padre celestial el pan nuestro de cada día. El proverbio popular “a Dios rogando y al mazo dando” coincide con la enseñanza bíblica que es contraria a que como norma queramos depender de las ayudas estatales o de las organizaciones caritativas.
Dejando constancia de esta salvedad, el texto que comentamos nos enseña que la avaricia no debe formar parte de nuestro estilo de vida. La insatisfacción, el anhelo de tener más, de ir ampliando más y más los graneros para almacenar abundantes bienes materiales da paso a una enfermedad espiritual que siempre ha existido y que hoy se la ha bautizado con el nombre de adictos al trabajo que, además de no aportar satisfacción crea malestar familiar por la carencia de tiempo dedicado al cónyuge y a los hijos, y lo que es más importante: no hay tiempo para Dios.
El ejemplo de la hormiga que nos enseña a ser laboriosos y a desterrar la pereza tiene un límite que nos marca el texto que comentamos “contentos con lo que tenéis”.¡ Ah!, este texto nos es difícil de respetar porque siempre queremos más como dice el tango y siempre insatisfechos. ¿Cómo poner fin al frenesí de acaparar más y más bienes para que cuando el Señor nos venga a buscar para darle cuenta de nuestras obras no nos los podremos llevar con nosotros? El texto que comentamos aporta la solución: “Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”. Depender del Señor no es una cuestión intelectual de creer que Dios existe. Es una cuestión de fe. De tener la certeza de saber en quien hemos creído. Los  diablos también creen pero tiemblan. Por la fe en Jesús adquirimos la certeza de que Dios es nuestro Padre celestial que vela por nosotros, que nos cuida en nuestras necesidades. Dado que la providencia de Dios no falla nunca. ¿Por qué debe reprendernos diciéndonos: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta…Considerad los lirios del campo, como crecen, no trabajan ni hilan…” (Mateo 6: 25-34)

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¡PASCUA!

<b>La religiosidad tradicional no es la mejor manera de ser obedientes a las instrucciones divinas</b>
Cada día es el apropiado para hablar de Jesús porque nunca se sabe si será la última oportunidad de oír hablar de su perdón. El mensaje que transmite la llamada Semana Santa no es realmente el Evangelio. La verdad del Evangelio la oscurecen las tradiciones que se han ido añadiendo a lo largo de los siglos al relato evangélico de la pasión de Jesús, dejando a las personas que necesitan saber la verdad en una casi total oscuridad. Vayamos al relato en que Lucas describe el momento crucial de la vida de Jesús que es su crucifixión para perdonar los pecados del pueblo de Dios.
Alos ojos de la muchedumbre tres malhechores cuelgan es sus respectivas cruces rodeados de un populacho que vociferaba sediento de sangre que se ha reunido para disfrutar viendo como tres hombres mueren con grandes sufrimientos. No es el lugar más idóneo para entablar una conversación y menos de carácter espiritual que tiene que ver con la salvación. Si esta reunión la hubiesen convocado los protagonistas no habrían escogido lugar tan impropio en que no se daba la necesaria intimidad y rodeados de una ensordecedora multitud. Pero la reunión no la han convocado los hombres, es Dios quien  ha predeterminado desde antes de la creación del mundo, el lugar y el momento: La Pascua en que tenia que morir Jesús para salvación del pueblo de Dios.
Los soldados romanos que vigilaban el escenario, que se distraían jugándose a los dados las pertenencias de Jesús (Lucas 23:3-7) se burlaban de Él diciéndole: “Si eres el Rey de los judíos sálvate a ti mismo”, ignorando que estaban diciendo una gran verdad: Jesús es el rey de los judíos y, más concretamente Jesús es el Rey del Reino de Dios cuyos ciudadanos lo son tanto judíos como gentiles que le reconocen como Rey.
Es posible que tanto el mensaje escrito y clavado en la cruz sobre la cabeza de Jesús como las palabras de los soldados llegasen a oídos de los dos malhechores estimulase a uno de ellos a dirigirse a Jesús de manera ultrajante, diciéndole: “Si tu eres el Cristo sálvate a ti mismo y a nosotros” (v. 31). El escenario pone de manifiesto lo misterioso que son los caminos del Señor.  Uno de los crucificados se burla de Jesús en tato que el otro reprende a su compañero de fechorías, diciéndole: “¿Ni aún temes a Dios, estando en la misma condenación?” (v.40). El Espíritu Santo que de manera imperceptible rearguye los pecados le inspira a confesar su condición de pecador: “Nosotros, a la verdad justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos, mas éste ningún mal hizo”(v.41). ¡Qué admirable es la gracia de Dios que en un segundo  cambia la manera de pensar de un hombre! Un bandido acostumbrado a la violencia y que es muy posible que la justificase con “se lo merecía”, a punto de morir reconoce que el terrible sufrimiento  que retorcía su cuerpo se lo merecía por sus hechos delictivos cometidos.
Es más, reconoce que sus fechorías no las cometió únicamente contra los hombres. Admite que previamente las había realizado contra Dios. Aquel hombre que nunca había admitido haber hecho nada malo se humilla ante Jesús y le ruega. “Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (v.42). El mismo Jesús que había dicho: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos…Porque no he venido a llamar justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Mateo 9: 12,13), ¿no perdonará a aquel hombre que sufre a su lado y que humildemente le pide: “Señor, acuérdate de mi cuando vengas en tu reino”? Jesús le responde garantizándole su salvación eterna: “En verdad te digo: Hoy estarán conmigo en el paraíso” (v.43).
No todos los pecadores que se acercan a Jesús lo hacen poco antes de exhalar el último aliento. Muchos lo hacen años antes de su fallecimiento, pero a todos que le piden que se acuerde de ellos cuando venga en su reino, reciben la misma respuesta: “Estarás conmigo en el paraíso”.
A lo largo de los siglos se ha ido degradando la celebración de la Pascua, haciéndolo con mucha bulla religiosa, pero ignorando su significado. El apóstol Pablo nos dice que no debe celebrarse dejando que la “levadura leude toda la masa” (1 Corintios 5:6), es decir, que el pecado sin haber sido perdonado por la sangre de Jesús presida la celebración: “Limpiaos, pues de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois, porque nuestra Pascua que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia  y maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (vv. 7,8). El apóstol nos dice: si Cristo ha muerto por nuestros pecados, ¿cómo podemos seguir viviendo en ellos? Nuestra vidas deben ser ázimas, es decir, panes sin levadura proclamando al mundo que la sangre que Jesús derramó estando colgado en la cruz verdaderamente “ha lavado nuestros pecados” (Apocalipsis 1:5).
Si no se da la evidencia de que Jesús ha lavado todos nuestros pecados con su sangre, no debe extrañarnos que sean muchos quienes al ver nuestro comportamiento tan poco edificante tomen la decisión de no querer saber nada del Jesús que anunciamos con nuestros labios y que negamos con nuestros hechos. “¡Ay de aquellos que hacen tropezar a uno de estos pequeñitos!” (Lucas 7:2).
Octavi Pereña i Cortina



dilluns, 14 de març del 2016


ESCÁNDALO POLÍTICO


<b>La transparencia sin paliativos es el elemento que falta en la actividad política</b>

España es un desgobierno y los políticos que deberían poner orden en el desbarajuste creado se limitan a culparse mutuamente, evitando proclamar un sincero <i>mea culpa</i> porque todos ellos tienen un cierto grado de responsabilidad por la situación creada. En vez de mirar la mota  que hay en el ojo del opositor, deberían hacer una mirada al propio ojo y descubrirían que en él hay una descomunal biga. Si la responsabilidad del otro por el desbarajuste existente es grande, la propia es monumental. ¿Qué ocurre que los políticos tengan tan  poco de entendimiento y dejen de comportarse como niños mal criados? ¿De qué sirve sentarse en la mesa de negociación si todo acaba en desacuerdos? ¿Tan difícil es ver los graves problemas que tiene el país y que necesitan una solución urgente? La soluciones a medias con el fin de contentar a las  partes que negocian, no resuelven los problemas planteados, todo lo contrario, alargan la agonía y el bienestar social se resiente.

La mayoría de los adalides políticos son universitarios. Poseen una esmerada educación académica, pero no han aprendido a resolver problemas. Las soluciones que aportan agravan todavía más los embrollos creados. Les falta cordura para deshacer los desatinos cometidos porque miran los asuntos de Estado desde la perspectiva egoísta de los intereses personales y de partido. Proclaman a los cuatro vientos un patriotismo en el que no creen, cuando realmente en lo que creen es en favorecer a los lobbys que los apoyan desde la trastienda y en conservar la poltrona. El interés por la ciudadanía solamente son declaraciones vacías de contenido.

España sigue   estando con un gobierno de transición y los políticos que aspiran a gobernarla solamente aspiran a consolidar sus prebendas sin importarles lo más mínimo los sacrificios a que someten a la población debido a los recortes a que la han sometido para proteger a la banca y al saqueo de las arcas públicas debido a la corrupción sin entrañas.

Ni el PP, el partido más corrupto de todos, que debería entonar un sincero <i>mea culpa</i> por el desvalijo a que ha sometido las arcas públicas, ni los partidos que optan por alcanzar el gobierno, con su silencio respecto a este tema, dan a entender que poco les interesa acabar con ella. Los ciudadanos tenemos la sensación de que deberemos seguir pagando el peaje que conduce a la devaluación del estado del bienestar: Sanidad, educación, servicios sociales…Todo ello bajo mínimos.

En tanto sufre la población, los candidatos a gobernar España acusándose mutuamente. En un momento en que la salud y las vidas de millones de españoles se encuentran en peligro, sobran las buenas palabras. Lo que falta son obras. La voluntad de regenerar España se manifiesta andando en la justicia social, no hablando de ella. Las palabras se las lleva el viento. Estrechando las manos al salir de una negociación para la foto, no es garantía de que se realice el acuerdo pactado. Los políticos se aprovechan de la credulidad de los ciudadanos que siguen poniendo las papeletas en las urnas que les da legalidad a su gestión política. España tiene los gobernantes que se merece.

La manera de hacer política no solamente en España. Europa también está sumergida en un lodazal de corrupción y de incompetencia del que no se sabe como salir. La tendencia hacia la desintegración europea deje de ser una amenaza dependerá del concepto que se tenga del ser humano. Joan Fontrodona, dice: “La manera de dirigir será diferente si entendemos que el ser humano es un animal evolucionado que se mueve por instintos, o es un elemento que tiene sentido en función de un todo, o es un ser que merece ser tratado con cierta dignidad, o incluso si es una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios”. Si se tuviese el concepto de que todas las personas son creadas a imagen y semejanza de Dios se tendría una manera muy distinta de gobernar y de dirigir las empresas ya que esto implicaría tratar a las personas con la dignidad que se mecen.

Desgraciadamente, el concepto del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios hoy no es políticamente correcto o, dicho con otras palabras, ahora no toca. A la persona se la tiene como el resultado de la evolución con lo cual se la considera como un objeto de usar y tirar. La explotación del hombre por el hombre es la consecuencia de dicha filosofía. ¿Qué explicación se le da a la explotación a que se somete a los trabajadores en las fábricas textiles y en las minas en los países subdesarrollados que permite que sus propietarios puedan ocupar los primaros puestos en el ranquing de las fortunas más grandes del mundo?

La tendencia de la explotación del hombre por el hombre solamente se podrá invertir en el momento que se considere al hombre como un ser creado a imagen y semejanza de Dios, lo cual, sólo será posible si se deja e creer que el hombre es un producto de la evolución y que ha sido creado por un Ser preexistente a la creación. Es sorprendente que muchos  con <b>Joan Drudis i Mauri</b> digan que “somos una manera de sin necesidad de Dios y no porque hayan demostrado la no existencia  de Dios”. En tanto esta sea la creencia generalizada será imposible poner fin a la explotación del hombre por el hombre.

 

Octavi Pereña i Cortina

 

LUCAS 16:25


“Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males, pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado”

Es posible que la parábola del rico y Lázaro esté basada en un hecho real. Jesús tenía sus ojos bien abiertos a todo lo que pasaba a su alrededor. Percibía las injusticias que se daban en la sociedad de su tiempo. Los ricos viviendo en la opulencia y los pobres en la más triste miseria. Hoy, unas pocas personas amasan el 90% de la riqueza mundial mientras que una inmensa multitud que digamos representa el 80% de la población mundial vive en la más inhumana pobreza. Entre tanto, quienes tienen en sus manos el poder de erradicar la pobreza mundial banquetean a diario y, para calmar sus conciencias de sus fabulosas fortunas separan unos céntimos para beneficiencia, las migajas con las que Lázaro se alimentaba.

Los ricachos del mundo a pesar de que tienen sus conciencias endurecidas por el pecado, todavía queda en ellos un poquitín de sentimiento de culpabilidad y buscan el favor de los líderes religiosos pero, el apoyo de la religión es como una caña quebrada que atraviesa a quienes se apoyan en ellos. El destino final llega a todos por igual. No hay privilegios que valgan. Cuando la hora establecida por Dios llega y llama a la puerta sin respetar privilegios, la Muerte esgrime su guadaña y siega  las vidas humanas. Se disipan las dudas.

Cuando te refieres a la justicia divina. Cuando aseguras que Dios pasará cuentas a todos los hombres, pobres y ricos, en tono dudoso te dicen: “¿Quieres decir?” La historia del rico y Lázaro a pesar de que no es nada más que un relato, Jesús la cita con el propósito de que los oyentes recapaciten y se arrepientan de su incredulidad que es la base de la injusticia social existente. Si no existe Dios todos los medios para enriquecerse son legítimos.

El momento de cerrar los ojos definitivamente llega tanto al rico como al pobre. Ambos los vuelven a abrir en la eternidad. Limitémonos a lo que le sucede al rico. Los abre abrasándose en las llamas infernales en donde no llega ni el más leve indicio del la presencia del Espíritu Santo que mitigue su dolor. Suplica en vano a Abraham que envíe a Lázaro con la punta de su dedo mojado en agua  y con él mitigue el sufrimiento que le ocasiona su lengua abrasada por la ardiente sed. En vano es la súplica. La muerte ha sellado su destino eterno de condenación.

¿Quieres decir que Dios pasa cuentas? Sí. Pero el lector todavía tiene la posibilidad de abandonar su incredulidad y sustituirla por la fe en Jesús que le perdona sus pecados y le abre la puerta al Reino de Dios eterno.


JOSUÉ 9:14


Y no consultaron al Señor”

Era un asunto de Estado. Todos los pobladores de la Tierra que los israelitas tenían que ocupar debían morir. Los gabaonitas para poder eludir la sentencia con una argucia engañan a Josué y a los ancianos. Cayeron en la trampa porque “no consultaron al Señor”. Lo que le sucedió a Josué fue lo que le ocurriría a Israel a lo largo de toda su historia: “No consultaron al Señor”. Se dice que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, no aprende de sus errores. De generación en generación repite las mismas equivocaciones. Se habla de la memoria histórica. Los registros históricos conservan los errores cometidos por los antepasados de cada generación. Allí, los archivos cubiertos de polvo y telarañas se mueren de asco porque nadie los consulta. Así nos van las cosas. Examinadlo todo y retened lo bueno. Muchas cosas buenas que conserva la historia no nos lo enseña porque la tenemos olvidada.

Las naciones pueden aprender del Libro de la Historia. Los cristianos podemos instruirnos en la Biblia si dejamos que sus páginas nos hablen. Al igual que las naciones no aprenden de su historia, los cristianos no aprendemos del Libro de la Vida que el Señor ha puesto a nuestra disposición para que podamos ser más sabios que los estudiantes de Filosofía en la universidad.

Un varón de Dios subió de Judá a  Bet-el para anunciar al rey Jeroboam que el altar sobre el que se ofrecía culto idolátrico sería destruido. Así sucedió. El rey invitó al profeta a comer en su casa. El varón de Dios declinó la invitación real con estas palabras: “Aunque me dieras a mitad de tu casa no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Porque así me ha ordenado la palabra del Señor, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino que fueres” (1 Reyes 13: 8,9). El profeta que vino de Judá regresó por otro camino, pero, el hijo de un viejo profeta que vivía en Bet-el le contó a su padre las palabras que el profeta que vino de Judá le dijo al rey. El viejo profeta salió en busca del varón de Dios venido de Judá. Al encontrarlo le dijo: “Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra del Señor, diciendo: Tráele a tu casa contigo, para que coma pan y beba agua” (v.1). Mientras comían al señor le habló al profeta desobediente, diciéndole: por cuanto has sido rebelde: “No entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres” (v.22). Al ponerse en camino un león le salió al encuentro y lo mató.

Como cristianos, si queremos que las cosas nos vayan bien debemos probar si los espíritus que nos hablan proceden de Dios. Debemos recordar el relato del varón de Dios que subió a Bet-el. Por muy fiel que sea al Señor la persona que nos hable no debemos hacerle caso si lo que nos dice contradice la Palabra de Dios. Debemos ser consecuentes con la fidelidad que le debemos a Él.

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dilluns, 7 de març del 2016

GÉNESIS 39:2

“Mas el Señor estaba con José”
Sufrimiento es una palabra tabú en la sociedad actual. Las personas quieren regirlo de la misma manera que huyen ante un perro sarnoso. No hay para tanto cuando el sufriente está con el Señor o mejor dicho cuando el Señor está  con quien sufre. Lo vemos claro en el caso de José que fue vendido por sus hermanos a unos traficantes que a su vez lo vendieron a Putifar un alto funcionario  de Egipto. “Mas el Señor estaba con José”. En el dolor, el Señor consolaba a José. La promesa del Señor “no te dejaré ni te abandonaré” es vigente en todas las épocas de la historia del hombre, no para unas personas seleccionadas según preferencias, sino para todos los creyentes en Cristo sea cual sea su condición social y situación determinada. Por una falsa acusación de la esposa de Putifar que acusó a José de asedio sexual, Putifar, el marido humillado, mandó a José de patitas a la cárcel, privándole de la libertad de movimientos que gozaba cuando ejercía de administrador de los bienes de Putifar. “Pero el Señor estaba con José y le extendió su misericordia y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel”(v.21).
Aún cuando en principio nos disgusta el sufrimiento, es medicina para el alma. Lo que termino de escribir lo confirman las palabras que redactó el apóstol Pedro (1 Pedro 1:6,7). El apóstol dice a sus lectores que se alegren en la esperanza de alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero: “Aunque ahora, por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas”. ¿Qué utilidad tendrían las pruebas que de ser necesarias tendría que padecer los receptores de la carta de Pedo? La semilla que el sembrador de la parábola esparció cayó en cuatro tipos de tierra: “El diablo la quitó de los corazones de los oyentes “para que no crean y se salven”. La que cayó en terreno pedregoso, por un tiempo da la sensación de que se tendrá buena cosecha,”pero en el tiempo de la prueba se apartan”. La que cae entre espinos, éstos ”son ahogados por los afanes y las riquezas  y los placeres de la vida, y no llevan fruto”  (Lucas 8: 4-15).
Por un lado los contratiempos sirven para separar los justos de los injustos Ya que éstos abandonan por propio pie seguir al Señor. El sufrimiento, pero, tiene una cosa muy beneficiosa par el verdadero creyente en Cristo. Hoy, el pecado afea la santidad de los creyentes. Pedro dice que la fe del creyente es parecido al oro que debe ser pasado por el fuego para sacarle las impurezas que lleva consigo para que pueda deslumbrar a los ojos. Hoy, la santidad del creyente en Cristo aparece deslustrada por las muchas manchas y arrugas que hay en ella, que son la consecuencia del pecado. La aflicción es el medio que el Señor tiene en sus manos para hacer que la santidad con que nos ha revestido brille esplendorosamente como el oro que ha pasado por el fuego. José necesitó pasar por la prueba del fuego para que las manchas y arrugas que había en él desapareciesen. Nosotros, si somos del Señor, también  necesitamos pasar por el crisol de la aflicción.
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ÉXODO 10:23

“Mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones
El faraón era contumaz ante la evidencia de que el Dios de Israel es el único Dios y que fuera de Él no hay otro Dios. Los dioses de los egipcios no podían hacer nada ante la evidencia de que el Dios de Israel es el Todopoderoso. Sabiéndolo, el faraón, en su orgullo herido prefería que Egipto se arruinase antes que humillarse ante el Dios de Israel.
Algunas de las plagas que hirieron a Egipto las compartieron también los judíos. Hoy en día los hijos de Dios sufren con los incrédulos. Ser hijos de Dios no nos exime del todo del sufrimiento.
La plaga de las tinieblas especifica que “los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones”. La luz y las tinieblas no pueden ir cogidas del brazo. Como creyentes en Cristo somos la luz  del mundo. La luz de Dios ha resplandecido en nuestros corazones y expulsado las tinieblas que había en ellos. Si somos hijos de Dios y en nuestros corazones resplandece la luz de Cristo, como somos hijos del día ya no vamos por el mundo dándonos cabezazos. La luz de la que somos portadores por la fe en Jesús ilumina nuestro caminar diario y sorteamos los obstáculos que se presentan a lo largo del camino hacia el cielo.
“lámpara a mis pies es tu palabra, y lumbrera en mi camino” (Salmo 119:106). A los cristianos nos acompaña continuamente la luz de Dios pero no nos gozamos en ella como por arte de magia. Debemos perseguirla incansablemente. Jesús lo afirma rotundamente: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). El disfrute de la luz que es Jesús se consigue siguiéndole, que consiste en creer en Él como Señor y Salvador y obedeciendo su palabra. Jesús concede gratis su luz a todo el mundo, pero, los que no andan en tinieblas son los que verdaderamente creen en Jesús, agarrándose a Él y no soltándolo en ningún momento. Es un esfuerzo que no quiere descanso. Los que se esfuerzan vencen al mundo.
Para que Jesús y su Palabra sean las lámparas que alumbran nuestro camino diario  no debemos imitar a las vírgenes insensatas que tenían sus lámparas sin aceite. Debemos imitar a las prudentes que en la espera las tenían llenas de aceite. ¿Mantenemos nuestras lámparas llenas de aceite? ¿Cómo mantendremos nuestras lámparas llenas de aceite? Poniendo a Jesús en el primer lugar en nuestras vidas, sentándonos a sus pies como lo hacía María, escuchando sus palabras atentamente. Hoy no lo podemos hacer literalmente porque Jesús está sentado en su trono a la diestra del Padre, pero podemos imitarla teniendo la Biblia abierta y permitir que cada día hable a nuestros corazones. Sus palabras creídas y obedecidas son la lumbrera  que alumbra nuestro camino.

Lo gentiles andan en tinieblas. Quienes nos decimos cristianos, ¿andamos en la luz de Jesús? Un arrepentimiento sincero no nos vendría nada mal.

VIOLENCIA INSTITUCIONALIZADA

<b>En determinadas circunstancias todos somos capaces de cometer atrocidades porque el mal habita en nosotros. Sólo le falta la ocasión</b>
¿Somos una sociedad violenta?, es la pegunta que a menudo nos hacemos. ¿Puede prevenirse? ¿Son la televisión, los videojuegos y otros chismes electrónicos los que la fomentan? Estas y  otras peguntas nos las hacemos en momentos puntuales que desgraciadamente abundan demasiado.
Las telenoticias nos saturan de violencia con los videos de decapitaciones realizadas por el Estado Islámico. Imágenes de los destrozos producidos por los bombardeos en la zona de Gaza. Los cuerpos dispersados y mutilados entre los escombros en done hay conflictos bélicos. Madres cadavéricas dando el pecho sin leche a niños escuálidos…
A todo ello hemos de añadir que los gobernantes en nombre de la paz se preparan para la guerra incrementando el presupuesto militar, con lo que servicios básicos como sanidad, educación, prestaciones sociales contemplan como se restringen las partidas presupuestarias destinadas a ellas. Con la paz conseguida con las armas se favorece la cultura de la brutalidad, se fomentan las mafias que trafican con el comercio ilegal de armas y de personas. ¿Existe alguna manera de poner fin a esta locura que fomenta el terror, la miseria y la desgracia? Se dice que si gobernasen las mujeres la política sería más humana y que se reducirían drásticamente las injusticias. Dudo que fuese así porque “del malvado brota la maldad” (1 Samuel 24:13). La mujer como el hombre son malvados. El resultado de un gobierno femenino no podría ser otro que el que denunciamos.
Se dice que el ser humano es bueno por naturaleza, si actúa injustamente se debe a que las circunstancias le obligan a ello. Es cierto que determinadas situaciones  pueden ayudarnos a reaccionar furiosamente, pero no son las circunstancias las responsables de nuestro comportamiento violento, sino nuestra predisposición a hacerlo. Se dice que la ocasión hace al ladrón. Uno no manifiesta su predisposición a robar hasta que se le presenta la oportundad de hacerlo. En las empresas privadas, los pequeños hurtos que se dan en ellas ponen de manifiesto el espíritu delincuente que se esconde detrás de la careta de respetabilidad. Nos lamentamos de los escandalosos casos  de corrupción que se dan en el gobierno, en las corporaciones estatales y municipales. La honorabilidad de las personas se pone de manifiesto cuando teniendo la oportunidad de untarse las manos de aceite no se mete la mano en la vasija. Por lo que respecta a la violencia ocurre algo parecido. Uno no se muestra violento hasta el momento en que se le presenta la oportunidad. Hay niños que maltratan a sus padres y abuelos, de hecho y con palabras. Se dan padres que ejercen violencia sobre sus hijos provocándolos a ira. Maridos que maltratan físicamente y psicológicamente   a sus esposas, llegando incluso a matarlas. Se dan casos de esposas que matan a sus maridos. Hay personas que sin escrúpulos se aprovechan de los ancianos que cuidan, desposeyéndolos de sus ahorros. Podemos decir que estas cosas jamás las haremos. No olvidemos que no podemos decir que jamás haremos tal cosa <i>”quien se crea fuerte mire que no caiga”</i>, es el consejo que encontramos en la Biblia.
El fotógrafo brasileño <b>Sebastiao Salgado</b> le dice a la periodista Ima Sanchís: “Cuando usted y yo nos encontramos sentía una gran desilusión por nosotros los hombres. Yo creía que teníamos la capacidad de amarnos los unos a los otros como dijo Jesús y sostenían Sócrates y platón. Pero comprobé que somos una especie brutal, que quizás nuestra verdadera naturaleza es la violencia, somos un animal depredador, muy agresivo, no solamente con las otras especies, también contra nosotros mismos”.
La carta a los Romanos  describe la naturaleza humana  sin maquillaje fruto de la desobediencia de Adán, de quien descendemos: “Como está escrito: No hay justo ni aún uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles, no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta, con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo  de sus labios, su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre, quebranto y desventura hay en sus caminos, y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos” (3: 10-18).
La descripción que hace el apóstol Pablo del ser humano es el resultado de que no existe en el hombre temor de Dios. Esta carencia favorece la expresión: no hay brida que lo frene. Negar a Dios el temor que se merece por ser el Creador permite que Satanás se convierta en el padre espiritual de los hombres, filiación que exige el cumplimiento de las órdenes que emanan de tan malvado padre. Jesús deja bien claro que quienes no son hijos del Padre celestial tienen al diablo por padre. El término medio no existe: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8:44). Un ejemplo de transformación de un carácter agresivo a pacífico lo tenemos en el endemoniado gadareno que “era tan violento que nadie podía pasar por aquel camino” (Mateo 8:28). Se encuentra con Jesús, cree en Él y aquel hombre terriblemente agresivo, los gadarenos lo encontraron “sentado, vestido y en su juicio cabal” (Marcos 5:15).
El problema de la violencia creciente no es una cuestión de moral y ética. Tampoco de educación. Ni de filosofía. La lectura de los filósofos clásicos grecorromanos no cambia la ferocidad humana porque deja intacta la naturaleza felina que se amaga en su corazón. Solamente la conversión en hijos de Dios   por la fe en Cristo, al recibir una nueva naturaleza semejante a la de Dios se invierte la tendencia porque al ser receptor del amor de Dios empieza a amar con el amor de Dios. El amor de Dios no es agresivo. Todo lo contrario: es pacificador, busca resolver los problemas buscando el bien del otro, a veces en perjuicio propio, buscando la reconciliación. Esta es la gran necesidad de nuestro tiempo: Personas guiadas por Jesucristo que busquen la reconciliación.

Octavi Pereña i Cortina