SHAKESPEARE Y
CORRUPCIÓN
Un
comentario sobre Hamlet me ha recordado el origen del monaquismo. Transcribo el
comentario que sobre el personaje creado por Shakespeare hace <b>Josep
Maria Ruiz Simon</b> en
su escrito: La corrupción de Hamlet: “Andrew Fitzmaurice argumentó muy
persuasivamente que, a los ojos de los contemporáneos del dramaturgo inglés,
Hamlet no era un sujeto morbosamente incapaz de actuar, sino un hombre que
había decidido retirarse de una vida cortesana podrida por la corrupción. Por
una corrupción que, como había señalado años antes <b>La Boéti</b>,
tejía piramidalmente redes de intereses que atrapaban en la servitud voluntaria
aquellos que se acercaban y garantizaba así la supervivencia del tirano. Seguir
haciendo el loco para poder vivir tranquilamente en la vida contemplativa o
comprometerse políticamente exponiéndose a luchar contra un régimen tiránico
que por interés los cortesanos hacían
ver que consideraban legítimo”.
La
corrupción, especialmente la política, está fuertemente enraizada en nuestro
país y como descubren las informaciones periodísticas el Ayuntamiento de
Valencia al completo, falta la alcaldesa por estar aforada, está imputado de
corrupción. Redes mafiosas interconectan las instituciones de manera que cuando
se empieza a tirar del hilo no se sabe hasta donde nos conducirá la
investigación judicial.
Como
cristianos no debemos dejarnos atrapar en las redes de intereses clientelistas
que garantizan la supervivencia de los caciques y, de la corrupción. He dicho
que el comentario que hace <b>Josep Maria Ruiz Simon</b> de Hamlet
me ha llevado a pensar en el origen del monaquismo. El monaquismo cristiano
nació en el siglo IV en Egipto y fue fruto de un gravísimo error. Los
cristianos, debido a la degeneración de la fe, para evitar que la corrupción
generalizada pudiese corromperlos a ellos se retiraron en zonas desérticas en
donde fundaron comunidades gobernadas por estrictas normas ascéticas. No es
necesario llevar gafas para ver que la corrupción se instaló en aquellas sociedades
que pretendían eludirla, pues, el hombre, debido al pecado que es portador hace
florecer la corrupción doquiera se
encuentre. La historia del monaquismo está atiborrada de fechorías tanto
o más graves que aquellas que se cometían en los lugares que abandonaban para
eludirla. Los cristianos no debemos retirarnos a lugares solitarios por miedo
de que la corrupción social nos infecte. No es este el propósito que tiene
Jesús al llamarnos a su servicio: “Vosotros sois la luz del mundo, una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el
candelero, y alumbra todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos” (Mateo 5: 14-16).
El cristiano no alumbra con luz propia. Jesús
lo ha dejado bien claro cuando dice: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue
no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). De alguna
manera el cristiano se asemeja a la luna que refleja la luz del sol, irradia la
luz del Sol de justicia que es Jesús la luz del mundo.
Jesús
dice que los cristianos son la luz del mundo.¿Qué debe hacerse con esa luz que
son? Jesús los compara con un candelero que se coloca en un lugar elevado para
que ilumine la casa y los presentes no se encuentren a oscuras. Una persona
cuando se convierte a Cristo a pesar de que sigue estando en este mundo ya no
pertenece a este mundo Lo deja en el mismo lugar en que se encontraba en el
momento de su conversión a Él para que diga a sus familiares y amigos lo que el
Señor ha hecho con él. Al compartirlo refleja la luz divina que hay en él y así
las personas de su entorno tienen la posibilidad de convertirse a Cristo y convertirse en
candiles que alumbren en espacios que hasta aquel momento permanecían en la
oscuridad.
La
corrupción no se arranca de raíz con leyes que la prohíban. <b>Muhammed Yanus</b>, pionero
del micro crédito, fundador de Graneen
Bank y Nobel de la Paz, dijo: “Todo el mundo me pedía que hiciese un paso
hacia delante e intentase servir a mi país en política. Empecé a hacer pasos,
tímidos primero, y después ya más decididos. Cuando iba a anunciarlo
oficialmente, desistí porque vi. que se llenaba de corruptos. Los políticos
deshonestos me habían envuelto buscando que mi proximidad los rehabilitara ante
la gente. Así que renuncié a fundar un partido y seguí dedicándome a aquello
que mejor sé hacer: generar oportunidades para los ciudadanos.
Vende
decir que se va a luchar contra la corrupción. Los partidos regeneracionistas
que pretenden expulsar la corrupción de las instituciones fracasarán en el
intento aún cuando sea motivado con las más sanas intenciones porque la corrupción es inherente
en la persona no convertida a Cristo. La conversión a Cristo hace del hombre
por naturaleza corrupto una persona nueva. La persona que era guiada por
Satanás, el padre de la corrupción, en Cristo tiene como Padre al Padre
celestial y como hijo de tal Padre ama y persigue la justicia. Vista la
situación actual, los cristianos no podemos aislarnos del mundo. Debemos vivir
en él e implicarnos socialmente, actuando como candiles que puestos en lugares
altos alumbren en medio de una sociedad que vive envuelta de espesas tinieblas
espirituales e incapaces de salir de ellas si no es porque la luz de Cristo
resplandezca en sus corazones.
Octavi Pereña i Cortina
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