PROVERBIOS 30:12
“Hay
generación limpia en su propia opinión, si bien no se han lavado de su
inmundicia”
El
espíritu farisaico se ha transmitido desde Adán a todas las generaciones hasta
nuestros días. A pesar de la miseria que se esconde en los corazones de los
hombres, éstos se creen buenos y capaces de hacer el bien. Esta idea errónea de
la propia bondad ha creado el dicho: “Haz
el bien y no mires a quien”. La buena voluntad que transmite esta
sentencia, a la hora de la verdad resulta impracticable debido a que el ser
humano es pecador, predispuesto a hacer siempre el mal.
El texto
que comentamos es oportuno tenerlo presente a comienzos de año para que la
verdad que encierra vaya con nosotros en el transcurso de todo el año. Dejamos
el 2015 con una serie de problemas a los que no se encuentra solución: guerras,
declaradas unas y latentes otras, injusticia social que llena infinidad de
barcos, desastres matrimoniales que ocupan una catedral, gamberrismo callejero,
drogas…Todo ello ocurre en una “generación
limpia en su propia opinión”. Nos encargamos de criticar a los otros por su
comportamiento inapropiado, pero en nuestra propia opinión estamos limpios de
toda culpa. Ya lo dijo Jesús: “Miras la
paja en el ojo de tu hermano, y no ves la biga que está en tu propio ojo”
(Mateo 7:3). Así es el hombre. No es
consciente de su condición de pecador, de que todos los males sociales que le
sacan de quicio, cada uno de nosotros tenemos su parte de culpa. En tanto no se
resuelva el problema del pecado no tienen solución los males sociales.
“Una generación limpia en su
propia opinión”,
es una generación que “no se ha limpiado
de su inmundicia”. Cuando alguien dice “haz
el bien y no mires a quien” se interpreta en el sentido de que el tal
sujeto es una buena persona. Gran error “No
hay justo ni aún uno”, no se cansa de repetir la Biblia porque como
descendientes de Adán que somos todos, sin excepción alguna, todos somos
pecadores. A excepción de Jesús no
existe hombre o mujer que haya sido concebido sin pecado. Todos necesitamos a
Jesús con cuya sangre vertida en la cruz del Gólgota nos limpia todos nuestros
pecados. Todos deberíamos exclamar: “Señor,
ten piedad de mí que soy un pecador”.
Si
deseamos en verdad que los males sociales esbozados dejen de existir y la
justicia impere en todos los espacios
sociales, debemos dejar de formar
parte de la “generación que no se ha
lavado de su inmundicia”. Por ello debemos alzar los ojos hacia el cielo y
exclamar con el salmista: “Ten piedad de
mí, oh Dios, conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, límpiame de mi pecado…Crea
en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”
(Salmo 51:1, 2, 10).
LUCAS 2: 7
“Y
(Maria) dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó
en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”
¿Mito?
¿Realidad? ¿Qué significa realmente el relato de la encarnación del Hijo
de Dios en la persona de Jesús en el
pesebre de una casa campesina de Belén?
John
Rutter, director y compositor de música coral nos da una opinión un tanto confusa que da lugar a equívocos cuando
respondiendo a la pregunta de la periodista: ¿Cree que el relato del nacimiento
es histórico?, responde: “Sí, a pesar que ciertos pasajes del evangelio
parezcan un cuento. Su historia nos habla de gente ordinaria y oprimida que abre la puerta a los milagros.
De todas maneras, lo importante no es tanto si es una historia verdadera, sino
si es inspiradora”.
Pienso
que lo que opina John Rutter sobre la historicidad del nacimiento de Jesús y de
que sea un relato inspirador tiene que ver con la música. Los compositores se
inspiran para escribir sus partituras. Las grandes obras musicales son
históricas. Ahí las tenemos deleitando a los amantes de la música. También son
inspiradas. Inspiran sensualmente, relajan el alma, tranquilizan el espíritu,
apartando momentáneamente las influencias negativas provenientes del exterior.
El caso de David ilustra el poder de inspirar que tiene la música: “Y cuando el espíritu malo de parte de Dios
venía sobre Saúl, David tocaba el arpa y tocaba con su mano, y Saúl tenía
alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él” (1 Samuel
16:23).
El texto
que relata el nacimiento sobrenatural de Jesús es verdaderamente inspirador.
Inspira de manera mucho más profunda que la influencia restauradora que la
buena música produce en el alma turbada. Cando se cree que el Niño que nació en
un pesebre de Belén verdaderamente es el Hijo de Dios encarnado, al que se le
puso el nombre Jesús, que significa Salvador,
porque redimirá los pecados del pueblo de Dios, la inspiración tan profunda que
produce creer esta verdad que la razón no puede entender, pero que la fe,
regalo de Dios se la hace suya, es de tal inmensidad que no existen palabras
que puedan describirla. ¿Quién puede describir las emociones que se despiertan
en el interior del alma cuando una
persona pasa de ser un hijo del diablo a ser un hijo de Dios por la fe en el
Niño que es el Salvador del pecador? El poeta más encumbrado no puede describir
las emociones inspiradas por el hecho de creer que el relato evangélico del
nacimiento de Jesús en verdad describe con toda sencillez el nacimiento del
Salvador del mundo.
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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