dilluns, 4 de gener del 2016


PROVERBIOS 30:12


“Hay generación limpia en su propia opinión, si bien no se han lavado de su inmundicia”

El espíritu farisaico se ha transmitido desde Adán a todas las generaciones hasta nuestros días. A pesar de la miseria que se esconde en los corazones de los hombres, éstos se creen buenos y capaces de hacer el bien. Esta idea errónea de la propia bondad ha creado el dicho: “Haz el bien y no mires a quien”. La buena voluntad que transmite esta sentencia, a la hora de la verdad resulta impracticable debido a que el ser humano es pecador, predispuesto a hacer siempre el mal.

El texto que comentamos es oportuno tenerlo presente a comienzos de año para que la verdad que encierra vaya con nosotros en el transcurso de todo el año. Dejamos el 2015 con una serie de problemas a los que no se encuentra solución: guerras, declaradas unas y latentes otras, injusticia social que llena infinidad de barcos, desastres matrimoniales que ocupan una catedral, gamberrismo callejero, drogas…Todo ello ocurre en una “generación limpia en su propia opinión”. Nos encargamos de criticar a los otros por su comportamiento inapropiado, pero en nuestra propia opinión estamos limpios de toda culpa. Ya lo dijo Jesús: “Miras la paja en el ojo de tu hermano, y no ves la biga que está en tu propio ojo” (Mateo 7:3). Así es el hombre. No  es consciente de su condición de pecador, de que todos los males sociales que le sacan de quicio, cada uno de nosotros tenemos su parte de culpa. En tanto no se resuelva el problema del pecado no tienen solución los males sociales.

“Una generación limpia en su propia opinión”, es una generación que “no se ha limpiado de su inmundicia”. Cuando alguien dice “haz el bien y no mires a quien” se interpreta en el sentido de que el tal sujeto es una buena persona. Gran error “No hay justo ni aún uno”, no se cansa de repetir la Biblia porque como descendientes de Adán que somos todos, sin excepción alguna, todos somos pecadores. A excepción de Jesús  no existe hombre o mujer que haya sido concebido sin pecado. Todos necesitamos a Jesús con cuya sangre vertida en la cruz del Gólgota nos limpia todos nuestros pecados. Todos deberíamos exclamar: “Señor, ten piedad de mí que soy un pecador”.

Si deseamos en verdad que los males sociales esbozados dejen de existir y la justicia impere en todos los espacios  sociales, debemos  dejar de formar parte de la “generación que no se ha lavado de su inmundicia”. Por ello debemos alzar los ojos hacia el cielo y exclamar con el salmista: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, límpiame de mi pecado…Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmo 51:1, 2, 10).


LUCAS 2: 7


“Y (Maria) dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”

¿Mito? ¿Realidad? ¿Qué significa realmente el relato de la encarnación del Hijo de  Dios en la persona de Jesús en el pesebre de una casa campesina de Belén?

John Rutter, director y compositor de música coral nos da una opinión un tanto  confusa que da lugar a equívocos cuando respondiendo a la pregunta de la periodista: ¿Cree que el relato del nacimiento es histórico?, responde: “Sí, a pesar que ciertos pasajes del evangelio parezcan un cuento. Su historia nos habla de gente ordinaria  y oprimida que abre la puerta a los milagros. De todas maneras, lo importante no es tanto si es una historia verdadera, sino si es inspiradora”.

Pienso que lo que opina John Rutter sobre la historicidad del nacimiento de Jesús y de que sea un relato inspirador tiene que ver con la música. Los compositores se inspiran para escribir sus partituras. Las grandes obras musicales son históricas. Ahí las tenemos deleitando a los amantes de la música. También son inspiradas. Inspiran sensualmente, relajan el alma, tranquilizan el espíritu, apartando momentáneamente las influencias negativas provenientes del exterior. El caso de David ilustra el poder de inspirar que tiene la música: “Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tocaba el arpa y tocaba con su mano, y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él” (1 Samuel 16:23).

El texto que relata el nacimiento sobrenatural de Jesús es verdaderamente inspirador. Inspira de manera mucho más profunda que la influencia restauradora que la buena música produce en el alma turbada. Cando se cree que el Niño que nació en un pesebre de Belén verdaderamente es el Hijo de Dios encarnado, al que se le puso el nombre Jesús, que significa Salvador, porque redimirá los pecados del pueblo de Dios, la inspiración tan profunda que produce creer esta verdad que la razón no puede entender, pero que la fe, regalo de Dios se la hace suya, es de tal inmensidad que no existen palabras que puedan describirla. ¿Quién puede describir las emociones que se despiertan en el interior del alma  cuando una persona pasa de ser un hijo del diablo a ser un hijo de Dios por la fe en el Niño que es el Salvador del pecador? El poeta más encumbrado no puede describir las emociones inspiradas por el hecho de creer que el relato evangélico del nacimiento de Jesús en verdad describe con toda sencillez el nacimiento del Salvador del mundo.

http://octaviperenyacortina22.blogspot.com

 

 

 

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