ADICCIÓN AL SEXO
<i>El
deseo sexual es uno de los más devastadores. Jamás dice basta. Cuanto más se le
satisface, más exige</i>
En
<i>Confesiones de un adicto al sexo</i>, su autor <b>Rupert
Wolfe-Murray</b>, comenta un escrito publicado en Newsweek que le hizo
llegar un amigo suyo. Afirma que su lectura le proporcionó una visión del
conjunto del problema muy útil. El autor asegura que la adicción al sexo
“destroza matrimonios, arruina carreras, y mina la autoestima”. El artículo
incluye un relato de una adicta al sexo: “El sexo es una forma de
automedicación para eliminar la ansiedad, desespero y un miedo paralizante de su intimidad emocional que le
han perseguido desde que fui abandonada en mi infancia”.
<b>Rupert
Wolfe-Murray</b>que trabaja en una clínica de rehabilitación de
adicciones dice que lo que describe el artículo de Newsweek es parecido a lo
que observa en la clínica en donde trabaja: “Las personas a menudo se inician
en el camino de la adicción con alcohol,
drogas, o determinados comportamientos como sexo, juego, comida para aliviar el
dolor que se siente debido a problemas sicológicos no resueltos: abusos en la
infancia, traumas e incluso timidez crónica (una causa muy común del
alcoholismo es la confianza que el alcohol da a las personas que sin él no
encajarían socialmente). Esto implica que la compulsión sexual se parece a las
otras adicciones, lo cual implica que los terapeutas que tratan esta adición pueden curarla”.
Esto
habría sido el final de la historia si <b>Wolfe-Murray</b> no hubiese
comentado el artículo de Newsweek en
Twitter. Le escribió <b>Stan</b>, un hombre de 69 años que le dice:
“Soy adicto al sexo y lo he sido desde la adolescencia”.
<b>Wolfe-Murray</b> dice: “A mí esto me ha dado una percepción que
he encontrado a faltar en los comentarios que he leído hasta el presente”.
<b>Stan</b>
resume así su vida: “Durante 50 años he llevado una doble vida, como casado,
padre y católico practicante que ha traicionado a su esposa, su familia, sus
creencias religiosas y su ética yendo a los prostíbulos y salones de masajes.
Esta vida secreta empezó cuando tenia 19 años con mi primera visita a una
prostituta, y continuó hasta los 69 cuando mi segunda esposa lo descubrió y me
echó de casa”.
<b>Stan</b>
describe la adicción al sexo como “una calamidad de nuestro tiempo”, y dice:”La
pornografía en Internet ha acelerado gravemente el problema. La adicción al
sexo es un compulsivo y progresivo uso de manera mecánica, degradante y
peligroso sexo como una manera de aliviar el dolor interno escondido”.
Refiriéndose
a <b>Stan</b>, <b>Wolfe-Murray</b> relata: “Dice que el
sexo era su droga preferida, estaba aislado en su obsesión e incapaz de
mantener relaciones íntimas, impotente para detener su comportamiento insano a
pesar del daño que se hacía a sí mismo y a aquellas personas que le eran
cercanas. Como muchos adictos al sexo <b>Stan</b> hasta que no
admitió que estaba atrapado no empezó a buscar solución a su enfermedad hasta
que tocó fondo, con el naufragio de su matrimonio y su vida hecha pedazos”.
El
resultado, dice <b>Stan</b> es que me “he librado de una carga de
toda la vida que ha ocasionado la destrucción de dos matrimonios y perjudicado
a mis esposas, la familia y a otras personas. Por primera vez en mi vida vivo
en paz y al fin estoy aprendiendo a vivir la vida espiritual que siempre he
deseado y descubro que me convierto en el hombre que he querido ser”.
La
primera anilla de la cadena que convirtió a <b>Stan</b> en un
adicto al sexo la colocó en su adolescencia cuando a los 19 años hizo su
primera visita a una prostituta. Hace 50 años no era tan fácil iniciarse
sexualmente de manera prematura como lo s hoy. Actualmente, con Internet, los
niños de 12 ó 13 años ya están familiarizados con el sexo pornográfico y se
pasan mucho tiempo ante las pantallas imaginando fantasías con la imágenes que
contemplan. Hoy, son muchos los adictos al sexo en línea que “llevan una vida
secreta tal como yo lo veo”, dice Sharon
O’Hara, directora médico del Sexual Recovery Institute, “si las mentiras están
ausentes no existe auténtica adicción”.
Todas
las adicciones son difíciles de abandonar. La adicción al sexo le acompaña una
dificultad añadida. Como dice <b>Benoit Denizet-Lewis</b> ,
periodista y exadicto al sexo:”Puedes dejar una bebida y las drogas para no
verlas más, pero no puedes ir a ninguna parte sin tus genitales o tu cerebro.
Es cierto. No es verdad que los genitales o el cerebro tengan que dominar
obligatoriamente a la voluntad. La fe en Cristo atorga la fuerza para romper
las adicciones que destruyen.
Octavi Pereña i Cortina
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