ACOSO
<b>Las
personas deben reaccionar ante el acoso antes de que sea demasiado tarde para
encontrarle solución</b>
El caso
de Alan, el adolescente transexual de 17
años que se suicidó el 24 de diciembre de 2015, pone de nuevo ante la opinión
pública el problema del acoso. Las proclamas políticas y sociales se hacen oír.
“Pondremos todos los recursos para evitar que vuelva a repetirse”.
(<b>Ana María Martínez</b>, alcaldesa de Rubí). “Alan se merecía el
homenaje después del menosprecio por parte de la sociedad”, afirmó
<b>Natalia Aventin</b>, presidenta de Crysallis, asociación que
agrupa familiares de menores transexuales).
Para
poder combatir el acoso, sea del tipo que sea, ante todo debe saberse qué es,
pues si se desconoce la enfermedad, ¿cómo se podrá recetar el remedio adecuado?
“Se considera como tal (el acoso) toda información que se difunda por medio de
e-mails, SMS, whatsaaps, redes sociales, como Facebook, Twitter, o cualquier
otro, así como por medio de webs o comentarios que se hagan en ellas con el
propósito de difamar, vejar, acosar o constreñir a la persona que sea con
ataques personales o difundiendo contenidos íntimos no autorizados, en gran
parte visuales. Sólo el hecho de seguir enviando e-mails a alguien que ha dicho
que no desea seguir recibiendo de alguien en concreto ya se puede considerar
acoso en línea” (<b>Esther López</b>, socióloga). El acoso
popularmente conocido como <i>bullying</i> puede resumirse en una
breve frase: “Falta de amor”, no de un amor abstracto del que se habla con inconsciencia,
sino del amor que enseña a buscar el bien del prójimo y no el mal. Los
psicólogos que son especialistas en el comportamiento humano dicen que los
matones que sacan pecho ante sus compinches que acosan a quienes no les caen
bien, se forman en los hogares en que se dan modelos inconsistentes de
paternidad o en los que se dan modelos de
comportamiento violento. Lo que se respira en el hogar se reproduce en
la calle. El ambiente hogareño hace mucho para que los hijos practiquen o no el
acoso. En definitiva, los hijos reproducen en la escuela y entre sus compañeros
el comportamiento que ven en sus hogares y como lo huelen desde el nacimiento,
lo consideran correcto. No debe extrañarnos, pues, que se conviertan en
acosadores.
Siendo
la cosa así es imprescindible que el modelo paterno cambie de uno que fomenta
el acoso por otro que respete al prójimo en toda su diversidad. Respetar a lo
que es distinto no significa de ninguna de las maneras renunciar a las propias
convicciones, sino que manteniéndolas inalterables, no actúa en contra de las
peculiaridades del otro, sino que las tiene en cuenta sin impedir su manifestación. El respeto que
yo quiero para mí tengo que tenerlo hacia el otro.
El
acoso es un atentado contra la integridad del otro que debe penalizare.
Desconozco si está especificado como delito en el Código Penal, si no es así
debería serlo. Pero la lucha contra el acoso no sólo debe ser de tipo judicial
y punitivo, también debe ser educativa. La psicóloga leridana <b>Rosa
Jové</b> dice que es preciso asegurarse que las campañas a favor de la
tolerancia impacten en los niños y “hacerlas por obligación”. David y Blau, dos
adolescentes que han sufrido acoso por su orientación sexual y que han
explicado en su entorno como son y cuales son sus preferencias sexuales,
añaden: “En la escuela deberían darnos más soporte”. No estoy en contra de la
educación, pedro la educación que se limita a decir que la homosexualidad y la
transexualidad están presentes en la sociedad y que se deben respetar a las personas
a las personas que escogen dichas opciones sexuales sin cambiar los
sentimientos que hierven en las profundidades del alma, no resuelven el
problema. A pesar de las campañas para fomentar la tolerancia, el Observatorio
contra la Homofobia ha detectado que los casos homóficos en Catalunya durante
el año 2014 fue de un 5% y que en la demarcación de Lleida fue del 30%.
Antes
hemos dicho que lo que se respira en el hogar se reproduce en la calle. A pesar
de ser insuficiente, la escuela debe seguir enseñando que la tolerancia a favor
del que es diferente debe ser una prioridad. Pero debe ser la Iglesia en su
diversidad denominacional la que debe ir más allá de la escuela enseñando el
mensaje liberador del pecado por Cristo, sin quedarse en la banalidad de que el
mensaje cristiano está presente en las tradiciones populares. El mensaje de la
tradición deja a los hombres en sus delitos y pecados. No despierta las conciencias. Las celebraciones
tradicionales como las navideñas, de semana Santa, las romerías con trasfondo
religiosos distraen y despiertan sentimientos, pero no llevan a las personas el
verdadero arrepentimiento a Dios que es la base del cambo de actitud hacia el
prójimo que es distinto, sin excluir ningún factor diferencial.
La
Iglesia en su diversidad denominacional debe hacerse suyo el mandato que Jesús
dio a la iglesia naciente antes de su
ascensión a los cielos: “Por tanto, íd y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles
que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28: 19,20). Pero si
quienes dicen ser cristianos no creen en el Señor de la Iglesia, ¿cómo
cumplirán el mandato de enseñar a quienes desconocen la Verdad de Cristo que
libera de la esclavitud del pecado que origina el acoso? Si nos consideramos
cristianos debemos desterrar el prejuicio y las actitudes incorrectas que
escondemos en las profundidades de nuestras almas.
Octavi Pereña i Cortina
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