SALM 65:4
“Bienaventurado el que tú
escoges y atraes a ti, para que habite
en tus atrios, seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo”
Este texto me ha llevado a la parábola del sembrador y
de la semilla esparcida que cayó en cuatro tipos de terreno. En uno se la
comieron las aves del cielo. En otro se secó porque no tenía humedad. En otro
la ahogaron los espinos al crecer. La semilla, nos dice Jesús, es la Palabra de
Dios que los diversos siervos del Señor esparcieron en los lugares que les fueron
destinados. Los oyentes, por diversas razones rechazaron la Palabra que les fue
anunciada y perecieron.
Otra parte de la semilla “cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno”
(Lucas 8:8). Cuando Jesús interpretó el sentido de la semilla que cayó en buena
tierra, dice: “Estos son los que con
corazón bueno y recto recibieron la palabra de vida, y dan fruto con
perseverancia” (v. 15). ¿Por qué una parte de la semilla cae en buena
tierra? A mi entender la pregunta la responde el texto que comentamos: “bienaventurado el que tú escoges y atraes a
ti, para que habite en tus atrios”. Por nacimiento todos somos tierra que
rechaza la voz de Dios. Si no hubiese sido por la intervención divina todos
pereceríamos en nuestros delitos y pecados.
Nos ayuda a entender quienes son aquellos que Jesús
considera que tienen corazón bueno y recto el texto que presenta a Jesús como
el Pan de Vida. Los oyentes le preguntaron: “¿Qué
debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” (Juan 6:28). Jesús
responde: “Esta es la obra de Dios, que
creáis en el que Él ha enviado” (v.29). Sólo una tierra produjo fruto
permanente: “Todo el que el Padre me da,
vendrá a mí, y el que a mi viene, no le
echo fuera” (v.37). Más adelante Jesús sigue diciendo: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que
me da, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero” (v.39). Para terminar de remachar el clavo,
Jesús sigue diciendo: “Y esta es la
voluntad el que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él
tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en
el día postrero” (v.40).
¡Que consoladoras son las palabras del salmista:”Bienaventurado el que tú escoges y traes a
ti, para que habite en tus atrios”! En la incertidumbre que siembran quienes
no conocen a Dios porque no saben quien es Jesús, el salmista considera
bienaventurados aquellos que por el amor eterno de Dios Padre han sido
escogidos para eterna salvación porque “nadie
nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”! (Romanos
8:39)
JOSUÉ 9:14
“Y
los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron al
Señor”
La
autonomía con respecto a Dios des una mala compañera de viaje. La orden del
Señor era inapelable: destruiréis a todos los habitantes de la tierra. Así lo
hizo con todos los ciudadanos de Jericó (excepto Rahab la ramera que fue
salvada por la fe), y los de la ciudad de Hai. Los gabaonitas fueron
astutos y enviaron a unos hombres que
fingieron ser embajadores de un lejano país: “Tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y
remendados, y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre
sí, y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso” (vv.
4,5). El texto sigue diciendo: “Y los hombres de Israel tomaron provisiones
de ellos .Y no consultaron al Señor…Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con
ellos alianza…” (vv. 14,15). Años más tarde, durante el reinado de Saúl se
presentó un problema con los gabaonitas. Pero eso s harina de otro costal.
Lo
que deseo hacer resaltar de la historia de los gabaonitas es el peligro que
representa tomar decisiones sin consultar al Señor. Debemos tener presente que
Satanás es el padre de la mentira que se disfraza de ángel de luz para tomar
ventaja de nosotros. Si tuviéramos siempre presente que Satanás es muy astuto
no olvidaríamos sus maquinaciones y buscaríamos la dirección del Señor siempre.
Tal
vez Josué y los ancianos de Israel se confiaron con las victorias conseguidas
sobre Jericó y Hay, que no fueron suyas sino del Señor y se olvidaron de que
las victorias obtenidas lo fueron del Señor. El apóstol Pablo refiriéndose a
las debilidades de Israel que les ocasionaron muchos perjuicios y, teniendo en
cuenta de que el Antiguo Testamento ha sido escrito para que de él podamos
obtener sabiduría provechosa, dice a los cristianos de Corinto: “Así que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga” (1 Corintios
10:11).
Cuando
nos creemos fuertes dejamos de fortalecernos en el Señor y, cuando no lo
hacemos, el vaso de barro que somos se rompe en mil pedazos y, el diablo con
sus embustes nos hace creer que estamos en el buen camino. La realidad debe
recordarnos lo equivocados que estábamos. Pero, …¿qué hacemos del
arrepentimiento? Si no nos arrepentimos
y no dejamos nuestra autonomía orgullosa en el desván, no podremos gozar
de las bendiciones del Señor y recogeremos fracaso tras fracaso.
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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