SE BUSCAN POLÍTICOS
<b>Gobernar
significa rectificar. En el momento en que el político piensa que todo lo hace
bien no corregirá sus decisiones erróneas y será un peligro para la
nación</b>
Es
evidente que la política que es la ciencia de gobernar ha caído en el descrédito popular debido a
que como decía <b>George Bernard Shaw </b> “la política es el
paraíso de los bocazas”. <b>Hugo Grotius</b>, jurista y erudito
holandés del siglo XVI escribió: “No puede gobernar un reino quien no sabe
dirigir una provincia, no puede dirigir una provincia quien no sabe ordenar una
ciudad, no sabe administrar una ciudad quien no sabe guiar un pueblo, tampoco
un pueblo quien no sabe presidir una familia, este hombre tampoco sabe gobernar
bien a una familia si no sabe gobernarse
a sí mismo si no es que su razón sea señor, la voluntad y sus deseos los de sus
vasallos, nadie puede gobernar la razón si no la gobierna Dios, y le obedece”.
<b>Grotius</b>
nos está cargando con la gran responsabilidad, porque estamos en una democracia,
de escoger con mucha escrupulosidad a las personas que deben administrar los
asuntos públicos en todos los niveles. Si los políticos son inmorales y
carentes de ética, en buena parte la culpa recae sobre los electores que los
hayan escogido con sus votos.
Los
<i>westerns</i> nos han familiarizado con el cartel en el que se
lee <i>wanted</i>, se busca, junto al dibujo que ilustra el rostro
del delincuente y de la recompensa que se ofrece a quien lo entregue vivo o
muerto. Ese “se busca” también es muy apropiado en el mundo de la política.
Debemos afanarnos en buscar a un político porque la recompensa es mucho más
valiosa que unos pocos dólares. Una buena administración será de gran bendición
para todos los ciudadanos. Siguiendo el extraño comportamiento de
<b>Diógenes</b> que iba por la calle con un candil encendido en
pleno sol buscando a un hombre, nosotros tenemos que buscar a un político que
no sea un bocazas, sino que sea gobernado por Dios y que no se meta en política
exclusivamente por el lucro personal sino para el servició de toda la
comunidad.
Busquemos
desesperadamente a las personas a las que se les pueda confiar la
administración pública. <b>Jim Collins</b> profesor de la
universidad norteamericana de Stanford expone la diferencia existente entre
líder y liderazgo: “Si te pongo una pistola en la cabeza puedo hacer que hagas lo que no deseas hacer, pero no
practico liderazgo: he ejercido poder.
El verdadero liderazgo únicamente existe cuando las personas siguen cuando
tienen libertad de no hacerlo. Si las personas te siguen porque no tienen
elección, entonces no las guías”. Hoy, en nuestro país no se ponen pistolas
amenazadoras en nuestras sienes para obligarnos hacer lo que no deseamos
realizar, pero sí que se nos amenaza con el miedo utilizando las instituciones
del Estado para obligarnos a hacer lo que no deseamos.
La
ciudadanía reclama con silencio un cambio urgente en la manera de hacer
política. El buen gobierno no depende tanto de las leyes como de las cualidades
personales de los gobernantes. La maquinaria del Estado siempre está
subordinada a la voluntad de aquellos que la manejan. El buen o mal uso de este
instrumento depende de la calidad moral de quienes lo manipulan. Por dicho
motivo es tan importante la elección de los maquinistas.
Las
personas nos podemos comportarnos como bocazas en determinadas ocasiones. Quien
lo hace lo paga. Escuchando a los políticos cuando hablan de manera informal,
especialmente si lo hacen creyendo que el micrófono esta cerrado, se descubre
mucho de la personalidad del candidato a ser votado. En los discursos
propagandísticos los políticos tienen el defecto de alabar el que han hecho y
menosprecian les obras de los otros, y se tumban en el sofá una vez alcanzada
la butaca que les da el poder. La grandeza de un político no se encuentra en el
que ha hecho, sino en el que está haciendo. En el momento que se compara con <b>Cristiano Ronaldo</b> y se
considera el mejor político del mundo,
ser inicia el proceso de decadencia que lo lleva a la mediocridad.
Es
muy fácil hacer leyes, a menudo injustas. Eso no es gobernar. Las leyes son
como correas atadas a un collar que cada
vez que una persona se mueve en desacuerdo del que tiene la correa tira de la
misma para poner al díscolo en el lugar que le corresponde. Las leyes son para
ser obedecidas, sí, pero deben ser justas. Es así como los ciudadanos las
respetarán.
Cada
vez que un nuevo político llega al poder promete cumplir la ley. El presidente
<b>Mariano Rajoy</b> siempre tiene en la punta de la lengua: “Haré
cumplir la ley” y lo dice taxativamente. Pero no tiene presente que para que
una ley tenga vigencia debe ser aceptada por la mayoría de los ciudadanos para
los que ha sido promulgada. Los buenos políticos saben que la única manera de
evitar su deterioro es anticiparse y corregirla e irla modificando para que
pueda interpretar la realidad de cada momento.
Es
evidente que la democracia está en crisis debido a la existencia de una grave
crisis moral. <b>Jacques Delors</b> que fue presidente de la Comisión Europea (1985-1995) ya explicó la causa de dicha
crisis cuando dijo: “La espiritualidad debe revitalizar la sociedad. La crisis
moral de la democracia en parte se debe al debilitamiento de la espiritualidad.
Creo que a la espiritualidad que según <b>Delors</b> debe
revitalizar a la sociedad le falta concreción. En el mundo existen muchas
espiritualidades, ¿Cuál de ellas tiene poder de revitalizar a la sociedad? Las
personas que son guiadas por el Espíritu Santo son las que merecen ser
reconocidas como espirituales porque la espiritualidad procede del Espíritu. Es
el Espíritu de Dios quien da el don de la fe para que se pueda creer en Jesús.
El creyente en Cristo empieza a andar en la justicia. Esta andadura por fe es
la que revitaliza a los individuos y si son muchas las personas que caminan con
Jesús se revitaliza la sociedad que regenera la democracia.
Octavi Pereña i Cortina