LAS AVES DEL CIELO
<b>
Un mundo angustiado por el futuro más próximo tendría que ver en las aves del
cielo la providencia divina que cuida de todas las criaturas</b>
Nuestra
sociedad está sacudida por una “ansiedad patológica porque es exagerada con
respecto a lo que la desencadena e interfiere negativamente en la vida de la
persona”, afirma <b>Vicente Caballo</b> profesor de Sicología de la
Universidad de Granada. Un cierto grado de ansiedad puede ser conveniente. Ante
una amenaza alerta a la persona para la lucha o la huida. El problema que
acompaña a la ansiedad es cuando la alarma se dispara sin que exista ningún
peligro agazapado en la esquina o que sea exagerada la suposición. La
experiencia diaria nos muestra la existencia de muchas personas que viven
permanentemente angustiadas. Lo que debería ser una preocupación puntual se
convierte en una enfermedad crónica.
La
ansiedad no empieza a generarse ante situaciones verdaderamente angustiosas. La
mayoría de las personas que la padecen desconocen lo que es una situación
verdaderamente trágica. Se dispara la ansiedad por el mero hecho de que el
autobús retrasa la llegada. Se dispara cuando el hombre del tiempo anuncia que
mañana lloverá o que la temperatura rozará los 39º. La mente empieza a dar
vueltas exagerando situaciones que creemos van a producirse pero que nunca se
harán realidad. Nos da miedo la muerte y con sólo pensar en ella se desarrolla
una serie de posibles situaciones que nos desazonan y nos impiden dormir,
corriendo al botiquín a buscar la pastilla que temporalmente alivia la ansiedad
pero que no llega a la raíz del problema. Es con naderías como se empieza a ser
adictos a los hipnosedantes.
Las
enfermedades del alma no andan solas. A menudo van acompañadas de efectos
somáticos debido al debilitamiento del sistema inmunológico que se encarga de
protegernos de un buen número de achaques. La médico <b>Magda
Miralles</b> asegura que los achaques físicos son el principal motivo por
el que las personas ansiosas acuden a la consulta : “Muchas ignoran que padecen
ansiedad. Vienen porque les duele la espalda y se lo solucionamos. Después les
duele el estómago y se lo solucionamos. Después tienen problemas en la piel.
Sospechas que hay algo más, y ves que son muy ansiosas”.
El
<b>Dr. Antonio Cano</b>, presidente de la Sociedad Española para el
Estudio de la Ansiedad y el Estrés, aconseja ejercicio regular, una
alimentación equilibrada, evitar bebidas estimulantes y alcohólicas y unos
horarios regulares para dormir y, “sobre todo entrenarse para cambiar los
pensamientos negativos. La vida está
llena de dificultades, pero casi todo se puede arreglar. Si uno se toma estos
consejos como un hábito, si se entiende, es posible”. Es más fácil decir que
hacer.
El
titulo de este escrito es “Las aves del cielo”. Se lo he dado porque nos
recuerda que Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo las creó y cuida de ellas y sin necesidad de labrar la
tierra las alimenta. Jesús utiliza la providencia divina hacia las aves para querernos hacer ver que nosotros que
ante sus ojos somos más valiosos que ellas tampoco nos dejará tendidos en la
cuneta desprotegidos. Por este motivo no debemos desasosegarnos por el mañana
porque Dios proveerá. La providencia divina no incita a la holgazanería. La
enseñanza de la Escritura es que debemos ser como las hormigas que durante el
verano almacenan alimentos para el
invierno. La previsión por nuestra parte no está reñida con la confianza de que
Dios proveerá nuestras necesidades.
Jesús
dijo a sus oyentes que son los gentiles quienes están afanosos por el mañana,
preocupándose excesivamente por la comida o el vestido. Una de las acepciones
de la palabra gentil es no ser creyente en el sentido bíblico. Estas son las
personas que sufren ansia por el mañana de manera patológica. La incredulidad
es la causante de la ansiedad crónica que impulsa a las personas a ir al
botiquín a buscar el ansiolítico que alivie transitoriamente la perturbación
ante el más ínfimo despunte de dificultad. La industria farmacéutica nos
instruye a ir a la química ante el más mínimo síntoma de dolor lo cual nos
debilita para afrontarlo con gallardía. Nos convertimos en dependientes de los
paliativos químicos lo cual debilita nuestras defensas sicológicas. Como sea
que el relax químico es de breve duración es necesario repetir una y otra vez
la dosis. El resultado es que se dispara el consumo de hipnosedantes y el
incremento de trastornos físicos debido a la ansiedad no curada.
Los
no creyentes en Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo que no saben
cobijarse bajo las alas protectoras de Jesús sufren ansiedad crónica, pero
vosotros que creéis en el Padre ya sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas: “Buscad el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mateo: 6:32,33).
Los nuestros son tiempos de incertidumbre
política, económica, social. Estamos saturados de problemas domésticos:
separaciones, violencia, adicciones, hijos rebeldes…Según los médicos estas
realidades causan el incremento exponencial de fármacos para mitigar los
efectos de la ansiedad y de otras dolencias hermanas. No caigamos en el error
en el que cayeron los judíos del tiempo de Jesús que cuando los invita a
resguardarse bajo sus alas protectoras se negaron a hacerlo. Acerquémonos a Él
para cobijarnos bajo sus alas providenciales para encontrar en Él el descanso
que nuestras almas angustiadas necesitan. La paz del Señor permanecerá
permanentemente en el corazón.
Octavi Pereña i Cortina