dilluns, 27 d’octubre del 2014


LAS AVES DEL CIELO


<b> Un mundo angustiado por el futuro más próximo tendría que ver en las aves del cielo la providencia divina que cuida de todas las criaturas</b>

Nuestra sociedad está sacudida por una “ansiedad patológica porque es exagerada con respecto a lo que la desencadena e interfiere negativamente en la vida de la persona”, afirma <b>Vicente Caballo</b> profesor de Sicología de la Universidad de Granada. Un cierto grado de ansiedad puede ser conveniente. Ante una amenaza alerta a la persona para la lucha o la huida. El problema que acompaña a la ansiedad es cuando la alarma se dispara sin que exista ningún peligro agazapado en la esquina o que sea exagerada la suposición. La experiencia diaria nos muestra la existencia de muchas personas que viven permanentemente angustiadas. Lo que debería ser una preocupación puntual se convierte en una enfermedad crónica.

La ansiedad no empieza a generarse ante situaciones verdaderamente angustiosas. La mayoría de las personas que la padecen desconocen lo que es una situación verdaderamente trágica. Se dispara la ansiedad por el mero hecho de que el autobús retrasa la llegada. Se dispara cuando el hombre del tiempo anuncia que mañana lloverá o que la temperatura rozará los 39º. La mente empieza a dar vueltas exagerando situaciones que creemos van a producirse pero que nunca se harán realidad. Nos da miedo la muerte y con sólo pensar en ella se desarrolla una serie de posibles situaciones que nos desazonan y nos impiden dormir, corriendo al botiquín a buscar la pastilla que temporalmente alivia la ansiedad pero que no llega a la raíz del problema. Es con naderías como se empieza a ser adictos a los hipnosedantes.

Las enfermedades del alma no andan solas. A menudo van acompañadas de efectos somáticos debido al debilitamiento del sistema inmunológico que se encarga de protegernos de un buen número de achaques. La médico <b>Magda Miralles</b> asegura que los achaques físicos son el principal motivo por el que las personas ansiosas acuden a la consulta : “Muchas ignoran que padecen ansiedad. Vienen porque les duele la espalda y se lo solucionamos. Después les duele el estómago y se lo solucionamos. Después tienen problemas en la piel. Sospechas que hay algo más, y ves que son muy ansiosas”.

El <b>Dr. Antonio Cano</b>, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, aconseja ejercicio regular, una alimentación equilibrada, evitar bebidas estimulantes y alcohólicas y unos horarios regulares para dormir y, “sobre todo entrenarse para cambiar los pensamientos  negativos. La vida está llena de dificultades, pero casi todo se puede arreglar. Si uno se toma estos consejos como un hábito, si se entiende, es posible”. Es más fácil decir que hacer.

El titulo de este escrito es “Las aves del cielo”. Se lo he dado porque nos recuerda que Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo las creó  y cuida de ellas y sin necesidad de labrar la tierra las alimenta. Jesús utiliza la providencia divina hacia las aves  para querernos hacer ver que nosotros que ante sus ojos somos más valiosos que ellas tampoco nos dejará tendidos en la cuneta desprotegidos. Por este motivo no debemos desasosegarnos por el mañana porque Dios proveerá. La providencia divina no incita a la holgazanería. La enseñanza de la Escritura es que debemos ser como las hormigas que durante el verano almacenan  alimentos para el invierno. La previsión por nuestra parte no está reñida con la confianza de que Dios proveerá nuestras necesidades.

Jesús dijo a sus oyentes que son los gentiles quienes están afanosos por el mañana, preocupándose excesivamente por la comida o el vestido. Una de las acepciones de la palabra gentil es no ser creyente en el sentido bíblico. Estas son las personas que sufren ansia por el mañana de manera patológica. La incredulidad es la causante de la ansiedad crónica que impulsa a las personas a ir al botiquín a buscar el ansiolítico que alivie transitoriamente la perturbación ante el más ínfimo despunte de dificultad. La industria farmacéutica nos instruye a ir a la química ante el más mínimo síntoma de dolor lo cual nos debilita para afrontarlo con gallardía. Nos convertimos en dependientes de los paliativos químicos lo cual debilita nuestras defensas sicológicas. Como sea que el relax químico es de breve duración es necesario repetir una y otra vez la dosis. El resultado es que se dispara el consumo de hipnosedantes y el incremento de trastornos físicos debido a la ansiedad no curada.

Los no creyentes en Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo que no saben cobijarse bajo las alas protectoras de Jesús sufren ansiedad crónica, pero vosotros que creéis en el Padre ya sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas: “Buscad el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo: 6:32,33).

Los  nuestros son tiempos de incertidumbre política, económica, social. Estamos saturados de problemas domésticos: separaciones, violencia, adicciones, hijos rebeldes…Según los médicos estas realidades causan el incremento exponencial de fármacos para mitigar los efectos de la ansiedad y de otras dolencias hermanas. No caigamos en el error en el que cayeron los judíos del tiempo de Jesús que cuando los invita a resguardarse bajo sus alas protectoras se negaron a hacerlo. Acerquémonos a Él para cobijarnos bajo sus alas providenciales para encontrar en Él el descanso que nuestras almas angustiadas necesitan. La paz del Señor permanecerá permanentemente en el corazón.

Octavi Pereña i Cortina

 

PROVERBIOS 14:30


“El corazón apacible es vida a la carne, mas la envidia es carcoma de los huesos”

Un corazón apacible es de naturaleza dulce, agradable, suave, tranquilo, sereno, no dado a vociferar. Estas características del corazón que son vida a la carne no son de origen natural, ni producto del pensamiento positivo  tan de moda en los libros de autoayuda que pretenden mejorar la condición humana. Un corazón apacible no se consigue con la práctica religiosa aún cuando en cierta medida andan juntos. El corazón apacible que da vida a la carne es la consecuencia de la íntima relación que una persona mantiene con Dios en Jesucristo. Jesucristo es la pieza clave en las relaciones que el hombre mantiene con Dios. Sin Jesús es imposible que el hombre pueda mantener relación con Dios porque Jesús es el puente que une los dos lados del abismo infranqueable que separa al hombre de Dios. El abismo es el pecado y Jesús es el puente porque con su sangre que vertió en el Gólgota limpia todos los pecados cometidos. El resultado de la unión del hombre con Dios por medio de Jesucristo es el corazón apacible que es vida a la carne.

La cara opuesta al corazón apacible es el corazón envidioso que “es carcoma de los huesos. El corazón envidioso pertenece a las personas que están enemistadas con Dios porque no creen que Jesús es el camino que conduce a Dios. Tales personas no tienen que ser forzosamente unos desalmados cometiendo fechorías a diestra y siniestra. Pueden ser personas educadas, respetables, religiosas, pero que no conocen a Cristo. Con toda su apariencia honorable quienes no creen en Cristo la Biblia los considera impíos: “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz dijo mi Dios para los impíos” (Isaías 57: 20,21).

El que la envidia sea “carcoma de los huesos” no es exclusiva de los impíos, también pueden cultivarla los piadosos, los verdaderos hijos de Dios que no confiesan su pecado. Un ejemplo de ello lo encontramos en el rey David que confiesa: “Mientras callé, envejecieron mis huesos, en mi gemir todo el día…se volvió mi verdor en sequedades de verano”  (salmo 32:3,4). Sigue diciendo el monarca: “Confesaré mis trasgresiones al Señor, y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (v. 5). Con el pecado perdonado y borrado por la sangre de Jesús, David finaliza su poema con estas palabras de alegría que son el fruto de un corazón apacible que ha hecho la paz con Dios: “Alegraos en el Señor y gozaos juntos, y cantad con júbilo vosotros los rectos de corazón(v.11).


PROVERBIOS 15:8


“El sacrificio de los impíos es abominación al Señor, mas la oración de los rectos es su gozo”

La declaración de la Biblia es contundente, no da lugar a la apelación: “El sacrificio de los impíos es abominación al Señor”. Dicha proclama pone en evidencia que los impíos no tienen porque ser irreligiosos. El texto nos habla del “sacrificio de los impíos” lo cual significa que este tipo de personas en particular participaban con sus sacrificios en la actividad religiosa. Pero el Señor no mira la parte externa de los hechos sino las motivaciones del corazón. La participación religiosa si no se hace con rectitud de corazón es abominación al Señor. Contradiciendo lo que dice este texto, actualmente se considera una evidencia de religiosidad verdadera la afluencia masiva de personas en las procesiones de semana Santa.

Los impíos religiosos pretenden dar gato por liebre. A los hombre puede ser que los engatusen por lo parecido que existe entre la cizaña y el trigo. A Dios no lo consiguen porque el Señor no se fija en lo externo sino en lo interno. Los impíos religiosos pueden congratularse de las alabanzas que reciben de las personas que los consideran “fieles hijos de la iglesia”, pero a la hora de la verdad el crujir de dientes  será interminable porque ya no existirá posibilidad de enmienda. Solamente se muere una sola vez y una vez acaecido el acontecimiento  ya no existe la posibilidad del arrepentimiento y del perdón. Después de la muerte se carga por toda la eternidad con la hipocresía  en el fuego infernal. Es, pues, un mal negocio perseguir los aplausos humanos si se recibe la desaprobación de Dios.

El texto sigue diciendo: “mas la oración de los rectos es gozo”. Aquí el texto se refiere a algo que se hace en privado. La oración se practica en privado, indiscutiblemente también puede hacerse en público, cerrada la puerta del aposento. No busca la aprobación pública, solamente agradar a Dios. El fariseo de la parábola subió al templo para enaltecerse. Su oración está cargada de orgullo. El publicano, en cambio, en un lugar apartado, lejos de los ojos de las personas, sin dejarse notar, exclamada dentro de sí: “Dios, Sé propicio a mi pecador”. Finalizada la parábola Jesús añade: “Este”(el publicano) “descendió a su casa justificado”, es decir, su oración fue escuchada, su pecado perdonado y abandonó el recinto del templo acompañado del gozo que produce el hecho de que sus pecados fuesen perdonados.

Dos maneras de acercarse a Dios, la una es abominación al Señor y la otra produce el gozo del Señor. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué tipo de relación mantengo con Dios’

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dilluns, 20 d’octubre del 2014


CRIONIZACIÓN O RESURRECCIÓN


<b>Crionización o resurrección: he aquí el dilema que se le presenta al hombre en su afán de cerciorarse si continua existiendo de manera consciente más allá de la muerte</b>

<b>La paga del pecado es la muerte</b> (Romanos 6:23), pero en el ser humano existe un sentido de trascendencia que le hace difícil aceptar que la muerte física sea su destino definitivo. Con el fin de vencer a la muerte que es el final de trayecto de todos los humanos se ha inventado la crionización que consiste en someter a un cadáver a una situación de frío intenso con el propósito de conservarlo en condiciones para ser reanimado en el futuro cuando los progresos médicos encuentren solución a la enfermedad que le causó el deceso.

<b>Anders Sandberg</b>, investigador del Instituto del Futuro de la Humanidad  de Oxford dice que cada mes paga 20 euros para que lo crionicen. Con esta finalidad lleva la medalla de la crionización con instrucciones para congelar a su cuerpo <i>hasta la resurrección transhumana</i>. El deseo de preservar a los cadáveres de la corrupción ya viene de la antigüedad con la momificación. La ciencia moderna con la técnica de la congelación ha mejorado la conservación de los cadáveres.  El deseo de impedir la corrupción de los cadáveres proviene de la enseñanza errónea que imparten las religiones al considerar la salvación como algo que afecta exclusivamente al alma, considerando el cuerpo como algo que molesta y la necesidad de liberarse de él para que el alma obtenga la libertad   que no goza en tanto el cuerpo la envuelva. De ahí nace el ascetismo que en casos extremos somete al cuerpo a mortificaciones crueles con el propósito de que el alma no esté sujeta al dominio corporal.

La salvación cristiana es integral, es decir, afecta a toda la persona: alma y cuerpo. Una evidencia de que la salvación cristiana es integral se encuentra en el hecho de que Jesús el Hijo de Dios vino aquí en la tierra a salvar al pueblo de Dios de sus pecado, no lo hizo solamente en espíritu, se encarnó en el vientre de la virgen María haciéndose hombre de carne y huesos como lo somos nosotros.

La muerte y la resurrección de Jesús indica claramente que al Padre le interesa la salvación integral de su pueblo, salvación que por cierto consta de dos fases separadas por el tiempo. La primera tiene lugar en el momento en que el pecador cree que Jesús es su Salvador. En este preciso instante recibe la vida eterna que Jesús atorga a todos quienes creen en Él. El alma es purificada de sus pecados por la sangre de Jesús. A partir del momento de la conversión el alma tiene acceso directo en la presencia de Dios. La lectura de la Biblia y la plegaria inducidas por el Espíritu Santo demuestra que el alma puede mantener contacto con Dios. Con la muerte, el alma abandona el cuerpo que era su morada y accede directamente a la presencia de Dios gozando de su gloria. El cuerpo sin el alma duerme en el sepulcro esperando que sea despertado en el día de la resurrección

Resurrección es una palabra tabú que a muchos sigue despertando burlas de la misma manera como lo hicieron los racionalistas atenienses cuando oyeron hablar de la resurrección de los muertos por boca del apóstol Pablo. A los partidarios de la momificación - hoy todavía los hay – y  de la crionización el salmista les plantea una pregunta: “¿Qué hombre vivirá y no vera muerte? ¿Librará su vida del poder del sepulcro?”  (Salmo 89: 48). Desde Adán hasta hoy todos los hombres sin excepción mueren. De ello no tenemos ninguna duda. La momificación no ha servido para hacer revivir a los antiguos faraones egipcios, a pesar de los avances en medicina, ni la crionización ha servido para resucitar a un cadáver auténtico. Si lo hubiese conseguido habría sido una noticia que hubiera ocupado grandes titulares en los medios de comunicación. La respuesta es el silencio. Quienes como Anders Sandberg pagan a plazos su futura crionización para volver a la vida cuando la medicina encuentre el remedio a la enfermedad causante de su muerte se llevarán un gran desengaño porque la resurrección de los muertos no está al alcance del hombre. “De manera que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Es la ley del pecado que afecta a todos.

La segunda fase de la salvación, la que afecta al cuerpo se llama resurrección. ¿Qué enseña la Biblia sobre este tema? La resurrección está basada sobre el hecho histórico de la resurrección de Jesús. Si Jesús no murió ni resucitó como enseñan algunos, imposible es que haya resurrección de los muertos. Jesús murió realmente. El gobernador romano Pilatos dejó bajar el cuerpo de Jesús de la cruz después de oír el informe del centurión que dirigió la crucifixión de que Jesús estaba muerto. Fue enterrado y al tercer día resucitó conforme a las Escrituras. De ello existen testigos oculares que lo certifican: “Se apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a mas de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen…” (1 Corintios 15:5-8).

Algunos se preguntan: “¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con que cuerpo vendrán? (v.35). Para ayudar a entender dicho misterio el apóstol Pablo usa la analogía de una simiente que para que pueda brotar una planta primero debe destruirse.. Así lo explica la Biblia: “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes” (v.36). “Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (vv.42-44). “Pero esto os digo, hermanos: que la carne ni la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (v.50). “Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (v.54). ”Más gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v.57).

El hombre no puede liberarse del poder del sepulcro. La Biblia sigue diciendo: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre (Adán), también por un hombre (Cristo)  la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (vv. 20-22). Hemos empezado este escrito con: “La paga del pecado es la muerte”. El resto del versículo dice: “mas el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

Octavi Pereña i Cortina

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”

El cristiano no es una persona estática, inmóvil. Siempre en el mismo sitio con el paso del tiempo. Un cristiano de estas características se parece a un charco de agua estancada que hiede y que obliga a las personas que se le acercan a taparse la nariz. El Señor quiere que del interior de sus hijos corran ríos de agua viva. El inmovilismo no debe formar parte de la vida del cristiano.

En el texto que comentamos el apóstol Pablo no da un empujón para ponernos en movimiento al decir: “No os conforméis a este siglo”. No debemos asemejarnos al mundo que nos envuelve. Debemos distinguirnos de él. Estamos en el mundo pero su filosofía no es la nuestra. Debemos diferenciarnos para que la luz de Dios que hay en nuestro corazón fluya de nosotros y alumbre en medio de las tinieblas en que vivimos quienes creemos en el Señor Jesús.

“Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. La mente del cristiano debe encontrarse en un proceso de renovación continuada si es que desea que de sus labios broten palabras de vida que sirvan de bendición para las personas que las escuchan. Si el entendimiento no se renueva los pensamientos que se convierten en palabras son siempre las mismas. La monotonía es el resultado de la falta de renovación mental. Decir siempre lo mismo aburre. Una persona que cansa se queda sola porque nadie quiere estar al lado de alguien que cansa con sus pláticas.

La renovación de nuestro entendimiento debe llevarnos a comprobar “cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Si en verdad deseamos saber cual es la ”buena voluntad de Dios”, este propósito “no nos dejará estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8). Dios es infinito, sus pensamientos no son los nuestros. Entre Él y nosotros nos separa un abismo infranqueable si deseamos conocerle a base de nuestros razonamientos. Nuestros pensamientos deben concordar con los suyos. En su misericordia Dios a lo largo de los siglos ha levantado profetas y apóstoles en quienes ha revelado todas las cosas que quiere que conozcamos y que se han reunido en un libro que llamamos Biblia. Sumergirnos en sus páginas para extraer de ellas toda la sabiduría divina es tarea de toda una vida y aún le queda mucho por explorar. Si en verdad deseamos conocer la “buena voluntad de Dios agradable y perfecta”, la magna tarea no nos dejará estar ociosos cosa que provocará la renovación de nuestro entendimiento que permitirá que de nuestro “interior corran ríos de agua viva” (Juan 7:38) que fertilizarán el entorno en el que nos movemos.


GÉNESIS 13:12


“En tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma”

Llega un momento en que las posesiones de Abram y de su sobrino Lot son tantas que no pueden seguir juntos. La abundancia de ganado en un espacio limitado hacía que los pastores de tío y sobrino se pelearan. Abram como hombre sensato que era y no dado a las discusiones le dice a su sobrino: “No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos porque somos hermanos” (v.8). Abram le dice a Lot que escoja. “Y alzó Lot sus ojos y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto del Señor…Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán” (vv. 10,11).

La elección que hizo Lot pone en evidencia la codicia que anidaba en su corazón. Escogió la llanura del Jordán porque era tierra fértil debido a la abundancia de agua. Si su rebaño ya era numeroso de ahora en adelante lo sería mucho más. Pero Lot no tuvo en cuenta en el momento de hacer la elección que “los hombre de Sodoma eran malos y pecadores contra el Señor era en gran manera” (v.13)

El texto que comentamos dice que “Lot habitó en las tiendas de la llanura”, es decir comenzó a vivir entre “entre hombres malos y pecadores contra el Señor”. La Biblia habla del “justo Lot” (2 Pedro 2:7), es decir, que Lot era un verdadero hijo de Dios, aún cuando no lo pareciese. El hijo de Dios vive en el mundo pero no es del mundo. El hijo de Dios vive junto a hombres malvados y pecadores contra el Señor, pero debe dejar claro que no es uno con ellos. Por ello la Escritura es tan enfática al decir que la luz y las tinieblas no pueden ir juntas. Lot se mezcla con los habitantes de los pueblos de la llanura que no habían llegado al extremo de la maldad  de los de Sodoma. Pero Lot hasta cierto punto se encontraba a gusto con ellos. Aún cuando Lot “afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos” no se aparta de ellos como exige la Ley de Dios. Poco a poco ”fue poniendo las tiendas hasta Sodoma”. La tienda es un tipo de habitáculo temporal, no es un lugar fijo de residencia. Pero en Sodoma vivía en una casa, es decir, se había asentado de manera definitiva en el corazón de la maldad.

La historia del justo Lot debe ser motivo de profunda reflexión por parte de los cristianos del siglo XXI, como personas y como iglesias. Si no vigilamos atentamente, si nos relajamos, si no permitimos que la palabra de Dios sea el guía de nuestras vidas poco a poco iremos “poniendo nuestras tiendas hasta Sodoma”, es decir, como personas y como iglesias estaremos dominados por la filosofía impía de este mundo que está controlada por Satanás que es totalmente contraria a Dios. Si esto sucede, el Señor tendrá que decirnos lo mismo que dijo a la iglesia de Laodicea; “Yo reprendo y castigo a todos los que amo, sé pues celoso y arrepiéntete”  (Apocalipsis 3:19).

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dilluns, 13 d’octubre del 2014


NOÉ Y NUESTRO TIEMPO


<b>La Biblia deja bien claro que con la muerte se abren dos destinos eternos: Vida o muerte. Ahora es el momento de decidir qué destino deseamos</b>

Hollywood ha decidido hacer una superproducción con Noé como protagonista. Como todas las superproducciones hollywoodenses de carácter bíblico Noé está saturada de efectos especiales  y recargada de añadidos que no se conforman con el texto bíblico. Siguiendo la costumbre, las superproducciones bíblicas que tienen la finalidad distraer al espectador  antes que instruirlo en el contenido bíblico  consiguen confundirlo al esconderle lo que dice al hacer la adaptación cinematográfica. En definitiva Noé es un melodrama que exagera y deforma el texto bíblico con el propósito de despertar sensaciones que mantengan al espectador enganchado hasta el The End. El único valor positivo que puede tener Noé  es si despierta al espectador y lo impulsa a desear descubrir el paralelismo existente entre el tiempo del patriarca y el nuestro, leyendo el texto bíblico que le despierte del letargo espiritual y lo mueva al temor del Señor. Como todas las novedades cinematográficas Noé pasará sin pena ni gloria excepto si se descubre el valor que tiene el Noé bíblico para nuestros días.

La tierra en que habitaba Noé “se había corrompido delante de Dios, y la tierra era llena de violencia…estaba corrompida, porque toda carne había corrompido  su camino sobre la tierra” (Génesis 6: 11,12) En este escenario de degradación moral causado por el abandono de Dios hay un hombre: Noé que mantiene  íntima comunión con Dios que le revela sus propósitos: “He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia  a causa de ellos, y he aquí yo los destruiré con la tierra” (v.13). Examinemos quien era Noé.

El texto nos dice: “Con Dios caminó Noé” (v.9). En el contexto bíblico caminar con Dios significa cultivar diariamente y a lo largo de toda la vida la relación íntima con Dios, obedeciendo los mandamientos divinos y vivir santamente. Noé podía llevar ese estilo de vida  porque “halló gracia ante los ojos del Señor” (v.8). Dios, en su misericordia escogió a Noé para que fuese su representante en la tierra y actuase como  “pregonero de justicia” (2 Pedro 2: 5), no de una justicia humana que lo es todo menos justa, sino de la justicia de Dios que perdona al pecador que se arrepiente y lo convierte en amigo suyo. Noé sabía por revelación divina el fin que le aguardaba a la humanidad si no se arrepentía de sus pecados y retornaba a Dios. Durante todo el tiempo que  duró la construcción del arca Noé predicaba el perdón de Dios. El texto no nos dice cual fue la reacción de las personas al anuncio que hacía Noé de la misericordia de Dios. Nos podemos imaginar que fue parecida a la respuesta que los futuros yernos de Lot dieron cuando les anunciaba la inminente destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra: “les pareció que se burlaba” (Génesis 19:14). Finalizado el período de gracia: destrucción irrevocable. La familia de Noé, un total de seis personas encontraron refugio en el arca y sobrevivieron al Diluvio.

Jesús cuado se refiere al Juicio Final reconoce la historicidad de Noé y del Diluvio al decir: “”Mas como en los días de Noé, así será la venda del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24: 37-39). El recordatorio que Jesús hace de Noé y del Diluvio no es para ponerlo en saco roto pues es de trascendencia eterna.

El Diluvio con la destrucción de toda la tierra y de sus habitantes es un aviso que nos recuerda que no se puede jugar con la ira de Dios. El apóstol Pedro refiriéndose al Día Final, escribe: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”                  (2 Pedro 3: 9,10).

Jesús, que jamás bromea explica la parábola de las diez vírgenes, cinco sensatas y cinco insensatas. Las sensatas estaban preparadas para recibir al esposo y “entrar con Él a las bodas y la puerta se cerró”. Las insensatas corrieron a buscar aceite para sus lámparas cuando se dieron cuenta de que el Señor se acercaba. Cuando regresaron encontraron cerrada la puerta que daba acceso al salón del banquete. Se pusieron a golpear la puerta y gritar frenéticamente: “¡Señor, Señor, ábrenos! Que el lector no se crea que Jesús bromea. La parábola de las diez vírgenes es una súplica amorosa que intenta despertarnos del sueño aletargador que nos impulsa a descuidar que la venida del Señor puede ser inminente y que debemos estar preparados para cuando el hecho se produzca sin avisar. “¡Velad!” es el clamor angustiado de quien ama al pecador ya que si cierra la puerta ya no se vuelve a abrir. Será impresionante escuchar “el lloro y el crujir de los dientes”.

Octavi Pereña i cortina

 

EZEQUIEL 8:6


“Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores”

Ezequiel que se encuentra deportado en Babilonia, el Señor en visiones le transportó a Jerusalén y lo introdujo en el interior del templo pudiendo así  contemplar “las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario”. Aparentemente los “setenta varones de los ancianos de la casa de Israel” (v. 11) permanecían fieles al Señor, pero como Jesús que “no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad  de que nadie le diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre” (Juan 2:24,25), conocía la hipocresía de aquellos ancianos de Israel.

El conocimiento que el Señor tiene de lo que se fragua en nuestros corazones debería impulsarnos a no pretender engañarlo con nuestras muestras externas de religiosidad. ¿Recuerda el lector la escena del fariseo que subió al templo a orar? ¿Cómo describe Jesús al fariseo? He aquí lo que dice de él: “puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano, ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano”  (Lucas 18:11,12). Los fariseos acostumbraban a presumir públicamente de su profunda religiosidad. Jesús dice que el fariseo que subió al templo “oraba consigo mismo”. No presumía en voz alta en voz alta de sus virtudes, lo hacía en secreto, pero el Señor sabía lo que había en aquel hombre.

Jesús contrasta la  oración del fariseo con la del publicano que ambos estaban al mismo tiempo en el templo adorando a Dios, diciendo: “Os digo que éste (el publicano) descendió a su caso justificado antes que el otro (el fariseo), porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”(v. 14).

Lo que debe quedarnos bien claro es que al Señor no se le puede dar gato por liebre. Debemos ser sinceros con Él, no pretender engañarle porque no lo conseguiremos y Él nos dará conforme a nuestras obras. Debemos seguir el ejemplo del publicano que “estando lejos” oraba así: “Dios, sé propicio a mi pecador” (v.13). Este hombre que no pretendió engañar a Dios sino que se presentó ante Él reconociéndose pecador salió del templo “justificado”, es decir, con sus pecados perdonados y gozoso porque el gozo siempre sigue al arrepentimiento sincero.


PROVERBIOS 30: 11,12


“Hay una generación limpia en su propia opinión, si bien no se ha limpiado de su inmundicia”

¿Qué piensan las personas de sí mismas? La respuesta generalizada es que son buenas personas. ¿Qué piensan los encarcelados de si mismos? Afirman que están en la carcel por la cara, que no han hecho nada que merezca el encarcelamiento. Una multitud de personas buenas no pueden curar a una sociedad enferma en la que prospera la violencia, el odio, las guerras y un sinfín de males que ponen en evidencia que el ser humano no es bueno por naturaleza como muchos afirman que lo es. Si alguien que se ha ensuciado las manos afirma que las tiene limpias no irá al grifo ni cogerá el jabón para lavárselas. ¡Si las tiene limpias por qué malgastar agua y jabón!

En el campo del espíritu sucede algo parecido. Si uno afirma que no tiene pecado, ¿para qué lavar el corazón si lo tiene limpio?¿No es una necedad limpiar lo que está limpio? Una cosa es lo que el hombre piensa de sí mismo y otra muy distinta lo que Dios piensa de él. ¿Qué piensa Dios de nosotros? “Todos han pecado”.  “No hay justo ni aún uno”. Pero el hombre no acepta el veredicto de Dios porque cree ser una bellísima persona, por tanto no necesita pedirle perdón. Pero Jesús dice: “los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5: 31,32). Estas palabras Jesús las dijo en respuesta a los fariseos “murmuraban contra sus discípulos diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?” (v.30). Los fariseos y los escribas considerándose personas honorables, limpias, menospreciaban a los discípulos de Jesús porque se relacionaban con los pecadores. El hecho de que los fariseos y los escribas se considerasen “limpios” les impedía acercarse al Médico del alma para que sanase la enfermedad de sus corazones y como despreciaban al Facultativo, la sangre que Éste vertió en el Gólgota no podía “limpiarles de todo pecado” (1 Juan 1:7).

Es una insensatez considerar que  formamos parte de ”una generación limpia en nuestra propia opinión” porque ello impide que Jesús pueda “limpiarnos de nuestra inmundicia”

 

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dilluns, 6 d’octubre del 2014


GÉNESIS 7:1


“Dijo luego el Señor a Noé: Entra tú y tu casa en el arca porque a ti te he visto justo delante de mí en esta generación”

El capítulo 6 de Génesis describe la condición moral de la humanidad en tiempos de Noé. El versículo la describe: “Y vio el Señor que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. Esta descripción hace un retrato real de la humanidad sin haber sido retocado por Photoshop de nuestra generación. Incluso periodistas del prestigio de Josep Cuní ante la avalancha de malas noticias que diariamente deben manejar llegan a la conclusión que es una falsedad decir que el hombre es bueno por naturaleza. El corazón del hombre es perverso y de continuo busca hacer el mal.

¿Cuál es la causa de la perversidad humana? El capítulo 1 de Romanos nos dice la razón por la cual el hombre comete las perversidades que puede llegar a hacer: Ha abandonado a Dios y por ello “Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no convienen” (v. 28)

En medio de una sociedad corrompida que había alcanzado el máximo de maldad y que no tenía posibilidad de dar marcha atrás porque en corazones tan endurecidos no existía el más mínimo sentimiento de haber cometido el mal, el texto nos presenta un atisbo de esperanza: “Pero Noé halló gracia ante los ojos del Señor” 6:8).

Una anécdota ilustra la gracia de Dios. Cuando a un negro africano  le preguntaron porque amaba tanto a Jesús, lo explicó de manera muy gráfica.Cogió un gusano y lo puso dentro de un circulo de hierba seca a la que prendió fuego. Cuando el gusano empezó a retorcerse de dolor debido al fuerte calor. El negro lo cogió, y dijo:”Yo era este gusano y cuando me estaba consumiendo en el fuego del infierno vino Jesús y me sacó de las llamas. ¿No es ello motivo de amar a Jesús con todas la fuerzas de mi alma?”

La generación de Noé estaba condenada a perecer ahogada. Pero de entre ella un hombre, Noé encontró gracia en los ojos de Dios lo que le evitó perecer junto con sus congéneres. Una persona muerta en sus delitos y pecados no puede levantarse de entre los muertos por si misma. Precisa que la mano del Señor la saque de la condenación eterna en que ha caído debido a su pecado. Precisa de la gracia de Dios manifestada en Jesucristo para obtener la vida eterna, para pasar de la condenación a la salvación.


PROVERBIOS 30: 5,6


“Toda palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te prenda y seas humillado”

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para limpiar los corazones de las personas para que quienes hayan sido purificados por ella anden en santidad y con ella glorifiquen el Nombre del Señor y sean instrumentos para que quienes viven en el estercolero del pecado puedan sentirse movidos a buscar a Dios, el Autor de la Palabra, para que puedan empezar a vivir en novedad de vida.

La pregunta que nos debemos hacer es: ¿Toda la Escritura es palabra de Dios o lo es sólo en parte? Es decir: ¿Es toda la Biblia palabra de Dios o solamente contiene palabra de Dios y que es responsabilidad nuestra extraer la palabra de Dios de lo que no lo es? Esto plantea una pregunta: ¿Cómo saber que la decisión tomada es la correcta? Si es el hombre quien debe decidir qué es palabra de Dios y que no lo es siempre decidirá erróneamente porque debido a nuestra condición de pecadores tenemos la tendencia a decidir erróneamente y a rechazar todo lo que provenga de Dios. El hecho de afirmar que la Biblia contiene palabra de Dios pero que no toda ella lo es ya es un indicio que el corazón del hombre rechaza la sabiduría de Dios.

Para quienes toda la Escritura es palabra de Dios , el Señor “es escudo a los que en Él esperan”. Creer que toda la Escritura es palabra de Dios significa que  se cree plenamente en el Dios que inspiró a los profetas y apóstoles a escribir, para nuestra instrucción. Cuando creemos que toda la Escritura es palabra de Dios  el Señor se convierte en el escudo que nos protege de los dardos de fuego del Maligno. La Biblia en multitud de ocasiones dice que Dios es la Roca para quienes confían en Él.  Quienes edifican sus vidas sobre la Roca, las tormentas de la vida ni los ataques de los hombres no los hunden. Salen victoriosos de las muchas tentaciones.

“No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas humillado” , nos dice dios por la pluma de Salomón. Apocalipsis finaliza con unas palabras que complementan el texto que comentamos: “Si alguien añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguien quita de las palabras  de este libro, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (22:18,19).No se puede jugar con la Palabra de Dios al decir que se puede sacar o añadir a conveniencia. Recordemos: “Todas la Escritura es palabra de Dios”, y punto.

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DEPRESIÓN: ENFERMEDAD DEL CORAZÓN


<i>La depresión es la enfermedad invisible que no puede detectarse que tiene consecuencias físicas</i>

Si se nos dice según un autor anónimo: “El estrés se caracteriza por una respuesta exagerada del organismo (físicamente y sicológicamente) ante una serie de estímulos que en un momento determinado sobrepasan la capacidad de la persona…unos asimilan los recuerdos y los modifican de manera importante y beneficiosa respecto a todo lo que pasa realmente, en cambio en quienes sufren estrés  el recuerdo no ha variado y lo tienen continuamente presente con la misma viveza y sensación de realidad”, todo esto que es verdad poca cosa le dice al afligido porque describe el dolor de manera muy erudita. En cambio, si nos fijamos en la descripción que <b>Denis Stevenson</b> hace de la depresión lo entenderemos porque es el relato de alguien que sabe por experiencia propia lo que es el sufrimiento: “Un día me rompí la pierna por diez puntos. Me llevaron al hospital. Alguien atrapó mi pierna con la puerta cuando la cerraba. ¡Te puede imaginar el dolor! Puedo decirte, pero, que el dolor de la depresiones mucho peor: es intensísimo”

<b>Richard Layerd i David M. Clark</b>, autores del libro <i>¿Dónde está el problema</i>, dicen: “El dolor mental es tan real como el físico. Se experimenta en las mismas áreas del cerebro como el físico, pero incapacita más. A estos dos tipos de dolor no se les trata de manera parecida. A casi todos los que sufren físicamente se los trata. Dos de cada tres que son enfermos  mentales, no reciben tratamiento. Si te has roto un hueso se te trata inmediatamente, pero si es tu espíritu el que se ha roto, no lo recibes”.

Los autores del libro dicen que mejorar la calidad de vida: “Ingresos, educación, salud física, vivienda, no ha sido suficiente para hacernos más felices o vidas más ordenadas. Nos han dejado fuera la persona interior”. Lo que se ve con los ojos tiene prioridad sobre lo que no se ve aun cuando sea tan real como lo otro. Los autores del libro mencionan el <i>hombre interior</i> en la lucha contra la depresión y las enfermedades mentales tan extendidas hoy. Como cristiano que soy me referiré al <i>hombre interior</i> desde la perspectiva bíblica.

Alguien ha dicho: “No es lo que comes lo que te produce úlceras…es lo que se te come a ti”. Lo que es difícil hacer, por no decir imposible, es evitar los pensamientos negativos que nos consumen. Es aquí, los pensamientos negativos que no sabemos como eliminarlos para recuperar la salud mental, la Biblia nos enseña a hacerlo. La raíz de los pensamientos negativos es el pecado, cuyo significado es <i>no hacer diana</i>. <i>No hacer diana</i> básico es no tener en cuenta a Dios. Vivir como si no existiere. Cuando <i>no hacemos diana</i> en lo esencial tampoco lo hacemos, con mayor o menor intensidad, en lo secundario. Pienso que el texto básico que nos enseña a eliminar los pensamientos negativos que propician la aparición de depresiones y otras enfermedades mentales relacionadas es el salmo 32. El poema comienza así: “Feliz aquel cuya trasgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado. Feliz el hombre a quien Dios no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”. El rey David que es el autor del salmo considera feliz , bienaventurada, dichosa, la persona a quien Dios le ha perdonado su pecado. El pecado, es, pues, el causante de la infelicidad que da paso a las depresiones. “Cuando pequen contra ti, porque no existe ningún hombre que no peque…y se arrepientan de todo corazón…entonces oirás des de los cielos, el lugar en donde tu resides, su plegaria y su súplica, y les harás justicia” (1 reyes 8:46-49), es decir sus pecados serán perdonados.

El tiempo que David guardó su pecado en el buche, lo describe así: “mientras callé, envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día” (v.3). En el salmo 51 se dice que como resultado del arrepentimiento a Dios “se recrearán los huesos que has abatido” (v.3). Lo cual es un reconocimiento de que el malestar psíquico que afectaba a la salud física era la consecuencia del pecado no perdonado que le consumía las entrañas. El rey no puede soportar por más tiempo el dolor moral que le ocasionaba el pecado no perdonado. Se decide a pedir perdón al Señor por sus trasgresiones para que le sean perdonadas. Por ello puede escribir para instrucción nuestra: “Feliz aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado”. El perdón de Dios cura aquellas dolencias psíquicas que son consecuencia del pecado. Los huesos endurecidos y carentes de flexibilidad  del salmista habían recuperado su elasticidad sin necesidad de Densia ni otros productos similares.

No existe persona que no peque debido a que no hay ni tan solo un justo. Cualquier pecador que cree que Jesús es el camino que conduce a Dios recupera el gozo del Señor, gozo que expulsa los pensamientos negativos causantes de depresiones y enfermedades vinculadas, porque el Señor ocupa toda su alma.. La vida del deprimido languidece debido a la aflicción. Recupera el deseo de vivir cuando el gozo del Señor entra a formar parte de su persona cuando cree que Jesús es la única Persona que puede perdonarle su pecado porque Jesús es Dios.

Octavi Pereña i Cortina