LUCAS 12:34
“Porque donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón”
Es una característica de la condición humana intentar mejorar su
condición de vida. Estar más sanos, ser más atractivos, más populares, más
inteligentes…”El césped del vecino es más verde”.
Russell Crnwell, pastor evangélico fue conocido por una parábola de su imaginación, titulada:
“Acres de diamantes”. La parábola enseña a apreciar y utilizar lo que
uno posee. Básicamente trata de un granjero que quiso enriquecerse buscando
diamantes. Vendió su finca y empezó a viajar por tierras presumiblemente ricas
en estas piedras preciosas. Después de años de infructuosa búsqueda se arruinó
y se ahogó en un río.
Entre tanto, el nuevo propietario de la finca encontró unas piedras muy
extrañas en el campo. Eran tan raras que cogió una y la puso sobre la repisa de
la chimenea. Un día recibió la visita de un amigo y se fijó en la extraña
piedra. La cogió, la examinó y se dio cuenta de que se trataba de un diamante
en bruto. El nuevo propietario recogió las piedras y se enriqueció.
La lección que se extrae de esta parábola es de que el antiguo
propietario nunca se preocupó de
examinar su propiedad para buscar en ella diamantes. Era rico y no lo sabía,
¡qué pena!
No vamos a hablar de tesoros materiales que son poco valiosos porque se
destruyen con el paso del tiempo y se hacen inservibles. Los que perduran hasta
el día de la muerte, no nos los podemos llevar. Hablamos del tesoro que el
ladrón no puede robarnos ni el orín destruir. Nos referimos a la perla de gran
precio que por ser única y de una gran belleza
el comerciante vendió todo lo que tenía para poder comprar aquella perla
única. La parábola bíblica no se refiere a una perla de las que se hacen dentro
del caparazón de las ostras. “Mi amado es para mí un manojito de mirra, que
reposa entre mis pechos.. Racimo de flores de alheña es en las viñas de Engadi,
es para mí mi amado” (Cantares1:13,14). Para la enamorada, el amado era
único. No había otro igual. El amor hacia su amado estaba encendido en su
corazón. Su alma estaba enfervorizado de amor hacia su amado. Para ella no
existía otro amado. El amado era su único amor.
¿Somos conscientes de que Cristo habita en nuestro corazón? ¿O somos
como el propietario que vendió su finca para ir a buscar diamantes en otras
tierras cuando las tenía en su propiedad? Si Cristo habita en nuestro corazón
por la fe, ¿por qué buscamos al Amado
allí donde no se encuentra? Buscamos sustitutos en la sicología, en la educación,
en la religión. Pero no lo encontramos
Pidámosle a Dios que abra nuestros corazones para que podamos darnos
cuenta de que la Perla de gran precio la tenemos dentro y que no tenemos que ir
a buscar al Amado en tierras lejanas llenas de oscuridad. Pidámosle a Dios que
encienda en nuestros corazones un amor ardiente por el Cristo que se encuentra
por el Espíritu en nuestras propias almas.
SALMO 139:23,24
“Pruébame, oh Dios, y conoce mi
corazón, pruébame y conoce mis pensamientos, y ve si hay en mí camino de
perversidad, y guíame en el conocimiento eterno”
¿Para que sirven las analíticas?
Se utilizan para que el médico pueda saber si el paciente tiene algún problema
de salud no detectado, en caso afirmativo poder recetarle el medicamento que
curará la dolencia descubierta. Las personas, voluntariamente no sometemos a
los inconvenientes de hacernos analíticas porque le damos mucha importancia a
la salud física.
Nos importa mucho la salud corporal a pesar de que sabemos de que no la
podremos mantener indefinidamente. Las dolencia, los achaques, son síntomas, indican que hemos de morir.
¿Qué de las analíticas del alma?¿Nos preocupa su salud?
Desgraciadamente son muchos quienes viven como si no tuvieran alma y lo único
que les preocupa es la salud del cuerpo. Quienes escogen esta forma de vivir no
eliminarán las enfermedades que les preocupan y un día, más pronto o más tarde
el alma deberá presentarse ante Dios para dar cuenta de todo lo que ha hecho.
Una creencia genuina en Dios hace que el alma sea sensible. Por la fe, la
persona sabe con certeza que tiene alma y que es sensible a la voz de Dios y
deseará hacerse periódicamente analíticas par comprobar el estado de su salud.
El salmista se hace esta pregunta: “¿Quién podrá entender su propios
errores? Líbrame de los que me son ocultos?” (19:12). Este hombre de Dios
es consciente que dado que posee una naturaleza pecaminosa inconscientemente
puede pecar y no darse cuenta de haberlo hecho. Por ello le pide a Dios que le
haga una analítica para descubrir lo que se esconde en su corazón y ponga al descubierto
si en él hay pensamientos de perversidad. El salmista sabe cual es su condición
y no quiere imitar a Adán y a Eva que quisieron esconder su pecado haciéndose
delantales cosidos con hojas de higuera. Le pide a Dios que examine su corazón para que pueda darse cuenta de sus
pensamientos malvados y así pedirle
perdón y permitir que la sangre de Jesucristo los borre y así poder transitar
por “el camino eterno”
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