dilluns, 19 de maig del 2014


DEUTERONOMIO, 8:3


“Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías, tú ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca  del Señor vivirá el hombre”

Las pruebas que Dios manda sirven para probar la fe. Dios ya sabe lo que hay en el corazón del hombre, pero la dificultad sirve para que quien ha sido probado descubra si la fe que dice tener es auténtica o fraudulenta. Las dificultades que los israelitas pasaron durante la travesía  por el desierto sirvieron para hacer relucir la incredulidad que se escondía en los corazones de la mayoría del pueblo.

Este texto de Deuteronomio nos lleva a dos pasajes del Nuevo Testamento. El primero a la tentación que Satanás le puso a Jesús después de 40 días de ayuno. Por ser Jesús Dios y hombre como nosotros, el largo ayuno despertó en Él un hambre intensa. El diablo pensó: ahora es el momento para impedir que realice la obra de salvación que ha venido a hacer. Lo intentaré y lo conseguiré. Dicho y hecho: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. Jesús que fue obediente al Padre en todo, le respondió: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de dios”. En los momentos de dificultad debemos permanecer fieles a Dios porque Él nos sustentará.

En el desierto el Señor sustentó a Israel con el maná, aquel pan del cielo que cada amanecer caía sobre la tierra y que alimentaba los cuerpos de los israelitas. Les interesaba más el maná que alimentaba a sus cuerpos que el Maná que alimentaba a sus almas. Jesús deja bien claro cuáles son las preferencias que tienen quienes son físicamente circuncidados pero que son incircuncisos de corazón. He aquí lo que Jesús dice a la multitud que le seguía: “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (Juan 6:25). Aquí surge una pregunta: ¿Cuáles son nuestras preferencias? ¿Buscamos exclusivamente saciar las necesidades físicas básicas y las añadidas, o nos preocupa saciar las necesidades del alma? Quien come el maná que entra por la boca al cabo del tiempo determinado por Dios muere eternamente. Jesús dice a sus oyentes: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo, si alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré para la vida del mundo”  (Juan 6:51). La pregunta es: ¿Crees que Jesús es el Pan de Vida que da vida eterna a quien cree en Él y en su obra redentora?


JUAN, 1: 46


“Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve”

Jesús se convierte en piedra de tropiezo para muchos porque no le conocen y dicen de Él barbaridades fruto de su ignorancia. Si supieran quien es realmente Jesús serían respetuosos con Él y no blasfemarían su Nombre. ¿Realmente Jesús es quien dicen los cristianos que es? Los razonamientos no convencen porque a Jesús no se le conoce por la razón aún cuando la razón juega su papel en su conocimiento.

Quienes somos verdaderos cristianos lo somos porque alguien en su día nos habló de Jesús, asegurándonos que es el Hijo de Dios que se hizo hombre para darnos una revelación más completa de Dios y que cargó con nuestro pecado para perdonarlo. La fe en Cristo muerto en la cruz del Gólgota y resucitado llena el corazón del amor de Dios que se escapa a los razonamientos. El Espíritu Santo testifica a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. La fe es un don de Dios.

¿De Nazaret puede salir algo bueno? Aunque Jesús nació en Belén se podía decir que su residencia era en Nazaret. Pues sí, de Nazaret ha salido algo bueno. Jesús, al que deberían conocer personalmente todos los hombres es la Vida eterna y el Camino que conduce al Padre. El pecado separa de Dios, crea un abismo insalvable que nos mantiene totalmente separados de Dios. He aquí la importancia que tiene Jesús: Nos reconcilia con Dios haciendo la paz con Él.

Como cristianos deberíamos llevar  a las personas a Jesús, no a una religión aunque sea la evangélica. Los pecadores deben convertirse a Jesús, no al cristianismo. A nosotros los creyentes nos corresponde presentar a Jesús para que los incrédulos tocados por la gracia de Dios puedan convertirse a Él por la fe y ser transformados en verdaderos hijos de Dios. Esta es nuestra obligación hablar a los pecadores de Jesús y dejar que la gracia de Dios les dé el don de la fe y se conviertan a Cristo, el Salvador.

 

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