dilluns, 19 de maig del 2014


TSUNAMI ADOLESCENTE


<b>La publicidad que acosa a la mujer convirtiéndola en objeto de placer y de dominio es en buena medida la causante del despertar antes de hora la sexualidad infantil</b>

Un reportaje sobre sexo infantil – adolescente es alarmante. En Lleida 15 niñas menores de 16 años dieron a luz en el año 2011, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Otras 26 de esta misma franja de edad decidieron abortar. Entre las más jóvenes, 6 de ellas tenían 14 años o menos, de las cuales 3 fueron madres. Siempre que se presenta un problema debe buscarse la causa . Los hechos no ocurren por casualidad. Siempre que se presenta una dificultad se debe buscar la causa para subsanarla. La razón de los embarazos infantiles- adolescentes es más profunda que la ley absurda y faltada de sentido común del legislador que dicta la ley que establece que una niña puede tener relaciones sexuales con un adulto a partir de los 13 años.

Es un hecho innegable que la sociedad actual está supersexualizada,  que rinde culto al sexo, que se encuentra en un estado perenne de frustración y de una intensa desvalorización del otro ya que se lo percibe como un objeto de usar y tirar. Fijémonos en la publicidad: Utiliza a la mujer como cebo. ¿Qué papel se la hace jugar cuando se la presenta a medio vestir y de manera provocativa en anuncios de compañías aéreas o de coches? Los publicistas saben que el estímulo sexual vende porque atrae la atención de los hombres hacia los anuncios que estimulan sus deseos sexuales. Podemos asegurar que la mujer sexualizada casi es omnipresente  en publicidad.

Se dice que de tanto repetir una mentira se llega a creérsela. La publicidad está plagada de mentiras y se termina considerándolas verdades los mensajes fraudulentos que transmite. De tanto vender a la mujer como objeto de explotación se termina considerándola  como un objeto que sirve para gratificar las pasiones sexuales masculinas. Nos guste o no lo cierto es que la sociedad actual en gran medida considera a la mujer como objeto gratificante para los ojos masculinos. Los celos, considerados expresión de amor del hombre es un sentimiento incorrecto que conduce a la violencia contra la mujer que nace del hecho de considerarla objeto de su posesión. Los asedios sexuales en los lugares de trabajo y las violaciones sexuales conyugales y extra conyugales  son la consecuencia de considerar a la mujer posesión del hombre. Ante esta filosofía dominante no nos debe de extrañar que aparezcan madres que prostituyan a sus hijas, sean niñas o adolescentes o que sus compañeros asedien y violen a sus hijastras.

El psicólogo <b>Javier Urra</b> afirma: “Ya desde niños se les debe enseñar a embridar el ego y a no levantar la mano y que no valen excusas como <i>me obcequé</i>, se les debe educar con sentido crítico sabiendo que hay cosas que están bien y otras que están mal, aún cuando los haya que las hagan”

La sociedad española se caracteriza por su exuberancia legislativa  y también por el incumplimiento de las leyes y de una remarcable ausencia de ética y de moral. Es ahí en donde debe ponerse la atención en la educación infantil. Las palabras deben ir acompañadas de un buen ejemplo.

Un programa de radio que escuchaba mientras conducía trataba del interés actual que despiertan las cifras que recientemente ha publicado el Instituto Nacional de Estadística sobre el comportamiento sexual infantil / adolescente. El entrevistado aseguraba que en general  los niños que viven allí en donde se respira un buen ambiente familiar generalmente no se presentan con tanta gravedad los problemas que denuncia el análisis del comportamiento sexual infantil / adolescente. Se dan demasiadas familias desestructuradas en todos los niveles sociales. La ética y la moral brillan por su ausencia en demasiados hogares. El problema infantil / adolescente que comentamos se debe empezar a resolver en el ámbito familiar.

Si se le dedican un par de minutos en leer los Diez Mandamientos que se encuentran en la Biblia en el libro Deuteronomio 20:1-17 descubriremos algo muy significativo: Los cuatro primeros preceptos enfatizan la autoridad suprema de Dios. Los siete restantes tienen que ver con las relaciones sociales. Es muy significativo que el primero de esta segunda serie afirme que los hijos deben honrar al padre y a la madre. Hecho que manifiesta que Dios, la autoridad suprema, delega en los padres la responsabilidad de educar a sus hijos. Un buen número de especialistas  afirman que el desbarajuste que manifiesta la adolescencia de nuestros  días se debe a la pérdida de la autoridad por parte de los padres. Esta pérdida se debe al hecho de que los padres no reconocen la autoridad suprema de Dios.  El resultado de este rechazo es que la moral y la ética tambalean allí en donde deberían manifestarse con el máximo esplendor porque se han debilitado los principios inmutables que deben obedecerse. El resultado de dicha pérdida es que andamos por una ciénaga y que para evitar ser tragados precipitadamente recorremos a nuestros principios morales y éticos mudables a conveniencia. La precipitación hace que la ciénaga nos engulla más rápidamente.  No encontramos salida a tan delicada situación.

Si los padres reconociesen que la autoridad que tienen sobre sus hijos es de orden divino, la manera de educarlos sería del todo distinta. Tendrían en su punto de mira las instrucciones divinas  dadas para felicidad del hombre, no para hacerle la puñeta. Saldrían de la ciénaga en que se han metidos por su desobediencia a Dios y a su Ley y pondrían los pies sobre la Roca que es Cristo lo cual les proporcionaría estabilidad y responsabilidad. Por lo que hace al tema de la sexualidad que comentamos enseñarían a sus hijos, sean niños o niñas que sus cuerpos no son de su propiedad y que no pueden hacer con ellos lo que quieran, que no los deben exhibir públicamente, que no deben utilizarlos como automedicación para intentar borrar la angustia que les provoca la inestabilidad del mundo que los envuelve, la depresión que provoca la crisis oceánica en que se encuentran inmersos y el miedo paralizante que se les despierta al ver la miseria a que lleva la degradación ética y moral de la sociedad en general, que no deben entregarse al sexo por desespero. Si los padres educan a sus hijos en el temor del Señor el tsunami impetuoso no los arrollará porque al estar sus vidas edificadas sobre la Roca que es Cristo resistirán firmemente la embestida de las aguas turbulentas.

Octavi Pereña i Cortina

 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada