divendres, 1 de març del 2013


MODELO DEMOCRÁTICO


La Democracia es la menos mala de la filosofías políticas, pero se la hace más mala cuando se carece del espíritu de justicia que debe caracterizarla

El concepto que tenemos de Democracia no procede de la Grecia clásica sino del modelo norteamericano que se implantó finalizada la Guerra de la Independencia de la Corona Británica. De este modelo sobresale George Washington que lideró las tropas independentistas. Finalizada la guerra, el 23 de diciembre de 1783 Washington dimitía de comandante en jefe del ejército. Llegada la paz se convirtió en el primer presidente del nuevo estado independiente. Rechazó la corona que algunos nobles le ofrecieron porque consideraba que la monarquía era contraria a sus ideales democráticos.

El historiador Richard Brookhiser dice que por el hecho de que George Washington renunciara voluntariamente al poder <i>fue digno de honor porque la última cosa que hizo con el poder fue dimitir</i>. Su actuación desinteresada hacia el país causó admiración entre la aristocracia europea. El rey de Inglaterra George III consideró a Washington “la personalidad más grande de la época”. Su primer mandato como presidente duró cuatro años. Al finalizar el plazo se le volvió a elegir. A regañadientes aceptó la reelección. Pero rechazó un tercer mandato porque “lo frenaba el miedo a la tentación dictatorial” que desvirtuaría el origen democrático de su lucha por la independencia. Se retiró de toda responsabilidad  pública en  su finca en Mount Vermon, Virginia.

Se ha copiado muy mal el modelo democrático que George Washington dejó con su ejemplo porque se intenta imitar las formas sin el espíritu cristiano que le impulsó a actuar de la manera como lo hizo. Aquí, cuando los políticos dejan el poder, no voluntariamente, sino porque no se los elige se retiran con suculentas pensiones y cargos honoríficos renumerados. No dejan en el trastero el deseo de seguir influyendo de manera directa en la toma de decisiones políticas. Todo ello contribuye a que el hedor de la corrupción se intensifique.

Octavi Pereña i Cortina

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