LIBERTAD CONSTITUCIONAL
La libertad de un pueblo es parecida a una flor exótica que
necesita cuidados exquisitos para su supervivencia
La dimisión de Martín Rodríguez Sol, fiscal superior de Catalunya por decir
que “al pueblo se le debe dar la posibilidad de expresar lo que quiere, en
general cualquier pueblo”, para evitar ser destituido plantea un interrogante:
¿Cuál es el límite al derecho a la libertad de opinión? Fernando Ónega
comentando este hecho dice. “Su comprensión hacia la consulta se entendió como
la llegada de la marea soberanista en el ámbito de la justicia. Creo que por
este motivo se le obligó a dimitir, no por lo que explicó Ruiz-Gallardón.
Desde que soplan aires democráticos incluso los fascistas se suben en el
carro de la Democracia, pero los tics dictatoriales descubren que son
antidemócratas. Fijémonos en lo que se llama disciplina de partido. Los
diputados han de votar las consignas que dicta el partido aun cuando desde una legua se note que son
erróneas. Si alguien se atreve a desobedecerlas deja de salir en la foto y de
la tal persona ya no se vuelve a hablar de ella. Los mandamases consideran el
partido no como un colectivo de personas libres que buscan conjuntamente
alcanzar unos determinados propósitos, sino como feudo de su propiedad que debe
ser gobernado con mano de hierro. La disciplina de voto no es la manera más
adecuada de fomentar la Democracia porque corta de raíz la lengua del sector
crítico que con sus aportaciones contribuye a la regeneración del partido tan
necesaria para no perder la vitalidad que se encorseta por falta de
regeneración.
La degradación política que se acelera de manera alarmante concede libertad
de opinión a quienes apoyan incondicionalmente al gobierno o a quienes adulan rastreramente a los dirigentes
del partido. Esto no es libertad. Libertad consiste en que quien piensa
diferente pueda decir la suya aún cuando no guste. Un dictamen de la audiencia
provincial de Madrid dice con mucho acierto: “El derecho a la libertad de
expresión comporta la crítica de la conducta del otro, aún cuando la misma
desagrade y pueda molestar o disgustar a quien se dirige, pues así lo requiere
el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no
existe una sociedad democrática”.
La libertad de expresión es algo parecido a un terreno rodeado de un seto.
Los antidemócratas saben que dentro de este espacio no pueden entrar a cara
descubierta. Intentan ganar palmo a palmo el territorio de la libertad sin
hacer demasiado ruido. ¿Qué es sino un solapado ataque frontal a la Democracia
las palabras de Alberto Ruiz-Gallardón que los jueces y fiscales tienen más
limitaciones que el resto de ciudadanos? Al ministró de Justicia que pretende
limitar a jueces y fiscales que expresen sus sentimientos referente a problemas
que afectan a un amplio sector de ciudadanos, se le debe recordar que el
artículo 20 de la sacrosanta< Constitución vigente no dice
nada de que jueces y fiscales tengan limitado su derecho al uso de la libertad
de expresión. El artículo 20.2 dice explícitamente: “El ejercicio de estos
derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”. Si debe
existir algún límite, el punto 4 de dicho artículo lo especifica claramente:
“Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en
este Titulo, en los preceptos de las leyes que lo desarrollan y, especialmente
en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y ala protección de
la juventud y de la infancia”. No creo que se ajuste esta limitación constitucional
la pretensión del ministro de Justicia de limitar el derecho de expresión a jueces y fiscales. Asimismo vulneran el
artículo 20 las acusaciones sin
fundamento reconocido de un medio de comunicación afirmando la evasión de
capital a Suiza de políticos catalanes.
A la vez la recién declaración de Rodríguez Ibarra de comparar a al president
de la Generalitat de Catalunya Artur Mas a Hitler es un ataque a su honor que
la Constitución protege.
Hitler y otros dictadores han escalado al poder democráticamente, pero se
afianzaron en él con el consentimiento de los ciudadanos. La Democracia no
garantiza la Democracia. Somos los demócratas quienes debemos defenderla e
impedir que los dictadores camuflados de demócratas amordacen la libertad de
opinión que garantiza la Constitución de 1978. El payés tiene que combatir
continuamente las malas hierbas que quieren invadir sus campos. Los demócratas
tenemos que estar en un estado permanente de alerta para extirpar los brotes
antidemocráticos que nacen espontáneamente en los corazones manchados por el
pecado. “La protección más estricta de la libertad de expresión no
puede proteger a un hombre que falsamente grita fuego en un teatro y causa
pánico” (Oliver Wendell Holmes, Jr.)
Octavi Pereña i Cortina
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