dimarts, 12 de març del 2013


LIBERTAD CONSTITUCIONAL


La libertad de un pueblo es parecida a una flor exótica que necesita cuidados exquisitos para su supervivencia

La dimisión de Martín Rodríguez Sol, fiscal superior de Catalunya por decir que “al pueblo se le debe dar la posibilidad de expresar lo que quiere, en general cualquier pueblo”, para evitar ser destituido plantea un interrogante: ¿Cuál es el límite al derecho a la libertad de opinión? Fernando Ónega comentando este hecho dice. “Su comprensión hacia la consulta se entendió como la llegada de la marea soberanista en el ámbito de la justicia. Creo que por este motivo se le obligó a dimitir, no por lo que explicó Ruiz-Gallardón.

Desde que soplan aires democráticos incluso los fascistas se suben en el carro de la Democracia, pero los tics dictatoriales descubren que son antidemócratas. Fijémonos en lo que se llama disciplina de partido. Los diputados han de votar las consignas que dicta el partido  aun cuando desde una legua se note que son erróneas. Si alguien se atreve a desobedecerlas deja de salir en la foto y de la tal persona ya no se vuelve a hablar de ella. Los mandamases consideran el partido no como un colectivo de personas libres que buscan conjuntamente alcanzar unos determinados propósitos, sino como feudo de su propiedad que debe ser gobernado con mano de hierro. La disciplina de voto no es la manera más adecuada de fomentar la Democracia porque corta de raíz la lengua del sector crítico que con sus aportaciones contribuye a la regeneración del partido tan necesaria para no perder la vitalidad que se encorseta por falta de regeneración.

La degradación política que se acelera de manera alarmante concede libertad de opinión a quienes apoyan incondicionalmente al gobierno  o a quienes adulan rastreramente a los dirigentes del partido. Esto no es libertad. Libertad consiste en que quien piensa diferente pueda decir la suya aún cuando no guste. Un dictamen de la audiencia provincial de Madrid dice con mucho acierto: “El derecho a la libertad de expresión comporta la crítica de la conducta del otro, aún cuando la misma desagrade y pueda molestar o disgustar a quien se dirige, pues así lo requiere el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no existe una sociedad democrática”.

La libertad de expresión es algo parecido a un terreno rodeado de un seto. Los antidemócratas saben que dentro de este espacio no pueden entrar a cara descubierta. Intentan ganar palmo a palmo el territorio de la libertad sin hacer demasiado ruido. ¿Qué es sino un solapado ataque frontal a la Democracia las palabras de Alberto Ruiz-Gallardón que los jueces y fiscales tienen más limitaciones que el resto de ciudadanos? Al ministró de Justicia que pretende limitar a jueces y fiscales que expresen sus sentimientos referente a problemas que afectan a un amplio sector de ciudadanos, se le debe recordar que el artículo 20 de la sacrosanta< Constitución vigente no dice nada de que jueces y fiscales tengan limitado su derecho al uso de la libertad de expresión. El artículo 20.2 dice explícitamente: “El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”. Si debe existir algún límite, el punto 4 de dicho artículo lo especifica claramente: “Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Titulo, en los preceptos de las leyes que lo desarrollan y, especialmente en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y ala protección de la juventud y de la infancia”. No creo que se ajuste esta limitación constitucional la pretensión del ministro de Justicia de limitar el derecho de expresión  a jueces y fiscales. Asimismo vulneran el artículo 20  las acusaciones sin fundamento reconocido de un medio de comunicación afirmando la evasión de capital  a Suiza de políticos catalanes. A la vez la recién declaración de Rodríguez Ibarra de comparar a al president de la Generalitat de Catalunya Artur Mas a Hitler es un ataque a su honor que la Constitución  protege.

Hitler y otros dictadores han escalado al poder democráticamente, pero se afianzaron en él con el consentimiento de los ciudadanos. La Democracia no garantiza la Democracia. Somos los demócratas quienes debemos defenderla e impedir que los dictadores camuflados de demócratas amordacen la libertad de opinión que garantiza la Constitución de 1978. El payés tiene que combatir continuamente las malas hierbas que quieren invadir sus campos. Los demócratas tenemos que estar en un estado permanente de alerta para extirpar los brotes antidemocráticos que nacen espontáneamente en los corazones manchados por el pecado. “La protección más estricta de la libertad de expresión no puede proteger a un hombre que falsamente grita fuego en un teatro y causa pánico” (Oliver Wendell Holmes, Jr.)

Octavi Pereña i Cortina

 

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