dilluns, 25 de març del 2013


ISAÍAS 58: 11


“El Señor te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos, y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan”

 En el salmo 139: 1-12 el salmista reconoce la presencia de Dios doquiera se encuentre. “Si dijese: ciertamente las tinieblas me encubrirán, aún la noche resplandece como el día, lo mismo son las tinieblas que la luz” (vv. 11,12). Saber que el Señor conoce todos tus pasos, que no puedes esconderte de su presencia aunque intentes esconderte en el sepulcro, es una gran bendición porque “aunque andes en valle de sombra de muerte”, el Señor es tu Pastor.

David dice que si el Señor es tu Pastor “en lugares de delicados pastos te hará descansar, junto a aguas de reposo  te  pastoreará, confortará tu alma” . Es maravillosos saber lo que hace Jesús el Buen Pastor que dio su vida por ti.

El texto de Isaías que comentamos arranca del suelo que pisamos y nos transporta al cielo. Debido al pecado, el paraíso en el que moraban Adán y Eva estaba bien regado. El agua hacía fértil la residencia de nuestros primeros padres. Pero por una desobediencia el jardín se convirtió en un inhóspito yermo en el que vivir se les hizo muy difícil. Bramamos por las corrientes de aguas, pero el agua no humedece nuestros labios agrietados por la carencia de humedad. Nadie nos hace llegar el agua que apaga la sed de nuestra alma. Miremos hacia donde miremos todo es amargura, confusión, desconcierto, desespero. Pero por la fe en Jesús que es el Buen Pastor que está a nuestro lado cuando andamos “en valle de sombra de muerte”, “en las sequías sacia tu alma”. No dice que en la confusión de nuestros días que existe debido a la grave crisis, nos sacará de ella. No. Sumergido en la crisis sacia tu alma, da vigor a tus huesos y te convierte en un huerto bien regado al que nunca le faltan aguas abundantes. Esto es lo que hace Jesús cuando permitimos que nos pastoree mientras andamos en valle de sombra de muerte. Al finalizar Apocalipsis se dos da una visión del paraíso recobrado:   Después me  mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes un fruto, y las hojas del árbol eran sanidad de las naciones. Ya no habrá más maldición, y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán y verán su rostro, y su Nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche, y no tienen necesidad de la luz de la lámpara, ni luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 22:1-5)


MATEO 16: 4


“La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás”

En el mundo del campesinado los hombres aprenden a mirar al cielo y anticipar el tiempo según las señales que muestra. No es astrología mirar las señales del cielo para discernir el tiempo que hará. Es ni más ni menos que una manifestación de que la experiencia es la madre de la ciencia. Jesús censura agriamente a los fariseos y a los saduceos que para tentarle “le pidieron que les mostrase señal del cielo” “¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada sino la señal del profeta Jonás”

Los textos que hacen referencia  a esta escena no dicen nada de que tipo de señal del cielo que querían que Jesús les mostrase. Tal vez un espectáculo atmosférico. Pero los milagros no sirven para convencer. La casta sacerdotal fue testigo de los milagros de Jesús que le acreditaban como el Mesías que tenía que venir y, sin embargo lo rechazaron hasta condenarle a muerte. Pero no los deja sin señal. La señal del profeta Jonás les será dada. En otra ocasión los escribas y fariseos también le piden señal y les dice: “La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no les será dada,, sino  la señal del profeta Jonás” Acto seguido procede a describir en que consiste la señal del profeta Jonás: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:39,40).

Con esta declaración Jesús reconoce como hecho histórico el relato de Jonás que aparece en el antiguo Testamento. Que Jonás era un tipo de Jesús que anunciaba que el Mesías venidero será el Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Cuando Jesús termina de decirles que les será dada señal del profeta Jonás. El texto nos dice que Jesús”dejándoles, se fue”. Los dejó como imposibles. A la hora determinada por el Padre Jesús permanecerá tres días y tres noches para resucitar al tercer día conforme a las Escrituras. Pero los hombre que persiguen señales materiales tienen los ojos tapados con un velo que les impide ver que Jesús es el Salvador del mundo. Como mucho se convierten en espectadores de las procesiones de Semana Santa. Pero no ven mas allá de la iconografía. Siguen sin entender la importancia que tiene la muerte y resurrección de Jesús para su salvación.

 

 
 

 

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