diumenge, 21 de setembre del 2025

JUAN 18: 38

“Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad?”

De la comparecencia de Jesús ante Pilato destaco este texto: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo, si mi reino fuese de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuese entregado a los judíos, pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (vv.36, 37). Acto seguido Pilato hace la pregunta: “¿Qué es la verdad?” Sin esperar respuesta Pilato abandona la sala para reunirse con las autoridades judías. Da la impresión que a Pilato no le interesa saber qué es la verdad a pesar que pregunta por ella. Saber qué es la verdad  es primordial porque la verdad es la luz que nos saca de las tinieblas que nos envuelven, lo cual no impide que nos movamos por este mundo tropezando aquí y acullá.

¿Está Pilato verdaderamente interesado en conocer qué es la verdad? Si lo hubiese sido habría esperado a que Jesús le diese la respuesta. El verdadero problema es Jesús. Si como dijo Pilato a los judíos: “Yo no hallo en Él ningún delito”, la obligación de Pilato como juez era dictar: Inocente, y de inmediato poner a Jesús de patitas a la calle. Pero no, dejó plantado a Jesús y abandonó la sala para hablar con los acusadores de Jesús. El resultado fue que los oídos de Pilato escucharon los gritos frenéticos de los judíos que pedían la muerte de Jesús y la liberación de Barrabás que era ladrón.

La pregunta de Pilato: “¿Qué es la verdad?”, sigue siendo de rabiosa actualidad. De verdades hay muchas. La  VERDAD es única. ¿Dónde encontrarla? Jesús nos da la respuesta: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14: 6). Satanás se encarga de propagar muchas religiones que presumen ser verdaderas, pero que llevan directamente al infierno. Sus seguidores son millones. Jesús que es la VERDAD absoluta, el único camino a Dios, pocos le siguen. La decisión está en manos del lector


 

TITO 1: 13, 14

“Este testimonio es verdadero, por tanto repréndelos duramente, para que seaanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que apartan de la verdad”

Este texto es un toque de atención para que seamos “sanos en la fe”. En cuestión de fe no todo vale. Dios es muy exigente y no permite que con el trigo se mezcle ni un solo grano de cizaña. La exhortación del apóstol Pablo es muy oportuna: “No es buena vuestra jactancia, ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? (1 Corintios 5: 6). Toda enseñanza que no se ajuste a la doctrina bíblica tiene que rechazarse sin pestañear. Una mentira piadosa como vulgarmente se dice, si se introduce en la doctrina cristiana actúa como si fuese levadura, que tiene el poder de infectar todo el cuerpo doctrinal. Una mentira piadosa tiene el poder de leudar la doctrina y convertirla en una asquerosidad. Es como la cizaña entre el trigo.

El apóstol Pablo ordena a su discípulo Tito que hay “muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores” (v.9). “A los cuales es preciso tapar la boca” (v. 11). El pastor de una iglesia es el máximo responsable de sembrar la sana doctrina en la congregación. El creyente que no tiene ninguna responsabilidad en la iglesia a la que pertenece,  no tiene por qué convertirse en calienta bancos y despreocuparse de lo que se enseña desde el púlpito. El pastor o predicador invitado, por más respetados  que sean, no dejan de ser hombres pecadores. Satanás, el padre de la mentira, siempre está dispuesto a sembrar un  grano de cizaña en el pastor o en el predicador invitado. El creyente que se sienta en el banco, en privado tiene que ser un verdadero hombre o mujer de Dios, que tiene que crecer en el conocimiento de Él, conocimiento que no tiene límite, ya que Dios el Infinito nunca se le podrá conocer al detalle. Los creyentes en Cristo “son como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4: 18).

Cada creyente en Cristo es responsable de velar por la santidad de la predicación y, con el amor de Dios, denunciar los mandamientos de hombres que apartan de la verdad. Una fe pasiva que acepta sin pestañear cualquier enseñanza que no se ajuste a la verdad bíblica en su día tendrá que dar cuenta al Señor.

 


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