INMADUREZ COLECTIVA
La manera como como crece la juventud actual
contribuye a agravar todavía más el descenso de los valores éticos y morales
El
título de este escrito lo ha tomado prestado a Josep Lluís Rovira, que es de
rabiosa actualidad. El comentarista dice que la inmadurez colectiva tiene
tres causas: (1) La
sobreprotección que los padres dan a los hijos, por lo cual no están preparados
para tomar decisiones. (2) El enfoque que en España se le da al sistema
educativo que tiene la mala costumbre de cambiar cada dos por tres. Además se
le añade la devaluación de Humanidades por lo que los alumnos abandonan las
aulas con graves carencias a la hora de interpretar textos. (3) Reproduzco casi
íntegramente lo que el comentarista dice de las redes sociales: “A pesar de
aprovechar las muchas ventajas de las nuevas tecnologías, son un contenido que
a pesar delas fake news provocan unas reacciones que llevan a un infantilismo
total y absoluto por la forma como las tratan las publicaciones. A consecuencia
de todo esto, es decir, de esta inmadurez colectiva que provoca infantilismo,
tenemos casos paradigmáticos de gente que, fruto de estas características y
votados democráticamente, lo han hecho, o siguen liderando países de los más importantes
del mundo. Nos referimos como ejemplo a Boris Johnson, Donald Trump, Javier
Milei y Vicktor Orlan, entre otros. Y ya que nos referimos a los políticos,
tenemos también el ejemplo de la situación en nuestro país, fruto de la
inmadurez colectiva, con unos niveles de enfrentamiento que se hacen
insoportables y que impiden que las cosas importantes se traten de manera
conveniente para llegar a soluciones adecuadas para bien de toda la población.
Esto no hace más que demostrar que la juventud que crece lo haga de manera que
contribuirá a intensificar todavía más el deterioro de los valores éticos y morales que estamos
sufriendo desde hace tiempo en nuestra sociedad y que eliminará los principios
fundamentales básicos para mantener una convivencia con unos mínimos de
aceptación”.
Josep
Lluís Rovira hace un diagnóstico acertado de la pandemia ético moral que padece
nuestra sociedad, pero no da la receta para poderla combatir eficazmente. El
comentarista muestra los efectos de la pandemia pero se queda mudo a la hora de
expresar la causa que la produce.
El
actual ministro de sanidad de los Estados Unidos es uno de los muchos
negacionistas de las vacunas. En el campo espiritual son muchos, demasiados,
los que niegan el valor que tiene la sangre que Jesús vertió en la cruz para
limpiar el pecado de los hombres. Jesús termina el relato que se conoce como el
“Sermón de la Montaña” con la parábola de “Los dos cimientos”: “Cualquiera,
pues, que oye estas palabras, y las hace, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa
sobre la arena” (Mateo 7: 24). Fíjese bien el lector lo que Jesús deja bien
claro: “Cualquiera, pues, que oye estas palabras, y las hace”. Santiago hace
diana cuando escribe: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente
oidores, engañándoos a vosotros mismos” (1: 22). Las clases de Religión tienen
como objetivo que los alumnos memoricen la letra de la doctrina cristiana. Con
el aprendizaje los maestros han cumplido con su objetivo. En el examen, si los
alumnos responden correctamente a las preguntas reciben el correspondiente
aprobado. Pero se olvidan de algo muy importante y es “que su competencia
proviene de Dios, el cual asimismo los hace ministros competentes de un nuevo
pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata mas el Espíritu
vivifica” (2 Corintios 3: 5, 6).
A la
personas que escuchan las palabras de Jesús y las hacen viviendo santamente en
un ambiente hostil, el Señor les dice: “Le compararé a un hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron
vientos, y soplaron sobre aquella casa, y no cayó, porque estaba fundada sobre
la roca” (Mateo 7: 24, 25). El apóstol Pedro a quien la Iglesia Católica
considera que es la roca sobre la que Cristo edifica su iglesia, se quita de
sus espaldas tal responsabilidad cuando escribe: “Acercándoos a Él (Jesús),
piedra viva, desechada ciertamente por
los hombres, más para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras
vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también
contiene la Escritura: He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo,
escogida, preciosa, y el que cree en Él no será avergonzado. Para vosotros, pues,
los que creéis, Él es precioso, pero para los que no creen, la Piedra que
desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo, y, piedra de
tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo
desobedientes, a lo cual también fueron destinados” (1 Pedro 2: 4-8).
Vayamos
a la segunda parte de la parábola: “Pero cualquiera que oye estas palabras y no
las hace, le consideraré a un hombre insensato que edificó sus casa sobre la
arena, y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con
ímpetu contra aquella casa, y cayó y fue grande su ruina” (Mateo 7: 26-27). La
reacción de los oyentes fue: “La gente se admiraba de su doctrina, porque los
enseñaba como alguien que tiene autoridad, y no como los escribas” (vv. 28,
29). Aparentemente la multitud creyó en Jesús. Si nos fijamos en la respuesta
que la muchedumbre dio a la oferta que dio Pilato de escoger entre Jesús y
Barrabás, eligió a Barrabás, el bandolero. La multitud que ignoraba en quien
había creído, influenciada por el odio que escribas y sacerdotes sentían hacia
Jesús, escogió a Barrabás, por lo que indirectamente pidieron que se
crucificase a Jesús. Las multitudes que de labios confesaron el nombre de Jesús
edificaron sus vidas sobre un cimiento de arena. Lo confirma el hecho de ver
cómo reaccionan ante las pequeñas contrariedades de la vida. Pone de manifiesto la inmadurez
colectiva.
Octavi Pereña Cortina