diumenge, 27 d’octubre del 2024

 

SALM 123: 1

“A ti alcé mis ojos, a ti que estás en los cielos”

¿Cómo tienen que ser las oraciones según dice Santiago?: “Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá alguna cosa del Señor (1: 6, 7). El salmista para demostrar que su alzar sus ojos a Dios que está en los cielos no es parecido a la ola del mar que es arrastrada por el viento de un lugar a otro, lo hace escribiendo: “He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora”. Hemos de entender la condición de los esclavos en aquella época. Eran tratados peor que a los animales. El trato que recibían dependía del humor con que se despertaba el señor o la señora. Es decir sus amos. Es por eso que tenían puestos sus ojos en sus dueños para descubrir cómo sería el día.

El salmista sigue escribiendo: “Así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros” (v. 2). La fe del salmista es la misma que tuvo Jacob que “luchó con él un Varón hasta que rayó el alba”. Jacob no abandonó la lucha hasta que aquel Varón “lo bendijo allí” (Génesis 32: 22-31). Una fe firme como la de Jacob no se obtiene poseyendo una fe parecida a las olas del mar que son zarandeadas por el viento. Los vientos huracanados y las aguas torrenciales que nos golpean con fuerza, si tenemos los pies firmes sobre la roca no nos zarandearán ni n os derribarán. Es así como podremos asemejarnos a Jacob que no abandonó la lucha hasta que el Señor le bendijo.

Satanás pretende debilitar nuestra fe zarandeándonos de mil maneras. Se equivoca porque los medios que utiliza para destruir Dios los emplea para fortalecer la fe del creyente en Cristo. El salmo que comentamos describe la lucha sin cuartel a la que se enfrenta el creyente en Cristo con estas palabras: “Ten misericordia de nosotros, oh Señor, ten misericordia de nosotros, porque estamos muy hastiados de menosprecio. Hastiada está nuestra alma del escarnio de los que están en holgura, y del menosprecio de los soberbios”.


 

MATEO 4: 3, 4

“Y vino el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”

Después de haber sido bautizado por Juan el Bautista en el Jordán, Jesús entra en la esfera pública que le llevará a morir en la cruz para ocupar el lugar que nos correspondía  a nosotros. Limpiando así nuestros pecados y dándonos la vida eterna. En el bautismo Jesús se identifica con nosotros: “Quien llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros estando muertos a los  pecados, vivamos a la justicia, y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros eráis como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2: 24, 25).

Jesús después de bautizarse “y  después de haber ayunado cuarenta días, tuvo hambre” (v. 1). Es lógico que así fuese porque el cuerpo de Jesús no era un cuerpo espiritual como el que tendremos en la resurrección, sino uno de  carne y huesos como lo es el nuestro. Nosotros pertenecemos a una sociedad opulenta que, a pesar de la miseria existente se lanzan al estercolero miles de toneladas de alimentos. A nosotros Satanás no nos pide que convirtamos  piedras en pan porque sabe que no lo podemos hacer. Pero sabe perfectamente que nuestras almas están hambrientas del Pan que da vida eterna a los hombres. No nos ofrece a Jesús que es el Pan que da vida. Nos ofrece materialismo que satisface a nuestra  sensualidad, pero no al alma. El materialismo que ofrece Satanás calma momentáneamente nuestra sensualidad. Necesitamos una dosis más fuerte de materialismo para conseguir los mismos resultados. El precio de satisfacer la sensualidad cada vez es más alto. El pan que nos ofrece el diablo es como agua salada que intensifica la sed.

La respuesta que Jesús da al diablo cuando le pide que convierta las piedras en pan se merece que le prestemos atención: “Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” v. 4). Satanás no se rinde fácilmente y se nos acerca con nuevas tentaciones  cada vez más sofisticadas de las que desgraciadamente muy a menudo sale victorioso. Si le damos conversación nos vencerá como lo hizo con Eva. Jesús en vez de dialogar con él, le dice categóricamente: “Vete Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás” (v. 10).

El mundo está controlado por Satanás porque es el príncipe de este mundo. Así nos van las cosas: de mal a peor. Quiera el Señor que esta reflexión sirva para que el lector levante ojos hacia el cielo y le pida al Todopoderoso: “Ten piedad de mí que soy un pecador”.

 

 

FELICIDAD FELINA

”Si la felicidad estuviese hecha de placeres corporales, podríamos decir que los bueyes son felices cuando encuentran garbanzos para comer” (Heráclito)

La periodista Ima Sanchís le pregunta a John Gray filosofo experto en “filosofía felina”: “¿Los gatos están más bien dotados para la felicidad que los humanos?” La respuesta que le da el filósofo es: “Sí. Los gatos tienen una tendencia natural a la felicidad y a estar plácidos. El ser humano tiene como base la ansiedad por el miedo a la muerte y porque su proyecto es la felicidad”. Creo que no se puede contrastar el comportamiento de los gatos como el del resto de los animales irracionales con los humanos porque no tienen los mismos parámetros. Con la muerte termina todo para los animales. Jesús refiriéndose a las aves del cielo dice: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mateo 6: 26). Con estas palabras Jesús hace una clara distinción entre las aves y los humanos a pesar de que ambos físicamente son polvo y al polvo vuelven. Con estas palabras Jesús censura el desasosiego de los hombres por su cuerpo, cómo lo alimentarán, cómo lo vestirán (v.25). Los animales guiados por el instinto con que han sido creados instintivamente dependen de la provisión divina. Los humanos con el raciocinio con del que el Creador nos ha dotado nos hace superiores a los animales a la vez que la semejanza de Dios que ha sido distorsionada por el pecado que rompe la comunión con Él que tenía al principio. Este cataclismo conduce a sentirnos desamparados lo cual origina la ansiedad que con el Covid-19 se ha intensificado y producido los graves problemas de salud mental.

John Gray dice: “El ser humano tiene como base la ansiedad, por el miedo a la muerte y porque su proyecto es la felicidad”. Según el filósofo el miedo a la muerte crea ansiedad. Es cierto. Ello se debe a que la muerte es agente patógeno extraño que se ha introducido en el ser humano que perturba el orden de la creación. El pecado es el causante de que el hombre muera y también es el responsable de haberse roto la relación con Dios lo cual nos deja desvalidos ante los vaivenes de la vida.

La solución que John Gray presenta ante el problema de la muerte que es la causante de la ansiedad es: “Al tener conciencia de nuestra mortalidad, aterrorizados, inventamos religiones y filosofías para dar sentido a la vida”. Grave error es este querer encontrar sentido a la vida con el invento de religiones y filosofías. Si como expone el profeta Isaías los pensamientos de Dios están por encima de los nuestros y si los caminos del Señor no son los nuestros, ¿por qué no investigamos qué es lo que piensa Dios de la muerte? Creo que la negativa a querer saberlo se debe a que nos da miedo descubrirlo. En nuestra inconsciencia nos volcamos  a los avances médicos que creemos que un plazo más o menos lejano erradicarán la muerte. Craso error es este porque “está establecido que hemos de morir una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9: 27). La creencia en la supuesta transmigración de las almas que lleva a nuestra purificación después de millones de transmigraciones, es un invento satánico para engañarnos como lo hizo con Eva. Esta credulidad no elimina la ansiedad.

Inicialmente el hombre no tenía necesidad de buscar el sentido de la vida porque gozaba de perfecta comunión con Dios. Debido a la desobediencia de Adán seducido por Eva y ésta a su vez por Satanás, el germen de la muerte se introdujo en el hombre. Sin pérdida de tiempo el Creador se acerca a nuestros primeros padres para instruirlos cómo recuperar la vida perdida. Dios es el inventor de la Religión verdadera porque instruye al hombre en cómo volver al estado original en que fue creado. No debe olvidarse la existencia del personaje maligno que indujo a Eva a comer el fruto prohibido y ésta a su vez a seducir a su marido a hacerlo también. Satanás que consiguió fácilmente separar el hombre de Dios no se va a quedar de brazos cruzados para impedir que sus esclavos recuperen la libertad.

La base de la Religión verdadera es que sin derramamiento de sangre no hay perdón de los pecados. Esta enseñanza Dios la transmite simbólicamente  con unos animales (¿ovejas?) con las pieles de los cuales cubrió la desnudez que avergonzaba  a nuestros primeros padres. Para evitar cualquier duda de que la sangre de los animales no era la lejía que eliminaba el pecado, Dios se dirige a la serpiente para decirle. “Por cuanto has hecho esto, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo, sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti  y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya, ésta te herirá en la cabeza y tú la herirás en el talón” (Génesis 3: 14,15). Esta es la primera profecía que anunciaba el Mesías que derramaría su sangre para limpiar los pecados y que se va perfilando a lo largo de la Historia hasta cumplirse en Jesús crucificado.

Satanás como padre de mentira que es no pierde el tiempo en pervertir la religión establecida por Dios. En el mundo cristiano mucha gente tiene nociones de los hermanos Caín y Abel, hijos de Adán y Eva. Ambos eran religiosos que adoraban a Dios. Caín lo hace a su manera: Pero” (Dios) “no miró con agrado a Caín y su ofrenda”. En cambio “miró el Señor con agrado  Abel y su ofrenda” (Génesis 4: 4, 5). Así ha sido a lo largo de toda la historia. De ahí la multitud de religiones que todas ellas dicen ser la verdadera y adecuadas para ir a Dios. Son útiles para ir a Roma pero no para ir a Belén..

El filósofo pregunta a la periodista que le entrevista. “Piénselo, ¿cómo es la vida interior de los humanos? La respuesta es escueta: “¿Caótica?” John Gray dice: “Es preciso vivir con alegría intrépida”.  ¿Cómo los gatos? No creo que los gatos nos den ejemplo de felicidad.. Muchos de nosotros no priorizamos parecernos a Cristo en medio de nuestros problemas. Deseamos ser felices pero no lo conseguimos. La felicidad es la consecuencia de estar en paz con Dios por la fe en nuestro Señor Jesucristo. La Feria de las Vanidades nos produce fugaces momentos felices. Lo que verdaderamente perdura es el gozo que da el Señor Jesucristo.

Octavi Pereña i Cortina

diumenge, 20 d’octubre del 2024

 

LUZ EN LAS TINIEBLAS

Apartados de Jesús que es la luz del mundo, lo que resplandece son tinieblas espirituales que confunden

“La esperanza es la posibilidad de mantenernos firmes en medio de las adversidades, de no desanimarnos en tiempos de tribulación o ante la barbarie humana” (papa Francisco). El arzobispo de Tarragona Juan Planelles nos dice cómo podemos afrontar la barbarie humana, cuando escribe: “Tiene que haber lugar para la reflexión que viene del substrato espiritual de la sociedad que recoge siglos y siglos de sabiduría y de experiencia. Por esto como afirma nuestro Papa, es la fe cristiana junto con las otras religiones, las que son llamadas, incluso a liderar –por muy extraña que sea la propuesta- esta renovación social. Porque entre las religiones es posible un camino de paz y el punto de partida tiene que ser siempre la mirada de Dios”. Estas palabras del arzobispo tarraconense muestran que el ecumenismo no solo es posible, según él,  entre las denominaciones cristianas, también es viable con las otras religiones. Para el clérigo ello es posible con “la mirada de Dios”. ¿Qué dios? Existen infinidad de dioses que no son Dios. ¿Es posible que esta infinidad de dioses puedan conducir a la humanidad por el camino de la paz? ¿Dónde se esconden las palabras de Jesús. “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí?” (Juan 14: 6). Jesús es el único que puede traer la paz en el mundo: “La paz os dejo, mi paz os doy. Yo os la doy, no como el mundo la da” (Juan 14: 27). El clérigo nos viene a decir que la paz puede alcanzarse uniéndose con religiones que ignoran quién es el camino de la paz. ¡Cuán necios somos!

No es cuestión de discriminar a nadie, sino de escuchar la Palabra de Dios que es la autoridad absoluta y obedecerla. Como ciudadanos en un mundo en llamas en donde la barbarie humana se manifiesta sin freno, los cristianos tenemos que trabajar codo a codo con quienes sinceramente desean alcanzar la paz. Pero tenemos que hacerlo sin desprendernos  de nuestra identidad cristiana portadora de la luz espiritual que puede deshacer las espesas tinieblas espirituales que nos envuelven. ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo, que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz, que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo” (Isaías 5: 20)-

Para contribuir a combatir la barbarie humana, ¿qué tienen que hacer los cristianos? Dar ejemplo de buen comportamiento para que los practicantes de otras religiones deseen imitarnos. Jesús nos dice: “Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se desvanece, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para  ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo, una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen  vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5: 13-16).

Desgraciadamente,  los incrédulos que pueden ser muy religiosos pueden ocupar cargos relevantes en las instituciones religiosas al ver la “luz verdadera” que es Cristo  que vino a este mundo puede deslumbrar sus ojos. ¿Cuál fue el efecto de esta iluminación sobrenatural? El odio se encendió contra Él. No pararon hasta conseguir  ser crucificado. Así creyeron que se deshacían de un personaje tan molesto. Sigue vivo y se manifiesta por medio de sus discípulos que creen en Él. A los cuales les dice: “El siervo no es mayor que su señor, si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán, si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” (Juan 1: 20).

El arzobispo Planelles dice que “se atreve a presentar sus propuestas que, en gran parte se convierten en compromisos ineludibles” que resultan  ser puro humanismo cristiano que es ni más ni menos una filosofía humana engañosa.

Es una lástima que la Iglesia Católica no se dé cuenta que la luz que cree irradiar en realidad son espantosas tinieblas. Si en verdad desea contribuir a eliminar la barbarie  le convendría sacar del fondo del cajón el polvoriento texto con el que Jesús concluye su Sermón de la Montaña: “Cualquiera que me oye estas mis palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y no cayó porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a  un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena. Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos,   y dieron con ímpetu contra aquella casa, y cayó, y grande fue su ruina” (Mateo 7: 24-28).

Una iglesia que se edifica sobre un cimiento de arena que es la tradición, el humanismo cristiano y la filosofía se derrumba porque no puede resistir las fuertes embestidas de los poderes infernales que chocan contra ella.

Octavi Pereña Cortina

 

SALMO 9: 9,10

“El Señor es refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En ti confían los que conocen tu Nombre, por cuanto tú, oh Señor, no menosprecias a los que te buscan”

Vayamos al Sermón del Monte y fijémonos en dos de las bienaventuranzas: “bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” y “bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5: 2, 3). Jesús dice que los pobres son bienaventurados. ¿Qué tipo de pobres son estos que son tan privilegiados? A nuestro alrededor se encuentran muchos pobres que no saben dónde caerse  muertos y, de bienaventurados nada de nada. También se encuentran muchos ricos que no saben qué hacer con sus bienes. Ignoran que son “pobres en espíritu” y las riquezas no les traen la felicidad deseada. Jesús se explica claramente a qué tipo de pobreza se refiere  a  “pobres en espíritu”. La condición de extrema pobreza material de multitudes nada tiene que ver con “pobreza en espíritu a la que se refiere Jesús.

La pobreza a la que se refiere el texto que comentamos tiene que ver con el corazón. Tanto los pobres de solemnidad como los que nadan en la abundancia, si se consideran ricos, no buscan al Señor “que es refugio del pobre”. No buscan refugiarse bajo las alas protectoras del Señor porque consideran que pueden valerse por sí mismos. Tiempos de angustia los hay tanto para los pobres de solemnidad como para los ricos opulentos que no saben qué hacer con sus muchos bienes. Ambos son necios porque no creen en Él.

Los salmistas son modelos de pobres en espíritu. Sus poemas nos muestran su condición de “pobres en espíritu” porque en su angustia claman al Señor y buscan su socorro y protección. Las autoridades sanitarias están alarmadas por el incesante incremento de trastornos de salud mental. Ello se debe a que la incredulidad generalizada, los tiempos de angustia son muchos y diversos no pueden acudir al Señor a buscar refugio bajo sus alas protectoras  como los polluelos los hacen bajo las alas de la clueca. El autor del salmo que comentamos nos alerta: “En ti confían los que conocen tu Nombre, porque tú, oh Señor, no desamparas a los que te buscan”. Si el lector pertenece al inmenso grupo de incrédulos que en el desamparo busca consuelo, que no recibe, en los embaucadores que prometen lo que no pueden dar, abandone el orgullo que le impide mirar al cielo en busca de socorro. Pídele al Señor que es amplio en dar. Demándale que transforme tu corazón altanero en uno de humilde y sencillo de corazón que te permita acudir a Él en busca de ayuda sin avergonzarte.


 

2 CORINTIOS 2: 7, 6

Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito”

Las maneras que tiene Dios de consolar a los humildes que creen en Él son muchas y diversas. Si vamos al capítulo 1 de esta misma epístola encontraremos la manera magistral que tiene Dios de consolar a quienes confían en Él.

“Bendito sea el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias, y Dios de toda consolación” (v. 3). El texto nos viene a decir que el  corazón del Padre de nuestro Señor Jesucristo es amplio en consolar si es que la persona que necesite consuelo no le haga reparo pedírselo. Si la persona desconsolada es incrédula, ¿cómo irá a Dios a pedirle consuelo? El desconsuelo es tan terrible que en algunas personas que no lo pueden soportar se suicidan.

“El cual Dios nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (v. 4). Nos dice que “Dios de toda consolación” nos consuela en todas nuestra tribulaciones, no solamente algunas.   TODAS. Eso sí, es imprescindible que los atribulados crean en el Padre que por medio de su Hijo Jesús consuela quienes se lo piden. Dios, que no es “pesetero” no cobra por consolar a los afligidos. Lo hace movido por el inmenso amor que tiene por los hombres. Nadie por cuestiones económicas se le excluye de recibir  el servicio gratuito de la consolación divina que ofrece por medio de la instrumentalidad de personas: “El cual nos consuela en nuestras tribulaciones, para que podamos  también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (v. 4). Este texto hace polvo el concepto que el ministerio de la consolación  quede reducido a los profesionales de la religión o de la sanidad. El ministerio de la consolación recae sobre todos los verdaderos cristianos que han experimentado la consolación divina. Cada uno en la medida del don recibido. De gracia ha sido concedido, gratuitamente se tiene que ejercer.

Uno de los problemas que se dan en las iglesias es el infantilismo spiritual de sus miembros que después de años de haber creído siguen  necesitando que se les suministre leche espiritual no vianda sólida. Escuchan atentamente los sermones dominicales y el resto de la semana se olvidan de la Biblia  que es el alimento que les ayudaría a crecer y a madurar como cristianos.  “El cual nos consuela en nuestras tribulaciones, para que podamos  también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. Todos los cristianos somos responsables de consolar.

 

diumenge, 13 d’octubre del 2024

 

ROCA DE LA ETERNIDAD

 

El hombre tiene sed de eternidad. Jesús es el agua viva que da vida eterna

<b>Josep Playà Maseta concluye su escrito: La pandemia ¿hace crecer la espiritualidad?, así: “Ahora la pregunta es: ¿qué pasará cuando llegue la inmunización total? Quizás el deseo de volver al goce inmediato nos hará olvidar este súbito interés por la espiritualidad y este retorno a prácticas de tradición religiosa. La respuesta no está escrita y la manera y el tiempo para salir de la pandemia también serán actores determinantes.”

El señor Josep Playà Maseta menciona el dicho que confirma que en tiempos de dificultad se hincha el globo de la religiosidad: “Todos somos ateos hasta que el avión se cae”. Algunas informaciones confirman la veracidad de la cita: The Washington Post afirma que más de la mitad de los norteamericanos habían rezado para pedir el fin de la pandemia. Elisenda Ardèvol: “En momentos de crisis podemos recurrir a prácticas religiosas casi olvidadas, en una cultura católica muy enraizada, como un acto de recuperar la confianza en la adversidad”. El arzobispo de Barcelona afirma: “Ante la muerte, las incertidumbres, los miedos, muchas personas empiezan a pensar en el más allá, y la formación católica que han recibido ayuda a encontrar un poco más de luz y de esperanza”. También se dan actitudes en sentido contrario. Reflexionaremos sobre el incremento de la religiosidad durante la pandemia.

El clamor de pueblo de Israel que sufría la dureza de la esclavitud egipcia llegó a oídos del Señor que prepara su liberación por medio de Moisés como instrumento en sus manos. La película Los diez mandamientos pone al alcance de millones de personas el relato bíblico del Éxodo, un tanto deformado por la espectacularidad propia de Hollywood. Narra el hecho maravilloso de las diez plagas que llevaron a Egipto a la miseria, la muerte de los primogénitos, empezando por el del faraón. El desastre finalizó con la aniquilación del ejército egipcio sumergido en las aguas del Mar Rojo. El relato bíblico no es leyenda. Es historia en todos los detalles.  Todos estos hechos maravillosos que tendrían que haber servido para fortalecer la fe de los hebreos en su Libertador, nos enseña que la fe de los hebreos se había quedado a flor de piel. A la más mínima contrariedad se quejan contra su Libertador y, en ausencia de Moisés convierten al Invisible en un becerro de oro. Dios que no tiene representación material se transforma en una imagen de oro incapaz de ayudar. La religiosidad que no tiene raíces profundas se convierte en superstición.

Durante la conquista de la Tierra Prometida que relata el libro de Jueces, muchas veces los israelitas abandonaron al Dios que los guiaba, por los dioses de los paganos que convivían con ellos, lo cual los lleva a ser duramente oprimidos. Clamaban a Dios y Éste les proporcionaba un libertador que los liberaba de la opresión. A la muerte del siervo de Dios que había sido la mano libertadora de Dios, volvían a la idolatría. Así una y otra vez. La religiosidad de Israel no era genuina. Tenían una cultura religiosa que no tenía raíces. Fue una religiosidad muy versátil. Es por esto que Jesús tiene que decir a sus descendientes: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo. Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mateo 15: 7-9). El pueblo de Israel en su mayoría fue incapaz de decir lo que los labios del patriarca Job pronunciaron: “De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven, por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42: 5,6). “La piedra (Jesús) que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo” (Salmo 118: 22). La iglesia hebrea tenía como cimiento tradiciones humanas. Es por esto que el judaísmo oficial fue rechazado por Dios y lo sigue siendo hasta nuestros días.

Ya en la era cristiana, el apóstol Pedro a quien la Iglesia Católica considera el primer papa, tiene algo que decir respecto de la decadencia del cristianismo tan manifiesta hoy. Recordando el salmo 118 que afecta a los judíos, escribe a los cristianos: “Acercándonos a Él” (Jesús), “piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como una casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptados por Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa: Y el que cree en Él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, Él es precioso, pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser cabeza del ángulo, y piedra de tropiezo, y roca de caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes, a lo cual fueron destinados” ( 1 Pedro 2: 4-8).

La religiosidad que se echa a perder tan fácilmente en tiempo de bonanza, solo se debe a una causa. No está cimentada en la Roca eterna que es Cristo. “Conocer a Cristo es el camino para crecer en santidad. El cristianismo no es una religión de reglas. Es la religión del ejemplo divino. Que intenta seguir los pasos benditos de la vida más santa. Acepta este concepto. Pregúntate a ti mismo en el momento de perplejidad o de tentación: ¿Qué haría Jesús si estuviese en tu lugar? Estoy seguro que nada más nos puede llevar a andar en santidad” (George Hodges). El desbarajuste en que ha caído la cristiandad se debe a su falta de coherencia. Abandonada la Roca de la eternidad: el caos.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

SALMO 36: 1

“El injusto lleva en su interior el oráculo del pecado, vive sin temor de Dios”

El salmo 36 trata de la iniquidad del hombre y de la misericordia de Dios. Comienza mostrando un destello de la condición del ser humano, Se acostumbra a decir que las personas son  buenas por naturaleza, El salmo que comentamos lo desmiente. Dice que en su interior lleva grabado el pecado. Cree ser bueno porque en ocasiones hace buenas acciones. Jesús desmiente esta filosofía cuando dice: “Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos” (Mateo 7: 11). El mandamiento dice: “No cometerás adulterio”(Deuteronomio 20: 14). Jesús profundiza en el tema cuando dice: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 7: 28). Quien comete adulterio aunque solo sea de corazón ya ha transgredido toda la Ley  de Dios. (Santiago 2: 11). Sea de pensamiento o de obra todos somos transgresores de la Ley de Dios. El salmista clava la puntilla cuando escribe: “No hay temor de Dios delante de sus ojos” (v. 2).De labios son multitudes quienes invocan el Nombre de Dios, pero que le amen sobre todas las cosas, son minoría.

El salmista sigue escribiendo: “Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su iniquidad no será hallada ni aborrecida” (v. 2). El impío piensa que porque no  cree en Dios, lo ha borrado del mapa. Piensa que Dios es un mito como Zeus, un invento de los sacerdotes para controlar a la población y subyugarla. Cuando quienes dicen ser cristianos y se confiesan auricularmente con un cura no le dicen toda la  verdad.  Así y todo creen erróneamente que sus pecados les han sido perdonados. Dios no ha otorgado a  ningún hombre el poder de perdonar pecados. Lo ha reservado  exclusivamente a su Hijo Jesús. Así que solo a Jesús se le tienen que confesar los pecados para que la sangre que vertió en la cruz del Calvario los elimine todos. Se puede engañar al confesor  humano, pero Jesús que lee los pensamientos más profundos guardados en lo profundo del alma, es totalmente imposible darle gato por liebre.

“Las palabras (del injusto) de su boca son iniquidad y fraude, ha dejado su camino, de hacer el bien” (v. 8). Por la boca muere el pez. Las palabras del injusto que brotan de un corazón malvado están teñidas de “homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias” (Mateo 15: 19).

Para terminar: el injusto “medita maldad en su cama, está en camino no bueno, el mal no aborrece” (v. 4). El corazón del impío es lo que es. La educación no lo cambia, tal vez lo hace más sutil. Los pecados siguen siendo sibilinos pero no ocultos a los ojos de Dios. Solo un corazón nuevo que es fruto de la fe en Jesús es lo que hace que el injusto se convierta en Justo y aborrezca el camino de hacer el mal.


 

1 JUAN 3: 1

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos hijos de Dios, por esto el mundo no nos conoce, porque no  le conoció a Él”

“Mirad”, el apóstol Juan intenta que desviemos la mirada de las cosas visibles que tanto nos atraen, para ponerla en el Invisible. En el aspecto religioso nos impresiona el oropel con el que se revisten las misas pontificales. El boato que despliegan sirve para satisfacer la sensualidad de los asistentes, pero no cambia  su corazón.

El apóstol busca que abandonemos lo sensual  para que nos fijemos en el inmenso amor de Dios que se manifiesta en que los verdaderos creyentes en Cristo sean “llamados hijos de Dios”. Quienes se dejan extasiar por el esplendor de las grandes celebraciones litúrgicas  pierden el privilegio de ser  llamados hijos de Dios”. Las exuberantes celebraciones religiosas proporcionan un momentáneo placer sensual. Terminado la fastuosa celebración religiosa, ¿qué queda? La rutinaria vida diaria aburrida y monótona, sin esperanza.

Abandone el lector el hábito de mirar lo que perece y ponga los ojos en las celestiales que son eternas. Las revistas del corazón nos muestran las lujosas mansiones de los ricos de este mundo que nos abren el apetito de desear lo que no podemos alcanzar. El apóstol nos dice: “mirad”. No menciona clase social, raza, ni nada que nos identifique de alguna manera y limite el número de personas a las que dice: “Mirad”. Mirar ¿qué?, que en Cristo Jesús “somos llamados hijos de Dios”. El apóstol sigue diciendo: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque seremos tal como Él es” (v.2). Los hombres por ricos que sean, que no sepan qué hacer con los millones que han amontonado, aunque se vistan de seda, acabarán marchitándose como la hierba. La gloria del mundo no los seguirá cuando se conviertan en polvo. El apóstol Juan nos dice que quienes somos hijos de Dios por la fe en Jesús “no se ha manifestado lo que hemos de ser”. No dan importancia a lo que tiene que deshacerse. Desean ardientemente lo que no se ve. Por fe, no por vista “sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es”. Seremos semejantes a Jesús resucitado con un cuerpo inmortal e incorruptible. Los cristianos del tiempo apostólico se despedían diciéndose: El Señor viene”. Desgraciadamente hoy hemos olvidado este saludo, pero la promesa que Jesús volverá no ha caído en saco roto. Volverá a buscarnos a que vayamos con Él.

 

dissabte, 5 d’octubre del 2024

 

MARIA: PECADORA O INMACULADA

Solo hay un Padre y un Hijo que salva: Jesucristo hombre

“En este domingo (1/09/2024)…que coincide con la fiesta de la Natividad de la Madre de Dios. En este día celebramos en Cataluña el día de las madrededios encontradas”. Unas madrededios que según la tradición se escondieron durante la invasión musulmana y después encontradas misteriosamente” (Juan José Omella, arzobispo de Barcelona). El purpurado cita de la glosa de Josep torras i Bages, obispo de Vic la “Visita espiritual a nuestra Señora de Montserrat”, diversas advocaciones. La primera que cita el clérigo barcelonés dice: “Virgen prodigiosa, trono purísimo en donde reposa la eterna Sabiduría, cuando viniste al mundo a enseñar el camino de salvación, conseguiste para vuestros catalanes aquella fe que hunde montañas, llena valles y allana el camino de la vida”. La doncella de Nazaret cuando fue a visitar a los padres de quien sería Juan el Bautista, en la plegaria que dirigió al Señor dice de sí misma: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva, pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lucas 1: 46-48). El espíritu de María no encaja con los enaltecimientos clericales que hacen de ella

La segunda advocación que cita el clérigo barcelonés, dice: “Rosa de caridad, fuego que sin consumirse calienta, sacad  de Cataluña el espíritu de discordia, y juntad a todos sus hijos e un corazón de hermanos”. Torras i Bages y todos los que creen en su doctrina han convertido a María, un ser mortal como todos los pecadores, en un ídolo. Más claro no puede decirlo el purpurado barcelonés cuando refiriéndose a las madrededios escondidas y encontradas. Aun cuando no lo diga explícitamente, sin duda alguna se refiere a imágenes materiales. La Ley de Dios prohíbe severamente la idolatría. Lo hace con estas palabras: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté  arriba en el cielo, ni debajo de la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios fuerte y celoso…(Éxodo 20: 3-6).

La mariolatría está basada en tradiciones humanas. No en la Palabra de Dios. Jesús tiene muy claro qué piensa de la tradición no bíblica: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mateo 15: 8, 9). Juan Calvino refiriéndose a las tradiciones humabas ha dejado escrito: “He aquí que el apóstol Pablo nos amonesta admirablemente diciendo  que las tradiciones humanas son un laberinto en el que las conciencias se encuentran cada vez más perdidas, y, todavía más, son trampas que atrapan a las personas desde el primer momento de manera que terminan siendo asfixiadas”.

El apóstol Pablo previendo lo que ocurriría en un futuro próximo, escribiendo a su discípulo Timoteo le dice: “Porque vendrá un tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo desasosiego de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”   (2 Timoteo 4. 3, 4). El mismo apóstol escribiendo a otro de sus discípulos, le dice: “Que no hagan caso a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” (Tito 1: 14). El apóstol Pablo con la clarividencia que le proporciona  el Espíritu Santo, escribe: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, por la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia”           (1 Timoteo 4: 1, 2).

El antiguo Israel “no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír,  y pusieron su corazón como diamante, para no oír la Ley ni las palabras que el Señor de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los primeros profetas, vino por tanto gran enojo de parte del Señor de los ejércitos. Y aconteció que así como Él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice el Señor de los ejércitos” (Zacarías 7: 11-13).

La obstinación de quienes se consideran cristianos que se comportan como caballos desbocados, bien se les podría aplicar aquello que el profeta dirige a los israelitas: “No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: volveos de  vuestros malos caminos y de vuestras malas obras, y no atendieron, ni me escucharon, dice el Señor      (Zacarías 1: 4). Vista la obstinación de quienes se consideran cristianos persiste y siguen sin volverse al Señor Jesucristo para que perdone sus pecados, viene como anillo al dedo las palabras del profeta Habacuc: “¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿La estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra? ¡Ay del que dice al palo: Despiértate, y a la piedra muda: levántate! ¿Podrá él enseñar? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él” (2: 18, 19).

Octavi Pereña Cortina

 

LUCAS 7: 48

“Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados”

Jesús fue invitado a comer en casa de un fariseo. Una mujer que era pecadora, vulgarmente de “mala reputación,”  para no decir: prostituta, se enteró que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, fue allá llevando consigo “un frasco de alabastro con perfume, y estando detrás de Él, a sus pies, llorando comenzó a regar con lágrimas sus pies y los enjugaba con sus cabellos, y besaba sus pies, y los ungía con el perfume” (vv. 37, 38). El fariseo que se consideraba persona justa y que no podía tener contacto con los pecadores para no contaminarse ceremonialmente, criticó a Jesús, diciendo para sí mismo: “Éste, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer, que es pecadora” (v. 39). Entonces, Jesús dirigiéndose a su anfitrión le narra la parábola de los dos deudores. “Uno de los acreedores debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. Y no teniendo ellos con que pagar perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ambos le amaba más?” (42). Simón, que así se llamaba el fariseo, le dijo a Jesús: “Pienso  que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Perfectamente has juzgado” (v. 43). Jesús volviéndose a la mujer dijo al fariseo y exponiéndole las muestras de amor que La mujer le mostraba, le dice: “por lo cual le digo que sus muchos pecados le son perdonados porqué amó mucho, mas a aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y dijo a ella: Tus pecados te son perdonados” (vv. 47, 48).

En otra ocasión se encontraba Jesús enseñando en el templo. “Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la Ley nos mandó Moisés apedrear  a tales personas. Tú, pues, ¿qué dices? Como los acusadores persistían en la acusación Jesús les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado que sea el primero en arrojar la piedra contra ella. Ellos, al oír esto acusados por su conciencia abandonaron el lugar” (vv. 8, 9).

Encontrándose solos Jesús y la mujer, dirigiéndose a ella le dijo: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella le dijo: Ninguno Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno, vete y no peques más” (vv. 10, 11).

A todos los pecadores que han sido salvados por la fe en Jesús  y cuyos pecados han sido lavaos por la sangre que Jesús derramó en la cruz, el apóstol Pablo nos pregunta: “Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aun en Él?…Así también nosotros andemos en novedad en vida? (Romanos 6: 1, 2, 4).


 

JONÁS 4: 11

“¿Y no tendré  yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad en donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?”

Este texto es un toque de atención a los cristianos que siendo miopes limitan la evangelización a las personas de su misma clase. Según ellos, Dios confina su misericordia a un reducido grupo de personas. Esta miopía no excluye a los profetas. Jonás es un ejemplo de ello. Ni  los ultra ortodoxos seguidores de Moisés, los fariseos, que al comienzo de la historia de la iglesia perseguían a muerte a los cristianos, Saulo de Tarso, fue uno de ellos,  conocido como el apóstol Pablo después de su conversión a Cristo fue un furibundo perseguidor de cristianos. Creía que tenía que hacerlo para conservar la pureza del judaísmo. La Iglesia Católica que se considera cristiana, durante siglos se  dedicó a perseguir a los cristianos evangélicos por considerarlos herejes. No tenemos que quedarnos en las instituciones. En el fondo todos tenemos algo del espíritu inquisidor. Es decir, que no amamos a nuestros semejantes como a nosotros mismos. El apóstol Pablo nos enseña que quienes han creído en Jesús como Señor y Salvador han dejado de ser hijos de las tinieblas para pasar a serlo de la luz y del día (1Tesalonicenses 5: 5). Quienes son hijos de las tinieblas tienen un comportamiento que tiene deja mucho que desear. Los medios de comunicación se encargan a diario de recordárnoslo. A quienes somos hijos de la luz el apóstol Pablo nos recuerda como tenemos que comportarnos: “Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” (1 Tesalonicenses 5: 4-8).

Los verdaderos  cristianos en el momento de creer en Jesús como Señor y Salvador nos convertimos en hijos de la luz, es decir que hemos obtenido la salvación plena, lo somos en esperanza (Romanos 8: 24), es decir, que nuestro cuerpo que aun yace en la oscuridad del sepulcro significa que no hemos alcanzado la plena salvación a que hemos sido llamados. La vieja naturaleza que teníamos cuando andábamos en la noche sigue activa. Bajo control. Ello significa que una lucha sin cuartel existe en lo profundo del alma entre el bien y el mal. Antes de la conversión a Cristo esta lucha no existía, todo nos daba lo mismo. De ella salimos victoriosos gracias a la victoria que Jesús consiguió por nosotros al morir en la cruz y resucitar el tercer día. En Jesús somos más que vencedores: “Ninguna cosa creada  nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8: 39).