diumenge, 18 de febrer del 2024

 

JEREMÍAS 8: 10

“Con todo esto, su hermana la rebelde Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice el Señor”

“Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual es amplio en perdonar” (Isaías 55: 1). En Dios existe la predisposición de perdonar. Con amor paterno el Padre dice a sus hijos díscolos que se vuelvan a Él. En la historia de los reinos de Judá y de Israel debido a la apostasía se dieron infinidad de casos de fuertes sufrimientos colectivos que los condujo a volver al Señor de quien se había apartado. Como en el caso del texto que comentamos el regreso no se hacía “de todo corazón, sino fingidamente, dice el Señor”. Al Señor que no se le puede dar gato por liebre porque conoce al dedillo lo que se mantiene en secreto en lo profundo del corazón. Es una necedad que nos hunde más profundamente en el reino de las tinieblas. Dejemos de una vez por todas pretender engañar a Dios haciendo ver que abandonamos a los falsos dioses y que nos volvemos a Él con corazón puro y sin engaño.

El Padre en su Hijo Jesús perdona nuestros pecados y la “sangre de su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7). Satanás utiliza a lobos rapaces que se introducen en las iglesias buscando nuestra perdición eterna enseñando atajos que gratifican nuestro ego: La Iglesia Católica considera que es la  verdadera y que fuera de ella no hay salvación. Que el pecador puede liberarse de los pecados no perdonados en el confesonario pasando una temporada en el Purgatorio. Enseña la mediación de los santos y de manera muy especial de María…No niega que Jesús es el Salvador, pero al enseñar que no es el único Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, de hecho se le niega a Cristo el poder de hacerlo. No enseña a los hombres a volver a Dios de corazón.

A todos los escogidos que el Padre antes de la fundación del mundo que dio a su Hijo para que muriese por ellos, ninguno se pierde. En la oración sacerdotal que Jesús dirige a su Padre, entre otras cosas, le dice: “He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me diste, tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra…Cuando yo estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu Nombre, a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió sino el hijo de perdición” (Judas Iscariote que vendió a Jesús por treinta monedas de plata), “para que la Escritura se cumpliese” (Juan 17: 1-26).

Cuando el apóstol Pedro fue conducido ante el Sanedrín para que diese explicaciones de por qué enseñaba al pueblo  y anunciase en Jesús la resurrección  de los muertos, con la autoridad que le daba ser guiado por el Espíritu Santo, a las autoridades religiosas les dijo: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo y en ningún otro hay salvación porque no hay otro Nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11, 12).


PROVERBIOS 10:4

“La mano negligente empobrece, mas la mano d los diligentes enriquece”

Recientemente ha sido noticia la denuncia del informe Pisa del fracaso escolar en Cataluña, España y otros países. En parte la causa de dicho fracaso se debe a las leyes educativas que permiten que los alumnos pasen al curso siguiente con asignaturas no aprobadas en el presente. Esta situación tiene sus consecuencias negativas cuando los alumnos ingresan en la universidad. La deficiencia lectora dificulta la comprensión de las materias que son más complejas.

Las deficiencias educativas que se dan en el sistema educativo público no son las únicas  responsables del fracaso escolar. El verdadero problema se encuentra en el hogar. Entre los padres, ¿son buenas las relaciones? ¿Es adecuada la relación padres e hijos? ¿Se respira en el hogar una atmósfera de paz, tranquilidad, serenidad? El ambiente familiar dice mucho respecto al fracaso escolar que ha salido a la luz gracias al informe Pisa. El fracaso escolar es mucho más amplio que el estrictamente familiar. Alcanza a toda la sociedad. El ateísmo imperante es la causa de lo que sucede en los hogares. Sin Dios toda la estructura social se derrumba. Los hogares pueden dar la sensación de que la estructura del edificio resiste. Las grietas que se aprecian en ellos avisan de que los cimientos se mueven y que en cualquier momento el hogar puede derrumbarse.

Un hogar sano es el secreto de la salud social. la evidencia de que la sociedad está enferma y que la dolencia es incurable de no ser que se administre el medicamento adecuado. Una sociedad sin Dios está edificada sobre un cimiento de arena. Con urgencia se tiene que cambiar la arena por roca firme. Si Jesús, la Roca, es el cimiento del hogar, la enfermedad se encuentra en proceso de curación. Los padres se encuentran en la condición de ejercer de padres. Un texto del Antiguo Testamento enseña con mucho detalle lo que tienen que hacer los padres para que sus hijos puedan ser una bendición social. El texto que es Deuteronomio 6: 6-9. Enseña la responsabilidad de los padres  en enseñar a los hijos los senderos de la fe. Como los padres responsables no abundan y renuncian a ejercer su responsabilidad de instruir a los hijos, traspasan el compromiso en la escuela y así creen que han cumplido con su deber. Enorme error pues los hijos indisciplinados en el hogar traspasan la indisciplina en la escuela y en la sociedad. Jesucristo es el elemento que falta en el sistema educativo para civilizar a la sociedad.

 

 

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