ISAÍAS 6: 8
“Después oí la voz
del señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?
<b>Juan Planellas</b> arzobispo
de Tarragona, coincidiendo con el día del Seminario, escribe: “No podemos dejar de hablar, evidentemente de
vocaciones…Jesús te llama, ¿lo sabes? Jesús es el gran despertador que quita el
sueño de los ojos para hacernos ver la realidad, y la realidad es Dios”.
Las vocaciones pastorales tan necesarias en
tantas iglesias que carecen de pastor que en representación de Jesús, el Buen
Pastor, guíen a los fieles a descansar en delicados pastos. La vocación
pastoral no depende de la voluntad humana. Es el resultado de la elección del
Buen Pastor que escoge a los hombres que en representación suya tienen que
pastorear a las iglesias.
La elección del profeta en el ministerio
pastoral es el modelo que se tendría que seguir hoy a la hora que las iglesias
elijan a los hombres que tienen que pastorearlas.
El profeta
tiene una visión de la gloria de
Dios: ”Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy
muerto, porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo
que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Señor de los ejércitos”
(v. 5). Los pastores tienen que ser hombres que tengan un auténtico
conocimiento de Dios. No un conocimiento intelectual adquirido en las aulas de
los seminarios, sino que previamente hayan experimentado un genuino
conocimiento del Señor de la iglesia, es decir, hombres que hayan nacido de
nuevo y que sean guiados por el espíritu Santo. Este conocimiento es el que
produce en quienes el Señor escoge para pastorear a su pueblo un verdadero
conocimiento de ser pecador: “¡Ay de mí!
que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios!”
El siguiente paso que conduce a la elección
al pastoreado es: “Uno de los serafines,
tomando en su mano un carbón encendido, cogido del altar con unas tenazas,
dijo. He aquí, esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpiado tu
pecado” (vv. 6, 7).
Una vez el profeta fue purificado de sus
pecados es cuando el Señor se dirige a
Isaías y le dice: ¿A quién
enviaré, y quién irá por nosotros? En respuesta a la pregunta del Señor
Isaías le dice: “heme aquí, envíame a mí”
(v. 8). Una vez el profeta acepta el encargo de ser un heraldo del Señor es
cuando Jesús el Señor de la Iglesia le dice: “Anda, y di a este pueblo: oíd bien y no entendáis, ved por cierto, mas
no comprendáis” (v. 9). La gente
oirá pero no creerá. No andarán por los caminos del Señor. El profeta en Nombre
del Señor les dirá que se arrepientan, pero no lo harán. Seguirán sus propios
senderos. El éxito del heraldo del Señor no está en contabilizar multitud de
conversiones sino en ser fiel al mensaje recibido del Señor de la viña.
MATEO 1: 20, 21
“José hijo de
David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado,
del espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su Nombre Jesús, porque
Él salvará a su pueblo de sus pecados”
Dios en su propósito de salvar a los elegidos
por la fe en el Nombre de su Hijo Jesús utilizó a cinco mujeres: Eva por la que
el pecado entró en el mundo. Tamar que se hizo pasar por prostituta y mantuvo
relación sexual con su suegro. Rahab la prostituta gentil que recibió a los
espías. Rut, la moabita y Betsabé que
adulteró con David. En el cumplimiento del tiempo a la virgen María que
confiesa ser pecadora cuando dijo:
“Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la bajeza de su sierva” (Lucas 1: 46-48). Si María pudiese
ver y oír lo que ocurre aquí en la Tierra, ella que “mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la
bajeza de su sierva”, ¿qué pensaría al ver que la han divinizado hasta el
punto de considerarla haber sido concebida sin pecado original y colocarla en
la parte alta del pódium, por encima de su Hijo que es su salvador y convertid
en corredentora con Él? A Jesús por María es el lema. Juan José Omella,
arzobispo de Barcelona, escribe: “Salgamos de nosotros mismos para ir a buscar
a aquel que nos necesite. Pidámosle a María que nos guie en este camino
cuaresmal, que ella nos anime a conocer y a amar cada día más a Jesucristo,
muerto y resucitado”.
El apóstol Pedro refiriéndose a la sabiduría
que le ha sido dado al apóstol Pablo, escribe: “Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas, entre
las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición”. (2 Pedro 3: 15, 16). A continuación el apóstol Pedro añade un fuerte aviso de alerta: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de
antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error, caigáis de vuestra
firmeza” (v. 17).
El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia en
Éfeso, es dice: “Estad, pues, firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad” (6: 14). Cristo es la Verdad de Dios
hecha carne y la Biblia es la
Verdad de Dios que los hombres
inspirados por el Espíritu Santo para salvación nuestra. Seamos imitadores de
los cristianos de Berea “recibieron la
Palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si
estas cosas eran así” (Hechos 17. 11).
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