dissabte, 27 d’agost del 2022

 

POR QUÉS SIN RESPUESTA

<b>¿por qué los por qués de Margaret Tatcher no tienen respuesta?</b>

“En los años de mi juventud, cuando empezaba mi carrera política, con todas mis esperanzas, sueños y ambiciones, a mí y a muchos de mis compañeros nos parecía que si llegásemos a un período en donde tuviésemos buenas cosas, una buena educación, y un nivel de vida razonable, entonces todo quedaría resuelto, tendríamos un buen futuro y todo sería más fácil. Ahora sabemos que eso no es así. Nos enfrentamos a un verdadero problema de la naturaleza humana. ¿Por qué tropezamos con tantos casos de crueldad hacia los niños de este tiempo? ¿Por qué tantos casos de crueldad haca los animales?  ¿Por qué tantos casos de violencia? …¿Por qué la gente recurre al terrorismo? ¿Por qué las personas recurren a las drogas? Estos son problemas muchísimo más difíciles… ¿Por qué cuando lo tenemos todo algunas personas recurren a esas cosas tan viles que minan toda la civilización?” (<b>Margaret Tatcher</b> primera ministra de Gran Bretaña).

(<b>Margaret Tatcher</b> que por su posición privilegiada, teniendo a su alcance los poderosos medios de comunicación que pose Gran Bretaña, con su vinculación con las personas más poderosas del mundo, ¿por qué en su declaración plantea tantos por qués que no tienen respuesta? La razón de tantos por qués sin respuesta solamente es una: El hombre ha abandonado a Dios. El ser humano sin Jesús que es la Luz del mundo camina en medio de espesas tinieblas espirituales. Le falta la dirección necesaria para tomar decisiones acertadas. Se dice que la Biblia no es un libro adecuado para que los políticos lo lean diariamente y les ayude a tomar decisiones de Estado. Con esa filosofía los gobernantes marginan la fuente de sabiduría que les ayuda en la toma de decisiones que favorecerían a todos los ciudadanos. Con ello desparecería el advenimiento  de la extrema derecha que amenaza la destrucción de las democracias occidentales. El giro hacia la extrema derecha tiene una causa: Hemos abandonado a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo y sin Él las naciones han perdido el rumbo. Sin Jesús el mundo se encuentra en medio de un mar tempestuoso que amenaza con tragarse a las naciones. La situación de las mismas tiene un cierto parecido con el que se encontraron los discípulos de Jesús cuando navegando en una barca en medio del mar de Galilea, una súbita tempestad amenazó con hundir la pequeña embarcación. Ajeno a lo que sucedía, Jesús dormía plácidamente. El Creador no podía tener miedo de la obra de sus manos. Los discípulos sacudiendo a Jesús y gritando le dicen: “¿Sálvanos que perecemos!” ¿Qué hacemos con Jesús encontrándonos en un mundo convulso, aterrorizaos por las fuertes tempestades que amenazan con echarlo todo a perder? Nos quejamos a Él y le acusamos de ser el culpable de los males que nos afligen. Los discípulos no se quejaron a Jesús culpándole de la amenazadora tempestad que ponía en peligro sus vidas. Le pidieron ayuda: “¡Sálvanos que perecemos!” (Mateo 8: 25). En medio de la fuertes e insistentes crisis que nos golpean, ¿qué hacen los gobiernos? Quienes creen en el mundo de los espíritus buscan apresuradamente la ayuda de médiums que les recetan mentiras. Los que creen únicamente con lo que pueda verse y palpar, acuden a sus asesores que andan tan perdidos como los que buscan su ayuda. Mientras tanto, el mundo va de mal a peor.

Despertado Jesús de su dulce sueño con un fuerte zarandeo, les dice. ¿Por qué tenéis miedo gente de poca fe?” (v. 26). Sin inmutarse se pone en pie y “reprende a los vientos y el mar, y se hizo grande bonanza” (v.26). De momento los discípulos están desconcertados. Más tarde, encontrándose en la región de Cesarea de Filipo, por cierto plagada de templos  dedicados a divinidades paganas, Jesús les pregunta  a sus amigos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Le responden: “Unos Juan el Bautista, otros Elías, Jeremías o uno de los profetas”. Entonces Jesús queriendo saber lo que sus discípulos piensan de Él, les pregunta: “¿Quién decís que yo soy?” Entonces Pedro con fe incipiente, pero auténtica, en nombre de sus compañeros le dice: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. La declaración de Pedro reconociendo la divinidad de Jesús no puede hacerla cualquier persona. ¿Quién, pues? Jesús le dice a Pedro: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne n sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16: 13-17).

No todos los gobernantes van a hacerse suya la declaración  de Pedro reconociendo la divinidad de Jesús. Tampoco van a hacerla todos los ciudadanos. Eso significa que el mundo seguirá siendo un mar tempestuoso que atemoriza a las personas. La fe en Jesús el Hijo del Dios viviente calma la tempestad de quienes creen en Él y, en medio del vendaval que le embiste goza de “y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 7). Jesús es la solución  a los por qués que no tienen respuesta.

Octavi Pereña i Cortina

 

ESDRAS 9: 4

Y se me juntaron todos los que tenían las palabras del Dios de Israel a causa de la prevaricación de los del cautiverio, Mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde”

Por el decreto del rey Ciro los deportados de Judá puedan regresar a Jerusalén. Daba la impresión de que quienes se acogieron al decreto de Ciro eran verdaderos hijos de Dios. Los libros de Esdras y Nehemías desmienten esta suposición. El texto que comentamos tiene que ver precisamente con esto: no es oro todo lo que reluce, dice el refrán. Jesús en la parábola de la cizaña deja bien claro que el trigo y la cizaña irán juntos hasta el final del tiempo y que en el tiempo presente es totalmente imposible separar totalmente el trigo de la cizaña. Lo que sucedía en el antiguo Israel es lo mismo que sucede actualmente en la iglesia: “No es oro todo lo que reluce”.

Esdras sabe que muchos de los que han regresado de Babilonia no se habían separado de los pueblos vecinos “y hacen conforme sus abominaciones (v.1). Con Esdras “se juntaron todos los que tenían las palabras del Dios de Israel”, para orar al Señor. Lo que tiene que tiene que destacarse de la oración de Esdras es que los que no se habían separado de los pueblos vecinos y los que guardaban las palabras del Dios de Israel externamente formaban un solo pueblo. Teniendo en cuenta esta unidad Esdras se siente confuso: “Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar. oh Dios mío, mi rostro a ti, porque muchas iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo (vv. 6, 14).

Esdras concluye su plegaria con unas palabras  con las que tendríamos que identificarnos los cristianos que somos verdaderos hijos de Dios: “Oh Señor Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos, porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto” (v. 15).

Esdras y los que con él “tenían las palabras del Dios de Israel” formaban parte de la “manada pequeña, porque vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12: 32. Los pobres en espíritu del antiguo Israel y los de la Iglesia del Nuevo Testamento nos sentimos unidos en la intercesión ante el Señor que hace Esdras  debido a la corrupción que se da entre su pueblo.


 

EFESIOS 2: 5

“Aun estando nosotros muertos en pecados nos dio vida juntamente con Cristo, por gracia sois salvos”

El precio de un alma es tan elevado que desde que existe el hombre no se ha reunido dinero suficiente para pagarlo. Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. El texto que comentamos lo confirma: “Aun estando nosotros muertos en pecados nos dio vida juntamente con Cristo”. Es tan maravillosa la salvación que Dios nos concede en Cristo que si no fuese por el regalo de la fe que Dios nos ha dado, la razón no lo entendería, pero sí la fe.

Creemos que en el último día, cuando Jesús venga en su gloria resucitaremos para estar eternamente con Él. Quienes hayan fallecido antes de este evento, nuestros cuerpos totalmente destruidos por la corrupción saldrán de los sepulcros revestidos de incorruptibilidad e inmortalidad. La razón no puede creer esto. La fe que es regalo de Dios, sí. El texto no nos habla exclusivamente de lo que el futuro nos traerá. Nos dice algo muy importante para tener en cuenta en el tiempo presente. La resurrección es tan segura que no es preciso esperar hasta el final del tiempo para disfrutarla. Fíjese el lector en lo que dice el texto: “Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2. 6). La unión con Cristo es tan íntima que el creyente es uno con Él. Si Jesús resucitó el creyente también ha resucitado. Si Él está sentado en los cielos, el creyente también lo está. Lo disfrutamos por la gracia de Dios. No debemos olvidar, pero, que seguimos peregrinando aquí en la Tierra hacia los lugares celestiales. El texto nos da instrucciones de cómo tenemos que comportarnos en el tiempo presente.

“Porque somos hechura suya” (obra suya), “creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2: 10). Malas lenguas dicen ya que somos salvos y no podemos perder la salvación, no importa el estilo de vida que llevemos. Quienes esto afirman ignoran qué significa ser salvo. Desconocen que hemos sido llamados a ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto. Tenemos que ser santos  como Él es santo. Dios ha preparado de antemano buenas obras, porque nosotros no podemos hacerlas, para que andemos en ellas. Nuestra responsabilidad es, con la ayuda del Espíritu Santo descubrirlas y esforzarnos en practicarlas para ser luces en medio de un mundo que vive envuelto de espesas tinieblas espirituales.

 

dissabte, 20 d’agost del 2022

 

2 CRÓNICAS 26: 16

“Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina, porque se rebeló contra el Señor su Dios, entrando en el templo del Señor para quemar incienso en el altar del incienso”

Uzías  tenía 16 años cuando subió al trono de Judá. Se nos dice que “hizo lo recto ante los ojos del Señor, conforme a todas las cosas que había hecho Amasas su padre” (v. 4). “En los días en que” (Uzías) “buscó al Señor, Él le prosperó” (v. 5).

El texto que comentamos nos dice: “Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina. Lo cual nos da a entender que el tiempo que buscó al Señor y fue prosperado, fue un tiempo de debilidad. El verdadero carácter de Uzías se puso de manifiesto cuando sintiéndose fuerte  prescindió de la ayuda del Señor: “Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina”.  En el Antiguo Testamento Dios escoge a la tribu de Leví para el ejercicio del sacerdocio y del ministerio en el templo. Nadie que no fuese un levita podía acceder al ministerio sagrado. Cuando Uzías se sintió fuerte cometió la locura de querer unir en su persona el poder civil y el religioso. Lo intentó entrado altivamente en el templo para quemar incienso que era prerrogativa de los sacerdotes descendientes de Leví por la línea de Aarón. Cuando el teniente Tejero de la Guardia Civil asaltó el Parlamento de Madrid lo hizo contra una institución humana. Uzias se introdujo ilegalmente en una institución divina y Dios quien había establecido las reglas del culto se vio obligado a intervenir: “Entonces Uzias, teniendo en la mano un incensario para  ofrecer incienso, se llenó de ira, y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente, delante de los sacerdotes en la casa del Señor, junto al altar del incienso” (v. 19).

En el instante en que Jesús murió el velo del templo que separaba el lugar santo del santísimo se rasgó de arriba abajo (Mateo 27: 51). Todo el ceremonial levítico había dejado de existir, pero el valor de las Sagradas Escrituras sigue en pie: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3. 16, 17). Hoy, la iglesia universal, no la católica, está constituida por los verdaderos creyentes en Cristo, es el templo espiritual  en donde reside el Señor por medio del Espíritu Santo. Este templo espiritual tiene que conservarse santo. Ninguna impureza debe contaminarlo. Los verdaderos cristianos que se han convertido en piedras vivas de este templo espiritual están obligados a conservarlo santo, inmaculado. El texto del apóstol Pablo citado es una ayuda imprescindible para que los cristianos contribuyan activamente a conservar santo el cuerpo místico de Jesús. Todo aquello que no sea conforme a la Escritura tiene que desecharse La santidad de la Iglesia del Señor así lo requiere. Ninguna ilegalidad se admite en el templo de Dios que es la Iglesia del Señor.


 

NEHEMIAS  8: 10

Y no os entristezcáis porque el gozo del Señor es vuestra fortaleza”

El pueblo estaba reunido en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas aguardando que el sacerdote Esdras trajese el Libro de la Ley de Moisés. Ante la multitud reunida Esdras leyó lo que Moisés había escrito. La lectura se hacía de manera muy concreta: “Y leían en el Libro de la Ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (v. 8). La finalidad de los cultos públicos es que los asistentes salgan vigorizados espiritualmente. Para que esto ocurra es imprescindible que los predicadores sean hombres de fe autentica, que puedan decir con el apóstol Pablo: “Yo sé en quien he creído”.

Una cosa es saber de Jesús y otra muy distinta conocer a Jesús. Los predicadores y más si han pasado por un seminario teológico, como mínimo han adquirido conocimientos sobre Jesús y estas erudiciones las transmiten a los asistentes desde el púlpito cuando predican, pero, ¿llenan a los feligreses con el gozo del Señor que es su fortaleza?

“Seguid…la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12: 14). Los rostros tristes de tantos cristianos reflejan que en sus almas no se encuentra el gozo del Señor, lo cual pone en duda que  el gozo del Señor es vuestra fortaleza. El lema de la Reforma del siglo XVI era: “La Iglesia siempre reformándose”. Al inicio de su ministerio público comenzó predicando diciendo: “Arrepentíos que el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4: 17). El pecado mancha la santidad y borra el gozo del creyente en Cristo. Sin el arrepentimiento no puede haber conversiones a Cristo. Escuchar la letra del Evangelio puede hacer que los oyentes se hagan religiosos, lo  cual los convierte en sepulcros blanqueados por fuera pero por dentro están llenos de corrupción. Si no se predica con convicción el mensaje de arrepentimiento  no puede haber conversiones a Cristo porque Él vino precisamente a salvar a los pecadores. A mi entender sólo existe un arrepentimiento válido y es el que nos lleva a creer que Jesús es el Salvador. Todos los pecados son perdonados. Hemos nacido de nuevo como hijos de Dios. Todavía no se ha alcanzado la perfección a que hemos sido llamados. En nuestra carne sigue vivo el pecado que como las malas hierbas intenta crecer lozano con el intento de ahogar el vigor espiritual.

Cuando Jesús lava los pies a sus discípulos, Pedro se opuso a que se los lavara. Jesús le dijo: “El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio” (Juan 13: 10). Cuando nos convertimos a Cristo nacemos como hijos de Dios. Dicha filiación no la podemos perder  porque nada nos podrá apartar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, pero hemos de “resplandecer como luminares en el mundo” (Filipenses 2: 15). Diariamente nos tenemos que lavar los pies pues en nuestro peregrinar por este mundo se ensucian.  Los predicadores no pueden olvidar el mensaje de arrepentimiento para que en ellos y en las congregaciones a las que predican no se apague el brillo que tiene que caracterizar a los cristianos

 

ARMAS PARA LA PAZ

<b>Mientras exista el odio las guerras no desaparecerán</b>

“Con discrepancias en el seno del Gobierno. <b>Pedro Sánchez</b> aprueba una partida extra de mil millones en defensa”. ¡Qué ingenuo es <b>Pedro Sánchez</b> si cree que incrementando el presupuesto militar conseguirá hacer desaparecer las guerras en el mundo y en concreto pacificar Ucrania que hace ir de cabeza Occidente. La ingenuidad también se ha apoderado de <b>Jordi Armadans</b>, politólogo, periodista y director de FundiPau cuando pide “apostar seriamente y sin complejos, por un mundo seguro y en paz”. Al final de su artículo escribe: “No seamos ingenuos: solamente políticas de construcción de paz, de creación de espacios de seguridad compartida y comuna, del desarrollo de justicia global y de la defensa de los derechos humanos, en definitiva, solamente tomándose en serio la paz y la seguridad nos acerca a un mundo con menos injusticia y violencias”. Da la sensación que el señor <b>Armadans</b> es ciego. ¿No ve todo  lo que se cuece a su alrededor? La política se parece una olla de grillos. La justicia no tiene nada que ver con la justicia. La democracia consolidada como se dice que es la española, es un fracaso total. ¿Cómo se pretende alcanzar la paz en Ucrania si las naciones que aprueban multimillonarios presupuestos en Defensa  se desmenuzan como los edificios ucranios impactados por los mísiles rusos?  Podemos resumir los propósitos de paz que diseñan los políticos y las religiones con las palabras del profeta Isaías: “No hay paz, dice el Señor, para los malvados” (48: 22). Los profetas de nuestros días son hijos de aquellos a quienes el profeta Ezequiel denuncia: “Por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz no habiendo paz” (13: 10).

El sacerdote  Zacarías, padre de Juan el Bautista, el precursor de Jesús que tenía que “ir delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos”, con la finalidad de “dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz” (Lucas 1. 76, 79). La paz no la puede fabricar el hombre por más que se lo proponga. Quienes no tienen la paz de Dios no pueden ser sembradores de paz. Jesús deja bien claro que el hombre por sí mismo es incapaz de conseguir una paz duradera, cuando dice: “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no la doy como el mundo la da” (Juan 14: 27). Jesús hace distinción entre dos clases de paz: la que da el mundo ya sabemos a dónde nos lleva. La que da Jesús, esta es la que nos falta descubrir.

Job pasaba por una grave tribulación.  En un mismo día perdió  todo su ganado, perecieron sus hijos y a él se le produjo una grave infección cutánea muy dolorosa. Enterados sus amigos de la tribulación que afectaba a Job fueron a visitarle para consolarlo. A uno de ellos que pretendía confortarle le dice: “¿Qué cosa de todas estas  no entiende, que la mano del Señor la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano” (Job 12: 9, 10). Es el Creador, no el hombre quien controla todo lo que acontece en la Tierra. Deja hacer pero sus manos sostienen las riendas. Nada escapa de su control: “Con Él está el poder y la sabiduría, suyo es el que yerra y el que hace errar. Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces. Él rompe las cadenas de los tiranos, y les ata una soga a sus lomos. Él lleva despojados a los príncipes, y trastorna a los poderosos. Priva del habla a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo. Él derrama menosprecio sobre los príncipes, y desata el cinto de los fuertes. Él descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a la luz la sombra de muerte. Él multiplica las naciones y Él las destruye, esparce naciones y las vuelve a reunir. Él quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la Tierra, y los hace vagar por un yermo sin camino. Van a tientas, como en tinieblas y sin luz, y los hace errar como borrachos” (Job 12: 16-25).

 A pesar que de Job nos separan unos tres mil años, la descripción que hace del mundo de su tiempo es perfectamente aplicable al nuestro. Lo que está escrito en la Biblia sirve de instrucción para todas las épocas. Nada de lo que dice es casual. Aquella antigua generación andaba en tinieblas como lo hace la nuestra. Jesús afirma de sí mismo. “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8: 12). Si se desea salir, tanto en el ámbito privado como del colectivo, de la confusión en que nos encontramos porque no sabemos a dónde vamos porque no tenemos una meta segura a dónde dirigirnos, se debe a que nos comportamos como ciegos guiando a otro ciegos. Todos ellos caen en el foso.

Nuestra sociedad necesita con urgencia que Jesús nos abra los ojos como lo hizo con el ciego Bartimeo . Para ello necesitamos comportarnos de la misma manera que lo hizo el invidente. El minusválido se encontraba sentado al lado del camino pidiendo limosna. Advertido que Jesús se acercaba empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”. Jesús que oye el grito de auxilio del discapacitado, le dice: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego le dice: “Maestro, que recupere la vista”. La buena noticia la recibe de inmediato: “Vete, tu fe te ha salvado” (Marcos 10: 46-52). La instrucción para nosotros: Si no gritamos con fuerza: Jesús ten misericordia de nosotros, el Señor pasará de largo y seguiremos ciegos. Si hacemos llegar a sus oídos nuestro clamor de ayuda se detendrá a nuestro lado y aplicará en nuestros ojos el colirio que nos devolverá la vista. Al menos individualmente, la confusión que nos ofusca colectivamente,  se convertirá en luz que iluminará el camino que nos  lleva a puerto seguro. ¡Jesús ten misericordia de mí, devuélveme la vista!

Octavi Pereña i Cortina

 

dissabte, 13 d’agost del 2022

 

2 CRÓNICAS 19: 4

“Habitó, pues, Josafat en Jerusalén, pero daba vuelta y salía al pueblo, desde Beerseba hasta el monte de Efraín, y los conducía al Señor el Dios de sus padres”

Josafat, rey de Judá, con las limitaciones propias de un hombre pecador tenía “un corazón dispuesto para buscar a Dios” (v.3). Dado que era el rey y tenía un corazón dispuesto a buscar al Señor que de un extremo del reino al otro “los conducía al Dios de sus padres”. Tampoco debe extrañarnos  que dada la autoridad con que estaba investido pusiese “jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá, por todos los lugares” (v.5).

Las autoridades han sido puestas por Dios para que gobiernen en representación de Él y administren justicia en su Nombre. Josafat, consciente de la responsabilidad contraída de ser representante de Dios en Judá, les dice a los hombres elegidos para ser jueces: “Mirad lo que hacéis, porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar del  Señor, el cual está con vosotros cuando juzgáis” (v.6). Yo os he elegido para ser jueces, pero en verdad, quien os ha escogido ha sido el Señor.

Ante la gran responsabilidad que recae sobre las personas que tienen que administrar justicia, a los elegidos les recuerda la gran responsabilidad adquirida: “Sea, pues, con vosotros el temor del Señor, mirad lo que hacéis, porque con el Señor nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho” (v.7).

Josafat siendo más explícito añade: “Procederéis asimismo con temor del Señor y con corazón íntegro. Cualquier causa que viniere a vosotros de vuestros hermanos que habitan en las ciudades, en causas de sangre, entre ley y precepto, estatutos y decretos, les amonestareis que no pequen contra el Señor, para que no venga ira sobre vosotros y sobre vuestros hermanos. Haciendo así no pecaréis” (vv. 9,10).

Hoy la justicia está desacreditada porque quienes visten la toga y se sientan ante la mesa del tribual, como representantes de Dios en la administración de justicia no tienen en cuenta los requisitos que Josafat exigía en los jueces que seleccionaba.

Hoy muchos jueces juzgan en lugar de hombre y se olvidan que lo hacen en lugar de Dios. Pero llegará el día que comparecerán ante el tribunal de Cristo y tendrán que dar cuenta de su labor. El Juez supremo abrirá los libros  y leerá todas las sentencias dictadas por los jueces sin olvidar ni el más mínimo detalle. Ante la exposición de los hechos el terror los enmudecerá.


 

2 CRÓNICAS 34: 19

“Y luego que el rey oyó las palabras de la Ley, rasgó sus vestidos”

Haciendo limpieza del templo y arrojando al fuego toda la suciedad almacenada debido a la negligencia manifestada por sus antecesores en el trono, dan con un ejemplar de la Ley de Dios que se lee al rey Josías. El monarca al oír lo que decía el Libro encontrado “rasgó sus vestidos” en señal de arrepentimiento. El monarca humillado ante el Señor, ordena: “Andad, consultad al Señor por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del Libro que se ha encontrado, porque grande es la ira del Señor que ha caído sobre nosotros porque nuestros padres no guardaron la palabra del Señor, para hacer todo lo que está escrito en este Libro” (v. 21).

La conversión de Josías hizo que emprendiese una reforma religiosa que hizo que en apariencia el pueblo se volviese al Señor. Fallecido Josías subió al trono su hijo Joacim. El texto nos dice: “E hizo lo malo ante los ojos del Señor su Dios” (2 Crónicas 36: 5). Mientras vivió su padre el hijo aparentemente se había vuelto a Dios, pero su corazón seguía atrapado a la idolatría que tanto daño hace. Las reformas religiosas no sirven de nada si no consiguen que los “reformados” verdaderamente lloren y se aflijan por su pecado. Al fallecer Josías el reino públicamente dio la espalda a Dios. El vaso de la maldad colmó. Poco después el reino de Judá fue conquistado por Babilonia  y el templo que era la gloria de Israel, destruido. El juicio de Dios siempre se cumple.

Al descubrirse el Libro de Dios que produjo la conversión de Josías  al Señor, con él, bien seguro que hubo otras personas que se convirtieron al Señor y lloraron sus pecados en señal de arrepentimiento. ¿Cómo se manifiesta una genuina conversión a Dios? Creo que el almo 51 es el mejor referente que describe lo que le ocurre en  una persona genuinamente  convertida a Cristo: “Rasga sus vestidos” en señal de arrepentimiento. Como preámbulo del Salmo, David su autor, hace una sentida  confesión de pecado: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame mi pecado” (vv. 1, 2). En muchos que se consideran cristianos no se dan confesiones de pecado como lo hace el salmista. Otros motivos pueden llevar a decir que Jesús es el Señor, pero si los corazones de tales personas no han sido lavados por la sangre de Jesús, tales personas no son cristianas.

Quienes confiesan de labios que Jesús es el Señor, tened cuidado, no sea que al abrir los ojos en la eternidad en vez encontraros en el Paraíso con Jesús, los abráis en el infierno. Será demasiado tarde para rectificar. Hoy puede ser el día de vuestra salvación. No permitáis que pase de largo.

 

 

 

2 CRÓNICAS 19: 4

“Habitó, pues, Josafat en Jerusalén, pero daba vuelta y salía al pueblo, desde Beerseba hasta el monte de Efraín, y los conducía al Señor el Dios de sus padres”

Josafat, rey de Judá, con las limitaciones propias de un hombre pecador tenía “un corazón dispuesto para buscar a Dios” (v.3). Dado que era el rey y tenía un corazón dispuesto a buscar al Señor que de un extremo del reino al otro “los conducía al Dios de sus padres”. Tampoco debe extrañarnos  que dada la autoridad con que estaba investido pusiese “jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá, por todos los lugares” (v.5).

Las autoridades han sido puestas por Dios para que gobiernen en representación de Él y administren justicia en su Nombre. Josafat, consciente de la responsabilidad contraída de ser representante de Dios en Judá, les dice a los hombres elegidos para ser jueces: “Mirad lo que hacéis, porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar del  Señor, el cual está con vosotros cuando juzgáis” (v.6). Yo os he elegido para ser jueces, pero en verdad, quien os ha escogido ha sido el Señor.

Ante la gran responsabilidad que recae sobre las personas que tienen que administrar justicia, a los elegidos les recuerda la gran responsabilidad adquirida: “Sea, pues, con vosotros el temor del Señor, mirad lo que hacéis, porque con el Señor nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho” (v.7).

Josafat siendo más explícito añade: “Procederéis asimismo con temor del Señor y con corazón íntegro. Cualquier causa que viniere a vosotros de vuestros hermanos que habitan en las ciudades, en causas de sangre, entre ley y precepto, estatutos y decretos, les amonestareis que no pequen contra el Señor, para que no venga ira sobre vosotros y sobre vuestros hermanos. Haciendo así no pecaréis” (vv. 9,10).

Hoy la justicia está desacreditada porque quienes visten la toga y se sientan ante la mesa del tribual, como representantes de Dios en la administración de justicia no tienen en cuenta los requisitos que Josafat exigía en los jueces que seleccionaba.

Hoy muchos jueces juzgan en lugar de hombre y se olvidan que lo hacen en lugar de Dios. Pero llegará el día que comparecerán ante el tribunal de Cristo y tendrán que dar cuenta de su labor. El Juez supremo abrirá los libros  y leerá todas las sentencias dictadas por los jueces sin olvidar ni el más mínimo detalle. Ante la exposición de los hechos el terror los enmudecerá.


 

2 CRÓNICAS 34: 19

“Y luego que el rey oyó las palabras de la Ley, rasgó sus vestidos”

Haciendo limpieza del templo y arrojando al fuego toda la suciedad almacenada debido a la negligencia manifestada por sus antecesores en el trono, dan con un ejemplar de la Ley de Dios que se lee al rey Josías. El monarca al oír lo que decía el Libro encontrado “rasgó sus vestidos” en señal de arrepentimiento. El monarca humillado ante el Señor, ordena: “Andad, consultad al Señor por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del Libro que se ha encontrado, porque grande es la ira del Señor que ha caído sobre nosotros porque nuestros padres no guardaron la palabra del Señor, para hacer todo lo que está escrito en este Libro” (v. 21).

La conversión de Josías hizo que emprendiese una reforma religiosa que hizo que en apariencia el pueblo se volviese al Señor. Fallecido Josías subió al trono su hijo Joacim. El texto nos dice: “E hizo lo malo ante los ojos del Señor su Dios” (2 Crónicas 36: 5). Mientras vivió su padre el hijo aparentemente se había vuelto a Dios, pero su corazón seguía atrapado a la idolatría que tanto daño hace. Las reformas religiosas no sirven de nada si no consiguen que los “reformados” verdaderamente lloren y se aflijan por su pecado. Al fallecer Josías el reino públicamente dio la espalda a Dios. El vaso de la maldad colmó. Poco después el reino de Judá fue conquistado por Babilonia  y el templo que era la gloria de Israel, destruido. El juicio de Dios siempre se cumple.

Al descubrirse el Libro de Dios que produjo la conversión de Josías  al Señor, con él, bien seguro que hubo otras personas que se convirtieron al Señor y lloraron sus pecados en señal de arrepentimiento. ¿Cómo se manifiesta una genuina conversión a Dios? Creo que el almo 51 es el mejor referente que describe lo que le ocurre en  una persona genuinamente  convertida a Cristo: “Rasga sus vestidos” en señal de arrepentimiento. Como preámbulo del Salmo, David su autor, hace una sentida  confesión de pecado: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame mi pecado” (vv. 1, 2). En muchos que se consideran cristianos no se dan confesiones de pecado como lo hace el salmista. Otros motivos pueden llevar a decir que Jesús es el Señor, pero si los corazones de tales personas no han sido lavados por la sangre de Jesús, tales personas no son cristianas.

Quienes confiesan de labios que Jesús es el Señor, tened cuidado, no sea que al abrir los ojos en la eternidad en vez encontraros en el Paraíso con Jesús, los abráis en el infierno. Será demasiado tarde para rectificar. Hoy puede ser el día de vuestra salvación. No permitáis que pase de largo.

 

 

dissabte, 6 d’agost del 2022

 

EL GRAN MANDAMIENTO

<b>El legalismo endurece los corazones y hace que los gobernantes sean insensibles a las necesidades del pueblo</b>

<b>Nemrod Carrasco</b>, profesor de Filosofía, en la entrevista que le hace Víctor-M. Amela dice algo chocante por la manera de decirlo, pero muy interesante: “Filosofar es tener huevos. Filosofar es empipar. Filosofar es preguntarte, es cuestionarte la realidad. Filosofar es distanciarte de tus propias creencias, descreer. Todo lo que está establecido y es incuestionable. No respetar ninguna opinión. Dinamitar todas las opiniones. Atacar a las opiniones no es atacar a las personas. Yo no soy mis opiniones. No tengamos la piel tan fina: ninguna opinión debería ir a misa. ¡Ataquémoslas todas!”

La filosofía no es algo que aparece por generación espontánea a la cual puedan adherirse todas las personas. Por ser los hombres de creación divina tenemos capacidad de razonar, de ser filósofos, de ser sabios. El apóstol Pablo a los que se creían ser sabios, filósofos, los zarandea, diciéndoles: “Nadie se engañe a sí mismo, si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, parta que llegue a sr sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios, pues está escrito: Él prende a los sabios en la astucia d ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios que son vanos” (1 Corintios 3:18-20). El apóstol menciona  dos tipos de sabiduría: la que es de este mundo y la que no lo es. Nos enseña a abandonar la primera para dejar la necedad y ser verdaderamente sabios.

La Biblia nos enseña que antes de la creación del hombre Dios creó a los ángeles, algunos de los cuales acaudillados por Lucifer se rebelaron contra su Creador, convirtiéndose el líder en Satanàs y  sus seguidores en diablos. A su vez Satanás se ha convertido en el “dios de este siglo”. La mayoría de los habitantes de la Tierra tienen como padre espiritual al diablo y, como Jesús dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44). El origen de la sabiduría de este mundo de la que nos habla el apóstol Pablo, es satánica. Ahora que tanto se habla de la posverdad, para eludir la palabra mentira, sabemos que el comportamiento humano no es accidental, la filiación diabólica es su origen.

Filosofar según <b>Nemrod Carrasco</b> es: “Tocar los huevos, hacerse preguntas, cuestionar la realidad, distanciarte de tus propias creencias, descreer”, es decir, ser crítico con lo que ocurre. El origen de la sabiduría que permite conocer la causa por la que el mundo no funciona bien es: “ El principio de la sabiduría es el temor del Señor, pero los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7). La sabiduría divina de que son portadores quienes creen en Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, no gusta a los poderes políticos y económicos de este mundo que son dirigidos por su padre espiritual que es Satanás.

Los poderes de este mundo esgrimen con suma celeridad la expresión: “·incitación al odio. Fleeming Rose, escribe: “La legislación europea contra la incitación al odio está legitimada por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas, adoptado el 1966. No obstante, poca gente sabe que las democracias liberales como Suecia, Noruega y Reino Unido votaron en contra del artículo que instaba a penalizar la instigación al odio. El artículo fue una iniciativa del bloque soviético. <b>Eleonor Roosevelt</b> que presidia la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, advirtió que podría ser utilizado por cualquier dictador para cerrar la boca a las voces críticas…Un problema crucial de las leyes contra la incitación al odio es que no existe una definición clara de la misma. Esto deja un margen a los poderes a utilizar la ley para reprimir las opiniones que no sean de su agrado. El 2015 la  comisaria europea de Justicia <b>Vera Jourova</b> declaró: “Si la libertad de expresión es una de las piedras angulares de una sociedad democrática, la incitación al odio es una flagrante violación de esta libertad. Se debe castigar severamente”. Un enfoque peligroso de la libertad de expresión sobre todo si no existe consenso sobre el concepto incitación al odio. De hecho, el derecho a ofender es parte de la libertad de expresión. Nadie no tiene derecho a no ser ofendido. La libertad de expresión incluye el derecho de decir a la gente lo que no le gusta, como dijo una vez George Orwell”.

Percibimos que se degrada el concepto democracia. Que las diferencias políticas tengan que dirimirse en el constitucional y en los tribunales. Las leyes son para ser obedecidas de acuerdo, pero en el momento en que dejan de contribuir a la paz y a la concordia de los ciudadanos porque la sociedad ha experimentado un cambio profundo desde el momento que se legislaron, el sentido común advierte que deben cambiarse por otras que se ajusten a la realidad vigente. Cuesta ser sensible a la necesidad de cambiar las leyes. Cuesta por una sencilla razón: se considera a los afectados por las leyes como súbditos a los que se les debe restringir el derecho a ser diferentes y que no se merecen ser tratados como personas poseedoras de una identidad que les ha dotado el Creador. “La justicia engrandece a la nación, mas el pecado es la afrenta de las naciones” (Proverbios 14:34). Cuando existen tantas leyes injustas que ocasionan incontables afrentas a los ciudadanos es una evidencia de que a pesar de que los legisladores y los gobiernos presuman de ser cristianos, de hecho, a conciencia ignoran el Gran Mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27). Cuando la grandeza de un país se encuentra en el cumplimiento estricto de las leyes humanas y se utilizan los poderes del Estado para aplicar la ley del embudo, debe cuestionarse la grandeza de tal Nación. En el año 2017 se celebró el Quinto Centenario de la Reforma iniciada por Martín Lutero. El lema de la Reforma es. “La Iglesia siempre reformándose”. La piedra angular de la reforma permanente de la Iglesia se encuentra en la obediencia a la autoridad suprema de la Biblia. No existe el Estado perfecto. Al igual que la Iglesia, el Estado debe encontrase en un estado permanente de reforma para conseguir que la justicia que engrandece a la Nación no sea una palabra vacía de contenido.

Octavi Pereña i Cortina

 

2 CRÓNICAS 6: 26, 27

“Si los cielos se cierran y no haya lluvia por haber pecado contra ti, si oran a ti hacia este lugar, y confiesan tu Nombre, y se convierten de sus pecados, cuando los aflijas, tú los oirás en los cielos…”

El texto que comentamos forma parte de la oración que pronunció el rey Salomón durante la ceremonia de la dedicación del templo en Jerusalén. En aquel momento la gloria de Israel se encontraba en su zenit. La oración deja entrever que la gloria de Israel no sería eterna. Conservarla dependía de la respuesta que daría el pueblo a la autoridad de la Ley de Dios.

Salomón dice: “Si los cielos se cierran y no hay lluvia por haber pecado contra ti”. Estamos atravesando una grave crisis climática. Los elementos están revueltos. La desertización avanza y la deforestación prosigue. El cielo ha cerrado el grifo. Los incendios forestales se incrementan. Ante tantas calamidades que nos vienen a la vez nos preguntamos quien es el responsable. La respuesta que damos es que no hemos hecho bien las cosas y que con nuestro consumo desmesurado esquilmamos el planeta. En parte tienen razón quienes piensan de esta manera. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Por qué los hombres no hacemos las cosas bien? Salomón responde la pregunta: “Por haber pecado contra ti”. La oración de Salomón deja la puerta abierta a que Dios escuche las plegarias de quienes arrepentidos se vuelven a Él. Orar con la mirada dirigida hacia Jerusalén es cosa del pasado. Jesús lo deja bien claro en la conversación que mantiene con la samaritana. La mujer le dice: “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” .Jesús le dice: “Mujer créeme, que la hora viene cundo ni es este monte  ni en Jerusalén adoraréis al Padre…Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu, y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4: 20-24).

Sea cual sea el lugar en que se encuentre el lector es territorio idóneo para elevar una plegaria al Padre de nuestro Señor Jesucristo para pedirle perdón de tus pecados. En Jesús tienes la línea abierta para comunicarte con quien tiene el poder de abrir o cerrar el grifo de las bendiciones divinas. Dada la incredulidad actual es muy posible que la bendición colectiva no se produzca. Pero tu corazón marchito por el pecado se convertirá en una fuente de agua viva que fluye para vida eterna si en verdad te arrepientes.


 

CRÓNICAS 15: 3, 4

“Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin Ley, pero cuando en su tribulación se convirtieron al Señor Dios de Israel y le buscaron, Él fue hallado por ellos”

No debe confundirse espiritualidad con religiosidad. Israel fue muy religioso pero nada espiritual. Además del templo en Jerusalén dedicado al Dios único y verdadero le hicieron oprobio con los numerosos  altares dedicados a los dioses de los pueblos vecinos.

El texto que constituye la base de la presente meditación va precedido por el siguiente: “Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed, y salió al encuentro de Asa (el rey), y le dijo: Oídme Asa y todo Judá y Benjamín: el Señor estará con nosotros, si vosotros estáis con Él, y si le buscáis, será hallado de vosotros, mas si le dejáis, Él también os dejará”  (vv. 1, 2).

Las palabras del profeta Azarías fueron un estímulo para el rey Asa que emprendió una reforma religiosa que fue de gran bendición para Judá y Benjamín. Ello no quita que nos centremos en el texto que motiva la presente reflexión. En nuestro entorno religioso se oye con demasiada frecuencia  que el barómetro que detecta la espiritualidad del pueblo está en el número de personas que asisten en las celebraciones religiosas populares: La asistencia misa en las fiestas mayores, las multitudes que presencian las procesiones de Semana Santa…Si se escarba un poco en lo que es la fe popular pronto se descubre que estas multitudes fervorosas nada saben del verdadero Dios. La causa de tanta ignorancia se debe a que no hay sacerdote que enseñe la Ley de Dios.

Ser religioso sin conocer al Dios verdadero tiene sus consecuencias. En primer lugar estas multitudes fervorosas que practican la piedad popular se comportan como ovejas que no tienen pastor. Cada una de ellas campa como mejor le parece. Si no hay sacerdote que instruya a las ovejas en la Ley de Dios es lógico que debido a que les falta la luz de Dios que se revela en Jesús que es la luz del mundo, vayan extraviadas. Los practicantes de la piedad popular, sea cual sea su posición social se caracterizan por la inmoralidad. Estas masas que practican la piedad popular no contribuyen en nada en hacer un mundo mejor. Todo lo contrario cada uno de ellos aporta su granito de arena para que el mundo vaya de mal a peor.

Si el Señor levanta Azarías  que predican fielmente la Palabra de Dios, anunciando un mensaje de arrepentimiento para perdón de los pecados por la fe en el Nombre de Jesús se puede producir un avivamiento religioso que cambie el comportamiento de quienes practica la piedad popular. Si no da lugar al arrepentimiento, los lugares en donde se celebren actos de piedad popular pueden estar llenos de personas, pero Jesús es el gran ausente.