diumenge, 27 de febrer del 2022

 

CULTURAS TÓXICAS

<b>La toxicidad humana se combate con la santidad de los hijos de Dios</b>

El título de este escrito lo he tomado prestado del artículo redactado por <b>Xavier Marcet</b>, mensaje de carácter comercial que trata del factor humano en el buen o mal funcionamiento de las empresas. <b>Xavier Marcet</b> se refiere a un estudio realizado por la Universidad de Nueva York que revela que las <i>culturas tóxicas</i> tienen diez veces más peso en la decisión de dejar una empresa que la compensación salarial. El autor define qué son <i>culturas tóxicas</i>: “Una cultura corporativa tóxica es aquella que es capaz de poner el respeto a las personas en el centro de la organización en donde algunos hábitos  y algunas personas generan conflictos absurdos, actúan de mala fe o distorsionan estúpidamente el propósito de la organización. La gente tóxica tiende a complicarlo todo, son especialistas en crear conflictos y en colonizar las agendas de los otros. Si el mismo líder de una organización es una persona tóxica, la situación se hace crítica”.

El problema de la <i>culturas tóxicas</i> es que afecta a todas las instituciones, sean comerciales o sin ánimo de lucro: Comunidades de propietarios, asociaciones de padres, asociaciones de gente mayor, las familias…y por descontado, los partidos políticos. Allí en donde se encuentren más de una persona son espacios idóneos para el cultivo de <i>culturas tóxicas</i>. El remedio a la toxicidad de las personas según <b>Xavier Marcet</b> consiste en “levantar culturas de respeto. Lo primero es evaluar nuestro propio nivel de toxicidad y mejorar nuestros indicadores de respeto”. La ausencia de respeto es un factor esencial para el desarrollo de situaciones tóxicas que actúan como granos de arena  que hacen rechinar los engranajes de las instituciones. Tengo que hacer resaltar que urge mejorar los indicadores de respeto. Para que se pueda producir esta mejoría es indispensable que todos los miembros de una organización pasen por la prueba de la biga en el ojo. Por tendencia natural nos comportamos como jueces  inmisericordes. Actuamos como buitres que se lanzan sobre la presa. Esta actitud actúa como bumerang que se revuelve contra quien lo lanza. En el intento de lastimar al prójimo nos perjudicamos a nosotros mismos. Jesús dice: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida que medís, os será medido” (Mateo 7: 1, 2). Habiendo dado Jesús esta advertencia a las personas que se habían reunido para escucharle les relata la metáfora de la biga en el propio ojo y la mota en el ojo del vecino.

Cuando alguien se considera ser un número uno lo hace porque tiene la visión distorsionada respecto a la condición humana. La biga incrustada en el ojo no le permite ver la realidad de lo que es. Le impide ver su fealdad moral y engrandece la de su prójimo. Se convierte en difusor de tóxicos. Son narcisos inconscientes de la toxicidad que se esconde en su alma con lo que contaminan las relaciones humanas.

Unas palabras de Jesús que deberían movernos a la reflexión: “La lámpara del cuerpo es el ojo, así que si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará lleno de tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mateo 6: 22, 23). Por nacimiento natural todos nacemos con el ojo maligno. Debido a ello, todos sin excepción alguna, producimos pensamientos más o menos tóxicos que producen comportamientos tóxicos que enturbian las relaciones humanas. Tenemos que tener el ojo bueno para que nuestro cuerpo sea luminoso. Este cambio no lo produce nuestra voluntad. No olvidemos que el ojo maligno aborrece la luz. Una mano externa tiene que ser la que coja el bisturí y nos extraiga la biga que tenemos en el ojo y así recuperar la visión. Jesús que es el Oftalmólogo eficiente es quien puede hacer la operación: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8: 12). Fruto de la fe en Jesús y la colaboración del Espíritu Santo hacen bueno el ojo que permite que la luz de Cristo expulse las tinieblas que oscurecen el alma. La toxicidad de nuestro corazón que genera comportamientos tóxicos: “adulterios, fornicaciones, inmundicias, lascivias, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías”, intoxican el entorno en que nos movemos. Esta toxicidad que genera el ojo malo, Jesús y el Espíritu, al hacer el ojo bueno la transforman en “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5: 18-23).

La fe cristiana no espera que se la guarde en el interior de los lugares de culto en donde la toxicidad tendría que ser baja. La predicación de la Palabra de Dios sirve para que regularmente se limpie el polvo tóxico que impregna el ojo en los días laborables. Fortalecidos los cristianos por la limpieza ocular efectuada por la predicación salen a la palestra convertidos en ayudantes del Oftalmólogo en la transformación de los ojos malos en buenos y, con ello rebajar la toxicidad ambiental.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

SALMO 119: 9

“¿Con qué limpiará un joven su camino? Con guardar tu palabra”

El filósofo Francisco Rico, en una entrevista dijo: Un buen libro “tiene que servir más allá del entretenimiento y enseñar lo que es perdurable”. Pienso que el filósofo hace esta declaración como estudioso de la lengua en todas sus manifestaciones, especialmente en los clásicos de la literatura como formadores del lenguaje. Si es así, cuando dice que un buen libro es el que enseña lo que es perdurable, debe referirse a la instrucción ético-moral además calidad literaria.

El texto que comentamos además de la ética y la moral, un buen libro tiene que enseñar el camino de la vida. En este sentido solamente existe un libro que cumple con el requisito de enseñar el camino de la vida: la Biblia, el libro divino-humano. Humano porque lo escribieron hombres que conservaron sus peculiaridades individuales a la hora de redactar su participación. Divino, porque fue el Espíritu Santo quien inspiró a las personas escogidas a escribir la Verdad que Dios quiere que los hombres conozcan para que puedan encontrar el camino de la vida.

Todas las religiones tienen sus manuales que contienen el conjunto de creencias y prácticas que deben creer y practicar sus fieles. Todas las religiones sostienen que sus fundadores de alguna manera u otra fueron inspirados por Dios. Como quiera que sus enseñanzas son tan diversas y contradictorias nos tenemos que preguntar ¿cuál de estos dioses es el verdadero?

La diferencia entre el cristianismo y las otras religiones se encuentra en el hecho de que el Hijo de Dios encarnado en el hombre Jesús  es quien escoge e instruye personalmente a aquellos hombres que en el aspecto humano son los fundadores del cristianismo. En las otras religiones son los hombres que se autoproclaman representantes de Dios en la Tierra y capacitados para escribir los cánones con los que tienen que regirse cada una de ellas. Dejemos que las religiones discutan entre ellas para esclarecer cuál de ellas es la verdadera.

En nuestras manos tenemos la Biblia que declara que sus autores humanos fueron inspirados por el Espíritu Santo, esta peculiaridad hace que el Libro sea “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16, 17).

El texto que sirve de base a esta meditación pregunta. “¿Con qué limpiará un joven su camino?” ¿No nos preguntamos infinidad de veces qué vamos a hacer con esta juventud que comete tantas vilezas? No se encuentra respuesta sin tener la Biblia a mano y leída. El texto responde con absoluta certidumbre: “Con guardar tu Palabra”. Vuelvo a escribir el texto presentado anteriormente porque lo considero de trascendental importancia para el problema de la juventud alborotadora que ocupa amplios espacios en los medios de comunicación: “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Lancemos la Biblia fuera de los hogares. Hagamos que los padres la detesten. Permitamos que los hijos la ignoren. El resultado será que los medios de comunicación seguirán informando de delitos de sangre cometidos por hijos cada vez más jóvenes.


LAMENTACIONES 3: 24

“Mi porción es el Señor, dijo mi alma, por tanto en Él esperaré”

Jeremías que es el autor de Lamentaciones se le apoda “el profeta llorón” porque se siente profundamente conmovido por la trágica situación en que se encuentra su pueblo. La gloria de Israel que era Jerusalén y el templo edificado en ella  habían sido arrasados por el ejército babilónico. El pecado de los judíos había sido el causante de la destrucción. Jeremías y con él todos los profetas que había enviado Dios llamaron al pueblo al arrepentimiento. Como que no querían escuchar sus oídos se hicieron sordos a las advertencias de los profetas. Cuando el vaso de la maldad colmó, llegó el castigo de Dios anunciado machacadamente.

En medio de la desolación en que se encontraba, Jeremías levanta los ojos al cielo y contempla el rostro misericordioso de Dios que resplandece por encima de su faz airada por haber sido su Nombre blasfemado por el pueblo.

Nos encontramos en situación parecida a la que se hallaba el antiguo Judá. Durante el siglo XX Europa sufrió dos devastadoras guerras. Hoy 24 de febrero de 2022, Rusia ha iniciado la invasión de Ucrania que no se sabe cómo va a acabar. Thomas Jefferson dijo: “Tengo bastante con haber visto una guerra como para desear ver otras”. Nos hartamos de ver por televisión los desastres y el sufrimiento que acompañan a las guerras y los gobernantes se sienten a gusto iniciando otras. Los hombres tenemos los corazones tan endurecidos que nos hemos hecho insensibles al amor de Dios que nos impulsa a amar a nuestro prójimo En medio de los espesos y amenazadores nubarrones un rayo de esperanza los atraviesa para llegar hasta nosotros. No todo está perdido. “Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias” (v. 22). Durante el largo  asedio a que fue sometida Jerusalén y por las penalidades que padeció el profeta por no haber renunciado el profeta a anunciar el mensaje amenazador si Jerusalén no se arrepentía. Jeremías contempla la misericordia de Dios reflejada en su rostro.

La misericordia de Dios hacia los hombres no se cansa de manifestarse: “Nuevas  son cada mañana, grande es tu fidelidad”. Quienes aman al Señor tienen su recompensa. La fe le hace decir a Jeremías: “Mi porción es el Señor, dijo mi alma, por tanto en Él esperaré” (v.24). Sea bajo un sol abrasador o cubierto por nubes amenazadoras, el creyente tiene que reaccionar de la misma manera como lo hizo Jeremías: “En Él esperaré”. “Bueno es el Señor a los que en Él esperan, el alma que lo busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor” (vv. 25, 26).

 

diumenge, 20 de febrer del 2022

 

GUERRA RENOVADORA

<b>”Nunca ha existido una guerra buena o una paz mala” (Benjamín Franklin)</b>

<b>Julio Verne</b> se equivocó cuando profetizó: “Con el submarino no habrá más batallas navales. Como se seguirán inventando instrumentos de guerra cada vez  más perfeccionados y terroríficos, la guerra será imposible”. Desde el origen del tiempo las guerras se han ido haciendo cada vez más mortíferas y devastadoras. Desde el inicio de la Historia las guerras tribales se han ido extendiendo alcanzando territorios más amplios. Sean guerras locales o globales  el ser humano no aprende la lección. La miseria que engendran los enfrentamientos y las crueldades de los combatientes se lanzan en el saco del olvido. Acierta el rey David al escribir: “Líbrame, oh Señor, del hombre malo, guárdame de los hombres violentos, los cuales maquinan males en el corazón, cada día urden contiendas. Aguzaron sus lenguas como serpiente, veneno de áspid hay debajo de sus labios” (Salmo 140: 1-3).

El origen de las guerras se encuentra en el corazón de los hombres. La memoria histórica no es un revulsivo que diluya el odio almacenado. Mientras el corazón humano siga generando sentimientos violentos, los malos pensamientos  prevalecerán por encima de la razón. Debido a ello, la cultura, le educación, la religión, la filosofía, no son caminos que conduzcan a la paz. Una simple mirada en sociedades de alto nivel cultural  como lo es la occidental, nos ha arrastrado y está a punto de empujarnos a otra guerra de alcance imprevisible. Si en las pequeñas diferencias no nos sabemos mantener en el camino de la concordia, ¿cómo lo vamos a conseguir en las grandes? Llevamos en la sangre emplear la fuerza para resolver a nuestro favor lo que consideramos son nuestros derechos. ¿Cómo no vamos a hacer lo mismo en las grandes desavenencias? Desterrar totalmente la guerra es una utopía inalcanzable.

Puede parecer una paradoja pero es una triste realidad. Alguien ha dicho que ”la guerra es una matanza entre personas que no se conocen en provecho de personas que sí se conocen pero que no se matan”. Aquí en la Tierra “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo  tiene su hora…tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz” (Eclesiastés 3: 1-8). El pasado se repite con otros protagonistas equipados con armas más mortíferas y destructivas. En las trifulcas entre personas así como en las guerras entre naciones, tanto los unos como los otros saben que lo que hacen o lo que se proponen hacer no está bien, pero lo hacen. Buscan chivos expiatorios para justificar lo injustificable. Quien sabe lo que está bien y no lo hace comete pecado, infracción de la Ley de Dios.

Santiago, uno de los escritores de la Biblia redacta: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; Combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4: 1-3). El escritor sagrado llega al corazón del problema. La insaciabilidad del corazón que jamás tiene bastante con lo que tiene y que hace uso de la fuerza para conseguir lo que no le pertenece.

<b>Fedo Valla</b>, estudioso de los cátaros, refiriéndose al genocidio a que se sometido este pueblo debido a sus peculiaridades que lo distinguían de los católicos, escribe: “Hacer esto el papado y Francia, lo aplastan. Y codician. Iglesia y rey se  reparten la riqueza occitana, después de la única cruzada de cristianos contra cristianos. Venció la barbarie  contra la alta espiritualidad. Una gran lección para el presente. Que la civilización puede sucumbir ante la barbarie en cualquier momento. Vencer es cambiar lo que es diferente, no destruirlo. Ser perseguido no te da siempre la razón, pero ser perseguidor te la quita siempre”.

El Antiguo Testamento que muchos consideran un libro que no debería jamás ponerse al alcance de los niños porque consideran que incita al odio por las muchas guerras que según ellos incita Dios. Es cierto. Narra muchas guerras aprobadas por Dios. Los detractores del Antiguo Testamento se cuidan muy bien de no decir nada del porque Dios las aprueba. La causa por la que Dios las bendice es que el pueblo de Israel se había apartado de Él para adorar a falsos dioses y que fomentasen la injusticia social.

Pienso que nos ayudará a comprender el belicismo divino, que a Él no le gusta la guerra y que no es su autor. Envía profetas a Israel para que denuncien su mal comportamiento, pero no les hicieron caso: “Pero no me habéis oído dice el Señor, para provocarme a ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro” (Jeremías 25: 7). En el escenario internacional Babilonia entra en escena como gran potencia internacional en sustitución de la desaparecida Asiria. A Nabucodonosor rey de Babilonia a quien Dios lo considera “mi siervo” (v. 9) para que sea el brazo ejecutor de la sentencia divina contra Judá. Que Dios no promueve la guerra lo pone de manifiesto el texto que dice: “Castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad y a la tierra de los caldeos la convertiré en desiertos para siempre” (v. 12). Después aparecen en el escenario internacional los medo-persas que se convierten en el brazo ejecutor para castigar la maldad babilónica y así ha sido hasta hoy. Dios utiliza la maldad humana para castigar a las naciones impías. Así será hasta el fin del tiempo.

Tambores de guerra resuenan en las fronteras de Europa. No sabemos si será Rusia, China o una superpotencia emergente en cualquier lugar de la Tierra que se convertirá en el siervo de Dios  para ejecutar la sentencia de destrucción dictada por el Juez supremo. Lo cierto es que cuando todos los imperios terrenales hayan desaparecido, se implantará el reino eterno de Dios en donde “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21: 4). Esta es la esperanza cristiana.

Octavi Pereña i Cortina

 

GÉNESIS 26: 6, 7

“Habitó pues, Isaac en Gerar. Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer, y él respondió: Es mi hermana, porque tuvo miedo de decir: es mi mujer, pensando que tal vez los hombres de aquel lugar lo matarían por causa de Rebeca, pues ella era de hermoso aspecto”

Abraham, Isaac y Jacob son los grandes patriarcas que constituyen el embrión del pueblo de Israel. Fueron hombres de gran fe, a la vez pecadores. En tiempos de Abram hubo una gran hambruna en la tierra. Abram partió hacia Egipto para mejorar. Cuando estuvo cerca de la tierra de los faraones Abram tuvo miedo de que le matasen a causa de Sarai su mujer porque “era mujer de hermoso aspecto” (Génesis 12: 11). El patriarca le pidió a Sarai que mintiese para proteger su vida diciéndole que dijese que era su hermano. El engaño fue descubierto  y Abram avergonzado por los paganos y su vida protegida. Nadie le tocó ni un pelo. El miedo de Abram fue infundado.

En tiempos de Isaac hubo también una gran hambruna. Dios le dijo que no se moviese de Gerar y que no descendiese a Egipto como lo hizo su padre Abram. A pesar que Dios le dijo a Isaac: “Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré” (Génesis 26: 3), a pesar que Isaac sabía con certeza de que gozaba de la protección de Dios porque se lo había prometido, cuando los hombres de aquel lugar le preguntaron por la mujer que le acompañaba mintió como anteriormente había hecho su padre y les dijo “es mi hermana”.

Ambos patriarcas quebrantaron el noveno mandamiento que dice “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20: 16). La mentira puede considerarse “pecado venial”, es decir, un pecado sin importancia. Algo tan insignificante como una mota en el ojo. Una falta que no tiene importancia. Es por ello que en nuestros días la mentira ha dejado de ruborizar. Dios no lo entiende así: “Porque cualquiera que guarde toda la Ley pero peca en un solo punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2: 10).

Tanto Abram como Isaac incumplieron toda la Ley. La sentencia por su desobediencia es la muerte eterna. No tenemos que mirar la Ley de Dios con malos ojos porque tiene la finalidad de poner de manifiesto que somos pecadores. Una vez reconocidos como tales, la Ley se convierte en nuestro Maestro que nos lleva a Cristo para que seamos declarados justos por la fe en el  Nombre de Jesús (Gálatas 3: 24).

Gracias a que la Ley nos señala con el dedo acusándonos como el profeta Natán lo hizo con David, diciéndonos: “Tú eres este hombre” (2 Samuel 12: 1-10) podemos ir a Jesús el Médico que perdona nuestro pecado (Mateo 9: 12). Es así como gozamos la paz de Dios que excede a la comprensión humana.


 

ÉXODO 16: 8

“El Señor ha oído las vuestras murmuraciones  con que habéis murmurado contra Él, porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros sino contra el Señor”

Los hijos de Dios por la fe en Jesús son llamados a ser santos. Una de las características de la santidad es el concierto existente entre la voluntad de Dios y la del hombre. No debe perderse jamás de vista que por la fe en el Nombre de Jesús el recién convertido es un santo en todo el sentido de la palabra. Ya no puede ser más santo ya que la sangre de Jesús le limpia todos sus pecados, los pasados, los presentes y los futuros. A pesar de ello Jesús nos dice: “Sed pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5: 48). Jesús nos contrasta con el Padre celestial y el resultado de dicha comparación es que resaltan los muchos pecados que nos afean. Este descubrimiento no debe desalentarnos. Jesús ha pagado el precio de nuestra salvación. Ante la duda nos llega el consuelo de la pluma del apóstol Pablo “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación o angustia, o persecución o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: por causa de ti somos muertos todo el tiempo, somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos  más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”  (Romanos 8: 35-29). Ahora que sabemos con certeza que la salvación una vez recibida no puede perderse, el Señor nos insta a “ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2: 12-15).

A pesar de que la salvación es un regalo de Dios y que nada podemos hacer por obtenerla, una vez recibida por la fe que es un regalo de Dios, tenemos que esforzarnos en vivir santamente para que resplandezcamos como luminares en el mundo. Es aquí en donde tenemos que esforzarnos  con la ayuda del Espíritu Santo a controlar el espíritu de murmuración que tan a menudo de despierta cuando las cosas que nos suceden no son de nuestro gusto. Hágase tu voluntad tanto en el cielo como en la tierra. A los cristianos Dios no tendría que reprendernos por nuestra desobediencia sino felicitarnos por nuestra obediencia.

 

diumenge, 13 de febrer del 2022

 

SALMO 51: 4

“Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”

Estas palabras las escribió el rey David. Por el hecho de haber quedado registradas en las páginas de la Biblia significa que son de utilidad para todas las generaciones. David  había cometido adulterio y, en el intento de ocultar su pecado a los ojos de los hombres hizo matar al marido de la mujer ultrajada. Ahí se encuentra la importancia que tienen las palabras que sirven de base a esta meditación.

El Salmo 32 en cierto sentido guarda relación con el 51 porque nos hablan de los sentimientos de David con respecto al pecado no confesado a Dios y por lo tanto no perdonado. “Mientras callé, se envejecieron mis huesos, en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano, se volvió mi verdor en sequedades de verano”  (Salo 32:3, 4). En el Salmo 51, de manera explícita expone la reacción de David cuando el profeta Natán le dijo: ”Este eres tú”, refiriéndose al hombre rico que en la parábola había robado la oveja que tenía un pobre para obsequiar al visitante que había recibido el opulento. La parábola con “éste eres tú” sirve para que reconozca su adulterio y el asesinato del marido de la mujer vejada. La trascendencia que tienen estas palabras de David: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (51: 4). Con esta declaración David pone de manifiesto que el primer ofendido por su pecado es Dios y, a Él le pide perdón porque es el único que puede perdonar su pecado.

Un abismo separa la reacción de David cuando su pecado oculto se hizo público de la de tantos que cuando se descubren sus pecados  piden perdón a las víctimas como si estas pudiesen perdonar sus pecados. Los ofendidos no deben guardar rencor en sus corazones. En este sentido sí que perdonan. Pero no pueden perdonar el pecado cometido por otras personas ya que solamente el perdón lo concede Dios.

Que los impíos que niegan a Dios y que no lo tienen en cuenta en sus caminos es natural que no lo tengan presente cuando sus delitos se hacen públicos. Lo que de ninguna manera es tolerable es que la Iglesia Católica, en las jerarquías que la representan, la pederastia entre otros delitos,  cuando se hace público lo ocultado, pida perdón a las víctimas y se olviden de pedírselo a Dios.

¡Qué comportamiento tan poco edificante el de estas personas que teniendo el Nombre de Dios en sus labios  sus corazones están lejos de Él! ¡Cuán necesario es que quienes se autoproclaman representantes de Dios en la Tierra tengan el sentir de David que cuando se descubrió su pecado, dejó escrito para instrucción nuestra: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado”! (Salmo 51: 1, 2).


SANTIAGO 4: 14

“Cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”

Los espectaculares avances médicos acompañados de verdaderos milagros. Es Dios quien concede a determinadas personas el don de la curación. Si los médicos que realizan tan sorprendentes curaciones si no son conscientes de que sus habilidades las poseen porque Dios se las ha concedido, pueden confundirse y creerse que son dioses. Santiago nos pone a todos en el lugar que nos corresponde al recordarnos que somos mortales: “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es una neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”. Polvo somos y al polvo volveremos cuando nos llegue el término de nuestras vidas, así nos lo dice la Biblia.

Se dice que en la antigua Roma cuando un general regresaba victorioso a Roma después de una campaña militar se celebraba un desfiles para homenajear  al invicto militar que subido en un refulgente carro recibía los vítores del populacho. El general recibía un baño de popularidad. Se dice que detrás del militar homenajeado se encontraba un esclavo que constantemente le iba susurrando al oído: Memento mori (recuerda que morirás). En medio de la adulación se humillaba al ilustre militar recordándole que era un mortal y no un dios.

El recordatorio que Santiago hace  a los cristianos  de la neblina que es la vida, no lo hace a unos lectores potentados. En aquel entonces los cristianos eran gente humilde que no recibía ningún tipo de honores. A medida que pasa el tiempo los cristianos abandonan las catacumbas y empiezan a ocupar altos cargos en la Administración. Abandonan los sencillos lugares de culto para aposentarse en los esplendorosos templos paganos abandonados. El tiempo transcurre y la sencilla predicación de la Palabra da paso a un elaborado ceremonial carente de sentido. La Palabra que tendría que ser el centro del culto se convierte en algo residual. Por televisión se retransmite la misa dominical y la entronización de los nuevos obispos. Los escenarios son los interiores de las magníficas catedrales y los oficiantes revestidos de esplendidas vestiduras. Todo ello acompañado de la frialdad de las palabras rutinarias y sin sentimiento que se leen. Son ceremonias que deslumbran los sentidos, pero les falta la palabra de vida que tan necesaria es para los espectadores que tienen hambre y sed de Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Todos, sin exceptuar a los protagonistas de tan espléndidos espectáculos necesitamos que alguien pegado a nuestras espaldas nos vaya susurrando al oído Memento mori, recuerda que vas a morir.

 

 

 

PRINCIPIOS MORALES

<b>La base de la moral se encuentra en el amor de Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo</b>

Los gobernantes son el reflejo de la sociedad. No son ángeles santos que han bajado del cielo para sacar las castañas del fuego a las naciones. Son personas salidas de la masa social y, por lo tanto, con las características buenas o malas propio de una humanidad caída en pecado, lo cual ha desfigurado la imagen y semejanza de Dios en que fue creada. Los vestigios que le quedan de la semejanza de Dios hacen del hombre un ser moral capacitado para distinguir el bien del mal. Dicho conocimiento le impide decidirse totalmente por el bien debido al pecado que hay en su alma. A medida que desaparece hacer el bien para reemplazarlo por el mal, va perdiéndose la capacidad de enrojecerse. A este estado la Biblia lo denomina “tener un corazón de piedra” que hace que se insensibilice al comportamiento inmoral. Se encuentra a gusto haciendo el mal. Debido a ello se va hundiendo más profundamente en el abismo del mal hasta llegar a cometer las fechorías que repudiamos.

Todo sigue igual hasta que se levanta la liebre. El periódico <i>El Diari Ara</i> es quien la ha levantado al poner al conocimiento público la llamada “licencia por edad” que permite a los funcionarios de la Generalitat de Cataluña seguir cobrando el salario completo a partir de cierta edad sin trabajar antes de llegar el día de su jubilación. Mientras las corruptelas permanezcan tapadas el intermitente rojo que debería señalarlas permanece inactivo. Cuando el delito se hace público  los infractores de la ley se apresuran a pedir perdón por la falta cometida. Si no se descubre la corruptela se sigue delinquiendo y el intermitente rojo sigue desactivado.

El salmista escribe: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos allí estás tú, y si en el infierno hago mi estrado, he aquí allá tú estás. Si tomase las alas del alba y habitase en el extremo del mar, aun allí me guiaría tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijese: Ciertamente las tinieblas me encubrirán, aun la noche resplandecerá a mí alrededor. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día, lo mismo te son las tinieblas que la luz” (Salmo 139: 7- 12). Este texto trata de la omnipresencia de Dios, es decir, no existe lugar por recóndito que sea en que no esté presente Dios. Incluso conoce nuestros pensamientos más secretos antes que se conviertan en obras visibles. La omnipresencia divina es la que se encarga de activar el intermitente rojo que nos alerta que cometemos a vamos a cometer algo indebido con el propósito de llevarnos al arrepentimiento para que Él pueda perdonar nuestros pecados.

El apóstol Pablo fue un hombre que encontrándose hundido en el pozo de la corrupción moral Dios le hizo parpadear el intermitente rojo que le avisaba del peligro en que se encontraba. Escribiendo a su discípulo Timoteo le dice: “Doy gracia al Dios que me fortaleció, a Criso Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador, mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en mi incredulidad” (1Timoteo 1; 12, 13).

Redargüido  de pecado, el despertado se identifica con el salmista: “Feliz aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño” (Salmo 32: 1, 2). Antes de que el Espíritu Santo activase el intermitente rojo que le alertaba de su estado moral, no era consciente del significado que tenían los diversos trastornos emocionales que le hacían malvivir. Ahora, por la presencia espiritual de Jesús en él que “es la luz del mundo”, escribe: “Mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano. Se volvió mi verdor en sequedades de verano” (vv.3, 4). Quien ha sido perdonado por la fe en el Señor Jesucristo se hace suyo el testimonio del salmista: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis trasgresiones al Señor, y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (v. 5).

Habiendo el salmista recibido el perdón de Dios está en condiciones de contrastar su vida anterior con la presente: “Muchos dolores habrá para el impío, mas el que espera en el Señor, le rodea la misericordia” (v. 10). Cuando el salmista es consciente del perdón de Dios no desea que el gozo que siente quede escondido en su corazón. Abre sus labios para compartirlo con todo el mundo: “Alegraos en el Señor y gozaos justos, y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón” (v. 11) .

Antes de la conversión a Jesús las normas morales venían impuestas desde fuera e imposibles de cumplir. Con la conversión a Jesús el Espíritu Santo las grava en el corazón. La consecuencia de que el árbol malo se haya hecho bueno es que de manera natural da el fruto que la moral exige”.

Octavi Pereña i Cortina

 

diumenge, 6 de febrer del 2022

 

INDICIOS DE DICTADURA

Dos escrito recientemente publicados con solo dos días de diferencia relacionados con el periodismo. Uno, la entrevista que Víctor-M Amela le hace a <b>Antonio Scurati, publicada en La Vanguardia el 11/01/2021. El otro: “¿Todavía hay censura?, de Josep Ramon Correal, publicado en La Mañana de Lleida el día siguiente. Ambos escritos tienen que ver con la censura y la libertad de pensamiento  de los periodistas de redactar lo que consideran conveniente decir. Respecto a la censura el periodista leridano escribe: “Por lo tanto, la censura en la acepción que la define como “ejercicio del control y de la represión de los contenidos de los mensajes que se hacen públicos a través de los distintos medios de comunicación” ha pasado a la historia. Lo que todavía es vigente es la línea editorial de las publicaciones, el ideario que guía el pensamiento y la manera de interpretar la realidad de cada medio”. Es una forma de censura legítima.

Josep Ramon Correal termina su escrito de manera muy significativa: “Josep Antoni Rosell Pujol que dirigió <i>La Mañana y el Periodic d’Andorra</i>  cuando olfateaba un artículo “problemático”, no lo leía hasta el día siguiente de publicarse. “Así no tengo la tentación de censurarlo”, decía”.

Vayamos a La Contra de La Vanguardia. El periodista  entrevista  a quien escribió sobre Mussolini. El biógrafo del dictador dijo a una de sus hijas: “La democracia y la libertad jamás están garantizadas”. No se equivocó. No hace falta mirar a los países del llamado Tercer Mundo. Ni fijarnos en Rusia y China. Si miramos a nuestro propio ombligo, la Europa de la que formamos parte, la cuna de la democracia, enseguida nos daremos cuenta que ni la democracia ni la libertad está garantizada. En la Italia fascista se asesinó a Benedetto Croce por haber escrito su manifiesto antifascista. En la Rusia de Putin se envenena y desaparecen disidentes. En la China de Xi Jinping  ocurre lo mismo.

El desbarajuste económico agravado por el Covid-19 hace brotar el menosprecio por la Democracia. “Mejor legiones que elecciones”, decía Mussolini recordando a las poderosas legiones romanas que conquistaron a medio mundo. En el momento en que las naciones navegan en aguas turbias se despiertan los populismos que enaltecen  la proclama de Mussolini: “Mejor legiones que elecciones”. Poco a poco en la Europa democrática se van imponiendo los absolutismos de nefasto recuerdo. La razón desaparece “en favor de la violencia física.  A Matteotti, opositor socialista que denunciaba los abusos de Mussolini y de los fascistas, lo secuestraron a plena luz del día en una avenida muy céntrica de Roma. Apareció apuñalado. Toda la sociedad giró los ojos hacia otro lado. Mussolini enalteció la violencia. Esto gustaba. La posesión del poder. Sin más ni más. Él se declaraba antipartidos, antipolítico…Sí, hablaba de “asaltar la historia”. Esto es más emocionante que la tediosa democracia. Y magnetizaba a la gente” (Antonio Scurati).

“En los años veinte” (del siglo XX, sigue explicando el biógrafo de Mussolini) “el parlamentarismo decayó, y los moderados como usted” (refiriéndose al entrevistador) “cayeron y fueron arrollados. El asesinato de Matteotti hizo enmudecer a los opositores…Los periodistas son los primeros en notar la atmosfera y se adaptan. Apartar a los directores de La Stampa y el Corriero della Sera, todos ellos se doblegaron”.  La pendiente que conduce a la dictadura es suave al comienzo, poco a poco se va haciendo más empinada. Personas de apariencia sensata como Salvador Illa, de repente lo que dice hace temblar. Refiriéndose a este político Fernando Onega escribe: “Si según dice Salvador Illa, que es el embajador de la legalidad estatal en Cataluña (“no habrá ni amnistía ni referéndum), ¿cuál es el margen que queda para negociar?” La ley mordaza no se borra. El avance antidemocrático  no se detiene. La mordaza no se ha enmohecido. Los hechos desmienten a las palabras.

Los populismos que se convierten en dictadura pueden borrar del mapa la prensa libre, para que quede solamente como dice Antonio Scurati: “Un solo periodista en toda Italia, el señor Benito Mussolini”, la voz del amo, la del pensamiento único, la del dictador de turno.

La memoria histórica no sirve para evitar regresar a la dictadura porque no hace personas nuevas. No proporciona el coraje que se necesita para evitar el declive de la democracia. Además, la Biblia ya nos avisa del fortalecimiento del pensamiento único porque desde la trastienda Satanás que es el rey del mal mueve los hilos para conseguir hacer cuanto más mal mejor. Tenemos que resistir a Satanás y esto solamente puede hacerse a título individual, no colectivo. Debido a ello, se tiene que tener en cuenta las palabras que Jesús dijo “a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8: 31, 32). Se podrán perder las libertades civiles. Los cristianos que morían consumidos por  el fuego de las hogueras encendidas por la Inquisición, habían perdido todos sus derechos civiles. El fuego no podía sellar los labios que entonaban alabanzas a Jesús su Salvador.

Jesús anticipando un futuro controlado por Satanàs dijo a sus discípulos: “Mas os digo amigos míos. No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada pueden hacer. Pero os enseñaré a quienes debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno, y os digo, a este temed” (Lucas 12: 4, 5). El apóstol Pablo nos reconforta con estas palabras: “Por lo cual estoy seguro que…ninguna otra  cosa creada nos podrá separar  del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8: 38, 39).

Octavi Pereña i Cortina

 

 

2 REYES 17: 33

“Temían al Señor, y honraban a sus dioses, según las costumbres de las naciones de donde habían sido trasladados”

Se puede resumir la historia religiosa de Israel con estas palabras: “Porque los hijos de Israel pecaron contra el Señor su Dios que los sacó de la tierra de Egipto” (v. 7). Aun en los momentos más oscuros de la historia de Israel aparece un profeta de Dios invitando al pueblo al arrepentimiento. El profeta Jeremías una vez más invita a Israel a volver a sus Dios, diciéndoles: “Así dijo el Señor: Paraos en los caminos, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma” (Jeremías 6. 16).

El profeta hace una invitación al pueblo de Dios a que haga un alto en el camino y sosegadamente pregunten: “por las sendas antiguas”. En las sendas antiguas aparecen muchos caminos que no conducen a la meta deseada. En la encrucijada el camino se bifurca en dos. El uno lleva a Reino de Dios y el otro al reino de Satanás. Ante la duda, ¿Qué camino escoger? El profeta nos dice: ”preguntad” ¿A quién? A Satanás no porque es el padre de mentira que nos llevará a la perdición. Tenemos que preguntar a Jesús que es el Camino que lleva al Padre que nos enseña a escogerle a Él que es el único camino que nos lleva al Dios eterno.

Agobiados por un deambular sin rumbo por el desierto de este mundo nuestra almas piden un descanso para recuperar fuerzas. Nos sentamos en una roca junto al camino y le pedimos  a Dios que nos guie por el buen camino. La petición tiene que ser honesta. Los israelitas nos dan el mal ejemplo de pedir ayuda a Dios y cuando la han recibido se olvidan de Él y vuelven a los antiguos senderos del pecado. Nuestra petición tiene que ser motivada por una genuina necesidad del agua viva y el pan de vida que es Jesús.

No cometamos el error en que cayeron los israelitas que ante la invitación del profeta Jeremías respondieron: “No andaremos por los caminos del Señor” Y así fue: su decadencia no paró en su descenso hasta que Jerusalén con el templo fueros arrasados por el ejército babilónico. Con ello despareció la presencia simbólica de Dios entre su pueblo. Pero Dios en su misericordia sigue tendiéndonos la mano e invitándonos para que nos volvamos a Él. ¿Seguiremos el necio ejemplo de los israelitas: “No andaremos por los caminos del Señor”?


 

LUCAS 14: 13, 14

“Mas cuando hagas  banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos, y será recompensado, porque ellos no pueden recompensarte, pero te serás recompensado en la resurrección de los justos”

El texto que comentamos forma parte de la parábola del banquete de bodas. La parábola denuncia lo que Jesús vio “cómo escogían los primeros asientos a la mesa” (v. 7), Jesús denuncia el orgullo de los comensales cuando dice: “Si eres convidado por alguien a bodas no te sientes en el primer lugar” (v. 8). Quien actúa de esta manera, sentándose en la mesa presidencial, pretende manifestar cuán importante persona es. La precipitación es una mala consejera porque puede ser el preludio del bochorno que hace enrojecer: “No sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que le convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste, y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar” (vv.8, 9)  ‘Qué  vergüenza tener que levantarse ante la mirada de todos los asistentes al banquete de bodas para tener que sentarse en el último rincón de la sala!

En un mundo de fanfarrones la humildad no se cotiza. Jesús que es “manso y humilde de corazón” (Mateo 11: 29), la elogia: “Mas cuando seas convidado, vé y siéntate en el último lugar, porque cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba, entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa” (v. 10).

Ahora es cuando Jesús pronuncia la gran sentencia sobre la humildad: “Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”  (v.11).

Jesús que siendo “manso y humilde de corazón” se despojó de su gloria divina haciéndose hombre humillándose hasta el punto de morir en la cruz como un vulgar malhechor para salvar al pueblo de Dios de sus pecados, recibió la gloria al ser resucitado de entre los muertos. Tal vez la humildad del creyente en Cristo no sea vista con buenos ojos porque se la considera un signo de debilidad. Dios le recompensará en la resurrección de los justos.