SALMO 65: 4
“Feliz el que tu escoges y atraes a ti, para
que habite en tus atrios, seremos saciados del bien de tu casa”
La
felicidad 0 bienaventuranza no son de fabricación humana. La verdadera
felicidad no es un producto de la voluntad. Es la consecuencia de la elección
divina. Los escogidos desde antes de la fundación del mundo lo son por los medios de gracia de que dispone Dios.
Los elegidos entran en contacto con Él. En este instante Dios deja de ser algo
irreal para convertirse en Yo sé en quien
he creído.
Por la
predicación del Evangelio, encargo que Jesús dio al grupo de discípulos que
había reunido, el Padre atrae hacia Él a los elegidos. La predicación del
Evangelio ejerce de tamiz para separar el grano de la paja. “Muchos son llamados” porque la predicación no discrimina. El
tamiz separa el trigo de la paja. La parábola el sembrador nos enseña lo mismo.
El sembrador esparce el trigo que cae en distintos tipos de suelo. El trigo que
cae junto al camino son aquellos que no entienden y “viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón” (Mateo
13: 19). La simiente que cayó entre pedregales “son aquellos que oyen la
palabra, y al momento la reciben con gozo…al venir la aflicción o la
persecución por causa de la palabra, luego tropiezan” (v. 21). La simiente
que cae entre espinos representa a los “que
oyen la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan
la palabra, y se hace infructuosa” (v.22). Por último, una parte de la semilla
cayó en buena tierra, representa a la persona que “oye y entiende la palabra, y da fruto, y produce a ciento, a setenta,
y a treinta por uno” (v.23). Los cuatro tipos de personas oyen el Evangelio
pero sólo una de ellas lo cree. ¿a qué se debe? A que el corazón es engañoso más que todas las cosas (Jeremías 17.
9). No le permite entender la magnitud del pecado. En el mundo no existe dinero
suficiente para poder pagar el precio de una mentira piadosa. Únicamente la sangre que Jesús derramó en el
Gólgota puede pagarlo.
La
persona que “oye y entiende la palabra” no
lo hace porque sea más inteligente que las otras tres. Puede hacerlo porque por
la misericordia de Dios ha recibido el don de la fe que le permite creer. A
partir d este instante se accede a los atrios de Dios que es una manera de
decir que se goza de íntima comunión con Dios. Se conoce “el amor de Cristo que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos
de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3: 15). ¿Se puede desear algo mejor
que ser un escogido de Dios?
1 SAMUEL 15: 22
“Y Samuel dijo: ¿se complace el Señor tanto
en los holocaustos y víctimas, como que se obedezca a las palabras del Señor?
Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que
la grosura de los carneros”
Las
órdenes del Rey son para ser obedecidas. El pueblo de Israel deseando
asemejarse al resto de los pueblos le pide a Samuel que busque un rey. No te
han desechado a ti, le dice el Señor a Samuel. A mí han desechado. Se elige a
Saúl como autoridad delegada para que acate las órdenes que reciba de su
Superior. Samuel en Nombre del rey le dice a Saúl: “Está atento a las palabras del Señor” (v.1). La orden es tajante: “Vé, pues, e hiere a Amalec y destruye todo
lo que tiene…” (v.3). Saúl y sus tropas vencen a los amalecitas (v.7). Pero
Saúl no obedeció la orden del Rey (v.9). Saúl no reconoce haber desobedecido la
orden del Rey (v. 13). Samuel le dice que sí ha desobedecido (v.14). Saúl
justifica su desobediencia (v. 15).
Entonces
es cuando Samuel le dice a Saúl las palabras del texto que sirve de base a
nuestra reflexión. El Señor no acepta la religión externa si no va acompañada
de la obediencia a la Palabra de Dios, unos representantes de la religión
basada en ceremonias sin ir acompañada de la obediencia a la Palabra de Dios lo
fueron las fariseos, furibundos enemigos de Jesús que no quedaron satisfechos
hasta ver al Hijo de Dios clavado en la cruz. La parábola del fariseo y el
publicano ilustra el carácter de los fariseos que convierten la Religión en un
ceremonialismo carente de sentido: “Dios
te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni aun como este publicano, ayuno dos veces a la semana, doy diezmos
de todo lo que gano” (Lucas 18: 11,
12). En otras palabras, el fariseo era un estricto cumplidor de la Ley de Dios.
Juan el
Bautista describe a la perfección el carácter de los fariseos cuando iluminado
por el Espíritu Santo describe con corrección lo que se esconde en las
profundidades de sus corazones, El texto nos dice que muchos eran bautizados
por Juan en el Jordán “confesando sus
pecados”. “Pero, al ver que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les
decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? (Mateo
3: 6,7).
La
desobediencia de Saúl lo llevó a perder el reino y a morir miserablemente en el
campo de batalla. “¿El que formó el ojo, no verá?” /Salmo
94: 9). El ceremonialismo no engaña al Señor.
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