diumenge, 18 de juliol del 2021

 

JUAN 7: 47

“Entonces los fariseos les respondieron:” (a los alguaciles) “¿También vosotros habéis sido engañados?”

Por lo visto los principales sacerdotes y los fariseos habían mandado a los alguaciles a prender a Jesús porque acaparaba la atención del pueblo. No podían soportar que alguien que no fueran ellos alcanzase preeminencia. Los alguaciles bien seguro que no eran demasiado avispados. La falta de educación no quita que se diesen cuenta de lo que ocurría en su entorno y percibiesen  la calidad de la enseñanza que impartía el  Maestro. Cuando Jesús terminó el discurso que se conoce con el nombre del Sermón de la montaña, “la gente se admiraba de su doctrina, porque enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7: 28,29). Cuando  los alguaciles regresaron con las manos vacías sin llevar a Jesús preso como se les había ordenado dijeron a los mandamases religiosos: “¡Jamás un hombre alguno ha hablado como este hombre!” (v. 46).

Los fariseos y los principales sacerdotes que les gustaba ocupar los primeros lugares en los banquetes y en las celebraciones públicas y que se reconociese su categoría de religiosos no podían soportar que se restringiesen sus privilegios. Sintiéndose humillados por las palabras de los alguaciles, les espetaron airadamente. “¿También vosotros habéis sido engañados?” (v.47). movidos por la soberbia propia de los legalistas que se consideran cumplidores a rajatabla de toda la Ley de Moisés, dicen a sus subordinados desobedientes: “¿Acaso ha creído en Él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? (v.48). Nosotros que hemos aprendido los pormenores de la Ley enlos pies de los más ilustres maestros, ¿cómo os puede agradar la enseñanza de este patán de Jesús, que no sabe de letra  por no haber asistido en la escuela de los rabinos? Los principales sacerdotes y fariseos  no tienen bastante por tratar de ignorantes a sus subordinados, tienen que menospreciarlos, diciéndoles: “Mas esta gente que no sabe la Ley, maldita es” (v.49),

La soberbia hace decir muchas estupideces. Nicodemo, un principal entre los judíos, aquel que vino a Él de noche para aprender de Jesús “el cual era uno de ellos” (v. 50) tuvo que reprender a sus compañeros, diciéndoles: “¿Juzga acaso nuestra Ley a un hombre si primero no lo oye, y sabe lo que ha hecho? (v. 51). Siempre ha sido así. La “titulitis” es una mala consejera. Los títulos pueden proporcionar conocimientos, pero no sabiduría. Los asistentes a los seminarios pueden recibir doctorados  en teología, que no garantizan la recepción del Espíritu de Dios que le permite entender la Ley de Dios. La arrogancia de los principales sacerdotes y de los fariseos se mantiene a lo largo de los siglos y no pueden soportar que los legos puedan ser más sabios que ellos.


 

MATEO 16: 11

“¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan  que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?”

Los fariseos y los saduceos junto con la casta sacerdotal representaban a las autoridades religiosas de Israel. Su enseñanza era irrefutable. Algo parecido al magisterio de la Iglesia Católica con sus resoluciones que son ley de obligado cumplimiento. A quienes hablaban bien de Jesús  se les amenazaba de ser expulsados de la sinagoga. Con ello amedrantaban a la gente sencilla. La Iglesia Católica también amenaza a sus fieles que no siguen estrictamente sus enseñanzas de expulsarlos y  lanzarlos directamente a la condenación eterna. Con esta amenaza  se infunde un tremendo miedo para no apartarse de la doctrina oficial dela Iglesia Católica.

Cuando Jesús nos dice que nos guardemos de la levadura de los fariseos y de los saduceos nos está diciendo que no tengamos miedo si nos expulsan del seno de la Iglesia Católica. Cuando Jesús dice a sus seguidores: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los sacerdotes, confunden las palabras de Jesús con el olvido de no haber traído pan con ellos. Yo no os hablo de pan. Les recuerda la multiplicación de los cinco panes y las cestas que llenaron de las sobras que quedaron (vv. 8-10). “Hombres de poca fe” (v.8)  tiene que decirles. “¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (v.11). Con esta explicación “entendieron no les hablaba que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos” (v.12).

Bíblicamente, la levadura tiene dos significados: error doctrinal y fuerza expansiva. Un poco de levadura tiene el poder de leudar la masa de harina. Cuando la masa se hornea sale del horno de manera que es agradable al paladar. La propiedad de la levadura Jesús la aplica a las enseñanzas religiosas. Si éstas son engañosas como lo eran la de los fariseos y saduceos y como lo es la de la Iglesia Católica, un poco de estas enseñanzas tiene el poder de desorientar a quienes les presten atención. Aquí se presenta una pregunta: ¿Cómo saber si la doctrina católica es levadura o no? Solo existe una manera de saberlo a ciencia cierta. Sólo la Palabra de Dios registrada en la Biblia que sirve para instruir al hombre en la Verdad lo cual le permite distinguir la levadura del error. Si la Biblia no es la lámpara que ilumina nuestro camino no encontraremos respuesta a la pregunta planteada. Se seguirá permitiendo que la levadura del error siga influyendo nuestra manera de pensar.

 

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