MARCOS 12: 32,33
“Entonces el escriba le dijo: Bien Maestro,
verdad has dicho, que uno es Dios, y que no hay otro fuera de Él, y amarle con
todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las
fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y
sacrificios”
A
medida que el cristianismo se aleja de sus principios fundacionales que es el
amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, desaparece la
sencillez cultica, convirtiéndose en
espectáculo en que se cuidan los más pequeños detalles. Haciendo zapping
a veces te encuentras con la transmisión de la misa. Si te fijas en los
celebrantes con sus vestiduras pontificales y sus rostros inexpresivos da la
impresión de que están ausentes de la celebración. Me pregunto si a los
televidentes o a los asistentes en situ el acto les dice alguna cosa un
ceremonial tan pomposo repetido una y otra vez sin variar el más pequeño
detalle. No debe extrañarnos que Josep M. Gort diga que cree en un
“cristianismo primitivo del cual tan cerca estuvieron los pobres cátaros. Al
citar lo dicho por Gort no significa que esté de acuerdo con la doctrina de los cátaros a pesar de que
utilizasen el Nuevo Testamento. Quienes
deseen volver a la sencillez del cristianismo inicial no deben ir a buscar el
modelo de los cátaros que ni tan siquiera eran cristianos, si no el que nos
recuerda la iglesia apostólica como nos lo describe el libro de los Hechos de
los Apóstoles.
Básicamente
la celebración cultica de la iglesia apostólica
consistía en la predicación de la Palabra de Dios y el partimiento del pan, actualmente conocido
como la Santa Cena, con la que se recuerda la muerte del Señor hasta que Él
venga en su gloria. El hecho de que no se encuentre detallada la celebración de los cultos
significa que cada iglesia local tiene libertad de hacerlo de acuerdo con su
peculiaridad sin apartarse de lo básico.
Los
inflexibles formalismos no existían en aquella época. La teatralidad fue
apareciendo a medida que por falta de alimento sólido que es “toda la
Escritura”, las iglesias se fueron debilitando hasta quedarse únicamente con la
carcasa del fariseísmo que con tanta dureza combatió Jesús.
La
Iglesia de hoy tendría que tener presente el mensaje que Jesús envía a la
iglesia en Sardis:“Yo conozco tus obras,
que tienes nombre de que vives, y estás muerta”. El señor no deja aquella
iglesia abandonada a su suerte. Sigue interpelándola: “acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído, y guárdalo, y
arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué
hora vendré sobre ti”(Apocalipsis 3: 2,3). Todavía hay tiempo para el
arrepentimiento y dejar de dar la espalda al Señor de la Iglesia. No sigamos la
necedad de los judíos que ante los avisos que el Señor les hacía por medio de
los profetas, decían: “No escucharemos”.
2 CRÓNICAS 16: 12
El rey
“Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó al Señor sino a los médicos.
El Espíritu vino sobre el profeta Azarías con
el propósito de que anunciase al rey lo
que tenía que decirle. Al oír el monarca todo lo que tenía que decirle “cobró ánimo y comenzó una reforma religiosa
con el propósito de que el pueblo se volviese al Señor el Dios de Israel”.
¿Fue real la conversión de Asa al Señor?
Los hechos posteriores ponen de relieve que no. El reino de Judá fue
amenazado por el de Israel. Ante el peligro inminente buscó ayuda en el frey de
Siria. ¿Fue una decisión correcta la que tomó Asa para proteger el reino de un
ataque exterior? Nos dice el texto que el vidente (profeta) Hanani acudió al
monarca para decirle que se había equivocado de ayudador. Y no en el brazo
todopoderoso de Dios. Al rey no le agradó la reprensión del profeta y reaccionó
violentamente contra él. “Entonces se
enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó
grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del
pueblo” (v.19). ¡Qué diferente fue la reacción de David cuando el profeta Natán le amonestó duramente por haber cometido adulterio con Betsabé, la
esposa de Hurias: “Pequé contra el
Señor”! (2 Samuel 12: 13).
Asa i David difieren en sus reacciones ante
las amonestaciones de las profetas
enviados por Dios. También lo fueron en su muerte. Respecto al fallecimiento de
David dos textos hablan de ello: “Y murió
David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad” (1 Reyes 2. 9) , “Y murió (David) en buena vejez lleno de días, de riquezas y de gloria” (1
Crónicas 2. 9). Ambos textos,, a pesar de que uno de ellos menciona las
riquezas y la gloria alcanzadas por el monarca, da la impresión de que el
entierro fue sencillo. Sin bombo ni platillo. No necesitaba los honores de
Estado como los necesitó Asa: “Y lo
sepultaron en los sepulcros que él había hecho para sí en la ciudad de David, y
lo pusieron en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especies
aromáticas preparadas por expertos perfumistas e hicieron un gran fuego en su
honor” (v. 14)
Una diferencia destacada entre la muerte de “un hombre rico que se vestía de purpura y
de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendor con la del mendigo que echado a la puerta del rico
ansiaba saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico”. El texto
diferencia el destino eterno de ambos difuntos. El mendigo fue tal vez
enterrado en una fosa común “pero fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham”. El rico “fue sepultado” tal vez con los honores que le correspondían a su
posición social pero ab rió sus ojos “en el
Hades estando entre tormentos” (Lucas 16: 19-31)..
¿Cómo prefiere morir el lector. Despedido con
grandes honores para abrir los ojos en el infierno, o con la sencillez de
Lázaro para abrirlos en el reino de Dios. Es una decisión que no puedes dejar
para mañana.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada