INTEGRIDAD
<b>Algo que no se valora cuando se
piensa en la prosperidad de las naciones es en la integridad de sus
ciudadanos</b>
La viñeta muestra una extraña cabeza que
representa un capitalista sin entrañas. Su aspecto es amenazador. De su mollera
sobresale un asta. Su boca abierta
enseña unos dientes amenazadores de la que sale humo que me imagino
representa el veneno que brota de su interior. El texto que acompaña el dibujo
dice: “La ética y la moral entorpecen el progreso”.
Alguien ha dejado escrito: “Vivimos en
una época de disciplina, cultura, civilización, pero no una época de moralidad.
El estado actual de las cosas se puede decir que incrementa la felicidad de las
personas, a la vez su infelicidad. ¿Cómo podemos hacer felices a las personas,
si no han sido enseñadas para alcanzar una moral elevada? Sin sabiduría no se
sostiene”. Nuestro tiempo ha alcanzado cotas muy altas de cultura y educación
pero la moralidad y la ética no han acompañado a su crecimiento.
El hombre perverso de la viñeta considera
que la ética y la moral entorpecen el progreso. Visto cómo van las cosas, la
amoralidad y la falta de ética son las causantes de todos los quebrantos que
padecemos. Se dice que después del coronavirus las cosas se harán de manera
diferente. Yo no lo creo. Tal como se comporta el hombre natural que la Biblia
cataloga de “carnal” no puede comportarse de otra manera de como lo ha venido
haciendo hasta ahora. Su condición espiritual manchada por el pecado se lo
impide. De producirse el cambio de conducta deseada se producirá si previamente
se ha producido la regeneración en la fuente de la ética y de la moral. Esta
regeneración se encuentra en la santidad que es don de Dios por medio del
Espíritu Santo. Ello hace que los principios éticos y morales no sean papel
mojado. Si no se produce la regeneración espiritual que consiste en convertirse
en una persona nueva por la fe en Jesús clavado en la cruz cuya sangre
derramada limpia todos los pecados, como dice <b>Confucio</b> “Nos
visitan los vicios como viajeros, nos
visitan como huéspedes y se quedan como amos”. Por ello es inútil combatir la
falta de ética y de moral tan notorio en nuestros días si no se tiene en cuenta
la intervención de Dios en nuestras vidas.
La sicóloga Elena Ellionz hace esta
reflexión: “Cuando el egoísmo se convierte en un modus operante legítimo, se
produce una erosión del sentimiento de vergüenza, porque la vergüenza presupone
la posibilidad de ser responsable hacia los otros. Y el capitalismo ha
erosionado en gran manera esta capacidad. Esta es la cultura que legitima la
persecución hedonista del interés propio en todos los dominios”. Se ha perdido
la capacidad de enrojecer.
La Biblia describe esta condición cono
tener un <i>corazón de piedra</i>, insensible a las necesidades del
prójimo. El yo prevalece sobre el otro. Sin la conversión a Dios no hay salida
a la caótica situación en que nos encontramos. En muchas personas el
endurecimiento de sus corazones casi ha llegado al límite. Sigue abierta la
posibilidad de enrojecer. Se dan cuenta de que su comportamiento no es
correcto. Desgraciadamente, en vez de
arrepentirse y abandonar los caminos erróneos camuflan sus pensamientos
pecaminosos debajo de la capa de la ética como salida del lodazal. No se dan
cuenta de que la ética y las leyes morales no son nada más que una capa de
barniz sobre la piel. Debajo se encuentra agazapada la bestia dispuesta a
saltar sobre la víctima en la primera oportunidad que se presente. Es por ello
que el personaje malvado de la viñeta considere que “la ética y la moral
entorpecen el progreso” porque ignora
que es la ética y la moral.
Una sociedad como la nuestra que niega la
existencia de Dios, que cree que somos fruto del evolucionismo azaroso y
materialista, no debe extrañarnos como dice <v>lady Violet Crowlwy</b>:
“Los principios son como las plegarias. Nobles evidentemente, pero incomodas en
una fiesta”
En una sociedad carente de los valores
cristianos que convierten a quienes los creen firmemente en personas íntegras
porque saben que Dios existe y que observa todo lo que hace el hombre. Saben
que Dios es ubicuo, que está presente en todas partes al mismo tiempo. Toldo lo
que haga o piense Dios lo conoce a la perfección. Es por ello que no puede
dejar de obedecer los principios éticos y morales que se encuentran expuestos
en la Ley de Dios para nuestro bien. Es por ello que dichas personas se
proponen ser íntegras. No casi íntegras. Es algo parecido al casamiento. O
estás casado o no lo estás. Casi casado no existe. En una sociedad que ha
abandonado a Dios en el trastero no debería extrañarnos que se den tantos casos
de falta de integridad. La palabra griega que se ha traducido
<i>integridad</i> significa: “Total, sano, intacto, entero”. Es la
ausencia de un doble comportamiento: “engaño, hipocresía”. Ser persona íntegra
incluye ser financieramente responsable y fiable.
Muchas personas para dar fe de que lo que
dicen es verdad ponen como testigo a Dios
en el que no creen o a una persona querida. Estos testigos no avalan lo
que dicen. Jesús dice: “No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos…Pero sea vuestro hablar. Sí, sí,
no, no, porque lo que es más de esto procede del maligno” (Mateo 5:
33-37). Viendo la facilidad con que se incumple la palabra dada pone de manifiesto
que nuestra sociedad está controlada por el maligno.
Octavi
Pereña i Cortina
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