dilluns, 23 de desembre del 2019


SALMO 36:1

“La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos”
David observaba lo que sucedía a su alrededor. Contempla lo que hacen y lo que dicen las personas de su entorno. Llega a una conclusión sin matices: “La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante  de sus ojos”. Esta sentencia no significa que desde la perspectiva humana no hubiese buenas personas. Como hoy. Redacto el borrador de este comentario el lunes 19 de diciembre de 2019. En el día anterior se celebró la ya tradicional Marató de TV3. Este año dedicada a las enfermedades minoritarias. Hasta el día de hoy se han recaudado nueve millones de euros. El importe indica que existen en Catalunya miles de personas que sienten el dolor ajeno. Ello no quita la veracidad del texto que comentamos: No hay temor de Dios delante de los ojos de los impíos. Los impíos son personas que no han hecho las paces con Dios por la fe en el Nombre de Jesús. Humanamente hablando hay millones de excelentes personas que están enemistadas con Dios. Por ello están bajo el dominio de Satanás que es el padre de mentira y que es homicida desde el principio. Estas características satánicas con más o menos intensidad  se manifiestan en estas buenas personas que Dios considera necias porque en su corazón dicen que no hay Dios. “No hay temor de Dios delante de sus ojos” como dice el texto que comentamos.
Estas buenas personas lo son porque la misericordia de Dios impide que la maldad de sus corazones se exprese con su máxima intensidad. Esta bondad aparente hace que quienes la manifiesten se consideren buenas personas. Que no tienen temor de Dios, lo cual les impide acudir a Jesús que es el Medico del alma que con su sangre derramada en la cruz del Gólgota les limpie todos sus pecados que les son ocultos.
Los creyentes en Cristo a pesar de seguir siendo pecadores, Dios los considera justos, personas buenas de verdad, que han sido transformadas en árboles buenos que dan frutos buenos a los ojos de Dios. Los justos no son personas ciegas ignorantes de la maldad que se esconde en sus corazones. Este conocimiento de la realidad las impulsa a suplicar setenta veces siete el perdón de sus pecados a Jesús que es su Salvador. De ahí que a cada día que transcurre se van asemejando más a Jesús. Este proceso de santificación perdurará todo el tiempo que estén aquí en la Tierra. El temor de Dios las guardará durante el peregrinaje temporal. En el día de la resurrección alcanzarán la perfección a que han sido llamados.


DEUTRONOMIO 32: 1-4

“Escuchad, cielos, y hablaré, y oiga la tierra los dichos de mi boca. Gozará como lluvia mi enseñanza, destilará como rocío mi razonamiento, como llovizna sobre la tierra, y como las gotas sobre las plantas, porque el Nombre del Señor proclamaré, engrandeced a nuestro Dios, Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud”
Vivimos unos tiempos de máxima incertidumbre. El panorama político mundial es un caos. La situación empeora. No debe extrañarnos. Ciegos guiando a ciegos todos ellos terminan cayendo en el pozo. Jesús ya anunció que a medida que se vaya acercando el fin del tiempo las cosas irán de mal a peor. En medio de las espesas tinieblas espirituales que impiden ver un futuro esperanzador, un rayo de luz atraviesa la oscuridad que devuelve la esperanza en quienes la han perdido. Dios habla a quienes tienen oídos para oír. “Escuchad, cielos, y hablaré oiga la tierra los dichos de mi boca”. Dios no está ausente como algunos dicen. Dios se interesa por el bienestar de los hombres. ¿Nos comportaremos como los israelitas que ante los profetas que les hablan en Nombre de Dios, respondían: No escucharemos?
Debido al contumaz rechazo de Dios por nuestra parte, la Tierra se convierte en un inhóspito desierto. Las naciones se dan cuenta de que es urgente tomar medidas para frenar el cambio climático que se acelera y amenaza nuestra supervivencia. Pero los hombres en su necedad no atienden a la voz de Dios que los llama al arrepentimiento. La Tierra ha sido maldecida por Dios debido a nuestro pecado, y al llamado de Jesús: ”Arrepentíos que el reino de los cielos se ha acercado”, respondemos: No nos arrepentiremos. La Tierra a pasos agigantados corre hacia su destrucción. El antídoto contra el cambio climático que nos amenaza con  hambrunas, terremotos, inundaciones y otras catástrofes, nos lo ofrece Dios cuando nos pregunta: ¿Gozará como lluvia mi enseñanza, destilará como rocío mi razonamiento, como llovizna sobre la hierba, y como las gotas sobre las plantas”? La respuesta que le damos es: “No oiremos”. El fracaso de la cumbre  celebrada en Madrid en diciembre del 2019 para tratar el cambio climático, es la respuesta de Dios a nuestro “no oiremos”. Para los creyentes en Jesús que hoy sufren las consecuencias de una sociedad que niega la existencia de Dios, tienen la esperanza de que el paraíso de Edén perdido por el pecado de Adán, el día de la resurrección lo recuperarán  y gozarán de la presencia de Dios.



Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada