ISAÍAS 43: 11
“Yo
soy el Señor, y fuera de mí no hay quien salve”
El texto que comentamos es una
declaración de Dios que no da lugar a dudas. No existen diversos medios de
salvación. Cada reconocimiento de un nuevo camino de salvación, según el Dios
de la Biblia, es falso. Según este Dios fuera de Él no hay quien salve a los
pecadores. Los hombres pueden negar que Jesús sea el único camino al Padre
porque “en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo
dado a los hombres en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 12). Dicha negación no
expulsa a Jesús del escenario. Sigue siendo “la piedra reprobada por vosotros
los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo” (v.11). Lo es
porque con su muerte y resurrección
destruyó el aguijón de la muerte que es el pecado.
El papa Francisco en la homilía que
pronunció el 1 de octubre de 2019, en la
apertura del mes de las misiones dijo mucho sobre el bautismo que no coincide
con lo que la Biblia dice al respecto: “Esta vida (la sacramental) se nos concede
en el bautismo, el cual nos otorga el don de la fe en Jesucristo, el Vencedor
del pecado y de la muerte”. El apóstol Pablo desmiente la opinión del papa de
que la fe se nos concede en el bautismo, cuando, escribiendo a los cristianos
en Roma, dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de
Dios” (Romanos 10:17). Cuando Jesús iba
a ascender a los cielos recordó a la
iglesia incipiente cuál sería su misión
en un mundo envuelto de tinieblas espirituales: “Por tanto, id y haced
discípulos a todas las naciones. Las iglesias locales tienen como principal
objetivo predicar del Evangelio para que los perdidos, por el don de la fe que
el Espíritu Santo concede a los elegidos, puedan creer en el único Nombre bajo los cielos, dado a
los hombres, en que puedan ser salvos”. A partir de este momento en que las
personas son salvas por la fe en el Nombre de Jesús es cuando deben bautizarse
en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28: 19).
La tarea de las iglesias no finaliza con
hacer discípulos y bautizarlos. El encargo de Jesús prosigue: “Enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado” (v.20).
Como la voluntad del diablo es
introducirse en el seno de las iglesias camuflado de ángel de luz, la
responsabilidad de los pastores es recordar una y otra vez a los fieles que
fuera de Jesús no existe salvación posible y que el bautismo es el testimonio
del bautizado que ha creído en Jesús muerto y resucitado. La salvación es por
fe, no por obras, para que nadie se vanaglorie. Muchos bautizados no entrarán
en el Reino de Dios porque el agua
bautismal no ha limpiado sus pecados. Tengamos la certeza de que la sangre de
Jesús nos haya limpiado todos nuestros pecados.
JEREMÍAS 8:8
“¿Cómo
decís nosotros somos sabios, y la Ley del Señor está con nosotros? Ciertamente
la ha cambiado la pluma mentirosa de los escribas”
El Señor por medio del profeta Jeremías
dice a los israelitas: ¿Cómo os atrevéis a decir que sois sabios? ¿Cómo podéis
afirmar que la Ley del Señor está con
vosotros? Es una afirmación categórica la que la que a continuación escribe el
profeta: “Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los
escribas”. Los escribas que eran los encargados de copiar metódicamente la Ley
que guardaban cuidadosamente los sacerdotes, en vez de transcribir la verdad de
Dios la convertían en mentira. Los escribas contribuyeron a la destrucción de
Israel con la propagación de la mentira. Los cristianos tenemos que
convertirnos en atalayas de nuestra propia salvación porque en las iglesias el
diablo se encarga de colocar a sus lacayos que se presentan con la apariencia
de ángeles de luz con el propósito de torcer el camino de los elegidos de Dios.
Los sacerdotes y escribas del antiguo
Israel presumían de tener a Dios a su lado. Era una presunción de aquellos que
tenían el Nombre de Dios en los labios pero no en el corazón. Honrar a Dios de
labios no significa que la Verdad vaya a salir de sus bocas. Por ello, los
cristianos tenemos que ser precavidos y atesorar la Palabra de Dios en nuestros
corazones que sirva de escudo que impida que los dardos de fuego de Satanás no
hagan diana en nuestros corazones y nos dañen.
Conociendo las artimañas de Satanás no debemos dejarnos seducir por las
palabras dulces como la miel que
proclaman sus lacayos y contrastar con la Palabra de Dios la veracidad de lo
que se diga desde el púlpito y de los departamentos de enseñanza de las
iglesias. Cada cristiano es responsable de su propia salvación, debe vigilar
que nada que no sea la verdad de Dios penetre en su mente y en su corazón. Debemos
comportarnos como los cristianos de Berea que contrastaban con las Escrituras
si lo que el apóstol Pablo decía era cierto o no.
Cada cristiano tiene que convertirse en
atalaya de su propia persona y de los demás. Debe por tanto adquirir el serio
compromiso de velar por la pureza doctrinal que se enseñe en la iglesia. Israel
fue desechado por permitir que la mentira contaminara a la mayoría del pueblo.
Las florecientes iglesias de Asia (hoy Turquía)
y las del norte de África, son hoy un vago recuerdo de un pasado
glorioso. No permitamos que la mentirosa pluma de los escribas emponzoñe la
vida de los cristianos de hoy. Las muestras de la ira de Dios hacia a un Israel
infiel no las detalla la Biblia para llenar papel. Se han escrito para
enseñanza nuestra, para que no caigamos en el mismo error que el pueblo de Dios
infiel del pasado.
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