RAZÓN DE ESTADO
<b>La “razón de Estado” no siempre
es justa a menudo se empara en la
injusticia</b>
<b>Félix Riera</b> en su
escrito <i>Soportar la verdad</i> afirma que el <b>cardenal
Richelieu</b> encontró la clave para dar sentido moral a la máxima
política <i>el fin justifica los medios</i> estableciendo la
<i>razón de Estado</i> que continua guiando buena parte de las decisiones
políticas…los partidarios de la tazón de Estado han esgrimido que los
ciudadanos no podrán soportar la verdad. Nadie aprobaría actos ilegales sin los
cuales la sociedad no podría defenderse de quienes quieren acabar con ella”.
<b>Nicolás Maquiavelo</b>
defensor de que todo vale en política, escribió: “La Patria debe defenderse
siempre con la ignominia o con gloria, de cualquier manera se defenderá. Es
algo que merece destacarse e imitar, que cualquier ciudadano que quiera
aconsejar a su Patria, pues en las deliberaciones que están en juego, la
salvación de la Patria, no debe guardarse ninguna consideración a lo que es
justo o injusto, a lo que es piadoso o cruel, aquello loable o vergonzoso, sino
que, dejando de lado cualquier otro respecto, debe seguirse aquel camino que
salve la vida de la patria y mantenga su libertad”.
Con estas consideraciones el famoso
politólogo está enseñando a sus discípulos que salven a la Patria aun cuando sea mediante las cloacas del
Estado. En política todo es válido. Debemos preguntarnos. Qué es patria. Es un
ente imaginario que se fabrican aquellos que siguiendo la política que
establecieron los antiguos habitantes de la tierra de Sinar: “Vamos edifiquemos
una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo, y hagámonos un
<b>nombre</b>, por si fuéramos esparcidos sobre toda la faz de la
tierra” (Génesis 11: 4). Cada caudillo que crea una Patria desea hacerse un
nombre. Pretende sobresalir de entre los otros nombres sin darse cuenta que sin
excepción alguna termina llamándose Babel “porque allí el Señor confundió el
lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre toda la faz de la
tierra” (v.9). La primera Patria se disolvió como la neblina al salir el sol.
¿Qué queda de todas las patrias que la historia ha registrado? Recuerdos que
les gusta rememorar a los historiadores. Nada más. Todas sin excepción acaban
convirtiéndose en polvo. Los caudillos de las patrias se convierten en dioses
que se envuelven en sus banderas que se han creado para satisfacer su orgullo.
Todo para acabar sin dejar rastro. Cómo terminó Herodes Agripa que cubierto con
su ropaje real arengó al pueblo y consintió que le aclamase: “¡Voz de un dios y
no de hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio gloria
a Dios, y expió comido de gusanos” (Hechos 12: 21-23).
Todos los políticos tienen sus razones de
Estado para justificar sus medidas de dudosa justicia o claramente tiránicas
para mantener en alto la Patria imaginada. No se dan cuenta que son como la
estatua que soñó el rey Nabucodonosor de Babilonia. Estatua que representaba
las diversas patrias que nacen y desaparecen al paso del tiempo (Daniel 2:
1-49). Solo el reino de dios eterno es el que permanece.
Los caudillos que construyen patrias no
son claros en sus actuaciones. A pesar que se consideran dioses son conscientes
que son injustos y proceden a escondidas para que sus obras perversas no sean
conocidas. Utilizan las cloacas del Estado para ejecutarlas. No quieren que
nadie que no sea de su círculo íntimo intervenga en el gobierno del Estado para
que no se conozcan los secretos que se mantienen encerrados a cal y canto. Nadie indeseado husmee en ellos. ¡Ay,
todos los deseos de querer mantener a buen recaudo los secretos de Estado son
inútiles! Los dioses que gobiernan las patrias harían bien en tener las orejas
bien abiertas para que las palabras de Jesús que citaré no entren por una oreja
y salgan por la otra y no quede nada en el interior: “Porque nada hay
encubierto, que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse. Por
tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá, y lo que habéis
hablado al oído en los aposentos, se
proclamará en las azoteas” (Lucas 12: 2,3).
Las injusticias que se pretende mantener
en secreto por razón de Estado, para Dios son realizadas a la luz del sol. Por
eso puede juzgar con justicia y dar a cada uno lo que sus obras se merecen. La
oscuridad de las razones de Estado que tanto daño causan a las patrias debe
iluminarse con la luz que desprende la Biblia para que florezca la justicia que
aporta prosperidad a la Patria que es una comunidad de personas que debe
protegerse.
Octavi
Pereña i Cortina
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada