dilluns, 23 de setembre del 2019


PROVERBIOS  28:2

“Por la rebeldía de un país sus príncipes son muchos, mas por un hombre entendido y sabio permanece estable”
La inestabilidad mundial es pública y notoria. No existe ningún rincón del planeta que pueda decir: Aquí no ocurre nada. Soy una balsa de aceite. Todo funciona a la perfección. Tal vez no se producen noticias que acaparen el interés internacional, pero se dan noticias que manifiestan que los países no funcionan a la perfección de un reloj suizo.
“Por la rebeldía de un país sus príncipes son muchos”. Cuando se incrementa la inestabilidad de un país. Cuando sus ciudadanos se manifiestan una y otra vez. Cuando los problemas laborales tienen que solucionarse con huelgas. Cuando los gobiernos no reciben el apoyo necesario. Elecciones a la vista. Crisis aparentemente resuelta. Pero no, el mal está tan profundamente arraigado que no hay hombre alguno que pueda solucionar la crisis definitivamente.
El texto nos dice que “por la rebeldía de un país”, cuando las masas son como volcán en erupción, la inestabilidad pública es evidente. Ni la mano dura judicial, ni la represión policial son capaces de solucionar el conflicto. Aparentemente controlan la situación. Da la sensación de que el volcán se ha apagado. Descansa. En cualquier momento puede activarse. Lava y fuego sobre la sociedad.
La segunda parte del texto motivo de reflexión, dice: “Mas por un hombre entendido y sabio (el país) permanece estable”. Desgraciadamente gobernantes de esta naturaleza hoy no se encuentran y, no aparecen por la sencilla razón de que la humanidad en general da la espalda a Dios. Cuando esto sucede, los seres humanos son controlados por el diablo que es el padre de mentira y homicida desde el principio. La mentira y el homicidio se encuentran en el ADN, siendo la característica de los políticos de la actualidad.
Los verdaderos cristianos no podemos caer en el nihilismo porque conocemos el final de la historia. Al diablo se le cortarán las alas y ya no podrá incitar a los hombres a hacer el mal. También sabemos que en el día final Jesús que es el Hombre entendido y sabio, establecerá el Reino de Dios eterno. La estabilidad perfecta será la característica de su Reino porque en él no habrá lugar para al pecado, la injusticia y la muerte. Por ello a los cristianos verdaderos, que también nos afecta la inestabilidad que hay en este mundo, en el Reino de Dios eterno encontraremos la estabilidad perfecta que hoy anhelamos.


DEUTERONOMIO 23: 23

“Pero lo que hubiere salido de tus labios lo guardarás y lo cumplirás conforme lo prometiste al Señor tu Dios”
¿Qué nos dice el Señor Jesús sobre la mentira? Lo que afirma no va a gustar a quienes viven en la era de la posverdad: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer…y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44). Como padre de mentira se presentó ante Eva haciéndole  creer que Dios era mentiroso cuando les dijo las consecuencias de comer el fruto “del árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2. 17). Contradiciendo a Dios el diablo le dice a Eva que no moriréis si coméis el fruto del árbol prohibido, sino que “serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (3:5). Adán y Eva desobedecieron y conocieron por experiencia lo que es mal. A la vez perdieron el bien que gozaban. A partir del momento en que Adán mordió el fruto prohibido, él y su esposa se convierten en hijos del diablo y transmiten a su descendencia ser mentirosos. Como no quieren reconocer lo que son, se han inventado el eufemismo posverdad para evitar pronunciar la palabra mentira. Ahí están las consecuencias del pecado de Adán. Somos hijos del padre de la mentira y por ello mentirosos por naturaleza. A pesar que el noveno mandamiento dice: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 10:16), no lo dice con el propósito de hacernos creer que porque lo sepamos vamos a dejar de mentir voluntariamente.  “El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:22). La señal del diablo está marcada en nuestro corazón.
Si por descendencia de Adán somos mentirosos empedernidos  no dejaremos de serlo por propia voluntad. Puede más la condición mentirosa que la voluntad de dejar de serlo. Tenemos que levantar los ojos a Dios y pedirle que por la fe en su Hijo Jesús que nos haga hijos adoptivos suyos. La adopción va acompañada de un corazón nuevo predispuesto en abandonar la mentira. A que nuestro hablar sea sí cuando sea sí, y no cuando se no. Dada nuestra condición pecadora y con la ayuda del Señor podemos ir superando nuestra condición de mentirosos y hablar verdad como nos corresponde como hijos de Dios.



Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada