JEREMÍAS 36.2
Toma
un rollo de libro, y escribe en él todas las cosas que te he hablado contra
Israel y contra Judá, y contra todas las naciones”
“Vino esta palabra del Señor a Jeremías
diciendo” (v.1). ¿Qué le dice el señor al profeta? Que escriba todas las cosas
que le ha dicho contra Israel y contra Judá y contra todas las naciones. ¿Es
que el Señor se complace en hacer mal a las personas? ¿Es que el Señor está
siempre airado contra los pecadores? De ninguna de las maneras. En el v.3 el
Señor por la pluma del profeta expone el propósito que persigue de expresar su
ira contra Israel, Judá y todas las
naciones. ¿Con qué finalidad? “Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo
pienso hacerles, y se arrepientan cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su
maldad y su pecado” (v.8).
La Biblia nos presenta a Dios en términos
antropomórficos, es decir, como si fuera un ser humano con sentimientos. El ser
humano es creación de Dios, hecho a imagen y semejanza suya, es decir santo. El
pecado hiere la niña del ojo de Dios. Le duele. Sí, Dios sufre viendo que el
pecado del hombre lo lleva a su eterna condenación. Con corazón dolorido nos
hace llegar por medio de Jeremías lo que piensa hacer con nosotros. En el
versículo 8 antes mencionado nos dice el Señor que gracias a la amenaza de
castigo los receptores del mensaje se arrepentirán cada uno de su maldad y les
perdonará su pecado. ¿Consigue el propósito la amenaza? Baruc, el escriba al
servicio de Jeremías escribió en un pergamino las palabras que el profeta le
dictaba y las leyó al pueblo. Los
funcionarios del rey se llevaron el pergamino y se lo leyeron. ¿Cómo reaccionó
el monarca al oír el mensaje de Dios? El texto nos lo dice: “Cuando Jehudá había oído tres o cuatro planas, lo
rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en
el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el
brasero había” (v.23). Sigue diciendo el texto: “Y no tuvieron temor ni
rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas
palabras” (v. 24). Al finalizar el período de gracia que el Señor les concede,
se cumplió la sentencia. ¿Qué haremos nosotros con las palabras que Dios nos ha
hablado? ¿Las echaremos simbólicamente en el fuego del brasero en señal de que
no queremos saber nada de lo que Dios nos dice? Si es esta nuestra reacción,
que no queremos saber nada de Dios, en su momento tendremos que oír de sus
labios, aun cuando no nos va a gustar: “Echadlos al fuego eterno que quema y no
consume.
ISAÍAS 55:7
“Deje
el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor,
del cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en
perdonar”
¿Por qué muchas personas no pueden llegar
a entender que Dios existe y que no está ausente en medio de los graves
problemas de toda índole que amenazan con destruirnos? ¿Por qué son tantas las
personas que dicen que si Dios existe, por qué permite todas las crueldades que
se cometen diariamente? ¿Por qué permite situaciones de dolor extremo? ¿Por qué
consiente situaciones y más situaciones que nos hacen desgraciados? Ante todo
tenemos que aceptar, si no lo hacemos, peor para nosotros, que todos los males
que nos agobian son la consecuencia de que en Adán desobedecimos el mandato de
Dios de no comer el fruto del árbol prohibido. Dios avisó de las consecuencias
de la infracción. Desobedecimos y recogemos lo que hemos sembrado. Si sembramos
vientos cosechamos tempestades. No tenemos derecho a quejarnos. En vez de
reconocer nuestra transgresión airados alzamos los puños contra el cielo y
vociferamos rencor contra Dios por lo que permite suceda.
El profeta como instrumento de la
misericordia de Dios, una vez más invita al hombre al arrepentimiento: “Deje el
impío su camino”, es decir, su comportamiento externo, el fruto de un corazón
perverso. El profeta como instrumento de
Dios transmite el sentir de quien le ha enviado y no se queda en la periferia.
Va a la raíz del problema del mal cuando escribe: “Y el hombre inicuo sus
pensamientos”. ¿De dónde salen los pensamientos que se convierten en las
crueldades que los medios de comunicación dan a conocer? Jesús dice que del
corazón. ¿Qué dice la Biblia al respecto? “Sobre toda cosa guardada, guarda tu
corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 28). El autor del proverbio
nos invita a que examinemos nuestro corazón. Hay maneras y maneras de hacer el
examen. Si lo hacemos comparándonos con lo que hacen los otros lo exculparemos
de pecado y no dudaremos en declararlo inocente. Si la comparación se hace con
la Palabra de Dios, el resultado de la investigación será: CULPABLE. No habrá
motivo de autocomplacencia, sino la imperiosa necesidad de arrepentimiento.
Será entonces cuando la persona estará en condiciones de “volverse al Señor, el
cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro que es amplio en perdonar”.
Resultado: pecado perdonado y el goce de la paz de Dios que supera la
comprensión humana.
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