PROVERBIOS 29: 25
“Temer
a los hombres es un engaño, pero el que confía en el Señor está protegido”
El temor a los hombres es algo normal cuando no se tiene en cuenta a Dios en el caminar diario. Cuando Dios no aparece en la vida de una persona, el hombre se agranda. Se ve al otro no como a un igual sino como a un Goliat que atemoriza. El texto nos dice que el temor a los hombres es un engaño porque por la mentira de Satanás hemos abandonado el temor, la reverencia, el amor que se debe a Dios.
El temor a los hombres es algo normal cuando no se tiene en cuenta a Dios en el caminar diario. Cuando Dios no aparece en la vida de una persona, el hombre se agranda. Se ve al otro no como a un igual sino como a un Goliat que atemoriza. El texto nos dice que el temor a los hombres es un engaño porque por la mentira de Satanás hemos abandonado el temor, la reverencia, el amor que se debe a Dios.
He mencionado a Goliat y ello nos lleva
forzosamente a tener que hablar de David y del estado de desánimo en que se
encontraba el ejército de Israel. El texto nos presenta a Goliat como un
gigante de fuerza descomunal y que cuando vociferaba a los israelitas estos se
amedrentaban y se cagaban en los calzones. El temor al hombre atemoriza.
En el escenario bélico aparece David, el
futuro rey de Israel. No se presenta por decisión propia con el propósito de
tomar parte en las hostilidades contra
los filisteos. Aparece por encargo de su padre que lo envía a llevar alimentos
a sus hermanos que son soldados. Al llegar al campamento el adolescente David
oye las palabras amenazadoras de Goliat. Dirigiéndose al rey Saúl, David le
dice:” No desmaye el corazón de ninguno a causa de él, tu siervo irá y peleará
contra este filisteo” (1 Samuel 17: 32). Desestima el equipo militar que le
ofrece el monarca porque no estando familiarizado con él dificultaba sus
movimientos. Provisto únicamente de cinco piedras escogidas del arroyo cercano
que puso en su bolsa pastoril y con la
honda en su mano avanzó hacia el encuentro del terrible Goliat. Éste al ver al mozalbete no equipado para el combate
cuerpo a cuerpo se burló de tan frágil enemigo. David dirigiéndose a su
contrario le dijo que venía hacia él que
estaba armado hasta los dientes: “Mas yo vengo a ti en el Nombre del Señor de
los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”
(v. 48). David venció a Goliat con una piedra que lanzó con su honda, hiriendo
al filisteo en la frente. El gigante cayó extendido en el suelo. El combate
desigual entre David y Goliat se pone como ejemplo del débil venciendo al
fuerte. Se ignora, pero, que la debilidad de David era su fortaleza porque se
enfrentó al podero en el Nombre del Dios de Israel. En la debilidad se
perfecciona el poder de Dios. En palabras del texto: “El que confía en el Señor
está protegido”
2 CRÓNICAS
19: 5
“Y
puso (el rey Josafat) jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá, por todos los
lugares”
Hoy la justicia está cuestionada. Una
viñeta de Kap nos muestra a Donald
Trump dirigiéndose a un auditorio en estos términos: “Ahora protestan porque no
quieren un juez conservador, racista, sexista en el tribunal supremo…¿Y después
qué? Empezarán a exigir que los jueces sean justos”. La justicia no sólo debe
aparentar ser justa, tiene que ser justa. La justicia no es de derechas ni de
izquierdas, no toma partido político.
El rey Josafat cuando ascendió al trono,
de la misma manera como lo hacen todos los gobiernos, puso a hombres de su
confianza en los lugares clave de su reino. Puso jueces a su medida. La
justicia no es de derechas ni de
izquierdas. Simplemente es justicia. Las
iglesias no son tampoco de derechas ni de izquierdas. Únicamente son el pueblo
de Dios que se gobiernan por su Ley de Dios. En el momento en que una iglesia
se pone al lado del gobierno de turno deja de ser Iglesia de Cristo para
convertirse en la iglesia cuyo señor es el gobierno del momento.
Vayamos al texto que comentamos. Josafat
puso jueces para que dictasen sentencias justas. Eso es lo que tienen que hacer
los jueces. No tienen que esperar la presión popular como hizo el juez injusto ante el clamor
insistente de la viuda
(Lucas 18: 1-6).
Josafat dio estas instrucciones a los
jueces que había escogido para administrar justicia en Judá: “Mirad lo que
hacéis, porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar del Señor, el cual
está con vosotros cuando juzgáis. Sea, pues con vosotros el temor del
Señor, mirad lo que hacéis, porque con
el Señor nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión
de cohecho” (vv. 6,7).
Si señor Trump, los jueces deben ser
justos. El juez injusto de la parábola “no temía a Dios, ni tenía respeto a
hombre”. No hace justicia a la viuda por convicción. “Sin embargo, porque esta
viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me
agote la paciencia” (v.5).
Josafat puso al frente de la
administración de justicia a hombres temerosos de Dios a quienes recordó la Ley
de Dios para que actuasen conforme a ella. Pero si gobernantes impíos, aunque
sean religiosos, nombran jueces impíos aun cuando sean religiosos, ¿cómo van a
administrar una justicia que sea justa? Por muchas que sean las manifestaciones pidiendo una
justicia que sea justa, debido a que la mayoría de los ciudadanos son personas
que no son convertidas a Cristo, es
imposible que se encuentren jueces justos juzguen en representación de Dios.
Tenemos que acostumbrarnos a la justicia injusta movida por intereses
económicos y políticos en el tiempo presente. Tenemos que ser insistentes ante Dios para que no se
pregunte: “¿Hallará fe en la tierra? (v.8).
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