dimarts, 30 d’octubre del 2018


SALMO 130:8

“Y Él redimirá Israel de todos sus pecados”
El Salmo 130 contiene ocho versículos de un profundo calado teológico que culmina con  Dios “redimirá Israel de todos sus pecados”. ¿No es una gran noticia saber que por medio de la sangre de su Hijo, Dios perdona todos los pecados de su pueblo?
El salmista comienza su poema escribiendo: “De lo profundo, oh Señor, a ti clamo, Señor, oye mi voz, estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica” (vv. 1,2).El salmista comparte con sus lectores una profunda e íntima relación con Dios. ¿Cómo no puede serlo si cree fervientemente  en el perdón total de sus pecados por la fe en Jesús que es el Camino que nos conduce al Padre?
La relación del salmista con Dios no es una relación de oídas, he oído hablar de ti. No es una relación de lejanía que no afecta para nada su vida. No es una relación como la de aquellos que afirman ser “creyentes no practicantes”. ”Señor, si tu miras a los pecados”, si no los has lanzado en lo profundo del mar, si no los has echado en lo profundo del pozo del olvido, si tu persistes en echarme en cara la multitud de mis transgresiones, “¿quién oh Señor podrá mantenerse?” (v.3). Si tú sigues acusándome, Señor, mi vida será un auténtico fracaso. Satanás el enemigo de mi alma lanzará contra mí graves acusaciones que si yo las creyese harían insoportable mi vida. Yo no me opongo a que Satanás diga de mí lo que mejor le parezca y que utilizando labios engañadores difame mi buen nombre. “Pero en ti hay perdón”. No es un perdón ficticio como el que el sacerdote concede en el confesionario. Me has lavado, me has purificado, ello y, mucho más es motivo “para que seas reverenciado”.
La fe del salmista no es la fe de los “domingueros”, de aquellos que aparentemente se acuerdan de Dios los domingos, Se acicalan para ir a misa o al culto. Físicamente hacen acto de presencia en la capilla. Leen la lectura de la Biblia. Entonan los himnos seleccionados para la ocasión. Pero sus mentes y corazones están lejos del lugar. Son creyentes de pacotilla. Su religiosidad no es “sin cera”. “Esperé yo al Señor, esperó mi alma, en su palabra he esperado, mi alma espera en Señor, más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana. Yo espero en el Señor, “porque en el Señor hay misericordia, y abundante redención  en Él, y Él (me) redimirá de todos mis pecados” (vv.5-8).
Lector: no olvides que en el Señor Jesús hay abundante redención.


JUAN 13: 27,30

“Y después del bocado, Satanás entró en él…cuando hubo tomado el bocado de pan, salió inmediatamente, y era de noche”
El concepto que tenemos de un endemoniado es el de una persona violenta como el gadareno (Lucas 8: 26-39). Jesús que iba por todas las ciudades y aldeas predicando y anunciando el Evangelio del Reino de Dios, liberó a algunas mujeres de espíritus malos, entre ellas María Magdalena, de la que habían salido siete demonios”(Lucas 8: 1,2). Si nos fijamos únicamente en el modelo de posesión satánica del gadareno, nos haremos una idea equivocada de lo que significa estar poseído por satanás.
De Judas  Iscariote, uno de los discípulos de Jesús no se nos dice nada de su posesión satánica hasta pocas horas previas a la crucifixión del Señor. Lo único que sabemos es que era un ladrón y que sustraía de la bolsa que debía custodiar. Fuera de esto era una persona normal e incluso religiosa. Nadie sospechaba de él. Incluso después de tomar el bocado y Satanás entrase en él, su comportamiento era normal.
Con respecto a los fariseos a quienes Jesús les dice que tenían como padre al diablo, su comportamiento era normal en una sociedad de pecadores (Juan 8: 44). Analizaremos este versículo porque nos proporciona luz para entender lo que significa a posesión satánica. Los fariseos a pesar de que presumían  de tener a Abraham como padre, Jesús desmiente tal presunción al decirles que los verdaderos descendientes de Abraham no lo son los canales, sino quienes poseen su fe. Desmentida su pretensión pone al descubierto que su verdadero padre era el diablo. Como de tal palo tal estilla desean hacer las obras de tan tétrico padre. El diablo “es homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en él”. El diablo no mató físicamente a Adán y Eva, los mató con la mentira que serían igual a Dios si desobedecían el mandato divino que los prohibía comer el fruto del árbol prohibido. Los mentirosos de nuestros días que son multitud, según Jesús están poseídos por el diablo. Son gente normal que matan mintiendo.
Se dice que estamos en la posverdad. Con esta declaración se reconoce que estamos bajo el dominio de nuestro padre el diablo. Los políticos hablan mentira. Los jueces pervierten la justicia empleando la mentira  en los juicios. Los ciudadanos nos engañamos mutuamente. El diablo tiene millones de hijos que siguen sus enseñanzas. Por eso el mundo anda tan mal. Pero Jesús por boca de sus hermanos sigue anunciando el Evangelio del Reino de Dios liberando a “personas normales” de espíritus malos.



dimarts, 23 d’octubre del 2018


MATERIALISMO INSENSATO

<B>Ser corto de vista en el campo del espíritu tiene consecuencias eternas</b>
Una viñeta de <i>El Roto</i> ilustra muy bien la actualidad: Una madre sentada en la mesa con sus dos hijos. Uno de ellos le pregunta: “Mami, ¿qué es el vacío existencial? La respuesta que recibe de su madre no puede ser más clarificadora por su sencillez: “Pues  que tenemos muchas cosas”. ¿Cuál es la causa de desear muchas cosas? Se debe a que las cosas nos satisfacen momentáneamente y nos producen una sensación de felicidad. ¿A qué precio? Este  deseo incontrolado de poseer alguien lo ha denominado: <i>Ley Barbie</i>: “Los accesorios que se consideran opcionales se hacen imprescindibles creando necesidades que antes no se tenían”. Las cosas materiales tienen fecha de caducidad. Por buenas que sean llega el momento que se estropean y la decepción que ocasiona lleva a tener que comprar otra a la que le llega también el día de su entierro. Un nuevo desencanto seguido del deseo compulsivo de adquirir un nuevo juguete. Esto produce el efecto hámster: Una rotación continua que no lleva a ninguna parte. Se persigue una satisfacción saludable y se encuentra el vacío existencial. Saboreamos miel y delectamos agrura. Como más bien equipada esté nuestra Barbie favorita más decepcionados quedamos cuando se rompe. Los bienes materiales no dan sentido a la vida. La sensación de bienestar que proporcionan es de corta duración, lo cual provoca la necesidad de nuevas sensaciones cada vez más intensas para producir el mismo efecto de sentirse bien. Al final, como cualquier otro tipo de droga el cuerpo y el alma se marchitan. En vez de encontrar el paraíso uno se hunde en un infierno. Esta es la triste realidad del materialismo  compulsivo.
Alguien ha dicho que el materialismo explica el espiritismo y los movimientos llamados espiritualistas que impulsan a buscar sentido a la vida por caminos equivocados. Impulsan a querer llenar el vacío existencial que aceleran la rotación de la rueda del hámster. Vueltas y más vueltas que no llevan a ninguna parte.
Joanie Yoder habiendo escapado del materialismo esclavizador, escribe: “Entonces, un día, el Espíritu de Dios me abrió los ojos con una perturbadora revelación: el materialismo no consiste únicamente en tener cosas, también desearlas. ¡Fui  culpable de materialismo! Dios me hizo ver mi desencanto por esto: ¡Un ídolo en mi corazón! En aquel día me arrepentí de tan sutil pecado. Dios volvió a entronizarse en mi corazón  como su trono correcto. No es necesario decir que le siguió un gozo interno que no se basaba en cosas sino en Él”.
Un día un hombre destaca de entre la multitud pidiéndole a Jesús que hiciese de intermediario para partir la herencia con su hermano. Jesús que conocía las intenciones escondidas en su corazón, le dice: “Mirad, y guardaos de toda avaricia, porque la vida del  hombre no consiste en la abundancia de los bienes  que posee” (Lucas 12:15). Jesús que por ser Dios conocía los pensamientos más íntimos que había en el corazón.
Jesús, dirigiéndose a la multitud concentrada, especialmente en aquellos que tenían oídos para escuchar, les relata la parábola del rico avaro, aquel hombre que derribaba almacenes para hacerlos más grandes  con el propósito de poder almacenar muchos más bienes. El afán acaparador de aquel hombre solamente tenía un motivo, poder decir  a su alma: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años: repósate, come, bebe, regocíjate” (v.19). El hombre de la parábola como todos los materialistas de todas las épocas solamente piensa en gratificar el cuerpo,  complacer todos sus deseos. La parábola finaliza con las palabras que Jesús dirige a aquel hombre que pensaba que la vida era muy corta y como dudaba que hubiese un más allá en el que siguiese existiendo, se dice a sí mismo: Come, bebe, date todos los placeres que puedas, la vida es muy corta. Mañana moriré y cuando la muerte llegue y todo se haya acabado, me habré dado dentro de mis posibilidades, la gran vida. Dejaré este mundo plenamente satisfecho. Pero Jesús por el hecho de haber venido a este mundo procediendo de las mansiones celestiales sabe lo que ignoran los mortales. Se dirige a aquel hombre que estaba totalmente equivocado: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y todo lo que has previsto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” (vv. 20,21).
Palabras de Jesús merecedoras de ser atendidas: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni l orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6: 19-21). ¿Tiene el lector oídos para escuchar las palabras de Jesús? Por haber venido Jesús aquí en la tierra de las mansiones celestiales conoce la realidad de lo que hay en el mundo que para nosotros hoy es invisible. No las eche en saco roto. Quiera el Señor que pueda decir con el salmista: “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre, Él nos guiará aún más allá de la muerte” (Salmo 48: 14).
Octavi Pereña i Cortina



PROVERBIOS 29: 25

“Temer a los hombres es un engaño, pero el que confía en el Señor está protegido”
El temor a los hombres es algo normal cuando no se tiene en cuenta a Dios en el caminar diario. Cuando Dios no aparece en la vida de una persona, el hombre se agranda. Se ve al otro no como a un igual sino como a un Goliat que atemoriza. El texto nos dice que el temor a los hombres es un engaño porque por la mentira de Satanás hemos abandonado el temor, la reverencia, el amor que se debe a Dios.
He mencionado a Goliat y ello nos lleva forzosamente a tener que hablar de David y del estado de desánimo en que se encontraba el ejército de Israel. El texto nos presenta a Goliat como un gigante de fuerza descomunal y que cuando vociferaba a los israelitas estos se amedrentaban y se cagaban en los calzones. El temor al hombre atemoriza.
En el escenario bélico aparece David, el futuro rey de Israel. No se presenta por decisión propia con el propósito de tomar parte  en las hostilidades contra los filisteos. Aparece por encargo de su padre que lo envía a llevar alimentos a sus hermanos que son soldados. Al llegar al campamento el adolescente David oye las palabras amenazadoras de Goliat. Dirigiéndose al rey Saúl, David le dice:” No desmaye el corazón de ninguno a causa de él, tu siervo irá y peleará contra este filisteo” (1 Samuel 17: 32). Desestima el equipo militar que le ofrece el monarca porque no estando familiarizado con él dificultaba sus movimientos. Provisto únicamente de cinco piedras escogidas del arroyo cercano que puso en su bolsa pastoril y  con la honda en su mano avanzó hacia el encuentro del terrible Goliat. Éste al  ver al mozalbete no equipado para el combate cuerpo a cuerpo se burló de tan frágil enemigo. David dirigiéndose a su contrario le dijo que venía hacia él  que estaba armado hasta los dientes: “Mas yo vengo a ti en el Nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado” (v. 48). David venció a Goliat con una piedra que lanzó con su honda, hiriendo al filisteo en la frente. El gigante cayó extendido en el suelo. El combate desigual entre David y Goliat se pone como ejemplo del débil venciendo al fuerte. Se ignora, pero, que la debilidad de David era su fortaleza porque se enfrentó al podero en el Nombre del Dios de Israel. En la debilidad se perfecciona el poder de Dios. En palabras del texto: “El que confía en el Señor está protegido”

2 CRÓNICAS 19: 5
“Y puso (el rey Josafat) jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá, por todos los lugares”
Hoy la justicia está cuestionada. Una viñeta de Kap nos muestra a Donald Trump dirigiéndose a un auditorio en estos términos: “Ahora protestan porque no quieren un juez conservador, racista, sexista en el tribunal supremo…¿Y después qué? Empezarán a exigir que los jueces sean justos”. La justicia no sólo debe aparentar ser justa, tiene que ser justa. La justicia no es de derechas ni de izquierdas, no toma partido político.
El rey Josafat cuando ascendió al trono, de la misma manera como lo hacen todos los gobiernos, puso a hombres de su confianza en los lugares clave de su reino. Puso jueces a su medida. La justicia no es de derechas ni  de izquierdas. Simplemente es justicia.  Las iglesias no son tampoco de derechas ni de izquierdas. Únicamente son el pueblo de Dios que se gobiernan por su Ley de Dios. En el momento en que una iglesia se pone al lado del gobierno de turno deja de ser Iglesia de Cristo para convertirse en la iglesia cuyo señor es el gobierno del momento.
Vayamos al texto que comentamos. Josafat puso jueces para que dictasen sentencias justas. Eso es lo que tienen que hacer los jueces. No tienen que esperar la presión popular  como hizo el juez injusto ante el clamor insistente de la viuda                           (Lucas 18: 1-6).
Josafat dio estas instrucciones a los jueces que había escogido para administrar justicia en Judá: “Mirad lo que hacéis, porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar del Señor, el cual está con vosotros cuando juzgáis. Sea, pues con vosotros el temor del Señor,  mirad lo que hacéis, porque con el Señor nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho” (vv. 6,7).
Si señor Trump, los jueces deben ser justos. El juez injusto de la parábola “no temía a Dios, ni tenía respeto a hombre”. No hace justicia a la viuda por convicción. “Sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia” (v.5).
Josafat puso al frente de la administración de justicia a hombres temerosos de Dios a quienes recordó la Ley de Dios para que actuasen conforme a ella. Pero si gobernantes impíos, aunque sean religiosos, nombran jueces impíos aun cuando sean religiosos, ¿cómo van a administrar una justicia que sea justa? Por muchas  que sean las manifestaciones pidiendo una justicia que sea justa, debido a que la mayoría de los ciudadanos son personas que no son convertidas a  Cristo, es imposible que se encuentren jueces justos juzguen en representación de Dios. Tenemos que acostumbrarnos a la justicia injusta movida por intereses económicos y políticos en el tiempo presente. Tenemos que  ser insistentes ante Dios para que no se pregunte: “¿Hallará fe en la tierra? (v.8).


dilluns, 15 d’octubre del 2018


REFORMA ECLESIÁSTICA

<b>Corregir los fracasos eclesiales sin contar con la autoridad de la Biblia conduce al fracaso</b>
El obispo de Lleida <b>Salvador Giménez</b>iniciaba la glosa dominical del 23/09/2018, así: “El 20 del mes pasado el papa Francisco publicaba una carta dirigida a todo el pueblo de Dios con motivo del escándalo sexual  de algunos  clérigos sobre fieles a su cargo, de forma especial sobre menores de edad. Reconocía el pecado y los delitos de miembros de la Iglesia, pedía perdón a las víctimas en nombre de todos los católicos, sentía vergüenza y arrepentimiento por los daños causados, deseaba colaborar y generar una cultura capaz de evitar situaciones similares y pedía conversión personal concretada en la penitencia y la plegaria de todos hacia todos”.
Me da la sensación que la consternación que hoy manifiesta la clerecía católica ante el escándalo de los abusos sexuales de menores no es sincera. Mientras se silenciaban dichas atrocidades y no se hacían públicos de manera generalizada como ocurre hoy, se tapaban y se enviaba a los clérigos responsables de haberlas cometido  a otra parroquia en donde no se le conociese. Aquí no ha ocurrido nada. Se preservaba la honorabilidad de la Iglesia. Ahora, con la difusión que se hace de las fechorías clericales y jerárquicas católicas, el escándalo se ha hecho demasiado grande como para intentar taparlo. Palabras de Jesús: “Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse” (Luca 2: 2).Cuando el obispo leridano escribe: “Es cierto que es pequeño el porcentaje de los abusadores comparado con la totalidad, que muchas otras instituciones han tenido problemas parecidos, que nadie acostumbra a pedir perdón por hechos del pasado y de responsabilidad individual, que en todos los sectores y organizaciones sociales han ocurrido los mismos abusos, que los medios de comunicación magnifican los hechos que hacen referencia a los católicos, que es un ataque frontal contra nuestra Iglesia”, está intentando minimizar su responsabilidad porque otros hacen lo mismo.  A pesar que los ataques puedan ser interesados, el obispo leridano y todos los clérigos que piensan como él deberían dar gracias a Cristo único Señor y Salvador de la Iglesia de que los medios de comunicación destapen la corrupción que circula por el alcantarillado de la Iglesia católica. Jesús nos advierte de que antes de intentar quitar la mota del ojo del vecino debemos quitarnos la biga que hay en el nuestro. Sin verdadero arrepentimiento no se da la regeneración eclesial.
La glosa dominical del obispo de Lleida gira alrededor de la carta papal que menciona, pero, ¿qué tiene que decir Jesús que es el Señor y Salvador de la Iglesia? El mal que se hace a una persona va más allá de la persona perjudicada. Cuando Jesús se apareció a Saulo de Tarso en  su viaje a Damasco para encarcelar a los cristianos residentes en la ciudad, le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?…Yo soy Jesús el que tú persigues” (Hechos 9: 4,5). Perjudicar a una persona es lo mismo que hacerlo a Jesús. El Señor es muy sensible al dolor que se causa al prójimo. Refiriéndose a las naciones que expoliaron a Israel el profeta dice: “Quien os toca, toca a la niña de su ojo (de Dios) (Zacarías 2: 8). Ni en la glosa dominical del obispo de Lleida ni en la carta del papa no aparece ninguna referencia clara de pedir perdón a Jesús por haber tocado la niña de Dios.
He leído la carta del papa que menciona el obispo de Lleida. Reproduzco la conclusión porque refleja la doctrina de la Iglesia católica: “Si un miembro sufre, todos sufren con él”, nos decía san Pablo. Por medio de la actitud orante y penitencial podemos entrar en sintonía personal y comunitaria con esta exhortación para que crezca entre nosotros el  don de la compasión, de la justicia, de la prevención y reparación. María supo estar al pie de la cruz de su Hijo. No lo hizo de cualquier manera, sino que estuvo firmemente de pie a su lado. Con esta postura manifiesta su modo de estar en la vida. Cuando experimentamos la desolación que nos produce estas llagas eclesiales, con María nos hará bien “instar en la oración” (S. Ignacio de Loyola, <i>Ejercicios Espirituales,</i>319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia. Ella, la primera discípula, nos enseña a todos los discípulos como hemos de detenernos ante el sufrimiento del inocente, sin evasiones ni pusilanimidad. Mirar a María es aprender a descubrir dónde y cómo tiene que estar el discípulo de Cristo.
A Cristo por María es el remedio que el papa Francisco ofrece para poner fin a los escándalos sexuales que se producen en el seno de la Iglesia católica. Lo que debería descubrir el papa y los doctores de la Santa Madre Iglesia es lo que el apóstol Pablo dice sobre la Iglesia de Cristo: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, <i>edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo</i>, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 19-22). Si al cimiento de la Iglesia que es Jesús se le añade algún elemento extraño como es María se le introduce un principio de debilidad que conduce al derribo del edificio eclesial porque se le ha introducido el germen de la corrupción. La corrupción manifiesta que se extiende como mancha de aceite desde la cabeza a los pies de la Iglesia católica es una evidencia que no se edifica sobre la Roca. Ha llegado el momento de que, entre otros,  los acosadores sexuales de menores se arrepientan a Jesús de sus pecados para que Cristo la piedra rechazada  por los edificadores vuelva a ocupar el lugar que le corresponde en el fundamento de la Iglesia y con su caminar en santidad dejen de dañar la niña del ojo del Señor.
Octavi Pereña i Cortina

dilluns, 8 d’octubre del 2018


EDUCANDO PARA SER  BUENOS POLÍTICOS

<b>Los padres son los responsables de educar a sus hijos para que sean ciudadanos honorables</b>
Las consecuencias de la educación permisiva son visibles en el día a día a pesar de que los afectados no quieran verlo.
La periodista <v>Eva Millet</b> autora de <i>Hiperniños</i> hace esta reflexión: “Según mi opinión, si el niño corta flores, vacía la papelera o ensucia el pavimento, que es un bien de todos, es preciso dirigirse a él y decirle a pesar de que estén sus padres. Porque la flor que cortan o las papeleras que vacían al suelo son de todos”. ¿Cómo reaccionarán muchos padres que están presentes en el momento en que un ciudadano riñe a sus hijos por su comportamiento incívico? Muy probablemente de manera parecida a como reaccionó una madre cuando una mujer reprendió a su hijo que estaba zarandeando violentamente un árbol joven: “Como pago  mis impuestos este árbol es mío y mi hijo puede hacer con él lo que le dé la gana”. Bien seguro que a esta madre no debe gustarle que los maestros de su hijo la reprendan por su comportamiento violento con sus compañeros. Es por eso que se da prisa en acudir al maestro o al director de la escuela para presentar sus quejas. Esta madre también consentirá a su hijo en otras situaciones. El resultado será que se transformará inexorablemente en un tirano ingobernable que se pondrá en situaciones cada vez más más graves que podrán incluso llevarle a la cárcel.
Ahora que se ha puesto de moda que algunos políticos presuman de unos másteres obtenidos fraudulentamente, debemos preguntarnos: ¿Cuál ha sido la causa de este narcisismo que los impulsa a querer sobresalir del anonimato de manera tan chapucera? Es muy probable  que la causa sea la falta de disciplina durante la infancia y adolescencia. Los padres para huir de los bramidos y pataleos filiales hayan optado por consentirlos en todo. Estos políticos narcisos aun cuando se proclamen patriotas, ¿a dónde llevarán el país? Las características que los niños de hoy deben poseer para gobernar el país del mañana no las adquieren de manera fortuita, son la consecuencia de unos padres diligentes que se han tomado seriamente la responsabilidad de enderezar el árbol cuando el tronco era tierno y no han esperado a hacerlo cuando el tronco se haya endurecido y es imposible enderezarlo. No es casual el incivismo que tantos millones de euros cuesta al erario público. La dilación en disciplinar a los hijos tiene sus consecuencias. La Biblia alerta a los padres: “Por cuanto no se ejecuta pronto la sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuestos para hacer el mal” (Eclesiastés 8: 11).
Los hijos como el resto de los mortales no son perfectos. Se puede dar por bien seguro que cometerán muchos errores. Los padres, si son conscientes de su responsabilidad no se pondrán una venda a los ojos para no ver ni girarán la cabeza para hacerse el distraído. Todo lo contrario, conscientes de sus imperfecciones les enseñaran a sacar provecho de sus equivocaciones que es el secreto de su crecimiento como personas y conseguir los beneficios que comporta, dentro de los límites que imponen la condición humana, ser personas honorables.
Se han publicado muchos libros que tienen por objetivo enseñar a los padres a ser buenos padres. Parten de una premisa errónea: Consideran bueno al ser humano y que con una buena educación harán buenas obras. Este concepto conduce al fracaso porque el ser humano no es bueno y pretender que haga buenas obras va contra su naturaleza. Es indudable que pueden hacer obras relativamente buenas. Jesús lo enseña cuando dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos” (Mateo 7: 11). A pesar que los padres pueden dar cosas buenas a sus hijos, por ser descendientes de Adán esta aparente bondad está contaminada con el germen del pecado. Cuesta creer que las obras humanas que se consideran buenas no se las pueda dar este calificativo. El motivo se encuentra en que el ser humano por naturaleza es un árbol malo que puede dar frutos aparentemente buenos pero que su interior está corrompido por el pecado. Teniendo redactado el borrador de este escrito mi esposa iba a comerse una nectarina de magnífico aspecto, al abrirla su interior apareció negro. Jesús nos enseña que no debemos fijarnos en lo externo de las cosas sino en su interior. En este sentido se equivocan quienes dicen que el hombre es bueno. Debe producirse un cambio en el ADN espiritual para que el árbol malo que se es por nacimiento pueda convertirse en uno bueno que dé buenos frutos.
Jesús, conversando con Nicodemo, un sabio judío, le dijo que el hombre necesita nacer del Espíritu para convertirse en un árbol bueno. Sorprendido le pregunta al Maestro: “¿He de volver a entrar en el vientre de mi madre para volver a nacer?” Se sobreentiende que Jesús le dijo a Nicodemo: “De hoy en tres años, para salvar al pueblo de Dios de sus pecados me crucificarán y la sangre que derramaré, si tienes la mirada de fe puesta en mí, borrará todos tus pecados. No quedará ni uno que te acuse. Serás una nueva persona”. Sabemos que Nicodemo tuvo esta mirada de fe (Juan 19: 39). Los padres que se sienten preocupados por la educación de sus hijos, si imitan a Nicodemo y por fe miran al Crucificado se convertirán en nuevas criaturas con la mirada puesta en el Padre celestial convirtiéndose en buenos maestros para sus hijos. Es cierto que no alcanzarán la perfección absoluta. Cometerán errores y el arrepentimiento que seguirá perfeccionará el oficio de maestro de sus hijos. La relación que se mantiene con el Padre celestial por medio de Jesús convierte a los padres en alfareros que moldean el barro que son sus hijos para que se parezcan al Padre y al Hijo. Durante el moldeado cometerán errores. Tendrán que volver a amasar el barro. Las funciones de maestro y alumno persisten. Lentamente en los hijos aparecen las cualidades humanas que evidencian que están capacitados para ser buenos ciudadanos. Si es voluntad de Dios que se dediquen a la  política, su responsabilidad de gobierno no se verá manchada por la corrupción.
Octavi Pereña i Cortina


FILIPENSES 2. 4

“No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”
Jesús nos anuncia el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente…Amarás a tu prójimo como  ti mismo” (Mateo 22: 37,39).Ver esto hecho realidad en la sociedad actual es muy difícil de contemplar. A los niños se les enseña que prioricen ser el número UNO. Dicho con otras palabras a que despierten y cultiven el egoísmo que se encuentra agazapado en las profundidades del alma. La razón por la que la egolatría se manifiesta de manera tan exuberante en gran parte se debe a que las iglesias han descuidado anunciar todo el consejo de Dios limitándose a proclamar sólo una parte con lo que la predicación se ha convertido en un ejercicio de oratoria que sirve para exaltar el ego de los predicadores y que debido a la ausencia del Espíritu Santo es ineficaz para dar vida a los muertos.
Tanto el lector como yo mismo, si queremos cumplir el encargo que nos transmite el apóstol Pablo debemos tener en cuenta los versículos 5-11. De entrada el apóstol nos lleva a que la mirada no esté puesta en el hombre sino en Dios: “Haya pues en vosotros el sentir que hubo también en Cristo Jesús” (v. 5). Dejad de mirar horizontalmente. Si vuestra mirada es tan limitada nada vamos a poder hacer para eliminar la egolatría que tanto daño produce. ¿Qué es lo que vemos cuando miramos a Jesús? Nos encontramos con el Hijo de Dios que por amor a nosotros se despoja de su gloria divina haciéndose hombre, un hombre de carne y huesos igual que nosotros. No se conforma humillándose haciéndose hombre, “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (v. 8).  Cuando Jesús anduvo por la Tierra nos dejó este mensaje: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11: 28-30). Desear poseer el sentir que hubo en Cristo exige un coste. El mismo Jesús tuvo que pagar un precio para morir para nuestra salvación. Como hombre consideró muy difícil la tarea que tenía ante sí. ¿Qué hizo? Orar: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero que no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26: 39). Amar al prójimo como a nosotros mismos es una exigencia fuera de nuestro alcance. Pero si imitando a Jesús y ante la dificultad del mandamiento dejamos de mirar al hombre y ponemos la mirada en el Padre celestial recibiremos fuerzas suficientes para empezar el aprendizaje de amar al prójimo como a nosotros mismos. Nos iremos despojando del egoísmo que nos impulsa a interesarnos exclusivamente en nosotros mismos.


JEREMIAS 23: 16

“Así ha dicho el Señor de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan, os alimentan con vanas esperanzas, hablan visión de su propio corazón, no de la boca del Señor”
El problema de los falsos profetas no es exclusivo el Antiguo Testamento. El apóstol Pedro denuncia su existencia en su época: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros  que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones por causa de las cuales el camino de la verdad será blasfemado” (2 Pedro 2: 1,2). El apóstol Pablo nos alerta en el mismo sentido cuando al despedirse de los ancianos en Mileto, les dice: “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto velad” (Hechos 20: 27-31). No es una alarma infundada la que hacen sonar los apóstoles Pedro y Pablo. La historia de la Iglesia hasta nuestros días se ha visto plagada de movimientos sectarios que han causado mucho dolor entre el pueblo de Dios.
Los promotores de las herejías, ambos apóstoles avisan que no vendrán de fuera de la Iglesia, nacerán en su interior. Serán demonios disfrazados de ángeles de luz. Por su proximidad, por mantener con ellos relación fraternal e incluso de parentesco, dado que son lobos rapaces recubiertos con pieles de oveja, abajaremos la guardia y no prestaremos atención a sus mentiras al presentarlas como verdades.
Para luchar contra los herejes que nacen en el interior de las iglesias locales. Lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos si somos cristianos verdaderos y si lo somos seremos guiados por el Espíritu Santo sin el cual carecemos  del “discernimiento de espíritus” (1 Corintios 12: 10). Sin este don  que nos da el Espíritu de la Verdad es totalmente imposible detectar la mentira. Es por ello que en las iglesias se producen tantos cambios doctrinales y éticos que nos convierten en cristianos tibios que tanto nos da lo que piensen a dejen de pensar los llamados hermanos pero que no lo son.
La Palabra de Dios, la Biblia, es la Verdad. No es una verdad entre las muchas verdades que existen. Es la VERDAD.  De aquí nace una pregunta: ¿Cómo estamos de conocimiento bíblico. Si es fragmentado desconocemos todo el consejo de Dios. Difícilmente estaremos en condiciones de discernir la Verdad de la Mentira. Pablo no rehusó anunciar todo el consejo de Dios. Nosotros no debemos rehusar conocer todo el consejo de Dios. Las iglesias deberían anhelar conocer todo el consejo de Dios. De ello depende que se frene la Mentira que tantos estragos hace en la sociedad.



dilluns, 1 d’octubre del 2018


PERDÓN EFECTIVO

<b>Solamente Jesús el Hijo de Dios tiene poder de perdonar pecados</b>
La pederastia eclesial se parece a una riada desbordada que destruye todo lo que encuentra a su paso. Lo que hasta ahora se mantenía en un relativo secreto, ha dejado de serlo. En público se habla con toda normalidad de aquello que hasta ahora se comentaba susurrando al oído, con la puerta cerrada. Ahora es del dominio público porque se ha perdido el miedo a hablar.
<b>Berna González Harbour</b> en su escrito <i>¡Qué suerte tienen los delincuentes católicos!</i>, relaciona a pederastia católica con  la confesión auricular con un cura al escribir: “Los católicos suelen sentir la tranquilidad de pertenecer a la única religión verdadera – creen, luego para ellos así es – e históricamente han tenido la ventaja de poder pecar siempre que luego visiten el confesionario para pasar bayeta. Allí, el confesor los aguarda como un decidido Mister Proper dispuesto a trasladar el perdón divino que borra las pesadillas de su historial. No quedan antecedentes penales tras rezar varias avemarías…Tienen suerte los delincuentes católicos que pueden confesar y quedar indemnes”. Es muy triste que se tenga que tratar la banalidad de la confesión auricular relacionándola con algo tan grave como los abusos sexuales cometidos por clérigos que se supone pueden vivir libres de lascivia con la gracia que se dice reciben al ser ordenados sacerdotes. El grave problema de la Iglesia católica se encuentra en el hecho de haber suplantado a Dios y haberse auto otorgado el poder divino de perdonar pecados. El fiel católico no necesita a Dios, le basta el intermediario humano que le hace creer que puede perdonar sus pecados a cambio de la ligera penitencia de recitar un padrenuestro y tres avemarías. Si la conciencia no queda tranquila con tan suave penitencia, las aportaciones económicas acortan su estancia en un supuesto Purgatorio en donde las almas pasan una larga temporada purgando sus pecados por medio de indecibles sufrimientos, que en este caso no son eternos. Con la colaboración papal y a cambio de una suculenta aportación económica el alma ya no tiene necesidad de sufrir en el Purgatorio. Automáticamente, en el momento del deceso, le hacen creer, que va directamente al paraíso.
El perdón eclesiástico que es ineficaz para perdonar los pecados de las personas que lo reciben, no obtiene la aprobación de la Palabra de Dios. Simón, un judío convertido al cristianismo, al ver que por la imposición de las manos de los apóstoles se recibía el Espíritu Santo, ofreció dinero para conseguir este poder. El apóstol Pedro le dijo: “Arrepiéntete, pues de esta maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón” (Hechos 8: 22).
Sí, Dios perdona al pecador, pero no con la facilidad con que lo hace la Iglesia católica. Perdona, sí, gratuitamente por la fe en Jesús, pero l precio de morir en la cruz para salvar a su pueblo de sus pecados. Para el pecador el perdón le es gratuito, pero Dios tuvo que pagar el precio de la salvación entregando a su Hijo a morir ara el perdón de quienes no merecen ser amados: “Porque Dios ha amado tanto al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16).
Según la Biblia la salvación es por gracia, por fe, que es regalo de Dios. El pecador no tiene que hacer nada, solamente creer en la oferta de Dios de perdonarlo en Cristo. Este perdón que para el pecador es tan fácil, crea unas responsabilidades. Pablo escribiendo a los cristianos de Roma, les dice: “¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?  (Romanos 6:1). Parece ser que en Roma había cristianos que se decían: Ya que Dios nos ha perdonado por gracia, sigamos con nuestro estilo de vida que llevábamos antes de convertirnos a Cristo para que se incremente la gracia divina. ¿Cuál es la respuesta que les da el apóstol?: “En ninguna manera. Porque los que hemos murto al pecado, ¿cómo viviremos aun en él?” (v.2). Los redimidos por la sangre de Jesús entran a formar parte del pueblo santo de Dios y no pueden ensuciar la santidad recibida viviendo en pecado.
El cristiano verdadero, que es un hijo de Dios, a pesar que todos sus pecados han sido borrados por la sangre de Jesús siguen siendo pecadores que si no vigilan pueden llegar a cometer pecados infames. La Biblia que es transparente, no los encubre, los denuncia. David el rey de Israel en quien se inicia la dinastía de la que vendrá Jesús, el Rey de Israel, cometió adulterio y asesinato. Quizás David siguiendo la costumbre de su tiempo en que los reyes se atribuían el derecho de hacer lo que les placía, se atrevió a cometer estos pecados. Pero a Dios no le gustó el comportamiento del monarca que había escogido. Le envía al profeta Natán  a reprenderle por haber quebrantado su Ley. David es un ejemplo de lo que dice el proverbio: “Da al sabio y será más sabio, enseña al justo, y aumentará su saber (Proverbios 9: 9). La consecuencia de haber sido amonestado por el profeta en Nombre de Dios, David escribió el salmo 51. El salmista es consciente de que los pecados cometidos, antes que al hombre los ha hecho contra  Dios. En su arrepentimiento no acude al profeta Natán que había sido el portavoz de Dios, sino que va directamente al Señor a quien había ofendido con sus pecados, en estos términos: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tus misericordias, conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo ante tus ojos, para que seas reconocido justo en tus palabras, y tenido por puro en tu juicio” (vv. 1-4). En otro salmo describe los efectos que el pecado tienen en él, con estas palabras: “No hay nada sano en mi carne, a causa de tu ira. No hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza, como carga pesada se han agravado sobre mi” (Salmo 38: 3,4). Hoy con tantas enfermedades mentales que nos deprimen debido al pecado no confesado a Dios y no perdonado, debemos aprender de David que no acude al hombre para que lo perdone. Hoy ni tan siquiera se visita el confesionario, se acude al despacho del sicólogo o siquiatra. David no confía en el hombre, se acerca directamente a Dios, se acoge a su misericordia, diciéndole: “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente” (Salmo 51: 12). La confesión sentida a Jesús devuelve el gozo al pecador.
Octavi Pereña i Cortina