dimarts, 27 de desembre del 2016

JOB 16:21

“Que haya un defensor para el hombre ante Dios, como un hombre defiende a su amigo”
Los hombres somos espiritualmente débiles. Tenemos conciencia de ello e intentamos recuperar la debilidad del alma yendo al gimnasio y la práctica de deportes, cuanto más duros y más riesgo, mejor. Cuanto más sudor desprendamos, tanto mejor. Nuestro cuerpo se vigoriza y estamos en condiciones de alcanzar metas que creíamos inalcanzables.
La fuerza física no es el remedio para la debilidad del alma. La musculatura no es el antídoto para la flaqueza espiritual. Los atletas, los de musculatura de hierro, están sujetos a las mismas pasiones que el resto de las personas que revelan una personalidad decadente.
El Señor, el Creador de los cielos y de la tierra, el Todopoderoso “no desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán  y no se fatigarán” (Isaías 40: 28-31).
En nuestro tiempo, principalmente en Occidente, a pesar de la miseria que se da por doquiera, se lanzan toneladas de alimentos, no sólo la clase pudiente, también entre los que se benefician de las campañas de recogida de alimentos. Esta sociedad pudiente se caracteriza a por ser una sociedad afectada por la fatiga crónica. Somos una sociedad compuesta de personas permanentemente cansadas que deben vigorizarse con las bebidas de moda que dicen levantan el ánimo decaído. Nosotros, los cristianos verdaderos, no necesitamos los reconstituyentes de invención humana, a la vez que vacían nuestros bolsillos, no cumplen lo que prometen. Siguiendo el consejo del profeta Isaías nos fortalecemos en el Señor. Jesús que es el Jehová de quien habla el profeta, nos hace esta invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados (afectados por la fatiga crónica), y yo os haré descansar” (Mateo 11.28).
Las palabras de Job que encabezan este escrito están vinculadas con unos amigos que le aconsejaban hacer las paces con Dios, pues consideraban que su aflicción era el resultado de su pecado. Nuestros amigos no siempre son lo que aparentan ser. Ante Dios tenemos un Defensor que en el cumplimiento del tiempo se encarnó en la persona de Jesús, que es el Hombre fuerte que en la adversidad está nuestro lado, fortaleciéndonos para que no desfallezcamos bajo la carga del pecado que nos debilita.


JUAN 13:30

“Cuando él (judas) hubo tomado el bocado luego salió y era ya de noche”
Se aproxima el momento álgido del ministerio de Jesús: su muerte con la que pagaba nuestra cuenta pendiente con Dios. El precio de nuestra salvación es tan elevado que no lo podríamos pagar ni con todo el oro del mundo. Solamente la preciosa sangre de Jesús puede hacerlo.
Se acerca la Pascua y el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo tenía que morir tal como estaba establecido desde antes de la fundación del mundo. Unos hombres, eran quienes tenían que ofrecer el sacrificio: “Los principales sacerdotes y los escribas buscaban como matarle, porque temían al pueblo” (Lucas 22:2).
Cuando Jesús tenía dos años la Biblia registra el primer intento de Satanás de matarle por medio del rey Herodes, para evitar su muerte de cruz. A lo largo de su ministerio público el Maligno lo intentó inútilmente en diversas ocasiones. Ahora, en el momento determinado por Dios el sacrificio es inminente. A Judas, uno de los instrumentos satánicos para quitar la vida al Hijo del hombre, se le presenta la oportunidad para que tan macabro asesinato de produzca: “Y entró Satanás en Judas” (Lucas 22:3). Completada la preparación por la posesión satánica de Judas, el traidor “habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se le entregaría” (v.4). “Y era de noche” cuando abandonó la sala para cometer la Gran Traición de entregar a Jesús. Sabiendo que fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir “con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de nosotros” (1 Pedro 1: 19,20), no quita de Judas la responsabilidad de haber entregado a Jesús por 30 monedas de plata: “A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de Él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a este hombre no haber nacido” (Marcos 1421).
“Y era de noche” cuando Judas abandonó la sala es un símil de la oscuridad espiritual que ennegrece las almas de quienes Satanás es su padre. Esta oscuridad no desaparece con la educación. Personas muy cultas son auténticos mafiosos. La oscuridad del alma por la presencia de Satanás en ella y que lleva a efectuar grandes perversidades debe reemplazarse por la luz de Cristo cuando se introduce en ella por la fe en el Nombre del Señor. Cuando esto ocurre, la luz de Cristo que resplandecen el alma, la oscuridad de la noche desaparece,  dando comienzo a un andar en novedad de vida. Las cosa viejas pasaron y han sido hechas nuevas.
            http://octaviperenyacortina22.blogspot.com

 




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