JOEL 2:13
“Rasgad vuestro
corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, porque
misericordioso es y clemente, tarde para la ira y grande en misericordia, y que
se duele del castigo”
El versículo
que precede al que encabeza este comentario dice. “Por
eso, pues, ahora, dice el Señor: convertíos a mí con todo vuestro corazón, con
ayuno, lloro y lamento” ¿Desea
el lector saber con certeza si es salvo o no, si cuando muera irá a la
presencia de Dios por toda la eternidad? La prueba del algodón sirve para
descubrir si un espacio determinado es limpio o no. Si al frotar el algodón
descubrimos que queda impoluto sabemos que aquella zona está limpia. Pues bien,
la prueba del algodón por lo que respecta a nuestras vidas muestra la suciedad
espiritual que hay en ellas. Este descubrimiento no debe entristecernos pues es
la evidencia de que estamos en el buen camino. Jesús no vino a buscar a
personas que se creen justas, sino pecadores al arrepentimiento. Si creemos en
Jesús como a nuestro Señor y Salvador, cuando Dios pasa el algodón por nuestras
almas, como sale impoluto, sin ninguna muestra de pecado, tenemos la seguridad
de que somos salvos.
Los versículos
que comentamos del profeta Joel evidencian que el Señor busca a pecadores para
darles vida eterna. ¿Es consciente el lector de que es pecador? Enhorabuena si
lo reconoce porque ello le permitirá hacer caso al llamamiento que el señor
hace a Israel por medio de su siervo Juan el Bautista: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3.2). Jesús, el amigo de los pecadores, al principio de su ministerio dice. “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17)
El mensaje de
Joel está en la misma línea de lo predicado por el Bautista y por Jesús, e
insta a sus oyentes a que rasguen sus corazones, no sus vestiduras, a que se
conviertan al Señor de corazón, lamentando su pecado. Si no hay lamento por el
pecado, significa que se consideran personas justas por naturaleza, no entrarán
en el reino de los cielos porque en ellos no hay cabida para nadie que no haya
sido justificado por la fe en el Nombre de Jesús. Les ocurrirá lo que el rey
Agripa le dijo el apóstol Pablo cuando éste le instó a creer “Por poco me persuades a ser cristiano”. Agripa no se había convertido a Cristo. Parecía ser
cristiano, pero no lo era. Estaba cerca del reino de Dios pero no había
atravesado la puerta estrecha que le conducía a él.
¿Qué es el
Señor para ti, lector amado? ¿El Nombre de Jesús es el nombre de un personaje
famoso que no afecta para nada a tu vida? ¿Es para ti un nombre que fluye de
tus labios pero que no nace de tu corazón como ocurre cuando alguien estornuda?
Si es así, eres casi cristiano, pero no lo eres. Joel te dice a ti que eres
casi cristiano: “Y todo aquel que invoca el Nombre
del Señor será salvo”
(v.32). ¿Invocas el Nombre del Señor lamentando tu pecado y agradeciéndole su
perdón?
PROVERBIOS 19:21
“Muchos proyectos hay en el corazón del hombre, mas
el consejo el Señor se cumplirá”
¡Cuántos
proyectos no se han cumplido! ¡Cuántos proyectos se han iniciado y a mitad de
camino los hemos abandonado! Esta realidad que contrastamos diariamente en
nuestras vidas pone de manifiesto nuestra fragilidad. Nos creemos muy
importantes cuando realmente somos nada. Nos cuesta aceptarlo y ello en
perjuicio de nuestra salud síquica y lo que es más importante, espiritual. Si
los planes no salen como hemos proyectado nos rebelamos ante el fracaso. De no
aceptarlo a las buenas, no nos tocará más remedio que aceptarlo a las malas con
todos los perjuicios que comporta darnos cabezazos contra la realidad.
Un refrán
popular, que como muchos de ellos contienen una buena dosis de sabiduría, dice.
“El hombre propone, pero Dios dispone”. Nos viene a decir que en nuestros
proyectos siempre debemos tener presente
a Dios y su voluntad. “Mas el consejo de Dios
siempre se cumplirá”.
La carta de
Santiago nos enseña a poner nuestros proyectos en las manos del Señor: “¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y
estaremos allá un año, y traficaremos y ganaremos, cuando no sabéis lo que será
mañana” (4: 13,14). El
escritor sagrado nos alerta: “Porque, ¿qué es vuestra
vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (v.14). Debemos aprender a reconocer
nuestra insignificancia y que no controlamos el tiempo. ¿Verdad que ignoramos
los imprevistos que se pueden presentar, no ya mañana, sino dentro de unos
pocos minutos? En todos nuestros proyectos siempre debemos tener presente: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (v.15), es decir, que se haga la
voluntad del Señor.
Desconocemos el
futuro más inmediato. Ignoramos si nuestros planes son los más convenientes,
Debido a nuestra ignorancia nuestros propósitos siempre deben ir acompañados de
“hágase la voluntad del señor”, porque ello es reconocimiento de nuestra
pequeñez y que estamos dispuestos a reconocer el señorío de Cristo en nuestras
vidas.
Un ejemplo de
fracaso rotundo por no tener en cuenta el hombre a Dios en sus caminos fue el
intento de construir una ciudad y una torre
no haciendo caso a la voluntad de Dios conocida que quería que los
hombres se expandiesen por toda la tierra. ¿Qué nos dice la Escritura? “Así los esparció el Señor des de allí sobre la faz de toda la
tierra, y dejaron de edificar la ciudad” (Génesis 11.8). El consejo de Dios prevaleció sobre
el proyecto de los hombres.
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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