SALMO 58:1,2
“¿Hallaréis de verdad
justicia en silencio? ¿Juzgaréis con rectitud, oh hijos de Adán? Mas bien en el
corazón promovéis iniquidad, imponéis en la tierra la violencia de vuestras
manos”
Una denuncia
contra los gobernantes, contra los jueces que juzgan movidos por el cohecho y
que se ponen al lado de los poderosos dictando
sentencias injustas que favorecen los intereses de los potentados y que, en
caso de declararles culpables, las sentencias que les imponen son el hazmerreír
de la ciudadanía. Pero la denuncia no va solamente dirigida a los jueces, a los
poderosos. El salmista también señala a los ciudadanos de a pie que en nuestros
litigios también juzgamos injustamente porque nos ponemos al lado de la
iniquidad y con violencia acostumbramos a solucionar nuestras diferencias.
El salmista
denuncia la falsedad de la filosofía que
enseña que los niños son engendrados en inocencia y que se hacen malos en el
transcurso de los años debido a las malas influencias que los incitan a hacer
el mal, cuando dice: “Se apartaron los
impíos desde la matriz, se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (v.
3).
El hombre está
inclinado a hacer el mal desde antes de nacer porque ha sido concebido en
pecado por el hecho de ser descendiente de Adán. Los católicos dicen que el
bautismo borra el llamado pecado original.
Horroroso engaño porque desde la infancia hasta la vejez, con sus hechos, acreditan que la maldad que se esconde sus
corazones no la ha borrado el agua bautismal. La falacia de la justicia que se
obtiene con el rociamento es de trascendencia eterna porque quien fallece sin
que sus pecados hayan sido borrados por la sangre de Jesucristo, muere
eternamente. Por los siglos de los siglos alejado de la presencia de Dios. Ni
las oraciones por los difuntos. Ni las penas temporales en el Purgatorio. Ni
las misas en sufragio por las almas de los difuntos pueden hacer justo al
injusto. Sólo la fe en Jesús muerto y resucitado, que es regalo de Dios, puede
hacer justo al pecador. La sangre de Jesucristo tiene el poder de perdonar los
pecados a la vez que transforma al pecador arrepentido en una nueva persona
capacitada para hacer las buenas obras que Dios ha preparado de antemano para
que ande en ellas.
La sociedad
actual tan dada a hacer el mal, lo que necesita es menos religión y más Jesús.
La verdadera cristiandad compuesta de personas humildes, en su mayoría sin
disponer de recursos económicos que les impide hacer uso de los caros medios de
comunicación, tiene el recurso del boca a boca que los testigos de Jesús
utilizan en obediencia al mandato de hacer discípulos en todo el mundo “enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado”. Unos siervos inútiles que limitándose a obedecer a su Señor recibirán en su día el
galardón de Dios por haber sido fieles
en lo poco.
PROVERBIOS 26:23
“Como escoria de plata
echada sobre el tiesto, son los labios lisonjeros y el corazón malo”
Sinceridad procede de una palabra que significa sin cera. En la antigüedad, cuando se
compraba una pieza de cerámica se acostumbraba a preguntar si aquella pieza era
sin cera, es decir, que no se hubiese
tapado alguna grieta o defecto con cera para hacerla pasar como una pieza
perfecta. Así debe ser nuestro hablar: Sin
cera, es decir auténtico, sin hipocresía.
El texto que
comentamos trata del hablar sin cera que
debe caracterizar el lenguaje del cristiano. Nuestro decir debe ser “sí, sí, no, no, porque lo que es más de
esto de mal procede” (Mateo 5:37). ¿Qué es lo que hace que nuestro hablar
no sea sin cera? Lo que hace que se
le quiera camuflar cubriendodolo con escoria de plata es la perversidad del
corazón que dándose cuenta del lenguaje engañoso que sale de él se pretende
engañar al oyente con labios lisonjeros que alaban excesivamente la mala
calidad de los pensamientos que brotan de un corazón ponzoñoso. “Sobre toda cosa guardada, guarda u corazón,
porque de él mana la vida”. (Proverbios
4:23). De un pozo corrompido se puede extraer
agua cristalina, aparentemente pura,
que contiene partículas invisibles peligrosas para la salud del
sediento. Debido a ello las autoridades obligan a poner en las fuentes carteles
que digan: AGUA NO POTABLE.
En el mundo en
que vivimos que está gobernado por Satanàs, que es el padre de la mentira y de
naturaleza homicida, hace que sus seguidores utilicen las palabras como espadas que esgrimen para
herir. La maldad de sus corazones, por más que lo pretendan, no puede evitar
que las palabras que salen de sus labios sean hirientes y maten. Los verdaderos
cristianos cuyos corazones han sido lavados por la sangre de Jesús, las
palabras que salen de sus labios han sido purificadas y están exentas de
partículas espiritualmente peligrosas que pongan en peligro la salud espiritual
de quienes beban de ellas. Por ello, debe ser motivo de mucha vigilancia para
que las palabras que digamos sirvan para edificación de las personas que las
escuchen.
Por el pecado
que todavía permanece en nosotros y que puede llevarnos a un hablar hiriente,
debemos extremar la precaución para
evitar, en lo posible, que las palabras que digamos hieran mortalmente a
nuestros oyentes y debido a ello, que nuestro oyente no tenga interés en buscar
al Señor que anunciamos. Nuestras palabras pueden ser de vida o de muerte.
¡Escojámoslas cuidadosamente!
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada