dilluns, 11 d’abril del 2016

SALMO 58:1,2

“¿Hallaréis de verdad justicia en silencio? ¿Juzgaréis con rectitud, oh hijos de Adán? Mas bien en el corazón promovéis iniquidad, imponéis en la tierra la violencia de vuestras manos”
Una denuncia contra los gobernantes, contra los jueces que juzgan movidos por el cohecho y que se ponen al lado de los poderosos dictando sentencias injustas que favorecen los intereses de los potentados y que, en caso de declararles culpables, las sentencias que les imponen son el hazmerreír de la ciudadanía. Pero la denuncia no va solamente dirigida a los jueces, a los poderosos. El salmista también señala a los ciudadanos de a pie que en nuestros litigios también juzgamos injustamente porque nos ponemos al lado de la iniquidad y con violencia acostumbramos a solucionar nuestras diferencias.
El salmista denuncia la  falsedad de la filosofía que enseña que los niños son engendrados en inocencia y que se hacen malos en el transcurso de los años debido a las malas influencias que los incitan a hacer el mal, cuando dice: “Se apartaron los impíos desde la matriz, se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (v. 3).
El hombre está inclinado a hacer el mal desde antes de nacer porque ha sido concebido en pecado por el hecho de ser descendiente de Adán. Los católicos dicen que el bautismo borra el llamado pecado original. Horroroso engaño porque desde la infancia hasta la vejez,  con sus hechos,  acreditan que la maldad que se esconde sus corazones no la ha borrado el agua bautismal. La falacia de la justicia que se obtiene con el rociamento es de trascendencia eterna porque quien fallece sin que sus pecados hayan sido borrados por la sangre de Jesucristo, muere eternamente. Por los siglos de los siglos alejado de la presencia de Dios. Ni las oraciones por los difuntos. Ni las penas temporales en el Purgatorio. Ni las misas en sufragio por las almas de los difuntos pueden hacer justo al injusto. Sólo la fe en Jesús muerto y resucitado, que es regalo de Dios, puede hacer justo al pecador. La sangre de Jesucristo tiene el poder de perdonar los pecados a la vez que transforma al pecador arrepentido en una nueva persona capacitada para hacer las buenas obras que Dios ha preparado de antemano para que ande en ellas.
La sociedad actual tan dada a hacer el mal, lo que necesita es menos religión y más Jesús. La verdadera cristiandad compuesta de personas humildes, en su mayoría sin disponer de recursos económicos que les impide hacer uso de los caros medios de comunicación, tiene el recurso del boca a boca que los testigos de Jesús utilizan en obediencia al mandato de hacer discípulos en todo el mundo “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Unos siervos inútiles que limitándose  a obedecer a su Señor recibirán en su día el galardón de Dios  por haber sido fieles en lo poco.



PROVERBIOS 26:23

“Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios lisonjeros y el corazón malo”
Sinceridad procede de una palabra que significa sin cera. En la antigüedad, cuando se compraba una pieza de cerámica se acostumbraba a preguntar si aquella pieza era sin cera, es decir, que no se hubiese tapado alguna grieta o defecto con cera para hacerla pasar como una pieza perfecta. Así debe ser nuestro hablar: Sin cera, es decir auténtico, sin hipocresía.
El texto que comentamos trata del hablar sin cera que debe caracterizar el lenguaje del cristiano. Nuestro decir debe ser “sí, sí, no, no, porque lo que es más de esto de mal procede” (Mateo 5:37). ¿Qué es lo que hace que nuestro hablar no sea sin cera? Lo que hace que se le quiera camuflar cubriendodolo con escoria de plata  es la perversidad del corazón que dándose cuenta del lenguaje engañoso que sale de él se pretende engañar al oyente con labios lisonjeros que alaban excesivamente la mala calidad de los pensamientos que brotan de un corazón ponzoñoso. “Sobre toda cosa guardada, guarda u corazón, porque de él mana la vida”. (Proverbios 4:23). De un pozo corrompido se puede extraer  agua cristalina, aparentemente pura,  que contiene partículas invisibles peligrosas para la salud del sediento. Debido a ello las autoridades obligan a poner en las fuentes carteles que digan: AGUA NO POTABLE.
En el mundo en que vivimos que está gobernado por Satanàs, que es el padre de la mentira y de naturaleza homicida, hace que sus seguidores utilicen  las palabras como espadas que esgrimen para herir. La maldad de sus corazones, por más que lo pretendan, no puede evitar que las palabras que salen de sus labios sean hirientes y maten. Los verdaderos cristianos cuyos corazones han sido lavados por la sangre de Jesús, las palabras que salen de sus labios han sido purificadas y están exentas de partículas espiritualmente peligrosas que pongan en peligro la salud espiritual de quienes beban de ellas. Por ello, debe ser motivo de mucha vigilancia para que las palabras que digamos sirvan para edificación de las personas que las escuchen.
Por el pecado que todavía permanece en nosotros y que puede llevarnos a un hablar hiriente, debemos extremar la precaución  para evitar, en lo posible, que las palabras que digamos hieran mortalmente a nuestros oyentes y debido a ello, que nuestro oyente no tenga interés en buscar al Señor que anunciamos. Nuestras palabras pueden ser de vida o de muerte. ¡Escojámoslas cuidadosamente!
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
                                          



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