PROVERBIOS 14:14
“De sus caminos será hastiado el necio de corazón,
pero el hombre de bien estará contento del suyo”
El apóstata, “que tiene el corazón apartado de Dios”,
parece ser mejor traducción, es la persona que se harta de sus propios caminos.
Esta es la razón por la que las personas que niegan a Dios, que afirman que
Dios no existe o, que si existe ha abandonado al hombre a su suerte, siempre
está insatisfecha. Nada le complace. A todo encuentra peros. Nada debe
extrañarnos que a las tales personas sus huesos se consuman en su gemir todo el
día y, como dice el salmista su verdor se convierta en sequedades de verano. No
puede haber paz en los corazones de los impíos, de quienes tienen sus corazones
apartados de Dios. En las dificultades de cada día no encuentran consuelo
alguno porque la consolación efectiva que sólo la ofrece Dios no la solicitan y
si lo hacen, lo hacen dudando, sin fe. Sin fe real no pueden recibirlo.
El periodista
Lynsey Addario, afirma: “Una frase muy graciosa dice que en las trincheras no
hay ateos, y es cierto”. No sólo en las trincheras no hay ateos. No los hay en
la vida diaria de nuestra sociedad del bienestar de hoy. La expresión “Dios mío” se oye pronunciar
constantemente, pero esta invocación inconsciente de socorro a Dios queda sin
respuesta. Dios no escucha a quienes pronuncian su Nombre en vano. Los
creyentes de conveniencia, pero ateos de corazón, impíos de hecho, no tienen
paz en sus corazones cuando pretenden esconder su impiedad en el eufemismo creyentes no practicantes: “Son como
el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y
lodo. No hay paz dijo mi Dios para los impíos” (Isaías 57: 20,21).
La otra cara de
la moneda tiene u color totalmente distinto: “El hombre de bien estará contento del suyo”. El hombre de bien, el
bueno, el justo, el que ha lavado sus pecados en la sangre de Jesucristo, el
que por la fe en el Nombre de Jesús ha sido convertido por la gracia de del
Señor en un hijo de Dios, está contento con su camino, es decir, en todo lo que
Dios le da. Sabe que no existen las
casualidades. Todo ha sido predeterminado por Dios y todo lo que Éste le da es
para su bien. Puede no entender los caminos del Señor, pero sabe con certeza
que es para contentamiento suyo.
Dos caminos
totalmente distintos. Los del necio y los del hombre de bien. Para el primero,
hastío. Puede tenerlo todo, pero para él la vida es un asco. Para el segundo,
tal vez viva en estrechez. La vida puede serle adversa, pero poseyendo a Cristo
la Perla de gran precio, la vida le es el paraíso pues estando con Dios lo
tiene todo. Aún cuando ande en valle de sombra de muerte, el Señor “adereza mesa delante de él en presencia de
sus angustiadores, unge su cabeza con aceite, su copa está rebosando.
Ciertamente el, bien y la misericordia le seguirán todos los días de su vida, y
el casa del Señor morará por largos días”
(Salmo 23: 4-6).
PROVERBIOS 20: 20
“El que maldice a su padre o
a su madre, se le apagará la lámpara en la oscuridad tenebrosa”
El primer
mandamiento con promesa es. “Honra a tu
padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu
Dios te da” (Éxodo 20:12). Por algo será que el mandamiento ocupe el primer
lugar en la lista de preceptos que tienen que ver con las relaciones humanas.
Los cuatro primeros mandamientos del Decálogo dan por sentado la autoridad
suprema de Dios. El quinto establece la base para el buen funcionamiento
social. El quinto mandamiento es la piedra del ángulo de la estabilidad social.
Si la honra que debe rendirse a los padres se tambalea todas las estructuras
sociales siguen el mismo camino. Sin autoridad no hay orden.
Honrar al padre
y a la madre depende de si se reconoce o no la autoridad suprema de Dios. Por
ello la Biblia insiste tanto en la responsabilidad que tienen los padres de
instruir a sus hijos a amar a Dios con todas sus fuerzas. Si se deja de hacerlo
se está a un paso de que los hijos dejen de honrar a sus padres y los maldigan
y, con ello “se apagará la lámpara en la oscuridad tenebrosa”.
Para infinidad
de padres Dios ha muerto. Ponen en entredicho su existencia y su amor hacia los
hombres. Debido a ello, al haber abandonado a Dios que es la luz del mundo, el
hombre anda en tinieblas. Da comienzo a una vorágine de malentendidos que nos
ha situado en la situación caótica en que nos encontramos. No temer a Dios nos ha extraviado el camino y
nos lleva al caos. Nos encontramos en
una nueva Babel, no hay manera de entendernos. No sabemos como salir de la
situación caótica en que nos hemos metido por no amar a Dios sobre todas las
coss.
La clave para la
resolución del problema de que los hijos maldicen a sus padres y a sus madres
se encuentra en que la iglesia vuelva a ser
guardadora de los oráculos de Dios. Pero si la iglesia no es depositaria
de la luz de Dios, ¿cómo puede ella ser
la luz del mundo en medio de las tinieblas que la envuelven? ¿Cómo podrá ser
luz para que los padres brillen con el resplandor divino y así los hijos opten
por seguir los senderos de Dios y obedecer el mandamiento?
Dios nuestro te
pedimos perdón por haberte abandonado y por haber seguido las enseñanzas de
mundo hemos democratizado nuestras
iglesias. Ya no eres el Señor de ellas. Los hombres han ocupado el trono en el
que deberías estar sentado Tú. Las asambleas con sus tejemanejes se han
apoderado de la autoridad. Te hemos echado fuera de las iglesias. Perdónanos,
Señor y danos la fuerza que necesitamos para dejar de serte desobedientes y que
aceptemos que seas Tú quien vuelvas a tomar la dirección de las iglesias y
poder así deshacer los entuertos cometidos durante tu ausencia. Vuelve a ocupar
el lugar preferente en nuestros corazones para que se restablezca la honra que
los hijos deben a los padres y así se restablezca la paz perdida en las
familias por no haberte adorado como al único Dios.
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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