dilluns, 18 d’abril del 2016

PROVERBIOS 14:14

“De sus caminos será hastiado el necio de corazón, pero el hombre de bien estará contento del suyo”
El apóstata, “que tiene el corazón apartado de Dios”, parece ser mejor traducción, es la persona que se harta de sus propios caminos. Esta es la razón por la que las personas que niegan a Dios, que afirman que Dios no existe o, que si existe ha abandonado al hombre a su suerte, siempre está insatisfecha. Nada le complace. A todo encuentra peros. Nada debe extrañarnos que a las tales personas sus huesos se consuman en su gemir todo el día y, como dice el salmista su verdor se convierta en sequedades de verano. No puede haber paz en los corazones de los impíos, de quienes tienen sus corazones apartados de Dios. En las dificultades de cada día no encuentran consuelo alguno porque la consolación efectiva que sólo la ofrece Dios no la solicitan y si lo hacen, lo hacen dudando, sin fe. Sin fe real no pueden recibirlo.
El periodista Lynsey Addario, afirma: “Una frase muy graciosa dice que en las trincheras no hay ateos, y es cierto”. No sólo en las trincheras no hay ateos. No los hay en la vida diaria de nuestra sociedad del bienestar de hoy. La expresión “Dios mío” se oye pronunciar constantemente, pero esta invocación inconsciente de socorro a Dios queda sin respuesta. Dios no escucha a quienes pronuncian su Nombre en vano. Los creyentes de conveniencia, pero ateos de corazón, impíos de hecho, no tienen paz en sus corazones cuando pretenden esconder su impiedad en el eufemismo creyentes no practicantes: “Son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz dijo mi Dios para los impíos” (Isaías 57: 20,21).
La otra cara de la moneda tiene u color totalmente distinto: “El hombre de bien estará contento del suyo”. El hombre de bien, el bueno, el justo, el que ha lavado sus pecados en la sangre de Jesucristo, el que por la fe en el Nombre de Jesús ha sido convertido por la gracia de del Señor en un hijo de Dios, está contento con su camino, es decir, en todo lo que Dios le da.  Sabe que no existen las casualidades. Todo ha sido predeterminado por Dios y todo lo que Éste le da es para su bien. Puede no entender los caminos del Señor, pero sabe con certeza que es para contentamiento suyo.
Dos caminos totalmente distintos. Los del necio y los del hombre de bien. Para el primero, hastío. Puede tenerlo todo, pero para él la vida es un asco. Para el segundo, tal vez viva en estrechez. La vida puede serle adversa, pero poseyendo a Cristo la Perla de gran precio, la vida le es el paraíso pues estando con Dios lo tiene todo. Aún cuando ande en valle de sombra de muerte, el Señor “adereza mesa delante de él en presencia de sus angustiadores, unge su cabeza con aceite, su copa está rebosando. Ciertamente el, bien y la misericordia le seguirán todos los días de su vida, y el casa del Señor morará por largos días”  (Salmo 23: 4-6).


PROVERBIOS 20: 20

“El que maldice a su padre o a su madre, se le apagará la lámpara en la oscuridad tenebrosa”
El primer mandamiento con promesa es. “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da” (Éxodo 20:12). Por algo será que el mandamiento ocupe el primer lugar en la lista de preceptos que tienen que ver con las relaciones humanas. Los cuatro primeros mandamientos del Decálogo dan por sentado la autoridad suprema de Dios. El quinto establece la base para el buen funcionamiento social. El quinto mandamiento es la piedra del ángulo de la estabilidad social. Si la honra que debe rendirse a los padres se tambalea todas las estructuras sociales siguen el mismo camino. Sin autoridad no hay orden.
Honrar al padre y a la madre depende de si se reconoce o no la autoridad suprema de Dios. Por ello la Biblia insiste tanto en la responsabilidad que tienen los padres de instruir a sus hijos a amar a Dios con todas sus fuerzas. Si se deja de hacerlo se está a un paso de que los hijos dejen de honrar a sus padres y los maldigan y, con ello  “se apagará la lámpara en la oscuridad tenebrosa”.
Para infinidad de padres Dios ha muerto. Ponen en entredicho su existencia y su amor hacia los hombres. Debido a ello, al haber abandonado a Dios que es la luz del mundo, el hombre anda en tinieblas. Da comienzo a una vorágine de malentendidos que nos ha situado en la situación caótica en que nos encontramos.  No temer a Dios nos ha extraviado el camino y nos lleva al caos.  Nos encontramos en una nueva Babel, no hay manera de entendernos. No sabemos como salir de la situación caótica en que nos hemos metido por no amar a Dios sobre todas las coss.
La clave para la resolución del problema de que los hijos maldicen a sus padres y a sus madres se encuentra en que la iglesia vuelva a ser  guardadora de los oráculos de Dios. Pero si la iglesia no es depositaria de la luz  de Dios, ¿cómo puede ella ser la luz del mundo en medio de las tinieblas que la envuelven? ¿Cómo podrá ser luz para que los padres brillen con el resplandor divino y así los hijos opten por seguir los senderos de Dios y obedecer el mandamiento?
Dios nuestro te pedimos perdón por haberte abandonado y por haber seguido las enseñanzas de mundo hemos democratizado  nuestras iglesias. Ya no eres el Señor de ellas. Los hombres han ocupado el trono en el que deberías estar sentado Tú. Las asambleas con sus tejemanejes se han apoderado de la autoridad. Te hemos echado fuera de las iglesias. Perdónanos, Señor y danos la fuerza que necesitamos para dejar de serte desobedientes y que aceptemos que seas Tú quien vuelvas a tomar la dirección de las iglesias y poder así deshacer los entuertos cometidos durante tu ausencia. Vuelve a ocupar el lugar preferente en nuestros corazones para que se restablezca la honra que los hijos deben a los padres y así se restablezca la paz perdida en las familias por no haberte adorado como al único Dios.

http://octaviperenyacortina22.blogspot.com

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada