RESPETO A LAS
PESCATERAS
<b>Una
palabra sazonada con sal dicha en el momento oportuno, ¡cuántos incendios no
evitaría!</b>
La
polémica iniciada por <b>Félix de Azúa</b>, académico de la Real
Academia Española, menospreciando a la alcaldesa de Barcelona Ada Colau
diciéndole que “debería estar vendiendo pescado en un puesto de pescado” porque
“no tiene preparación para dirigir una ciudad de cuatro millones de
habitantes”, es una muestra de cómo las palabras se esgrimen para herir a las
personas que no nos caen bien. No es propio de un académico de la R.A.E., ni de
ninguna persona por inculta que pueda ser en el aspecto académico porque las
palabras siempre deben usarse para edificar al otro, no para ridiculizarlo, ni
herirlo en su dignidad. El otro, por humilde o ignorante que pueda ser jamás
deja de ser una persona a la que se debe amar como a uno mismo.
La
sociedad occidental, cristianizada de cara a la galería, pero pagana en el
fondo poco a poco va perdiendo su compostura porque faltándole la verdadera fe
cristiana va dando entrada a la barbarie que produce su ausencia. <b>Félix de Azúa</b>
puede ser un académico de prestigio. No lo sé. Ahora bien, sus palabras
cargadas de menosprecio hacia Ada Colau porque no le cae bien la ideología
política de la alcaldesa ponen de manifiesto la ausencia de erudición ética del
académico. Según <b>Isabel Bugallal</b>, <b>Félix de
Azúa</b> junto con su esposa e hija se <i>exilió en
Madrid</i> porque “no está dispuesto a que su hija sea esclavizada
enseñándosele odio a los españoles”. <b>de Azúa</b> por su
condición de padre debería enseñarle a su hija valores éticos. ¿Qué valores le
podrá transmitir de primera mano cuando manifiesta un rechazo tan
furibundo contra una persona con la que
no comparte su manera de pensar y cuando miente diciendo que el sistema
educativo catalán siembra el odio hacia los españoles? Desconozco la formación
cristiana que haya podido recibir <b>Félix de Azúa</b>. Por el
hecho de ser académico de la R.A.E. bien seguro que conoce las palabras de Jesús:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y “Así que, todas las cosas que queráis
que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”
(Mateo 7:12). Pienso que el contenido ético de estos textos es insuperable.
Me
imagino, por lo que dice el apóstol Pedro: “El que quiere amar la vida y ver
días buenos, , refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (1
Pedro 3:10), que <b>Félix de Azúa</b> no es feliz. “Si tu boca
quieres guardar/ de tropiezos y males/ cinco cosas mirarás/ a quien hablas, de
quien hablas/ y la manera y el tiempo y el lugar”. <b>Thomas
Watson</b>, comentado este texto bíblico: “No hablarás contra tu prójimo
falso testimonio” (Éxodo 20:16), dice: “Dios ha puesto dos barreras naturales a
la lengua: los dientes y los labios, y este mandamiento es una tercera barrera
para ella: <i>No acuses a nadie falsamente”</i>.
Dedicado
especialmente a <b>Félix de Azúa</b>, pero apropiado para todas las
personas, la Biblia tiene mucho que decir con respecto a la lengua, especialmente
este: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que
recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno
no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz de refrenar también todo su
cuerpo…Así también la lengua es un miembro pequeño pero que se jacta de grandes
cosas. He aquí, ¡cuán grande fuego enciende un pequeño fuego! Y la lengua
contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es
inflamada por el infierno…” (Santiago 3: 1-12).
“Quien
mucho habla mucho yerra” dice el refrán popular. Atribuido a Diógenes: “Tener
dos orejas y una sola lengua, para escuchar más y hablar menos” El escritor
norteamericano Marck Twain que en nuestra infancia nos hizo pasar momentos
deliciosos con la lectura de sus libros ha dejado escrito: “Es mejor tener la
boca cerrada y parecer estúpido, que abrirla y disipar la duda”. ¡Qué difícil
es mantener la boca cerrada!
La
Biblia contiene un escondrijo de perlas muy valiosas que el explorador debe ir
descubriendo con paciencia ya que a veces nos pasan desapercibidas y que son
necesarias dos o tres lecturas para percibir su belleza y valor. He aquí una de
valor incalculable y de belleza exquisita, muy adecuada al tema que comentamos:
“Venid, hijos, oídme, el temor del Señor os enseñaré. ¿Quién es el hombre que
desea vida, que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y
tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y
síguela” (Salmo 34:11-14). ¡Cuántos fuegos inútiles dejarían de encenderse si
se tuviesen en cuenta los secretos que esconde la Biblia que llevarían paz y
bienestar a nuestra sociedad tan doliente.
Octavi Pereña i Cortina
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