dilluns, 18 d’abril del 2016

RESPETO A LAS PESCATERAS

<b>Una palabra sazonada con sal dicha en el momento oportuno, ¡cuántos incendios no evitaría!</b>
La polémica iniciada por <b>Félix de Azúa</b>, académico de la Real Academia Española, menospreciando a la alcaldesa de Barcelona Ada Colau diciéndole que “debería estar vendiendo pescado en un puesto de pescado” porque “no tiene preparación para dirigir una ciudad de cuatro millones de habitantes”, es una muestra de cómo las palabras se esgrimen para herir a las personas que no nos caen bien. No es propio de un académico de la R.A.E., ni de ninguna persona por inculta que pueda ser en el aspecto académico porque las palabras siempre deben usarse para edificar al otro, no para ridiculizarlo, ni herirlo en su dignidad. El otro, por humilde o ignorante que pueda ser jamás deja de ser una persona a la que se debe amar como a uno mismo.
La sociedad occidental, cristianizada de cara a la galería, pero pagana en el fondo poco a poco va perdiendo su compostura porque faltándole la verdadera fe cristiana va dando entrada a la barbarie que produce su  ausencia. <b>Félix de Azúa</b> puede ser un académico de prestigio. No lo sé. Ahora bien, sus palabras cargadas de menosprecio hacia Ada Colau porque no le cae bien la ideología política de la alcaldesa ponen de manifiesto la ausencia de erudición ética del académico. Según <b>Isabel Bugallal</b>, <b>Félix de Azúa</b> junto con su esposa e hija se <i>exilió en Madrid</i> porque “no está dispuesto a que su hija sea esclavizada enseñándosele odio a los españoles”. <b>de Azúa</b> por su condición de padre debería enseñarle a su hija valores éticos. ¿Qué valores le podrá transmitir de primera mano cuando manifiesta un rechazo tan furibundo  contra una persona con la que no comparte su manera de pensar y cuando miente diciendo que el sistema educativo catalán siembra el odio hacia los españoles? Desconozco la formación cristiana que haya podido recibir <b>Félix de Azúa</b>. Por el hecho de ser académico de la R.A.E. bien seguro que conoce las palabras de Jesús: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12). Pienso que el contenido ético de estos textos es insuperable.
Me imagino, por lo que dice el apóstol Pedro: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, , refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (1 Pedro 3:10), que <b>Félix de Azúa</b> no es feliz. “Si tu boca quieres guardar/ de tropiezos y males/ cinco cosas mirarás/ a quien hablas, de quien hablas/ y la manera y el tiempo y el lugar”. <b>Thomas Watson</b>, comentado este texto bíblico: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16), dice: “Dios ha puesto dos barreras naturales a la lengua: los dientes y los labios, y este mandamiento es una tercera barrera para ella: <i>No acuses a nadie falsamente”</i>.
Dedicado especialmente a <b>Félix de Azúa</b>, pero apropiado para todas las personas, la Biblia tiene mucho que decir con respecto a la lengua, especialmente este: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz de refrenar también todo su cuerpo…Así también la lengua es un miembro pequeño pero que se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande fuego enciende un pequeño fuego! Y la lengua contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno…” (Santiago 3: 1-12).
“Quien mucho habla mucho yerra” dice el refrán popular. Atribuido a Diógenes: “Tener dos orejas y una sola lengua, para escuchar más y hablar menos” El escritor norteamericano Marck Twain que en nuestra infancia nos hizo pasar momentos deliciosos con la lectura de sus libros ha dejado escrito: “Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido, que abrirla y disipar la duda”. ¡Qué difícil es mantener la boca cerrada!
La Biblia contiene un escondrijo de perlas muy valiosas que el explorador debe ir descubriendo con paciencia ya que a veces nos pasan desapercibidas y que son necesarias dos o tres lecturas para percibir su belleza y valor. He aquí una de valor incalculable y de belleza exquisita, muy adecuada al tema que comentamos: “Venid, hijos, oídme, el temor del Señor os enseñaré. ¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela” (Salmo 34:11-14). ¡Cuántos fuegos inútiles dejarían de encenderse si se tuviesen en cuenta los secretos que esconde la Biblia que llevarían paz y bienestar a nuestra sociedad tan doliente.
Octavi Pereña i Cortina




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