dilluns, 25 d’abril del 2016

CREACIÓN SIN DIOS

<b>La inmadurez espiritual hace creer que la maravilla de la creación es una casualidad ocurrida hace millones de años</b>
¿Podemos hacer de la nuestra una realidad sin Dios? <b>Ramón Drudis i Mauri</b> en su escrito <i> “La nuestra realidad sin Dios”</i> , dice que sí se puede. De hecho, son muchos quienes la viven. ¿A qué precio? Para muchos “si dios es un paradigma abstracto correspondiente al medio físico, a las leyes de la naturaleza, el dios de los filósofos, entonces no tengo ningún problema con este dios. Pero si se trata de un ser trascendente, creador del universo, omnipotente, un sabelotodo que te escucha cuando rezas y te castiga cuando peques, entonces tengo un problema” (<b>Ramón Drudis i Mauri</b>), entonces no se tiene necesidad del Dios creador y salvador. Así es como el hombre se convierte en su propio dios.
“Puestos a pensar”, dice <b>Drudis</b>, “cómo es posible que un Dios omnipotente, la sustancia comuna de todos los seres y de todas las cosas, permita la muerte de recién nacidos y jóvenes, las cruzadas, la guerra santa o jyhad y el hambre en los países pobres?” Es la excusa del mal pagador: Dios es el culpable de nuestros males y así pretendemos eximirnos de nuestra responsabilidad. De este supuesto Dios cruel, asesino, responsable de todos nuestros males, ni oír hablar de Él. <b>Ramón Drudis </b> que como astrónomo examina el universo con la ayuda de potentes telescopios no sabe ver a Dios en la maravilla del macro cosmos, llega a la conclusión que “es una especie de <i>senedios</i> (sin necesidad de dios), y no porque haya probado la inexistencia de dios, sino porque todo este esquema religioso atenta contra mi integridad, mi libertad y mi dignidad como ser moral y autónomo”. El apóstol Pablo dice de aquellos que viendo la creación que manifiesta la existencia de Dios reniegan de Él: “profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22).
Está claro <b>Ramón Drudis </b> es evolucionista y por eso escribe: “Hoy las creencias religiosas llevan miles de años de ventaja por lo cual se han adentrado en nuestra cultura, tradiciones e instituciones. Fue en la juventud en que la humanidad fue hechizada con la idea religiosa, ya que no había llegado la edad de la razón”. El astrónomo nos viene a decir que quienes creemos en Dios es porque todavía quedan en nosotros reminiscencias del pasado prehumano existente antes de la llegada de la edad de la razón. “Dios fue creado”, dice, “a imagen del hombre, específicamente hombres de sociedades primitivas  que se espantaban por los rayos, erupciones volcánicas, terremotos, eclipses y cometas del cielo”. Los homínidos prehumanos que todavía no tenían la razón, para protegerse del miedo que les provocaba la naturaleza desenfrenada  se inventaron la idea del dios  protector, ¡Ay,un ser irracional razonando porque según <b>Ramón Drudis </b> todavía no había llegado la edad de la razón!
No señor <b>Drudis</b>, Dios no es el invento de seres irracionales atemorizados. Dios ya existía antes de la creación y fue Él quien creó al hombre a su imagen y semejanza  aún cuando usted crea que fue el hombre quien creó a Dios a su semejanza, es decir, con todos los defectos y pasiones como los dioses de la mitología griega clásica. ¿Qué sentido tiene creer en un dios que posee todas las debilidades humanas? Los dioses que se fabrican los hombres son el resultado de que no teniendo la ayuda del Omnipotente, impulsados por la superstición, se fabrican dioses de oro, plata, metales preciosos que poseen ojos que no ven, oídos que no escuchan, pies que no andan y que para desplazarse tienen que ser sujetos sobre plataformas arrastradas por los hombres. Estos son los dioses en que creen quienes no tienen fe en el Dios omnipotente creador de todo lo existente.
Usted señor <b>Drudis</b> no puede creer en el Dios que revela la Biblia debido a que no puede entender que este Dios permita las fecharías que usted denuncia. Pero usted no se da cuenta que la razón que le ha dado Dios para poder investigar el cosmos lo ha convertido en un no necesitado de Dios, que ha divinizado la razón que le hace a usted un ser racional, pensante. Usted se ha convertido en un idólatra que no adora una imagen a semejanza humana, ni al sol, ni a la luna, ni a ríos, ni a árboles. Pero es un idólatra de algo invisible : la razón y la consecuencia de su idolatría puesta al día no le permite entender como un Dios omnipotente puede permitir que suceda todo aquello que denuncia.. Todo lo que usted condena yo también lo condeno. Divergimos en su origen. Usted culpa a Dios de que siendo omnipotente, las consiente. Yo culpo al hombre porque se ha apartado del Creador y en vez de acatar las leyes que son fruto de su soberanía y legisladas para el buen funcionamiento de la creación, incluso del hombre, se insubordina contra su autoridad y, dejándose guiar por la razón defectuosa debido a su desobediencia toma decisiones que conducen a la caótica situación en que vivimos.
Dios no ha creado al hombre autómata. Lo ha diseñado con la capacidad de tomar decisiones. La capacidad de decidir la utilizó por primera vez cuando escogió comer el fruto del árbol prohibido. Nadie le obligó a hacerlo pero el resultado fue que perdió la comunión con Dios, siendo el resultado la siembra de la semilla de la idolatría con sus diversas manifestaciones: burdas, artísticas, científicas.
Regresemos a la astronomía que es el tema que ahora nos interesa: “Las cosas maravillosas de Él, su poder eterno y su divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo y se entienden por medio de las cosas creadas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen…Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mete reprobada para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia…” (Romanos 1:18-32). Doy la razón a <b>Ramon Drudis</b>: Dios permite todas las cosas que describe el texto pero no porque se desentienda del hombre. Todo lo contrario, siendo como es un Dios justo, castiga como se merece la infracción a la ley que como Creador ha legislado. Dios no es un Ser arbitrario.
Octavi Pereña i Cortina


PROVERBIS 30:20

“El proceder de la mujer adúltera es así: Como corre y limpia su boca y dice: no he hecho maldad”
El texto nos habla de la purificación por agua. En este caso es la mujer adúltera, pero es aplicable a cualquier tipo de pecado. Ducharse después de una buena comilona regada con vinos de alto bouquet no borra el pecado de adulterio que es condenado por la Ley de Dios. El humo por hondo que se produzca tarde o temprano sale a la superficie. El pecado por más escondido que se cometa tarde o temprano sale a la luz para vergüenza de quienes lo cometen. Con los documentos de Panamá que han salido a la luz pública muchas personas “honorables” han visto perdida su  honorabilidad porque sus nombres han aparecido en los montones de documentos que se han hecho públicos.
A pesar de que el pene del hombre no deja rastro en la mujer, el adulterio sigue siendo condenado por Dios y el limpiarse la boca no quita el regusto de corrupción con el que el pecado impregna al pecador. Cuando Jesús perdona a la mujer cogida en flagrante acto de adulterio, le dice: “Ve y no peques más”. No le dice lávate con agua perfumada con olor de rosas para que la fragancia del perfume haga desaparecer el olor de muerte de tu pecado. Yo te perdono, le dice Jesús. Pero el perdón del Señor  no acaba aquí “Ve y no peques más”. El perdón el señor está condicionado a que la persona perdonada no persista en su pecado.
Hoy, el pecado sexual ha perdido su gravedad. De la misma manera que Satanás engañó a Adán y Eva haciéndoles creer que su pecado de desobediencia no tendría consecuencias terribles para ellos. Todo lo contrario que serían como Dios. ¿Quién es el que dice  que serían como Dios? Aquel mismo ángel que quiso destronar a Dios y que fue apartado de su presencia.
El adulterio el diablo nos lo presenta como la liberación de tabúes impuestos por la religión. Liberaos de la coerción que os impone Dios y seréis felices. En su insensatez los hombres y las mujeres se creen el engaño satánico y no se dan cuenta que su necedad los convierte en ovejas que son conducidas al matadero para morir.
El adulterio, sea cual sea el eufemismo que se emplee para suavizar la fuerza que tiene la palabra, no puede impedir que el adulterio sea adulterio a los ojos de Dios y si los adúlteros no toman la decisión de no pecar más, Jesús, el Juez supremo con la ley de Dios a la vista dictará sentencia. Para Dios “honroso es el matrimonio y el lecho sin mancilla…y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13: 4), y, ¿cuál será la sentencia inapelable que dictará el Juez supremo? “No heredaréis el reino de Dios” (1 Corintios 6:9). En otras palabras: condenación eterna



PROVERBIOS 27:19

“Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre”
Las aguas tranquilas y cristalinas del lago reflejan, no con la nitidez de un espejo, el rostro de quien se mira en ellas. Reproducen la cara de la persona que se mira en ellas, no la faz  de otra persona.
El corazón es el espejo del hombre interior. Mirando atentamente a su corazón uno puede entender lo que hay en el interior de todas las personas. Con matices peculiares de cada persona. Mirando atentamente a su propio corazón se comprende que todas las personas han nacido siendo pecadores. En algunos casos el corazón ha llegado a tal extremo de perversión que no osamos ni a mencionar sus fechorías. Otros corazones sólo muestran arruguitas que podríamos denominarlas pecados veniales. Estos corazones santitos no pueden enorgullecerse de su bondad porque el hecho de haber infringido la Ley de Dios en un punto, les hace responsables de haberlos infringido todos (Santiago 2:10).
Si somos de los que vemos en nuestro corazón manchitas aparentemente insignificantes, debemos rechazar la tentación de considerarnos mejores que aquellos que tienen el corazón cubierto de cicatrices y bultos que lo afean. Al final todos se encontrarán apartados de la gloria de Dios abrasándose en las llamas infernales porque la más mínima mota de pecado no puede estar en la presencia del Dos tres veces santo.
Hay corazones de una asquerosa fealdad porque han cometido crímenes horripilantes. Los hay que su fealdad ha sido cubierta con una capa de barniz de honorabilidad porque reflejan a las personas respetables que con sus estudios  se han forjado una posición social honorable. Pero el barniz de la honradez y de la respetabilidad no elimina lo que hay debajo. Estas personas que han escalado posiciones sociales envidiosas para quienes no hayan  conseguido honores, a los ojos de Dios están en el mismo nivel del criminal más peligroso: ambos no han amado a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos.
Sea cual sea el grado de degradación moral que hayamos alcanzado, mirémonos al espejo de nuestro corazón y exclamemos: “Señor Jesús ten misericordia de mí que soy un pecador.” La respuesta que recibiremos del Señor será: “Tu fe te ha salvado”. Y, al volver a mirar a nuestro corazón lo veremos limpio y radiante. Sin la más mínima mancha ni arruga porque la sangre de Jesucristo lo ha limpiado de todos sus pecados.
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dilluns, 18 d’abril del 2016

PROVERBIOS 14:14

“De sus caminos será hastiado el necio de corazón, pero el hombre de bien estará contento del suyo”
El apóstata, “que tiene el corazón apartado de Dios”, parece ser mejor traducción, es la persona que se harta de sus propios caminos. Esta es la razón por la que las personas que niegan a Dios, que afirman que Dios no existe o, que si existe ha abandonado al hombre a su suerte, siempre está insatisfecha. Nada le complace. A todo encuentra peros. Nada debe extrañarnos que a las tales personas sus huesos se consuman en su gemir todo el día y, como dice el salmista su verdor se convierta en sequedades de verano. No puede haber paz en los corazones de los impíos, de quienes tienen sus corazones apartados de Dios. En las dificultades de cada día no encuentran consuelo alguno porque la consolación efectiva que sólo la ofrece Dios no la solicitan y si lo hacen, lo hacen dudando, sin fe. Sin fe real no pueden recibirlo.
El periodista Lynsey Addario, afirma: “Una frase muy graciosa dice que en las trincheras no hay ateos, y es cierto”. No sólo en las trincheras no hay ateos. No los hay en la vida diaria de nuestra sociedad del bienestar de hoy. La expresión “Dios mío” se oye pronunciar constantemente, pero esta invocación inconsciente de socorro a Dios queda sin respuesta. Dios no escucha a quienes pronuncian su Nombre en vano. Los creyentes de conveniencia, pero ateos de corazón, impíos de hecho, no tienen paz en sus corazones cuando pretenden esconder su impiedad en el eufemismo creyentes no practicantes: “Son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz dijo mi Dios para los impíos” (Isaías 57: 20,21).
La otra cara de la moneda tiene u color totalmente distinto: “El hombre de bien estará contento del suyo”. El hombre de bien, el bueno, el justo, el que ha lavado sus pecados en la sangre de Jesucristo, el que por la fe en el Nombre de Jesús ha sido convertido por la gracia de del Señor en un hijo de Dios, está contento con su camino, es decir, en todo lo que Dios le da.  Sabe que no existen las casualidades. Todo ha sido predeterminado por Dios y todo lo que Éste le da es para su bien. Puede no entender los caminos del Señor, pero sabe con certeza que es para contentamiento suyo.
Dos caminos totalmente distintos. Los del necio y los del hombre de bien. Para el primero, hastío. Puede tenerlo todo, pero para él la vida es un asco. Para el segundo, tal vez viva en estrechez. La vida puede serle adversa, pero poseyendo a Cristo la Perla de gran precio, la vida le es el paraíso pues estando con Dios lo tiene todo. Aún cuando ande en valle de sombra de muerte, el Señor “adereza mesa delante de él en presencia de sus angustiadores, unge su cabeza con aceite, su copa está rebosando. Ciertamente el, bien y la misericordia le seguirán todos los días de su vida, y el casa del Señor morará por largos días”  (Salmo 23: 4-6).


PROVERBIOS 20: 20

“El que maldice a su padre o a su madre, se le apagará la lámpara en la oscuridad tenebrosa”
El primer mandamiento con promesa es. “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da” (Éxodo 20:12). Por algo será que el mandamiento ocupe el primer lugar en la lista de preceptos que tienen que ver con las relaciones humanas. Los cuatro primeros mandamientos del Decálogo dan por sentado la autoridad suprema de Dios. El quinto establece la base para el buen funcionamiento social. El quinto mandamiento es la piedra del ángulo de la estabilidad social. Si la honra que debe rendirse a los padres se tambalea todas las estructuras sociales siguen el mismo camino. Sin autoridad no hay orden.
Honrar al padre y a la madre depende de si se reconoce o no la autoridad suprema de Dios. Por ello la Biblia insiste tanto en la responsabilidad que tienen los padres de instruir a sus hijos a amar a Dios con todas sus fuerzas. Si se deja de hacerlo se está a un paso de que los hijos dejen de honrar a sus padres y los maldigan y, con ello  “se apagará la lámpara en la oscuridad tenebrosa”.
Para infinidad de padres Dios ha muerto. Ponen en entredicho su existencia y su amor hacia los hombres. Debido a ello, al haber abandonado a Dios que es la luz del mundo, el hombre anda en tinieblas. Da comienzo a una vorágine de malentendidos que nos ha situado en la situación caótica en que nos encontramos.  No temer a Dios nos ha extraviado el camino y nos lleva al caos.  Nos encontramos en una nueva Babel, no hay manera de entendernos. No sabemos como salir de la situación caótica en que nos hemos metido por no amar a Dios sobre todas las coss.
La clave para la resolución del problema de que los hijos maldicen a sus padres y a sus madres se encuentra en que la iglesia vuelva a ser  guardadora de los oráculos de Dios. Pero si la iglesia no es depositaria de la luz  de Dios, ¿cómo puede ella ser la luz del mundo en medio de las tinieblas que la envuelven? ¿Cómo podrá ser luz para que los padres brillen con el resplandor divino y así los hijos opten por seguir los senderos de Dios y obedecer el mandamiento?
Dios nuestro te pedimos perdón por haberte abandonado y por haber seguido las enseñanzas de mundo hemos democratizado  nuestras iglesias. Ya no eres el Señor de ellas. Los hombres han ocupado el trono en el que deberías estar sentado Tú. Las asambleas con sus tejemanejes se han apoderado de la autoridad. Te hemos echado fuera de las iglesias. Perdónanos, Señor y danos la fuerza que necesitamos para dejar de serte desobedientes y que aceptemos que seas Tú quien vuelvas a tomar la dirección de las iglesias y poder así deshacer los entuertos cometidos durante tu ausencia. Vuelve a ocupar el lugar preferente en nuestros corazones para que se restablezca la honra que los hijos deben a los padres y así se restablezca la paz perdida en las familias por no haberte adorado como al único Dios.

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RESPETO A LAS PESCATERAS

<b>Una palabra sazonada con sal dicha en el momento oportuno, ¡cuántos incendios no evitaría!</b>
La polémica iniciada por <b>Félix de Azúa</b>, académico de la Real Academia Española, menospreciando a la alcaldesa de Barcelona Ada Colau diciéndole que “debería estar vendiendo pescado en un puesto de pescado” porque “no tiene preparación para dirigir una ciudad de cuatro millones de habitantes”, es una muestra de cómo las palabras se esgrimen para herir a las personas que no nos caen bien. No es propio de un académico de la R.A.E., ni de ninguna persona por inculta que pueda ser en el aspecto académico porque las palabras siempre deben usarse para edificar al otro, no para ridiculizarlo, ni herirlo en su dignidad. El otro, por humilde o ignorante que pueda ser jamás deja de ser una persona a la que se debe amar como a uno mismo.
La sociedad occidental, cristianizada de cara a la galería, pero pagana en el fondo poco a poco va perdiendo su compostura porque faltándole la verdadera fe cristiana va dando entrada a la barbarie que produce su  ausencia. <b>Félix de Azúa</b> puede ser un académico de prestigio. No lo sé. Ahora bien, sus palabras cargadas de menosprecio hacia Ada Colau porque no le cae bien la ideología política de la alcaldesa ponen de manifiesto la ausencia de erudición ética del académico. Según <b>Isabel Bugallal</b>, <b>Félix de Azúa</b> junto con su esposa e hija se <i>exilió en Madrid</i> porque “no está dispuesto a que su hija sea esclavizada enseñándosele odio a los españoles”. <b>de Azúa</b> por su condición de padre debería enseñarle a su hija valores éticos. ¿Qué valores le podrá transmitir de primera mano cuando manifiesta un rechazo tan furibundo  contra una persona con la que no comparte su manera de pensar y cuando miente diciendo que el sistema educativo catalán siembra el odio hacia los españoles? Desconozco la formación cristiana que haya podido recibir <b>Félix de Azúa</b>. Por el hecho de ser académico de la R.A.E. bien seguro que conoce las palabras de Jesús: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12). Pienso que el contenido ético de estos textos es insuperable.
Me imagino, por lo que dice el apóstol Pedro: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, , refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (1 Pedro 3:10), que <b>Félix de Azúa</b> no es feliz. “Si tu boca quieres guardar/ de tropiezos y males/ cinco cosas mirarás/ a quien hablas, de quien hablas/ y la manera y el tiempo y el lugar”. <b>Thomas Watson</b>, comentado este texto bíblico: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16), dice: “Dios ha puesto dos barreras naturales a la lengua: los dientes y los labios, y este mandamiento es una tercera barrera para ella: <i>No acuses a nadie falsamente”</i>.
Dedicado especialmente a <b>Félix de Azúa</b>, pero apropiado para todas las personas, la Biblia tiene mucho que decir con respecto a la lengua, especialmente este: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz de refrenar también todo su cuerpo…Así también la lengua es un miembro pequeño pero que se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande fuego enciende un pequeño fuego! Y la lengua contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno…” (Santiago 3: 1-12).
“Quien mucho habla mucho yerra” dice el refrán popular. Atribuido a Diógenes: “Tener dos orejas y una sola lengua, para escuchar más y hablar menos” El escritor norteamericano Marck Twain que en nuestra infancia nos hizo pasar momentos deliciosos con la lectura de sus libros ha dejado escrito: “Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido, que abrirla y disipar la duda”. ¡Qué difícil es mantener la boca cerrada!
La Biblia contiene un escondrijo de perlas muy valiosas que el explorador debe ir descubriendo con paciencia ya que a veces nos pasan desapercibidas y que son necesarias dos o tres lecturas para percibir su belleza y valor. He aquí una de valor incalculable y de belleza exquisita, muy adecuada al tema que comentamos: “Venid, hijos, oídme, el temor del Señor os enseñaré. ¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela” (Salmo 34:11-14). ¡Cuántos fuegos inútiles dejarían de encenderse si se tuviesen en cuenta los secretos que esconde la Biblia que llevarían paz y bienestar a nuestra sociedad tan doliente.
Octavi Pereña i Cortina




dilluns, 11 d’abril del 2016

SALMO 58:1,2

“¿Hallaréis de verdad justicia en silencio? ¿Juzgaréis con rectitud, oh hijos de Adán? Mas bien en el corazón promovéis iniquidad, imponéis en la tierra la violencia de vuestras manos”
Una denuncia contra los gobernantes, contra los jueces que juzgan movidos por el cohecho y que se ponen al lado de los poderosos dictando sentencias injustas que favorecen los intereses de los potentados y que, en caso de declararles culpables, las sentencias que les imponen son el hazmerreír de la ciudadanía. Pero la denuncia no va solamente dirigida a los jueces, a los poderosos. El salmista también señala a los ciudadanos de a pie que en nuestros litigios también juzgamos injustamente porque nos ponemos al lado de la iniquidad y con violencia acostumbramos a solucionar nuestras diferencias.
El salmista denuncia la  falsedad de la filosofía que enseña que los niños son engendrados en inocencia y que se hacen malos en el transcurso de los años debido a las malas influencias que los incitan a hacer el mal, cuando dice: “Se apartaron los impíos desde la matriz, se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (v. 3).
El hombre está inclinado a hacer el mal desde antes de nacer porque ha sido concebido en pecado por el hecho de ser descendiente de Adán. Los católicos dicen que el bautismo borra el llamado pecado original. Horroroso engaño porque desde la infancia hasta la vejez,  con sus hechos,  acreditan que la maldad que se esconde sus corazones no la ha borrado el agua bautismal. La falacia de la justicia que se obtiene con el rociamento es de trascendencia eterna porque quien fallece sin que sus pecados hayan sido borrados por la sangre de Jesucristo, muere eternamente. Por los siglos de los siglos alejado de la presencia de Dios. Ni las oraciones por los difuntos. Ni las penas temporales en el Purgatorio. Ni las misas en sufragio por las almas de los difuntos pueden hacer justo al injusto. Sólo la fe en Jesús muerto y resucitado, que es regalo de Dios, puede hacer justo al pecador. La sangre de Jesucristo tiene el poder de perdonar los pecados a la vez que transforma al pecador arrepentido en una nueva persona capacitada para hacer las buenas obras que Dios ha preparado de antemano para que ande en ellas.
La sociedad actual tan dada a hacer el mal, lo que necesita es menos religión y más Jesús. La verdadera cristiandad compuesta de personas humildes, en su mayoría sin disponer de recursos económicos que les impide hacer uso de los caros medios de comunicación, tiene el recurso del boca a boca que los testigos de Jesús utilizan en obediencia al mandato de hacer discípulos en todo el mundo “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Unos siervos inútiles que limitándose  a obedecer a su Señor recibirán en su día el galardón de Dios  por haber sido fieles en lo poco.



PROVERBIOS 26:23

“Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios lisonjeros y el corazón malo”
Sinceridad procede de una palabra que significa sin cera. En la antigüedad, cuando se compraba una pieza de cerámica se acostumbraba a preguntar si aquella pieza era sin cera, es decir, que no se hubiese tapado alguna grieta o defecto con cera para hacerla pasar como una pieza perfecta. Así debe ser nuestro hablar: Sin cera, es decir auténtico, sin hipocresía.
El texto que comentamos trata del hablar sin cera que debe caracterizar el lenguaje del cristiano. Nuestro decir debe ser “sí, sí, no, no, porque lo que es más de esto de mal procede” (Mateo 5:37). ¿Qué es lo que hace que nuestro hablar no sea sin cera? Lo que hace que se le quiera camuflar cubriendodolo con escoria de plata  es la perversidad del corazón que dándose cuenta del lenguaje engañoso que sale de él se pretende engañar al oyente con labios lisonjeros que alaban excesivamente la mala calidad de los pensamientos que brotan de un corazón ponzoñoso. “Sobre toda cosa guardada, guarda u corazón, porque de él mana la vida”. (Proverbios 4:23). De un pozo corrompido se puede extraer  agua cristalina, aparentemente pura,  que contiene partículas invisibles peligrosas para la salud del sediento. Debido a ello las autoridades obligan a poner en las fuentes carteles que digan: AGUA NO POTABLE.
En el mundo en que vivimos que está gobernado por Satanàs, que es el padre de la mentira y de naturaleza homicida, hace que sus seguidores utilicen  las palabras como espadas que esgrimen para herir. La maldad de sus corazones, por más que lo pretendan, no puede evitar que las palabras que salen de sus labios sean hirientes y maten. Los verdaderos cristianos cuyos corazones han sido lavados por la sangre de Jesús, las palabras que salen de sus labios han sido purificadas y están exentas de partículas espiritualmente peligrosas que pongan en peligro la salud espiritual de quienes beban de ellas. Por ello, debe ser motivo de mucha vigilancia para que las palabras que digamos sirvan para edificación de las personas que las escuchen.
Por el pecado que todavía permanece en nosotros y que puede llevarnos a un hablar hiriente, debemos extremar la precaución  para evitar, en lo posible, que las palabras que digamos hieran mortalmente a nuestros oyentes y debido a ello, que nuestro oyente no tenga interés en buscar al Señor que anunciamos. Nuestras palabras pueden ser de vida o de muerte. ¡Escojámoslas cuidadosamente!
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dilluns, 4 d’abril del 2016

1 PEDRO 3:7

“Y vosotros, maridos, igualmente vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como vaso más frágil, y como coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”
¿Por qué se dan tantos matrimonios que fracasan? El problema es de los dos cónyuges. Por un lado, la cabeza de la mujer que es el marido no cumple debidamente con lo que es. Por el otro, la mujer que debe sujetarse al marido porque así lo ha dispuesto Dios no desea someterse a su autoridad en nombre de la emancipación de la mujer. Ambos cónyuges son responsables de  su fracaso matrimonial porque ambos no desean someterse a la autoridad de Cristo. Marido y mujer han abandonado a Cristo y si desean que su matrimonio funcione ante todo deben restablecer la comunión con Dios por medio de Jesucristo que es del Mediador entre Dios y el hombre.
El apóstol Pedro se dirige a los maridos como cabeza que son de la mujer para darles consejo, que de tenerlo en cuenta, servirá para que su matrimonio funcione. No les aconseja que sean ásperos con ellas. No les dice que deben someter a las esposas a su autoridad con despotismo. No les dice que ellas no tienen alma con lo que las pueden humillar impunemente. No les dice nada de esto porque si les diese estos consejos servirían para estropear todavía más las relaciones conyugales.
Previamente Pedro se dirige a las mujeres exhortándolas a que se sujeten a sus esposos con un propósito bien concreto: “Para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (v.1). La iglesia apostólica  procedía del paganismo y muchos matrimonios eran lo que hoy denominaríamos mixtos: Uno creyente y el otro no. Algo parecido a lo que se vive hoy. A pesar de que vivimos en una sociedad llamada cristiana, de hecho es pagana.  Hoy, Pedro, volvería a aconsejar a las mujeres cristiana de la misma manera como lo hizo con las de su tiempo: sujetaos a vuestros maridos para que vuestro ejemplo sirva para llevarlos a Cristo.
A  los maridos cristianos el apóstol les dice como deben comportarse   con sus mujeres paganas que adoran a otros dioses. No les dice que solivianten a sus esposas burlándose de sus dioses y diciéndoles de malas maneras que van a condenarse eternamente, abrasándose en las llamas infernales. Nada de esto. También les pide que sean ejemplo para ellas: “Dando honor a la mujer como vaso más frágil”. Deben tratarlas con ternura y delicadeza. Nada de despotismo machista. Un consejo muy importante para los maridos que consideran a sus esposas como seres inferiores desposeídas de alma. El apóstol desmiente esta teoría al decirles: “Como coherederas de la gracia de la vida”, es decir, al igual que vosotros habéis pasado de muerte a vida por la fe en Jesús, ellas también necesitan la salvación para que puedan ser vuestra ayuda idónea. “Dando honor a la mujer como vaso más frágil” para que las oraciones de los esposos cristianos “no tengan estorbo” y lleguen hasta el trono de la gracia y el velo que cubre los ojos de sus esposas que les impide ver que Jesús es el Salvador caiga y puedan creer en Él.

SALMO 66: 18,19

“Si en mi corazón hubiese yo mirado  a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado, mas ciertamente me escuchó Dios, atendió a la voz de mi súplica”
El salmista es sincero consigo mismo. No niega su condición de pecador. No puede evitar poner en momentos puntuales sus ojos donde no deberían estar. Si desde lo profundo de su corazón, si siendo consciente de lo que estaba haciendo se hubiese detenido a mirar a la iniquidad, aquello que el Señor detesta, no cabe duda de que el Señor no habría escuchado a su súplica.
Cuando creemos que el Señor no nos escucha. Cuando oramos a Él y recibimos silencio como respuesta, ha llegado el momento de hacer un examen de conciencia para descubrir si nuestro corazón alberga iniquidad. ¿Cómo se puede saber si nuestros corazones almacenan iniquidad? Pienso que deberíamos hacernos una pregunta: ¿Hay en él iniquidad? Debido a que somos ciegos por naturaleza, seremos incapaces de descubrir si la hay. El siguiente paso sería pedirle al Señor que examine nuestros corazones y descubra si hay iniquidad escondida en ellos. Esta pregunta exige que en el orante  haya humildad, que es la base de una correcta relación con Dios. Si en el corazón abunda el orgullo, el engreimiento, esta actitud nos impide poder oír lo que el Señor tenga que decirnos.  El Señor no desprecia el corazón contrito y humillado.
La humildad es el interruptor que permite conectarnos con Dios ya que facilita que el diálogo circule en dos direcciones: de Dios al hombre y del hombre a Dios.
El salmista se hace esta pregunta: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Él mismo la responde: “Con guardar  tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado, no dejes desviarme de tus mandamientos.  En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. Bendito tú, oh Señor, enséñame tus estatutos. Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que de toda riqueza te he buscado. En tus mandamientos meditaré, consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos, no me olvidaré de tus palabras” (Salmo 119:9-16). Haciéndolo así el orante permite que la Palabra de Dios se convierta en la plomada que indica si su vida espiritual crece en vertical o no. Si rectifica los errores que le señalan la Palabra edifica su vida en santidad con lo cual los oídos del Señor oyen las súplicas que le llegan a sus oíos y las atiende



EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA

<b>Los actos cometidos en Madrid por algunos seguidores del club holandés PSV Eindhoven son el resultado de una educación carente de valores morales y éticos</b>
¿Qué fue primero el huevo o la gallina? Si creemos que la gallina y su compañero el gallo son creación de Dios es lógico pensar que primero fue la gallina y después el huevo fecundado por el gallo que permite su reproducción. ¿Qué tiene que ver la gallina y el huevo en un escrito que tiene el propósito de reflexionar sobre la educación para la convivencia? Pienso que tiene algo que decirnos.
¿Por qué existe la violencia? ¿Por qué se dan casos de acoso físico y sexual en edad cada vez más primeriza y que se alarga hasta el final del peregrinaje por este mundo? ¿Qué hace que el ser humano se incline hacia la violencia desde que es un bebé? Desconozco si el lector se ha hecho alguna vez estas preguntas. De todos modos intentaré darles respuesta.
El hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza. Primero creó a Adán y de éste Eva. Esto quiere decir que toda la humanidad desciende de Adán. La teoría de que el hombre aparece en diversos lugares de la Tierra sin mantener ningún vínculo entre ellos, no ayuda a comprender el problema de la violencia generalizada por doquier. Debido a que según la Biblia todos descendemos de Adán, su descendencia debería ser a su imagen y semejanza, es decir, inclinada a hacer el bien. Antes de que naciese su primer hijo que fuese semejante a ellos sucedió algo que alteró la naturaleza humana inclinada a hacer el bien.
Por instigación de Satanás y la mediación de Eva, Adán de quien procede toda la humanidad comió el fruto del árbol que Dios le había prohibido comer. Su desobediencia a Dios tuvo unas consecuencias desastrosas para toda su descendencia que no refleja la bondad inicial en que fue creado sino que le transmite una nueva naturaleza maligna. El primer acto violento que se dio en la Tierra fue el de Caín matando a su hermano Abel. Este fratricidio que fue motivado por cuestión religiosa fue la primera guerra de la religión que se ha venido repitiendo hasta nuestros días.
La gallina (el varón) se reproduce según su naturaleza inclinada al mal. Dios, el ofendido por la desobediencia de Adán tenía previsto darle la vuelta a la tortilla. La amistad con Dios perdida por la desobediencia se puede recuperar si se hace caso al plan previsto por Dios. Dios mata a unos animales con cuyas pieles cubre la desnudez que avergonzaba a Adán y Eva. Estos animales representan a Jesús que muere en la cruz, la sangre del cual limpia todos los pecados de quienes creen en Él. A partir de aquí se pone a disposición del hombre la posibilidad de recuperar la imagen y semejanza con Dios que se había perdido. Desde la conversión a Cristo se inicia el proceso hacia la recuperación de la perfección del Padre celestial que alcanzará su plenitud en el día de la resurrección con el retorno de Jesús glorioso para llevarse a los suyos al Reino celestial.
Volvamos al presente. La gallina (el varón) por reproducción fisiológica sigue llevando al mundo descendientes inclinados a hacer el mal. Como seres racionales que son los humanos Dios les ha dado la posibilidad de cambiar la manera de ser sus descendientes. Esto es posible conseguirlo si los padres enseñan a sus hijos la buena noticia de que por la fe en Jesús muerto y resucitado pueden recuperar la naturaleza divina perdida que inclina a hacer el bien a la persona que la posee.
La buena educación es imprescindible en la lucha para erradicar la violencia que se manifiesta en las diversas etapas de la vida.
Dos jóvenes de Linyola, pueblo de la provincia de Lleida,  de 15 y 18 años agredieron con una barra de hierro a un profesor del IES Ermegol IV de Bellcaire d’Urgell. Los hechos se remontan al día anterior cuando el docente riñó a una alumna de 4º de ESO “por haber molestado durante el ejercicio de una actividad”. Al finalizar las clases el padre de la adolescente se presentó  en el centro escolar y provocó un alboroto con el maestro, a quien llegó también a agredir. La manera de educar de dicho padre no fue la correcta. Se comportó como un padre no convertido a Cristo que reproduce su naturaleza mala inclinada a la violencia. Este caso del padre que arremete contra un maestro por haber reñido a su hijo/a no es el primero. Desgraciadamente tampoco será el último.
Se da mucha educación envenenada debido a que los padres transmiten a sus hijos las inclinaciones perversas que hay en ellos. En palabras de Jesús tienen como padre el diablo y sus deseos quieren hacer (Juan 8:44). En la educación de los hijos  los padres no convertidos a Cristo transmiten el espíritu homicida y mentiroso de su padre el diablo que se cobija en sus almas.
El hijo, la hija es una promesa que se puede cumplir o descarriar. Cuando vemos a un bebé durmiendo plácidamente en su cunita acostumbramos a decir: ¡Qué guapo es, si se parece a un angelito! Pasan los días, los meses, los años y el angelito se convierte en  un/a adolescente de 15 ó 18 años que con una barra de hiero arremete contra un maestro que se atreve a reñir a su amigo/a que había estorbado el desarrollo de la clase. La evolución de ángel a demonio debería de ser tema de sincera reflexión. La educación basada en la filosofía que nace de la idea de que no existe ni Dios ni Satanás no es la más adecuada para combatir la violencia que tantos disgustos nos causa.
Los padres convertidos a Cristo educan a sus hijos en la fe cristiana. Les inculcan la necesidad de convertirse a Cristo, hecho que los convertirá en nuevas criaturas que facilitará su educación porque serán sensibles a la Palabra de Dios. Éstos son los padres que no se limitan con dar vida biológica ya que enseñan a sus hijos a vivir la vida abundante que se recibe de Cristo. Este es el modelo de educación que falta en la lucha contra la violencia de las mil caras. Las características que los niños deben poseer para poder la sociedad de mañana no se adquieren casualmente, son el resultado de unos padres diligentes en la educación y piadosos en su manera de vivir.
Octavi Pereña i cortina