JUECES 8:23
“Mas
Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: El
Señor señoreará sobre vosotros”
Gedeón
al mando de un minúsculo ejercito de 300 hombres para que no se pudiera decir “mi mano me ha salvado” (7:2), obtiene
sobre los madianitas una aclaparadora victoria. Visto el éxito militar los
israelitas dijeron a Gedeón: “Sé nuestro
señor, tú y tu hijo, y tu nieto, pues nos has librado de la mano de Madián” (v.12).
Con esta declaración los israelitas manifestaron ser muy cortos de vista. No
entendieron que la victoria no la había conseguido Gedeón, sino el Señor que
como General en Jefe había dirigido la
campaña militar
El hecho
de que los israelitas le pidieran a Gedeón que fuese su señor y estableciese
una monarquía hereditaria no debería sorprendernos. Cuando Israel abandonó a
Dios no puede poner los ojos en nadie mas que no sea el hombre. No terminaban
de entender que el señor es quien debe ser su Rey en todos los aspectos de la
vida nacional. El abandono del Señor por parte de los israelitas del tiempo de
Gedeón nos lleva a un caso parecido en
tiempos del profeta Samuel ya envejecido. Los ancianos en representación del
pueblo se presentaron ante Samuel y le dijeron: “He aquí tú has envejecido…constitúyenos ahora un rey que nos
juzgue, como tienen todas las naciones” (1Samuel 8:5). Dicha petición no
agradó a Samuel. El Señor le dice al pueblo la razón por la que el pueblo
deseaba tener un rey: “Oye la voz del
pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mi me
han desechado, para que no reine sobre ellos” (v7).
Gedeón
no desea ser el inicio de una nueva monarquía. Al decirles. “El
Señor señoará sobre vosotros”. La historia de Israel es una inacabable
narración de un toma y daca entre Dios y el pueblo. Lo que ha sido escrito en
la Biblia no es para ser estudiado en la biblioteca por unos eruditos. Ha
quedado registrado en las páginas de la Biblia para instrucción nuestra.
Dejemos
el Antiguo Testamento y vayamos al Nuevo. La iglesia se encuentra reunida para
elegir el sustituto que debía ocupar la vacante dejada por Judas Iscariote.
Había dos candidatos. ¿Cuál de ellos debía entrar a formar parte del grupo de
los Doce? Invocaron al Señor en busca de dirección (Hechos 1: 24,25). “Teniendo en cuenta que la suerte se echa en
el regazo, mas del Señor es la decisión de ella” (Proverbios 16:33), puede
parearnos poco ortodoxo que “y les
echaron suertes” (v.26). Debemos tener presente que la elección se efectuó
antes de Pentecostés, o sea antes de recibir el Espíritu Santo prometido. Lo
que nos interesa no es la manera como se hizo elección, sino el espíritu que
impulsó a la iglesia a hacerla. Lo que se descubre del texto es que la iglesia
apostólica era teocrática, es decir, el Señor era su Rey, no democrática, el
gobierno del pueblo. Dado que las iglesias en buena medida se han convertido en
democráticas porque no desean que el Señor sea su Rey, no debe extrañarnos que
el gobierno de las mismas recaiga en clanes familiares o en amiguismos que las
echan a perder.
ISAÍAS 9:6
“Porque
un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se
llamará su Nombre…Príncipe de paz”
La Unión
Europea es el resultado de los esfuerzos iniciados finalizada la Segunda Guerra
Mundial con el propósito de erradicar definitivamente las guerras en tierras
europeas. Todavía no consolidada la Unión ya se notan señales de desintegración
que denuncian la imposibilidad de que impere una paz genuina en el Viejo
Continente. A pesar de la libre circulación entre los países que constituyen la
Unión Europea, las barreras nacionales siguen levantadas. Cristo todavía no es
nuestra paz que de muchos pueblos hace que sean uno al derribar los muros de
separación. Sin Cristo el Príncipe de Paz gobernando en los corazones de los ciudadanos de la Unión Europea no se
puede obtener la paz verdadera porque los recelos y los egoísmos nacionales lo
impiden.
La paz
que se dice que se ha alcanzado se ha obtenido a base de limitar los derechos
democráticos. Los analistas políticos afirman que se restringen cada vez más el
ejercicio de las libertades individuales en nombre de proteger a sus ciudadanos
del peligro que representa el Estado Islámico. Lo cierto es que si no gobierna
el Príncipe de Paz en los corazones de los ciudadanos de la Unión Europea no
puede existir una paz verdadera y permanente.
La
famosa Pax Romana que los
historiadores consideran un gran logro de la humanidad estaba basada en la
opresión a que se sometía a los países que estaban bajo su protección. Los
hombres no pueden fabricar paz verdadera porque el pecado se lo impide. La
apariencia de paz que construyen los hombres la consiguen bajo la amenaza de la
ley. Si se la infringe, el castigo.
Repetimos,
la verdadera paz no es de fabricación humana. Con el nacimiento de Jesús, el
Príncipe de Paz, en Belén, se instaura la paz en los corazones de quienes creen
en Él. Es una paz relativa sí, debido a que el pecado a pesar que no domina en
los creyentes impide que la paz perfecta florezca en la Tierra. Los ciudadanos
del Reino de Dios gimen al ver que la plenitud de la paz de Dios no se
manifiesta en ellos. Saben, pero, que cuando venga el Rey en su gloria al final
del tiempo, al ser definitivamente eliminado el pecado y Satanás lanzado en el
Infierno, en el Reino de Dios brillará con todo su fulgor la paz que hoy
anhelan.
Cuando
los ciudadanos del Reino de Dios vean a su Rey sentado en su trono “juzgando entre las naciones, y reprendiendo
a muchos pueblos, se volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en
hoces, no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la
guerra” (Isaías 2: 4). Cuando el Príncipe de Paz gobierne abiertamente
sentado en su trono será cuando el reino de Dios hoy en construcción habrá
llegado a su plenitud y dentro de sus fronteras las espadas se habrán
convertido en rejas de arado. Entonces los ciudadanos del Reino de Dios ya no
caminarán por fe porque sus anhelos de paz se habrán hecho realidad: sus ojos
contemplaran al Rey de la gloria sentado en su trono.
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