dilluns, 28 de desembre del 2015


JUECES 8:23


“Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: El Señor señoreará sobre vosotros”

Gedeón al mando de un minúsculo ejercito de 300 hombres para que no se pudiera decir “mi mano me ha salvado” (7:2), obtiene sobre los madianitas una aclaparadora victoria. Visto el éxito militar los israelitas dijeron a Gedeón: “Sé nuestro señor, tú y tu hijo, y tu nieto, pues nos has librado de la mano de Madián” (v.12). Con esta declaración los israelitas manifestaron ser muy cortos de vista. No entendieron que la victoria no la había conseguido Gedeón, sino el Señor que como General en Jefe había  dirigido la campaña militar

El hecho de que los israelitas le pidieran a Gedeón que fuese su señor y estableciese una monarquía hereditaria no debería sorprendernos. Cuando Israel abandonó a Dios no puede poner los ojos en nadie mas que no sea el hombre. No terminaban de entender que el señor es quien debe ser su Rey en todos los aspectos de la vida nacional. El abandono del Señor por parte de los israelitas del tiempo de Gedeón  nos lleva a un caso parecido en tiempos del profeta Samuel ya envejecido. Los ancianos en representación del pueblo se presentaron ante Samuel y le dijeron: “He aquí tú has envejecido…constitúyenos ahora un rey  que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (1Samuel 8:5). Dicha petición no agradó a Samuel. El Señor le dice al pueblo la razón por la que el pueblo deseaba tener un rey: “Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mi me han desechado, para que no reine sobre ellos” (v7).

Gedeón no desea ser el inicio de una nueva monarquía. Al  decirles. “El Señor señoará sobre vosotros”. La historia de Israel es una inacabable narración de un toma y daca entre Dios y el pueblo. Lo que ha sido escrito en la Biblia no es para ser estudiado en la biblioteca por unos eruditos. Ha quedado registrado en las páginas de la Biblia para instrucción nuestra.

Dejemos el Antiguo Testamento y vayamos al Nuevo. La iglesia se encuentra reunida para elegir el sustituto que debía ocupar la vacante dejada por Judas Iscariote. Había dos candidatos. ¿Cuál de ellos debía entrar a formar parte del grupo de los Doce? Invocaron al Señor en busca de dirección (Hechos 1: 24,25). “Teniendo en cuenta que la suerte se echa en el regazo, mas del Señor es la decisión de ella” (Proverbios 16:33), puede parearnos poco ortodoxo que “y les echaron suertes” (v.26). Debemos tener presente que la elección se efectuó antes de Pentecostés, o sea antes de recibir el Espíritu Santo prometido. Lo que nos interesa no es la manera como se hizo elección, sino el espíritu que impulsó a la iglesia a hacerla. Lo que se descubre del texto es que la iglesia apostólica era teocrática, es decir, el Señor era su Rey, no democrática, el gobierno del pueblo. Dado que las iglesias en buena medida se han convertido en democráticas porque no desean que el Señor sea su Rey, no debe extrañarnos que el gobierno de las mismas recaiga en clanes familiares o en amiguismos que las echan a perder.

 

ISAÍAS 9:6


“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su Nombre…Príncipe de paz”

La Unión Europea es el resultado de los esfuerzos iniciados finalizada la Segunda Guerra Mundial con el propósito de erradicar definitivamente las guerras en tierras europeas. Todavía no consolidada la Unión ya se notan señales de desintegración que denuncian la imposibilidad de que impere una paz genuina en el Viejo Continente. A pesar de la libre circulación entre los países que constituyen la Unión Europea, las barreras nacionales siguen levantadas. Cristo todavía no es nuestra paz que de muchos pueblos hace que sean uno al derribar los muros de separación. Sin Cristo el Príncipe de Paz gobernando en los corazones  de los ciudadanos de la Unión Europea no se puede obtener la paz verdadera porque los recelos y los egoísmos nacionales lo impiden.

La paz que se dice que se ha alcanzado se ha obtenido a base de limitar los derechos democráticos. Los analistas políticos afirman que se restringen cada vez más el ejercicio de las libertades individuales en nombre de proteger a sus ciudadanos del peligro que representa el Estado Islámico. Lo cierto es que si no gobierna el Príncipe de Paz en los corazones de los ciudadanos de la Unión Europea no puede existir una paz verdadera y permanente.

La famosa Pax Romana que los historiadores consideran un gran logro de la humanidad estaba basada en la opresión a que se sometía a los países que estaban bajo su protección. Los hombres no pueden fabricar paz verdadera porque el pecado se lo impide. La apariencia de paz que construyen los hombres la consiguen bajo la amenaza de la ley. Si se la infringe, el castigo.

Repetimos, la verdadera paz no es de fabricación humana. Con el nacimiento de Jesús, el Príncipe de Paz, en Belén, se instaura la paz en los corazones de quienes creen en Él. Es una paz relativa sí, debido a que el pecado a pesar que no domina en los creyentes impide que la paz perfecta florezca en la Tierra. Los ciudadanos del Reino de Dios gimen al ver que la plenitud de la paz de Dios no se manifiesta en ellos. Saben, pero, que cuando venga el Rey en su gloria al final del tiempo, al ser definitivamente eliminado el pecado y Satanás lanzado en el Infierno, en el Reino de Dios brillará con todo su fulgor la paz que hoy anhelan.

Cuando los ciudadanos del Reino de Dios vean a su Rey sentado en su trono “juzgando entre las naciones, y reprendiendo a muchos pueblos, se volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces, no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2: 4). Cuando el Príncipe de Paz gobierne abiertamente sentado en su trono será cuando el reino de Dios hoy en construcción habrá llegado a su plenitud y dentro de sus fronteras las espadas se habrán convertido en rejas de arado. Entonces los ciudadanos del Reino de Dios ya no caminarán por fe porque sus anhelos de paz se habrán hecho realidad: sus ojos contemplaran al Rey de la gloria sentado en su trono.

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